Trataré de continuar la historia que había comenzado en mi otra cuenta, Un Duro Invierno, para que los que la siguen esperando la puedan terminar... y les pido disculpas por el retraso y las complicaciones, no era mi intención, summimasen.
IMPORTANTE: Quienes quieran leer esta historia, antes tendrán que leer el Fic llamado "Un Duro Invierno" de Sango-sama-0, ya que es la continuación de ésa historia, el link está en mi profile, para que no se compliquen buscándolo. Además, ya saben que los personajes no me pertenecen, son de Rumiko Takahashi.
AGRADECIMIENTOS: A todos aquellos que me han sabido esperar, y a todos los reviews que dejaron en la historia anterior, fueron éstos los que me dieron fuerzas para seguir con la historia. Arigatou!
-¿Ah, no soy nada tuyo?- Miroku sonrió, agarrando a Sango por las caderas- ¿Qué te parece si eres mi novia?
-¿Qué te hace creer que aceptaría?
-Porque me amas… además, tu cuerpo no parece oponerse.
Era cierto, las piernas de la muchacha temblaban ante el roce con el cuerpo de él, y no tan sólo sus piernas, todo su cuerpo era cómplice del temblor y escalofrío que lo recorría. Sango sonrió, abrazando a Miroku por el cuello.
-Tienes razón. Acepto, pero ten presente que no seré como tus otras novias.
-Eso lo sé. Por eso te amo, pequeña.
Ambos sonrieron, felices de poder estar juntos, pues habían esperado eso mucho tiempo.
"No me mientas..."
Metió la llave en la cerradura, la hizo girar y abrió la puerta. La habitación estaba sumida en una oscuridad total. Sintió las manos de su acompañante en su cintura y sonrió, feliz. Tanto tiempo había transcurrido desde la última vez que realmente había sentido esa felicidad, que no lo podía creer. Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en el pecho de su novio. Él le besó tiernamente la cabeza, abrazándola con más fuerza. El sonido del teléfono interrumpió los pensamientos de ambos. Sango se separó de Miroku y se dirigió hacia el aparato, tomando el auricular.
-¿Sí?... ah ¡hola Inu!- Sango sonrió, mirando a Miroku.
-Sango, tanto tiempo- InuYasha respondió muy animado. Se escuchó un bullicio del otro lado de la línea, y le arrebataron el auricular a InuYasha.
-¿Sango?- La inconfundible voz de Kikyou recibió a su amiga- ¡Tanto tiempo! Te extrañe mucho amiga ¿dónde estás?
-Ah, Kikyou, yo también te extrañé... estoy en Londres ¿y tú?
-Estoy en Paris... pero estabamos planeando viajar para allá...
-¿De veras?- Sango sonrió- Pues, vengan, los estaremos esperando...
-¿Estaremos?- Kikyou preguntó, extrañada- ¿Con quién estás?
-Nunca adivinarías.
-Con Harry Potter- murmuró InuYasha, riendo.
-No seas tonto- dijo Kikyou, aguantando la risa- ya, dime ¿con quién estás?
-Se supone que tienes que adivinar- dijo Sango como niña mimada.
-Pero no sé ¿cómo se supone que tengo que adivinar si hace 6 años que no nos vemos...?- Kikyou guardo silencio un momento, sin creerlo. No podía ser "él" quien acompañara a Sango- ¿No me digas que mi...?
-¿Qué comes que adivinas?- respondió Sango, cruzando una mirada de alegría con Miroku.
-¿Adivinó?- Preguntó el muchacho, sonriente.
-Averigualo tú- Sango le alcanzó el auricular a Miroku. Él lo tomó y se lo acercó a la oreja, pero no alcanzó a tenerlo cerca cuando escuchó los gritos de alegría e incredulidad de su amiga.
-¡MIROKU ESTÁ VIVO!- Kikyou saltaba de felicidad- ¡No lo puedo creer, Miroku!
-Hola Kikyou, cuánto tiempo- respondió Miroku, sonriente.
-Idiota ¿por qué nos hiciste creer que estabas muerto?- InuYasha le arrebató el auricular a Kikyou.
-Pues, porque no pude ponerme en contacto con ustedes, estuve en coma durante 3 años.
-Ah, pero en cuanto despertaste debiste habernos contactado- replicó InuYasha, sin ocultar su alegría.
-No los localicé. Lo lamento.
-Bien, no hay más que decir, nos veremos en dos días, les avisaremos la hora de llegada del vuelo para que nos vayan a esperar- dijo Kikyou, recuperando el aparato.
-Bien, nos veremos entonces- dijo Mioku, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Adiós, Miroku, cuida mucho a Sango.
-Adiós, Kikyou, y no te preocupes de eso, cuídate tú.
La línea se cortó. Miroku y Sango no podían más de felicidad: Había sido un día perfecto, no había más que desear. Y esperaban que siguiera así de perfecto. Luego de que Miroku preparara algo de comer (no querían morir intoxicados, digamos que la especialidad de Sango no es la cocina), fueron a dormir, necesitaban descansar para poder creer lo que acababa de ocurrirles.
-Exijo una explicación, padre- un muchacho de profundos ojos azules y cabello castaño oscuro le pedía una respuesta a su padre, un hombre maduro muy parecido a él.
-¿Qué explicación?- Su padre lo miró directamente a los ojos.- No entiendo que es lo que quieres, ya te dije que...
-¡Quiero saber quién es ella!- El joven alzó los brazos, en signo de molestia.
-Pero, Miroku, ella no tiene importancia, hace mucho que no...
-Dime quién es- Miroku alzó una fotografía y se la enseñó a su padre, apuntando con su dedo índice a una muchacha-. Tú la conoces, y yo también, pero no...
-No la recuerdas, y ella debe haberte olvidado- el padre observó la fotografía, pensando que era mejor que Miroku no supiera nada de ella. La fotografía mostraba a cuatro jóvenes, dos chicas y dos chicos, uno de ellos era Miroku, quien abrazaba a una chica de cabellos y ojos castaños, a su lado estaba un muchacho de cabellos plateados y ojos ámbar, que abrazaba fuertemente a una chica de tes blanca, cabellos negros y ojos cafés. InuYasha, Kikyou y Sango...
-Por favor, tengo derecho a recordar mi pasado...- Miroku miró la fotografía, con tristeza- Quiero saber quién era antes de olvidar todo...
-Pero, hijo...- su padre titubeó, no sabía si era adecuado decirle la verdad, pero su hijo se mostraba decidido a saberla, así que tomó aire y se decidió a comenzar:- Ella era tu novia cuando sucedió el accidente. En realidad, la habías engañado y fuiste a pedirle perdón, pero ella no quiso saber nada de ti. Regresaste, y camino a Londre el autobus...-su padre suspiró, omitiendo ésa parte de la historia- ...quedaste muy mal, y nos pediste que si quedabas en coma o algo así, le dijeramos a ella que habías muerto...
-¿Ella piensa que estoy... muerto?- Miroku tragó saliva, asustado.
-Sí, Miroku- su padre lo examinó con la mirada. Después de un rato, volvió a hablar-. Todos tus amigos creen lo mismo. Han seguido su rumbo sin ti, se han acostumbrado a la idea de sacarte de sus vidas. Cuando se separaron eran muy jóvenes, así que de seguro debe haber sido más fácil para ellos, para ella en especial, seguir su camino...
Un pesado silencio se adueñó del lugar, Miroku, sin entender el motivo, deseó estar verdaderamente muerto en ése momento. ¿Por qué le dolía tanto pensar que no podría volver a ver a esa chica? No sabía ni siquiera su nombre. Sango. Sí, Sango era su nombre, sí lo sabía. Y la quería, aún sin recordarla...
Pero era imposible para él volver atrás, o aparecer de repente: simplemente no le creería, ella pensaría que están jugando con ella, con sus sentimientos, la haría recordar cosas dolorosas... y además, la traición... tal vez ella no lo amaba, se enfadó con él y no quiso saber nada más. Sería mejor olvidar todo eso y cambiar de vida, a una que le fuera menos dolorosa, en donde no se aferrara a nadie...
Miroku despertó, sudando. Otra vez soñaba con su pasado. ¿Por qué debía su inconciente reprocharle las decisiones que había tomado antes? Había cometido un error, pero lo había remediado. ¿Acaso no había recapacitado unos años después, no los había encontrado, a sus amigos, a ella? Sango se quejó en sueños, acurrucándose a su lado. Pero durante ése tiempo, había sido un mujeriego, no se preocupaba por nada, ni siquiera por él mismo. Acarició levemente la cabeza de Sango, pensando en lo tonto que había sido. ¿Cómo fue capaz de haber abandonado el deseo de volver con ella?
-Miroku ¿qué haces despierto?- Sango se frotó los ojos, aún medio dormida.
-Nada, pequeñita- Miroku le sonrió de manera tranquilizadora-. ¿Te desperté?
-No, no te preocupes. Es sólo que...- Sango bostezó, tapándose la boca- pensé que algo te había ocurrido.
-No es nada, vuelve a dormir, debes descansar.
-Tú también deberías descanar...- Sango comenzó a cerrar los ojos, el sueño le estaba ganando.
Miroku le acariciaba tiernamente la cabeza, haciendo que ella se durmiera más rápido. No la iba a molestar con las culpas de su pasado, pues estaban en su pasado. Desde ese día comenzaría una nueva vida, nada volvería a ser como antes, se entregaría por completo a hacer feliz a esa chica que durante tanto tiempo lo había esperado pacientemente, que nunca había perdido la esperanza. Ahora comenzaría a vivir de verdad.
Dos días después...
-Miroku, vamos ¿no puedes caminar un poco más rápido?- Sango le tomó la mano, acelerando el paso.
-Me duelen los pies ¿de verdad estamos tan atrasados?- Miroku trató de seguirle el paso a duras penas.
-Sí, el avión llegó hace 15 minutos, deben pensar que nos olvidamos de ellos- Sango atravesó la puerta de cristal que daba paso al aeropuerto, buscando con la mirada a sus amigos.
El lugar estaba lleno de gente, como siempre: turistas de todas partes, agentes de seguridad, pilotos, aeromozas (o azafatas, como gusten) y todo tipo de gente rara que pueda estar en un aeropuerto. La muchacha se puso en puntitas para ver mejor, a lo que Miroku la alzó, tomándola por la cintura. Sango se sonrojó, sintiéndose más pequeña que nunca. Miroku se rió al ver la expresión de su novia, bajándola de inmediato.
-No era necesario que hicieras eso- murmuró Sango, un tanto molesta y avergonzada.
-Lo lamento, pero me ganó la tentación- Miroku le levantó la cara suavemente, tomándola por la barbilla-. ¿Me perdonas?
-Está bien, no es nada...- Sango fue callada por el roce tierno de los labios de Miroku.
-Par de idiotas, y nosotros esperándolos- InuYasha bufó, molesto, interrumpiendo la escena.
-InuYasha, no seas grosero, no creo que haya sido su intención retrasarse ¿verdad?- Kikyou los interrogó con la mirada.
-Esto, yo...- Sango estaba roja de vergüenza, mientras trataba de buscar las palabras para explicar la situación.
-Es mi culpa, yo me retrasé en casa, y yo la distraje cuando llegamos aquí- Miroku les sonrió a sus amigos, a manera de disculpa.
-Bien, creo que no importa- InuYasha frunció el ceño, en señal de que no se le pasaría el enojo muy pronto.
-Bienvenidos a Londres ¿cómo fue su viaje?- Preguntó Sango, cambiando el tema. La única respuesta que obtuvo fue el abrazo de alegría que le brindó su amiga.
-¡Sango, no sabes cuántas ganas tenía de verte!- Kikyou se separó de ella para observarla, como una madre observaría a un hijo después de mucho tiempo.- Pensé que nunca te lograría encontrar. Si no fuera por InuYasha, no habría podido localizarte.
-¿Y qué hizo él?- Preguntó en tono sarcástico Miroku- ¿Ya dejó de ser un bueno para nada?
-Muy gracioso- InuYasha sacó de su chaqueta su billetera, y le mostró una identificación- Policía Internacional, Investigaciones. Sólo necesitaba el nombre de Sango, y ya sabía dónde vivía, su número de teléfono y dónde trabajaba.
-Vaya, que eficiencia...- Miroku sonrió, a manera de autosuficiencia- Pues yo la encontré primero.
-Eres un egocéntrico, no has cambiado nada- dijo InuYasha, entregándole unas maletas-. Ayúdanos a llevar el equipaje, para que seas de alguna utilidad.
-InuYasha, ya basta- Kikyou lo regañó-. Sé un poco más amable, no lo vemos desde hace 6 años.
-Bien, lo lamento.
Miroku tomó algunas maletas, dirigiéndose a la salida. Una vez en el auto, con todas las cosas guardadas, emprendieron el viaje camino al departamento de Sango, donde cenarían. Más tarde, irían a la casa de Miroku, que era mucho más grande, en donde se quedarían por ése tiempo. Las cosas estaban saliendo de maravilla para Sango. Pero eran demasiado perfectas. Su felicidad no duraría para siempre.
-¿Y no te ha dicho que ha hecho en todo este tiempo?- Le preguntó Kikyou a su amiga, mientras ella le ayudaba a ordenar sus cosas.
-No- Sango abrió la última maleta-. No creo que sea necesario, si hubiera algo importante que debiera saber, ya me lo habría dicho ¿no crees?
-Sí, pero no entiendo cómo puedes volver a confiar en Miroku tan rápidamente- Kikyou cerró un cajón de la cómoda con fuerza-. Son 6 años en los que pudo haber cambiado mucho. Además, no hubiese sido tan difícil ubicarnos después que despertó, nuestros padres siguieron viviendo donde siempre...
-Kikyou- Sango la miró fijamente, muy seria-, no me importa mucho cuánto se demoró en volver, lo importante es que volvió. Y si no pudo localizarnos, por algo debe haber sido...
-Lo sé, pero ¿qué se lo impidió? No puedes abrirle las puertas de tu corazón así como así a alguien que ni siquiera te ha explicado por que no te encontró antes- Kikyou se sentó en la cama, observando a su amiga.
-No lo sé...- Sango bajó la mirada preocupada. Algo le decía que las cosas no iban a salir nada bien. Sus pensamientos fueron interrumpido por los golpes en la puerta.
-¿Se puede?- La inconfundible voz de Miroku siguió a los golpes.
-Sí claro- Respondió Kikyou, recostándose en la cama.
-Sanguito ¿me acompañarías unos momentos?- Miroku la observaba desde la puerta- Quiero que estés conmigo...
Miroku puso cara de niño mimado haciendo pucheros, a lo que Sango rió ligeramente.
-Eres un egoísta- mumuró Kikyou, frunciendo el ceño.
-¿Por qué?- Preguntaron Sango y Miroku al mismo tiempo.
-Porque yo quería estar con ella- el aparente enfado de Kikyou desapareció, dando paso a un sonrisa-. Es broma, vayan sin cuidado.
-Bien, vamos pequeñita.
Ambos salieron de la habitación, dirigiéndose al cuarto de Miroku. Esa noche, Sango se quedaría a dormir allí, pues era muy tarde para que regresara a su casa sola. Ella entró en el cuarto, mirando alrededor: estaba bastante bien decorado, muy ordenado y era amplio y acogedor. Sango sonrió, mientras Miroku la abrazaba por la espalda.
-¿Te gusta, pequeñita?- Preguntó el muchacho, apoyando levemente su barbilla en los hombros de la joven.
-Sí, es muy acogedor- Sango sonrió, volteándose para besar a Miroku.
-¿Te puedo pedir un favor?- Preguntó el chico, mientras la abrazaba fuertemente.
-Dime ¿qué puedo hacer por ti?
-¿Podrías dormir conmigo ésta noche? Te prometo que no haré nada malo...
Sango sonrió: le gustaba que Miroku le suplicara con ésa carita de ángel, aunque sabía que él no era eso, exactamente.
-Bien, pero yo mando ésta noche ¿de acuerdo?- Preguntó la muchacha, mirándolo fijamente.
-De acuerdo- Respondió Miroku, sonriéndole. Así, ambos se recostaron juntos en la cama de Miroku, abrazados tiernamente. Sango recordó, de repente, lo que le había dicho Kikyou, y decidió preguntarle a Miroku, no debería tener nada que ocultar ¿o sí?
-Miroku...- Sango le besó la barbilla, suavemente- quiero que me digas que has hecho todo este tiempo...
-Ah... nada en especial, sólo terminé de estudiar y eso...- respondió Miroku, sin darle importancia.
-Sí, pero qué más- Sango insistió, mirándolo a los ojos con seriedad-. ¿Tuviste algún problema, cómo terminaste la Universidad, hay algo importante que deba saber?
-Ay, Sango...- Miroku suspiró, acariciándole la cabeza a la muchacha- No te preocupes por eso... lo importante es que estamos juntos...
-Sí, pero yo...- Sango desistió, tal vez otro día fuera más fácil conversar con él. Se acomodó en su pecho, escuchando el latido de su corazón.
Miroku sonrió, acariciádole suavemente la cabeza.
-¿Sabías que mi corazón late por ti?- Miroku le desordenó el pelo. Sango se sonrojó por el comentario, a lo que él agregó:- No deberías sonrojarte, es toda la verdad.
-Ahhh...- Sango titubeó, no sabía cómo responder- Gracias, supongo...
-¿No estás acostumbrada a los halagos?- Miroku rió pícaramente, mientras juntaba su nariz con la de ella.
-Pues, no mucho... no suelo fijarme en eso...- Sango se sonrojó aún más, pero sin dejar de mirar fijamente a su acompañante.
-Vas a tener que acostumbrarte- Miroku la abrazó dulcemente-. Voy a llenarte de ellos.
-Bueno, entonces creo que... lo haré- Sango lo besó en los labios suavemente-. Pero prométeme algo.
-Lo que sea... hago lo que sea por ti- Miroku sonrió, mostrando seguridad. Sango enmudeció al oir ésas palabras... "hago lo que sea por ti..." Ésas mismas palabras había dicho Miroku hacía más de seis años, antes de partir a la Universidad en Londres, y eran las mismas que habían atormentado sus sueños cuando pensó que él había muerto en el accidente... Abrazó con fuerza a Miroku, escondiendo su cara en su pecho.
-¡No digas eso!- Sango lo miró con lágrimas en los ojos...- No digas eso nunca más... no te pido eso... sólo te pido que nunca me mientas... por favor...
Miroku la observó, preocupado. ¿Qué tenían de malo ésas palabras? De seguro estaba en el pasado que no era capaz de recordar. Por un momento se sintió culpable de hacer llorar a su pequeña Sanguito. La abrazó, besándola en la frente.
-No te preocupes, jamás te mentiré... y no volveré a decir eso, lo siento.
Sango asintió levemente con la cabeza, limpiándose las lágrimas. Tal vez Miroku no recordara eso, y lo había hecho sin la intención de hacerle recordar esos difíciles momentos, pero le había dolido. Se apoyó en el pecho de Miroku, tratando de calmarse. Miroku no era malo, ya habían transcurrido mucho meses desde su reencuentro, si hubiera algo malo ella ya se hubiese dado cuenta. Suspiró, mientras sentía como Miroku le acariciaba la cabeza. Todo iba a estar bien. Se tranquilizó, dejándose llevar por las caricias del joven. Todo estaría bien...
Por fin logré terminar con esto!!! espero que podamos seguir con la historia... bueno, dejenme sus REVIEW para saber si les gusta la historia... y por fa, lean la historia anterior, q si no estarán muy perdidos!!! Jane!!
