Fantasmas:

Estaba sentada en la orilla de la cama, me debatía entre levantarme para ir a la escuela o volver a dormir, estaba cansada y aturdida, me dolía la cabeza y no podía quitar las imágenes de la noche pasada. Dos semanas desde que había pasado, dos semanas desde que se habían ido... y yo no podía dejar de pensar que era mi culpa.

No tenía a nadie más y tenía miedo que alguien se diera cuenta de ello, me las ingenie para hacer creer que había una tía lejana que vendría y se haría cargo de mí, las autoridades comenzaron una investigación, con mis habilidades de persuasión y algunos contactos los convencimos de que era real toda esa historia, no quería que me llevaran lejos de casa, faltaba un año aun para mi mayoría de edad y no podía separarme de este lugar, no hasta que ellos se fueran del todo.

Suspire. Mire a mi alrededor, la habitación estaba alborotada, ropa por todos lados, libros y CD's tirados por el suelo, platos sucios y la cama desecha con las mantas y sabanas en una bola que había terminado en el suelo luego de mi pesadilla de la noche anterior.

Me levante de un salto, tome un poco de ropa del armario, unos jeans negros con las rodillas rasgadas y una polera holgada que se deslizaba de los hombros, y me metí a la ducha, sentí caer el agua caliente sobre mi cuerpo y mis músculos comenzaron a relajarse lentamente. Luego de unos 10 minutos bajo el agua, me seque y vestí, baje las escaleras y ahí estaban, en la mesa, sentados esperando por mí, me estremecí, coma cada vez que los veía, había comenzado aparecer desde hace una semana y media, se veían tan reales, tan sólidos, pero cuando me acerque a abrazarlos, mis brazos los atravesaron y frío recorrió mi cuerpo, y así fue que me di cuenta lo que eran.

Fantasmas.

Mi madre me sonrió y yo forcé una de vuelta, me fui a frigorífico a buscar algo de leche y me acerque a la alacena a sacar cereales y un cuenco para servirme un poco, me senté frente ellos, mi padre leía el periódico, cuando sintió que me deslizaba en la silla me sonrió, la sonrisa que me daba cada mañana desde siempre, pero algo estaba mal, me hacía temblar inconscientemente.

Son tus padres, me dije mentalmente, no puedes tener miedo de ellos.

- Buenos días -dije con una sonrisa a ambos

- ¿Dormiste bien?- pregunto mi madre con voz distorsionada, un escalofrió recorrió mi cuerpo, esto estaba mal y lo sabía, ello debieron irse hace dos semanas, sin embargo, ellos parecían no darse cuenta de aquello, pero si eso me hacía verlos a diario no estaba tan mal ¿no?

Me aclare la garganta.

- si fue una noche tranquila -forcé la mentira para que saliera de mis labios. Ellos fruncieron el ceño y me miraron con muecas, parecían furiosos, el terror recorrió mi cuerpo, ellos odiaban cuando mentía, nunca habían ido más haya de regaños, pero en sus miradas... Eso parecía no ser el plan.

- Estas mintiendo - dijo mi padre en un susurro extraño, mi respiración se tornó pesada, mis manos formaron puños para evitar que mis dedos temblaran, forcé otra sonrisa

- está bien, tuve una pesadilla, pero no quería preocuparlos, es una tontera -dije para ver si así se calmaban, no pareció funcionar bien, metí otro poco de cereal en la boca y corrí escaleras arriba a lavar mis dientes.

Cerré la puerta del baño y comencé a controlar mi miedo, cerré los ojos y me recosté sobre la puerta, me fui al lavabo y me moje la cara, al levantar la cabeza pegue un grito, mi madre estaba ahí. Tomó mi brazo con fuerza. ¿Desde cuándo es tan sólida?, me pregunte al sentir dolor recorrer mi brazo.

- Nosotros no te criamos como mentirosa - espeto en mi cara, parecía furiosa. Esto era ridículo, nadie se pone tan furioso por algo tan estúpido, me estremecí cuando forzó mas su agarre, esperaba que le diera una respuesta

- lo siento, de verdad, es solo que no quería preocuparlos, fue algo tonto, sin sentido -dije, sonriendo en disculpa - Ahora, mamá, tengo que ir a la escuela, tengo examen de matemáticas -mantuve mi voz uniforme lo más que pude, era difícil con el dolor de brazo, ella se alejó y sonrió dulcemente.

- Que tengas un buen día -dijo dejándome salir.

Corrí a mi habitación, cogí mi mochila y busque en el cajón de mi velador una vieja tarjeta, revolví y volteé el cajón hasta que cayó en mi cama, la tome y la guarde el bolsillo trasero de mi pantalón, luego salí corriendo, gritando un hasta luego a mis padres y salí de casa.

Mire mi brazo y vi las marcas moradas de dedos que lo rodeaban, parpadee furiosamente para contener las lágrimas, me puse mi chaqueta para cubrir las marcas y seguí mi recorrido a la escuela. Estaba decidido, esas cosas que estaba en casa no eran mis padres, ellos jamás se comportarían así, tenían que irse y tenía que ser pronto, ya no creía poder soportar otra escena como la de esta mañana, suspiré y saque la tarjeta de mi bolsillo, tome mi celular. Y mire la tarjeta.

Rose, cuando tengas problemas puedes contar con nosotros, llámanos al siguiente numero, estamos para ayudar.
John Winchester.

Marque el número y espere que contestaran.

- Hola -dijo la voz ronca de un hombre al otro lado de la línea

- ¿John Winchester? - dije mientras me apoyaba en el árbol que estaba en la entrada de la escuela, el hombre se tardó en contestar, cuando lo hizo dijo:

- No, soy su hijo, ¿él te dio este número?

- Si, dijo que si tenía problemas podía llamar, ¿cómo puedo encontrarlo? -otra larga pausa

- Él... él está fuera de servicio, puedes decirme qué sucede -contestó amablemente tenso. Dude, es que no conocía al tipo al otro lado de la línea y no es algo fácil decir: "¡hey! tengo fantasmas en casa, ¿por qué no vienes a ayudarme con esto?", eso suena tan raro, con el señor Winchester era distinto, el ofreció su ayuda, por otro lado, si este era su hijo, entonces el sabría de estas cosas, suspire

- es que hay un problema en casa, yo... es algo relacionado con lo que tu padre trabajaba -dije para probar si el tipo sabia del tema y no sentirme como una idiota si se reía de mi por hablar de fantasmas.

- Entiendo, pero ¿de qué hablamos exactamente? -preguntó

- Fantasmas -susurre muy bajo al ver pasar un grupo de chicos cerca de mi -mis padres, para ser más exacta

- Iremos en cuanto terminemos con un trabajo, ¿dónde es?

- En New Jersey, un pueblo llamado Armstrong -conteste, luego pensé en algo -es molesto hablar sin saber con quién, ¿cómo te llamas?

- Soy Sam, estamos cerca de Armstrongo, llegaremos mañana por la mañana, sino esta noche -contestó -necesitamos un lugar de referencia, ¿puedes darnos un lugar donde nos podamos ver cuando lleguemos?

- En el hotel del pueblo, llama cuando llegues a este número e iré a encontrarme con ustedes... ¿quiénes son ustedes? -pregunte al darme cuenta del plural

- Mi hermano Dean y yo -respondió, luego continuo -entonces nos vemos ahí, ¿cuál es tu nombre?

- Rose Cipriano, tengo que irme, espero el llamado, Bye -sin esperar respuesta colgué y corrí a mi primera clase.