N/A: Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseo mi querida Gabriela ;) , cumpleaños feliz...

Aquí dejo este regalo de cumpleaños para mi preciosa Gabriela, espero que sea esto lo que querías, he intentado ceñirme lo más posible a un Seblaine romántico sabiendo como escribo yo (cofcofperverdramaqueencofcof)... Espero que te guste preciosa...


SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Blaine se miraba al espejo realmente nervioso. Era la quinta camisa y los terceros pantalones que se probaba y todavía no estaba muy convencido de si era lo más adecuado. Su madre iba a traer a casa a su nuevo novio y los dos hijos de éste, por lo que quería causar muy buena impresión.

Se sentía culpable por la ruptura de la relación de sus padres. Todo había comenzado cuando salió del armario a los 13 años. Su madre lo aceptó sin cuestionar nada, llevaba tiempo preparándose para eso, pero su padre nunca lo aceptó. El hombre estuvo dos años intentando "quitarle esas ideas" pero era evidente que no lo conseguiría por lo que decidió marcharse.

Dos años después, todo lo que Blaine podía desear para su madre era que encontrara un hombre que la amara y que la cuidara. Todavía se sentía culpable y pensar que en unos meses, cuando se fuera a la universidad, se quedaría sola todavía aumentaba más esa sensación.

Por eso quería causar buena impresión esa noche, no quería ser el causante de que su madre sufriera una nueva separación por su culpa y acabara sola. Decidió que esa camisa seguía sin ser la adecuada por lo que buscó otra.

Había optado por unos pantalones de vestir grises no excesivamente ajustados y que cubrían sus tobillos, no quería espantarlo con su forma de vestir. Iba a llevar sus mejores zapatos negros pero tenía que elegir una camisa antes de empezar a sacar una pajarita y un jersey o chaleco de punto apropiado.

Finalmente se quedó con una camisa roja y un chaleco de lana negro. La pajarita sería gris con lunares blancos, nada extravagante. Por eso, cuando su madre lo vio bajar las escaleras lo miró con la ceja levantada, realmente extrañada.

– ¿Qué te has puesto? – Pam preguntó sorprendida.

– Quiero causar buena impresión y pensé en no llevar nada que pueda dar a entender... – Blaine dejó la frase inconclusa, había hablado de más.

– Cariño... – Ella sonrió y se acercó para besarlo en la mejilla. Después limpió los restos de pintalabios que habían quedado en su piel. – Estoy muy orgullosa de ti y no quiero que cambies nada para agradarle a nadie, por mucho que yo esté saliendo con él. Sabe que eres gay y no tiene inconveniente... Su hijo mayor también lo es... Sabe que quieres ser actor de Broadway y está dispuesto a apoyarte acudiendo a todas tus primeras funciones... O a conciertos si sólo te dedicas a la música.

– No tengo tiempo para cambiarme y no creo que sea malo que vista algo discreto aunque sólo sea hoy... – El adolescente sonrió y su madre lo miró con tristeza. Sabía que llevaba tiempo triste porque había roto con Kurt hacía pocas semanas y habían perdido los Seccionals, haciendo que se uniera a las Cheerios y tuviera que sufrir la ira de Sue Sylvester. La entrenadora estaba consiguiendo que su hijo se sintiera aun más inseguro sobre sí mismo con sus comentarios y ella lo sabía, pero no podía decir nada.

El timbre sonó y llegó el momento de conocer al novio de su madre y sus dos hijos. Pam abrió la puerta y entró un hombre con el pelo castaño aunque con muchas canas y los ojos verdes. Tras él, un adolescente algo nervioso y una niña de unos siete años que sonreía mostrando que le faltaba un diente.

– ¡Pet! Me alegro tanto de verte. Estos deben ser... – La mujer saludó con una sonrisa pero fue interrumpida.

– ¿Sebastian? – El moreno frunció el ceño.

– ¿Blaine? – El castaño estaba totalmente sorprendido.

– Espera un momento... – Peter habló con cautela. – ¿Blaine? ¿Anderson?

– Sí, mi hijo es Blaine Anderson, me volví a cambiar el apellido cuando me divorcié... ¿De qué lo conoces? – Pam preguntó nerviosa, su novio era fiscal general del estado pero su hijo no tenía problemas judiciales, al menos que ella supiera.

– ¿No te suena de nada el nombre de Sebastian Smythe? – Peter quiso saber.

– No lo sabe. – El estudiante del McKinley intervino. – Y preferiría que no lo sepa, si no le importa.

– No seré yo quien vuelva a abrir esa herida. – El adulto respondió con seriedad. – Pero no creo que sea bueno ocultárselo... Ahora entiendo por qué no presentaste cargos contra mi hijo, llevo meses preguntándomelo.

– ¿Cargos? ¿Quién...? – Pam miró a su pareja y después a los dos adolescentes hasta que fue capaz de entender lo que pasaba. – Tú eres el que casi deja ciego a mi hijo.

No era una pregunta, era una afirmación y provocó que todos los presentes contuvieran la respiración. Contra todo pronóstico, fue el miembro de New Directions el que rompió el hielo.

– Todo está olvidado, mamá.

– ¿Olvidado? ¡Blaine! Pasaste por cirugía y tuviste dolor varios días... No es algo que... – La mujer estaba empezando a sentir la ira que había tenido esos días.

– No es algo que quiero recordar. Él y yo ya hablamos y resolvimos nuestros problemas. No somos los mejores amigos del mundo pero podemos pasar tiempo juntos. No hay ningún problema... ¿Por qué no me presentáis a esa pequeña princesa? Ella es la única a la que no conozco todavía...

Blaine se acercó a la niña que acabó sonriendo de oreja a oreja por ser finalmente el centro de atención.

– Soy Emily. – La pequeña respondió encantada.

– Que nombre tan bonito... ¿Te gustan las películas Disney? Aun falta un poco para la cena y podemos ver una si quieres... – El moreno extendió el brazo para que ella la agarrara y la dirigió al salón donde estaban los DVD.


La cena estaba siendo bastante agradable a pesar de todo. Peter y Pam habían hablado en privado sobre lo que había ocurrido con sus hijos. El hombre le había dado una explicación a su amada de lo que había pasado y ella, aunque seguía algo reticente, había decidido aceptar la explicación.

Sebastian miraba a Blaine realmente sorprendido por la manera en la que iba vestido y se comportaba. Eran ligeras diferencias pero él las podía reconocer puesto que conocía al moreno muy bien. No sabía el motivo pero sí sabía que era menos exagerado.

Cuando todos estaban en la cena y la pregunta sobre lo que iban a hacer en el futuro los dos adolescentes.

– Yo voy a estudiar derecho en una de las universidades de la Ivy League... Columbia si me aceptan y si no, otra... Preferiblemente en Nueva York. – El castaño informó orgulloso de su decisión.

– ¿Y tú, Blaine? – El señor Smyhe quiso saber.

– No lo tengo claro todavía... – El ojimiel respondió con algo de timidez, consiguiendo que su madre y Sebastian lo miraran extrañados.

– Quiere ser actor o cantante... Tiene mucho talento y creo que Broadway puede ser un buen sitio para él... Es como Cooper en ese sentido, pero con más talento, aunque está mal que yo lo diga... Está buscando información sobre universidades para él, hace tres días estuvo hablando con varias amigas sobre UCLA, Yale y NYADA. Pero creo que NYADA será la elegida si le aceptan... – Pam informó, muy orgullosa de su hijo. Sabía lo que estaba haciendo pero no le gustaba. Cualquier persona que quisiera estar con ella debería aceptar a sus dos hijos tal cual eran. De lo contrario, tendrían que salir de su vida...


Blaine había llegado a su casa para encontrarla vacía. Había sido un día duro en el McKinley porque la entrenadora Sylvester había estado muy pendiente de él y lo había presionado hasta que todos sus músculos habían dolido. Sonrió al ver que su madre le había dejando una nota diciéndole que saldría con Peter, por lo que él subió a la habitación y se tumbó en la cama.

Durante ese día, varios de sus excompañeros de New Directions le habían mandado mensajes porque se habían enterado de la relación que Pam tenía con el señor Smythe. Todos se habían mostrado contentos porque ella había encontrado alguien que la amara pero estaban preocupados por las posibles consecuencias de que Sebastian y él fueran hermanastros.

Había respondido lo mismo a todos, no había de qué preocuparse, que el líder de los Warblers había cambiado y que él creía firmemente en ello. Sobretodo porque le había contado todo a su padre y había estado dispuesto a hacerle frente a las consecuencias de sus actos.

Estaba a punto de dormirse cuando su teléfono móvil sonó. Miró la pantalla y una foto de él y Kurt estaba indicando que era su ex el que llamaba. Eso no podía ser nada agradable.

– Hola. – Blaine saludó de manera tímida.

¿En qué demonios estás pensando? – La voz de Hummel sonaba más aguda por el enfado.

– ¿De qué me estás hablando?

¿Es cierto que tu madre sale con el padre del Dientes de Caballo?

– No... Mi madre sale con el padre de Sebastian... – Anderson sabía que estaba presionando demasiado pero si finalmente se convertían en familia, no iba a consentir que le faltara al respeto... Sobretodo porque existía la posibilidad de que tuviera que verlo si volvían a estar juntos.

¡Estás loco! Tienes que hablar con tu madre... Seguro que encuentra a alguien mejor...

– No es cuestión de lo que tú quieras... Es ella la que decide con quién estar y me agrada Peter para ella... La veo feliz y no voy a romper eso porque a mi ex le parezca inapropiado... – Blaine se quedó sorprendido, era la primera vez que decía en voz alta que no le importaba algo relacionado con Kurt y, para su sorpresa, no se sentía mal.

Es una rata de cloaca y de alguien lo ha tenido que aprender...

– Basta, Kurt. Sabes que llevo años deseando que mi madre encuentre a alguien...

La culpa fue de tu padre por ser un asqueroso homófobo, no tuya...

– No todos tenemos un padre como el tuyo, Kurt. Algunos hemos sufrido mucho y no todas las relaciones padre-hijo son idílicas... Sé que tú no lo entiendes porque Burt es fantástico pero deja que los demás lidiemos con nuestros problemas familiares como queramos... Creo que este intento de ser amigos realmente no está funcionando... Realmente tú nunca fuiste mi amigo porque por tu lado siempre hubo sentimientos y yo... Bueno, creo que también aunque no los reconocía... Lo mejor será que dejemos de hablar durante un tiempo...

¿A qué viene ésto? Seguro que el Suricato te ha convencido y así podrá follar contigo cada vez que...

– Kurt, suficiente. Sebastian no me ha dicho nada.

Seguro...

– Adiós Kurt.

Blaine colgó sin darle tiempo a su ex a que dijera algo más. Estaba cansado de querer agradarle cuando no veía posibilidad de volver, no después de lo que había hecho... Su corazón latía con fuerza porque necesitaba asegurarse de que nadie haría daño a su madre por su nueva relación y había una persona que podría suponer un problema...


Blaine llegó a Dalton dispuesto a hablar con Sebastian porque era el único que podría sabotear la relación de su madre con el señor Smythe. Sabía que en ese momento estarían ensayando pero no le importaba. Había tenido que esperar todo el fin de semana y no iba a esperar ni un segundo más.

No le sorprendió escuchar unas armonías mientras se acercaba a la sala del coro y sonrió con nostalgia... ¡Cómo le gustaría estar ahí con ellos! Esperó a que la canción terminara para entrar y pronto se vio rodeado de varios Warblers que le saludaron con afecto.

– ¿A qué debemos tu visita? – Nick preguntó con una sonrisa.

– Tengo que hablar con Sebastian. – Anderson decidió no ocultarle nada a sus amigos.

– Nos ha contado que tu madre está saliendo con su padre... ¡Vaya coincidencia! Supongo que será algún asunto familiar... ¡Vamos chicos!

Todos los Warblers salieron después de despedirse de ellos. Cuando los dos estaban a solas, Blaine se sentó en uno de los sofás y Sebastian se sentó a su lado. Durante unos segundos no se dijeron nada pero el silencio no era incómodo.

– ¿Quieres que unamos fuerzas para romper la relación de nuestros padres? – El castaño preguntó con una sonrisa pretenciosa.

– ¡No! Precisamente estoy aquí para lo contrario. Como hagas algo en contra de ellos, vas a conocerme muy enfadado. – El moreno respondió serio antes de marcharse. Esa conversación no era como había querido y su último pensamiento era amenazar a Smythe pero después de ese comentario no iba a permitir que nada dañara a su madre.

Estaba a punto de entrar a su coche cuando alguien llegó a su lado.

– Lo siento... Normalmente no es agradable cuando tu madre o tu padre se divorcia y empieza a salir con alguien... – Sebastian se disculpó.

– Mi madre se divorció porque mi padre es homófobo. – La confesión de Blaine hizo que al castaño se le helara la sangre. – Todo lo que quiero es que encuentre a alguien que la haga feliz y tu padre parece que es ese alguien.

– ¿Por eso estabas tan raro el otro día? – El ojiverde preguntó sin poder evitar reír ante el recuerdo de como había vestido y comportado el otro.

– No quiero que tu padre se largue por mi culpa... – El moreno desvió la mirada al reconocer su miedo.

– Soy su hijo, no creo que haya algo que le asuste... – Smythe bromeó antes de ponerse serio. – Le agradaste y debo decir que Emily te adora. No creo que haga falta que te diga que a mí me tienes totalmente a tus pies, ¿verdad?

– Sebastian...

– ¿Y si tomamos un café y hablamos? – El castaño propuso.

– Me parece bien...


Blaine y Sebastian tomaron un café hablando de cosas ligeras, sin tocar el tema de sus familias. Sin embargo, cuando pidieron su segundo café el castaño no pudo posponer más la conversación.

– Siento lo de tu padre.

– No hay nada que sentir. Estuvo dos años intentando volverme hetero y cuando se dio cuenta de que eso no sucedería, le dijo a mi madre que él o yo. Sobra decir cuál fue la decisión. – El moreno miraba el vaso de cartón que contenía su café, evitando mirar a los ojos verdes que lo observaban con tristeza.

– Yo no aceptaba el divorcio de mis padres. Por lo que sé, las cosas entre ellos llevaban mucho tiempo mal cuando mi padre decidió aceptar una oferta de trabajo aquí en Westerville. Em y yo nos quedamos en París y yo empecé a meterme en problemas porque pensaba que mi padre nos había abandonado porque no me quería. Cuando mi madre se cansó de irme a buscar a comisarías para encontrarme borracho o drogado, me envió aquí para que mi padre se "encargara del problema". – Smythe decidió sincerarse. – Mi comportamiento aquí no cambió mucho. Mi padre estaba saliendo con una mujer en esa época y tardé tres semanas en hacer que lo dejara. Todo lo que pasó contigo, con Karofsky... Fue una llamada de atención para mí. Desde entonces estoy intentando recuperarme a mí mismo, volver a ser el que era.

– Seb...

– ¿Seb? – El castaño levantó la ceja, intrigado por el mote cariñoso que su amigo acababa de utilizar.

– Bueno, vas a ser mi hermanastro, deberíamos dejarnos de formalidades, ¿no? – Blaine sonrió, sabiendo que se había acabado ese momento tan serio. Ya se comprendían, ahora sólo quedaba recuperar su amistad.

– No quiero ser tu hermanastro... De ser así, todos los pensamientos que he tenido hacia ti durante el último año y medio serían totalmente inapropiados. – El ojiverde respondió y puso esa sonrisa de auténtico seductor. Por primera vez, al moreno no le importó que coqueteara con él.


Sebastian llegó a casa después de su partido de Lacrosse. Sabía que su padre estaba en una reunión con compañeros de trabajo y que Emily estaba siendo cuidada por Blaine. Sin embargo, no se esperaba la imagen que vio al entrar. El moreno se había quedado dormido en el sofá, abrazando a la niña. Los dos parecían realmente a gusto pero el castaño sabía que no podía dejarlos así. Se acercó y con mucho cuidado cogió a su hermana para llevarla a la habitación. Por suerte, llevaba un pantalón deportivo y una camiseta que usaba para poder jugar en el suelo en casa, por lo que no necesitaba que la cambiara de ropa.

Cuando dejó a la niña en su cama, bajó de nuevo al salón para tapar a Anderson con una manta para que no se quedara frío. Le habría gustado poder subirlo a la cama o cambiarle de ropa a algo más cómodo pero no creía que fuera lo más apropiado.

Peter vio a su hijo cubriendo a Blaine con la manta y no pudo evitar sonreír. Sabía lo que su hijo sentía por el moreno, era una de las muchas cosas de las que habían hablado cuando todo estalló tras el intento de suicidio de Karofsky. Él había hablado de todo eso con Pam tras descubrir que era el hijo de su amada el chico al que casi deja ciego Sebastian. Los dos estaban de acuerdo en que sus hijos no eran hermanos, por lo que si algo surgía entre ellos, no era algo malo.

Cuando la manta estuvo cubriendo el cuerpo de Blaine, el castaño se volvió y vio a su padre. Sus mejillas se sonrojaron inmediatamente y evitó mirar a su padre a los ojos.

– Llamaré a Pam para decirle que se ha quedado dormido. ¿Quieres cenar algo antes de ir a dormir?

– Sí.

Los dos se fueron a la cocina para comer algo antes de ir a descansar.


Cooper llegó pronto ese año para ayudar a decorar la casa para las navidades. Había acabado el rodaje de una película y no comenzaría a rodar otra hasta finales de enero, por lo que había decidido pasar un tiempo en casa para conocer al nuevo novio de su madre.

Antes de decorar el salón para las fiestas, habían cenado todos juntos y el actor había notado la conexión que había entre su hermano pequeño y el mayor de los hijos de Peter. Pam le contó lo que sentía Sebastian pero no tenía ni idea de lo que Blaine sentía, aunque el residente en Los Angeles creía saberlo.

Por eso, sin que nadie se enterara, puso muérdago en varios lugares para que los dos adolescentes se vieran "obligados" a compartir un beso. Sin embargo, el día de Navidad llegó y ese esperado momento no se había producido.

De echo, ese día fue la primera vez que dos personas se paraban bajo uno de los muérdagos y fueron Peter y Pam. Blaine los señaló y dijo que tenían que besarse y, después de hacerlo, tuvieron que explicarle a Emily lo que significaba. La niña protestó porque ella también quería un beso y Cooper se levantó corriendo para llevarla bajo el muérdago para besarle la mejilla antes de que Sebastian pudiera hacer nada.

– Ahora sólo falta que Sebby y Blaine tengan su beso. – La castaña sonrió con inocencia mirando a los dos adolescentes.

– Hasta lo que yo sé, no estamos bajo el muérdago. – Su hermano respondió con algo de prepotencia, reflejo de ese Sebastian que él no solía mostrar ante ella.

– Solo tienes que levantarte y dar dos pasos... Vamos... Así todos tenemos un beso de muérdago. – Emily hizo un puchero. Cooper estaba asombrado porque no esperaba tan insistente ayuda. Pronto supo que Sebastian no se iba a resistir.

– Blaine... – El estudiante de Dalton miró al otro para pedirle permiso.

– Es sólo un beso, Seb. Sobreviviremos y la haremos feliz. – El Cheerio se levantó y extendió su brazo para que el otro agarrara su mano y así ayudarlo a levantarse. Los dos caminaron hasta situarse bajo el muérdago.

Sebastian sentía que su corazón se aceleraba. Por fin iba a sentir los dulces labios de Blaine sobre los suyos. Sintió las manos del otro sobre sus mejillas y también sintió como se elevaba, supuso que poniéndose de puntillas, para llegar a darle el beso.

Perfección. Esa era la única palabra que podía utilizar Smythe para definir ese beso. Era inocente, suave y tierno pero a la vez había despertado todo el deseo del joven.

Cuando se separaron, Anderson abrió los ojos supo que estaba equivocado, que él no sobreviviría a ese beso. Todo su cuerpo había reaccionado a ese beso y esa reacción no era la que esperaba. Deseaba volver a besarlo, deseaba más... Y eso no era bueno... Nada bueno...


La noche de Navidad, después de que la familia Smythe volviera a su casa, Cooper fue a la habitación de su hermano. Durante años, su relación había sido distante pero llevaban meses arreglando la situación y esperaba que tuvieran la suficiente complicidad para que la conversación que iba a iniciar tuviera buen final.

– ¿Qué quieres? – Blaine preguntó. Estaba de pie poniéndose la parte de arriba del pijama.

– ¿Por qué crees que quiero algo? – El mayor se sorprendió.

– Normalmente cuando vamos a la habitación después de cenar, no te cuelas aquí. Eso me hace pensar que quieres decirme algo que mamá no tiene que saber. – El ojimiel informó.

– Está bien. Quería hablar de tu beso con Sebastian... ¿Qué has sentido? – Cooper se sentó en la cama y miró a su hermano. El menor suspiró y se sentó a su lado.

– Creo que lo sabes... De echo, creo que lo sabes desde antes que yo. – Blaine respondió.

– ¿Desde cuando lo sabes? – El actor quiso saber.

– Desde que lo he besado. – Los ojos color avellana miraron a los azules.

– Sí, lo sé desde antes que tú. – El mayor sonrió.

– No importa, no va a pasar nada... – El estudiante del McKinley susurró desviando la mirada pero el otro lo miró.

– ¿Por qué no? – Cooper intentó entender lo que pasaba por la mente de su hermano antes de darle un consejo.

– Él no siente nada por mí...

– Eso es mentira... Te ama... Tienes que lanzarte... – El ojiazul intentó convencerlo.

– Y no quiero poner en peligro la relación de mamá y Peter... – Blaine bajó la mirada avergonzado.

– No lo harás... Bueno, si vuestra relación se va a pique puede que llegue a ser algo incómodo pero... Pronto os iréis a Nueva York y si hay algún problema no tendréis que veros más de lo necesario... Pero tampoco tiene que haber un problema. – El mayor aconsejó.

– Tengo miedo... Después de lo de Kurt... – El menor estaba a punto de llorar.

– Tienes que darle una oportunidad al amor...


Faltaban pocos segundos para comenzar un nuevo año y la fiesta que organizaban los Smythe-Anderson estaba siendo un éxito. Sebastian y Blaine habían hablado algo durante la noche pero nada concreto. El moreno seguía pensando en lo que había hablado con su hermano la noche de Navidad y había tomado una decisión. Llevaba toda la noche intentando hablar con él pero era imposible.

La cuenta atrás para recibir al nuevo año comenzó y el ojimiel pensó que no quería empezarlo sin besar al chico que le había robado el corazón...

5... 4... 3...

Anderson llegó justo frente al castaño, que lo miraba interesado por saber qué había llevado al otro frente a él...

2...

Blaine puso sus manos en el cuello del otro sin apartar su mirada de los ojos verdes que tanto le gustaban.

1...

El moreno lo obligó a agacharse un poco para poder juntar sus labios con los del otro en el momento justo en el que el nuevo año comenzaba. Sebastian tardó en responder el beso puesto que estaba totalmente sorprendido pero pronto lo abrazó por la cintura y comenzó a mover sus labios al mismo ritmo que el otro. Notó una caricia en sus labios y los separó para que la lengua ajena entrara en su boca.

Lo que sintió cuando sus lenguas se tocaron era simplemente imposible de describir. No podía creerse que tenía a Anderson entre sus brazos, besándolo con pasión y deseo. Era lo que siempre había soñado y no podía creer que se estuviera haciendo realidad.

Se separaron por la falta de aire pero se quedaron unos segundos mirándose a los ojos antes de volver a besarse. Estaba claro que no tenían ningún interés en interactuar con el resto de invitados y, para su fortuna, ninguno quería interrumpirlos.


Después de varios minutos besándose, Pam y Peter se acercaron a ellos para sugerirles que fueran a un lugar más tranquilo para hablar. No querían que se hicieran daño por no dejar las cosas claras desde el principio.

Sin embargo, cuando Blaine y Sebastian entraron en la habitación, el moreno se lanzó hacia el otro para besarlo mientras retiraba la chaqueta del traje que llevaba.

– Por favor... Para... – El castaño apartó suavemente al otro aunque se arrepintió al ver la mirada dolida de su amado al sentirse rechazado. – Quiero que hablemos antes de nada y... Para mí no eres uno de mis ligues, por lo que me gustaría que tuviésemos algunas citas y pasáramos tiempo juntos antes de...

– Lo siento... No pensé, simplemente me dejé llevar. – El ojimiel se disculpó.

– No pasa nada. Creo que nuestros padres tienen razón y deberíamos hablar. Tienes que saber que lo que yo siento por ti viene de hace tiempo... Verás, sentí un flechazo esa vez que viniste a Dalton y te pusiste a bailar con los Warblers... Yo no podía dejar de mirarte, de desearte... Y de repente, me entero que tienes novio y todas mis esperanzas se desvanecieron. Eres el primero que me ha hecho sentirme así y me dolía tanto... Por eso intentaba atacar a Kurt y ocultaba mis intenciones intentando que pareciera que sólo quería sexo contigo. Sabes tan bien como yo que el Slushie no era para ti... No sabía cómo reaccionar y, como ya te expliqué, estaba enfadado con el mundo por el divorcio de mis padres por lo que me asustaba estar enamorado y darle a una persona la posibilidad de romperme el corazón... – El estudiante de Dalton se maldijo internamente ya que había hablado demasiado.

– Yo también estoy enamorado de ti, Seb. – El Cheerio susurró en su oído antes de volver a juntar sus labios.

– Entonces... – Smythe lo miró esperanzado. – ¿No soy un ligue de una noche o alguien con el que olvidarte de Kurt?

– Nunca te haría algo de eso. Si estoy aquí contigo es porque siento algo por ti.

Volvieron a besarse pero esa vez fue más dulce. No había prisa para explorar sus cuerpos, ya llegaría el momento en el que ambos se sintieran cómodos y prepararan una gran cita antes del gran momento. No había preocupaciones por su futuro, ninguno de los dos sabía que sus cartas de aceptación en NYADA y Columbia llegarían con el tiempo haciéndolos realmente felices. No se preguntaban qué pasaría con su relación, ignorando que acabarían casándose y adoptando dos niños realmente perfectos. Todo eso no importaba porque en ese momento, sólo importaban ellos dos y su amor.