Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, todos ellos son creaciones de sus artistas respectivos y DMM & Nitro plus por darle vida a esta idea.

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"Cualquiera puede representar cualquier cosa a la luz del día. Pero sólo por la noche, después de que el mundo se ha oscurecido, aparece nuestro yo real."

(Katzenbach, Jonh)

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La primera vez que lo ve, Yamanbagiri piensa que es alguna clase de milagro, porque en la vida nunca ha tenido tanta suerte y siente que se ha acabo en ese instante que cruza mirada con el recién llegado.

— Mikazuki.

Se sabe el nombre de memoria, el Saniwa siempre lo está mencionando y el rubio sabe por qué; porque es especial y una de las espadas más hermosas que existen en el mundo. No le quita razón, la infinita gracia de cada movimiento le provoca vergüenza y esa risa lo conmueve en el alma. Es hermoso, piensa y quienes están alrededor en esa misión que se dice el intento número 1259 no pueden hacer más que alegrarse después de la exhaustiva búsqueda por la espada legendaria.

Las medias lunas son preciosas y lo han atrapado, lo sabe porque no puede sostener más la mirada y se cubre el rostro con la vergüenza transmitida a cada poro de la piel. Las orejas se tornan rojas, extrañamente, no tiene nada que ver con los halagos ni que sea nivel 69 cuando lo encuentra.

— ¡Ka ka ka, Como era de esperarse de mi hermano! — Los abrazos vienen después y toman un séptimo reloj para entregarlo al nuevo integrante; es la última misión y ellos pueden regresar a la ciudadela a dar las buenas nuevas a su Amo.

Mikazuki sin embargo, se ha quedando viendo al capitán que lo ha sacado del letargo en el que se encontraba y le dirige una sonrisa. A la espada que se dice falsa, quien levantó la vista una vez más, se le va el aliento y alza la mano en su dirección tal como el otro. Los dedos apenas se rozan, pero Manba sabe que el filo ha sentido algo más y que ese sujeto es peligroso para él.

No llega a más cuando los relojes hacen lo suyo y empiezan a desaparecer entre haces de luz.

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"Serás una espada afortunada, Giri, mi querido inicial"

Está satisfecho, sentirse flotar como hace un momento desaparece ahora que está en su zona de confort y viste el sencillo pantalón junto a la chamarra color vino y el escudo de los Kunihiro. Quiere decir algo; sacarse esa sensación que es tormentosa y que le da un vuelco en el corazón.

— Hermano, ¿sucede algo? — Solo son los Kunihiro que se conocen entre sí, quienes conversan en la misma habitación y evitan los secretos. Aprendieron que era un buen sistema para evitar el estrés mental y físico.

El aludido niega, no entiende muy bien, pero no debe de decir, por el momento, que se sintió afortunado de verlo.

— El Amo me llamaba. — Se levanta apenas terminar de arreglar la manta sobre su cabeza. El uniforme que se encuentra a un costado lo ve sin muchas ganas y lo sostiene mientras se dirige a su habitación para cambiarse. El acto sorprende a la wakizashi, ellos no guardan vergüenza, son espadas y son hombres. Lo deja ser porque la uchigatana es un caso especial.

— ¿Irás de nuevo a otra misión?

Asiente y se encamina hasta el cuarto para cambiarse nuevamente a las ropas de combate.

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— Estaré a tu cuidado, Yamanbagiri-dono. — No quiere ser la persona que entrene al nuevo, lo sobreprotegerá, lo sabe. Lo querrá como no tiene idea y se asfixiará con la sonrisa que de vez en cuando se curva sobre los labios y le hace querer más. No había cedido a los impulsos humanos, no puede, no quiere y no tiene cómo evitarlo. Tiene mucho que aprender de los humanos.


Prometo actualizar un día de estos.