Bueno, este es el primer fic largo que escribí/publiqué y sigo escribiendo. Quiero agradecer, como en todo lado, a Yun () y a Lily por la ayuda y el apoyo, y también a mis lectoras habituales otras páginas. Espero que les guste y ya saben, los comentarios son bienvenidos (incluso algunas amenazas de Lily). Un saludo a todos.

Sietesoles.


EL EPÍLOGO

CAPÍTULO # 1

"Después de tanto tiempo, Hikaru, puedo recordar tu abrazo"

Ella caminaba por una calle vacía de Oakland, pisando las hojas que no fueron recogidas por vecinas neuróticas en la mañana. Estaba apurada, y sin saber por qué le vino a la cabeza el recuerdo de un amor antiguo. La última vez que lo vio fue en un aeropuerto hace ya tanto tiempo… y lo único que necesitaba en ese momento de su vida era acordarse de algo que le había sentir tan mal.

Después del accidente ellos habían prometido volver a verse, pero entre los partidos y los estudios, el tiempo pasó y se habían olvidado de todo lo que dijeron, pero no, por lo menos ella, de lo que sentía. Ya no era la niña que dijo tantas cosas, y estaba segura que él tampoco, tal vez él ya tenía una familia, tal vez ya no jugaba fútbol, tal vez se fue a vivir a otro país, tal vez ella tenía que superar esa "relación" y seguir con su vida. "Esta vez dejaré que Andrés me invite a salir… así me distraigo un poco"

Era una chica bonita, algo tímida, un poco insegura con la gente que no conocía, pero era emprendedora e inteligente. La segunda separación fue causada por una beca en Berkeley para estudiar Literatura, pero ella no se arrepentía de su decisión, después de todo, la vida bohemia, culta y extravagante de la ciudad la había conquistado. En unas horas iba a encontrarse con Sofía, tenían que ir a San Francisco, y como siempre había tardado más de lo que calculó en arreglarse. "Lo que cuesta hacer que parezca que no te importa cómo te ves…"

Corrió la última cuadra.

¡Sofi¡No te vayas, ya llegooooo!

CLAAAAAAAAARO, y tengo que esperarte como tonta… ¡apura! Ya deben estar allá.

Es que no sabes, el agua se cortó y no podía ducharme, aparte que mi gata decidió hacer huelga de hambre y tuve que darle de comer de a poco.

Qué desagradable… yo no sé como aguantas a esa gata engreída, pero es tu culpa, así que te aguantas.

¡No me estoy quejando!

Ya…

Te cuento que mis papás me dijeron que vaya a Japón antes, hablé con los profesores y no me hicieron muchos problemas, así que nos veremos menos este año.

¿Vas a pasar toda la vacación all�?

Sí.

Seguro que lo primero que vas a hacer es correr a buscar a ese noviecito tuyo y hacer la misma tontera que siempre hacen. No quiero que me vengas a llorar después, porque ya no sé cómo hacerte entender… esta vez depende sólo de ti.

Sí, ya sé.

A ver si te comportas como si lo hicieras esta vez.

Manejaron en silencio un rato hasta llegar al lugar, era un pub que hacía las veces de bar, discoteca, escenario de artistas principiantes y restaurante (un caos). Encontraron allí a Andrés, que era el típico chico perfecto (inteligente, buena gente, encima lindo) y aparte hermano de Sofía, y a un amigo de la universidad que andaba tras Sofía. Ellos se fueron a bailar, Andrés y Yoshiko se sentaron en una mesa y pidieron unas cervezas.

Empezaron a hablar de sus vidas, de la universidad, de cómo extrañaban sus países, familias y "amigos"… las risas iban y venían, así como los jarros de cerveza entre los dos y casi sin darse cuenta. Un rato de ésos Sofi llamó a Andrés a la pista y dejó a Yoshiko sola, con un vaso y el aburrimiento. Después de no mucho tiempo los otros tres volvieron a la mesa y la encontraron llorando sus penas a un pobre inocente que tuvo la mala suerte de pasar al lado justo ese rato.

Es que yo lo amo, te juro que lo amo – lágrima, lágrima, hip, lágrima – pero ni se acuerda de mí, no sé nada de él – más lágrimas.

Ya Yoshiko – Andrés se acercó a ella y la abrazó – vamos, no llores, vamos a tomar un café para que te sientas mejor.

¡No! Sólo me voy a sentir bien cuando lo vea.

Pero ya lo vas a ver, vamos amiga, no te pongas así, vamos a la casa – dijo Sofía, que sentía muy triste al ver a su amiga así, y a su hermano consolando a la chica que tanto quería por estar mal recordando a otro chico.

Esh que yo lo quiero… esh que lo extraño… ¿Y si se ha casado¿Y shi tiene otrga novia¿qué puedo hacer? – río de lágrimas.

Ahora lo que puedes hacer es irte conmigo, vas a ver que te vas a sentir mejor…

¡No! No me quiero iiiiiiiiiiiiiiiiiiir… snif… naaaaaadie me quieeeeeeeeeeeereeeeeeeeeeeee… ¿dónde está mi nuevo amigo? – preguntó, totalmente extrañada por la desaparición del supuesto nuevo amigo. Sofía sonrió¿ya pasó la depresión?

Vamos, pequeña.

Andrés la abrazó por la cintura y salieron del bar. Llegaron al departamento de Yoshiko y los dos hermanos se quedaron a dormir con ella, por si acaso. Ella estuvo llorando una media hora más, pero luego durmió como un ángel (con un aliento terrible, claro).

Despertó en la mañana con el olor de los panqueques que Andrés estaba haciendo. Sofía dormía todavía, y ella, después de lavarse los dientes, fue a sentarse en la mesa a tomar un vaso de leche. "Si hasta se ve bien cocinando con una polera vieja y yo sigo con Hikaru en la cabeza. ¿Qué me pasa? Ya debería estar en otra cosa. Pero ya veremos cómo está todo cuando llegue allá". Comieron muchos panqueques antes de que alguien se animara a hablar. Por fin, Andrés interrumpió el atracón:

Creo que no tengo oportunidad contigo hasta que te olvides de él¿no, pequeña?

No es eso… él ya pasó, ya no sé nada de él, no escribió y yo me rendí.

Y cómo tengo que interpretar eso, Yoshiko.

No sé – ella miraba al plato, los ojos de Andrés eran totalmente intimidantes ese momento – tal vez tengas que interpretar esto como un no con cara de sí.

Los dos se miraron por fin y rieron. Sofía despertó y la charla se volvió un regaño eterno.

Pasaron los exámenes ya casi sin salir, porque el estudio se hizo mucho y las tareas y trabajos se acumularon. En el aeropuerto, unas semanas después, Sofía y Andrés la despidieron.

Ya saaaaaabes, no hagas muchas tonteras – le dijo Sofía en un tono maternal.

No – ríe Yoshiko – esta vez juro que controlo las hormonas.

Y el llanto

Y los tragos – Andrés la mira como un cómplice¿cómo puede rechazar al chico perfecto?

Suspira por su terquedad y se va.