REEDITADA

Harry Potter y demás son propiedad de JK Rowling. Historia original escrita por mí.

Nota: palabras en cursiva, memorias del pasado de cada uno de los personajes.

Introspección: Aceptar los sentimientos es el primer paso hacia la verdadera felicidad. Aceptarnos por quienes somos, es el primer paso para despertar de ese sueño llamado irrealidad….

Sumary: Tú, siempre fuiste mi más grande sueño y anhelo…


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Bendita Mujer

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Por Ireth I. Nainieum

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Capítulo I

Bendita Mujer

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"Tú, siempre fuiste mi más grande sueño y anhelo"...

- Ireth Iarë Nainiëum-

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—Brindo por ti, bendita mujer

Alza su copa al aire mientras observa el crispar de las llamas de su chimenea; las cuales bailan en un ritmo lento y lastimero que lo hiere enormemente. Toma un sorbo de su bebida embriagante, la cual le ayuda a olvidar, pero no para siempre. Al final el dolor vuelve con mayor intensidad, siempre es así.

La sala estaba a oscuras, el hombre esta sentado en un fino sofá negro, rodeado de lujos y comodidades; su vida siempre ha sido así. Su padre continuamente ocupado en cosas más importantes, nunca estaba en casa. Y a su madre pocas veces la veía, tratando de estar en la sociedad de ser alguien a imitar, que ironía. Olvidándose de él, con el paso del tiempo esto le resultaba indiferente, así era como había crecido. Solo, siempre sin ninguna compañía.

Odiaba eso de su familia, el fingir ante la sociedad solo para aparentar algo que no eran. Unidad, ¿dónde?; nunca la hubo, jamás existió, era su mejor puesta en escena ante el mundo. La gente los aclamaba y hablaban bien de ellos, eran un ejemplo a seguir, sonrió; ¿cuándo se habían vuelto tan populares las mentiras?

Arrojo la copa con ira contra el mármol de la chimenea, cayo de forma aterradora esparciendo el líquido rojo sobre toda la habitación, sus elfos se encargarían de limpiar, para eso estaban. Gruesas lágrimas caían sobre sus mejillas, no tenía ningún control sobre ellas, empapando su rostro y ropa. Se levanto frustrado del sofá y salio del estudio, trataba de alejarse de todo aquello que le arrebato lo que por primera vez considero importante en su vida.

—Bendita mujer –murmuro-

Seco sus ojos con la manga y se detuvo en uno de los pasillos, vagamente iluminados de su mansión. Ira, ese el sentimiento que en este momento lo embriagaba. Odio, coraje, desesperación, eran otros más. Todo por su arrogancia y pretenciosidad, por el miedo al ¿qué dirán?; y como podría afectar esto al ilustre apellido de su familia.

¿Prestigioso?. Eso se perdió hace mucho, para él. Pero, para sus padres eso era lo más importante; ¿entonces de donde venía el temor?. Nunca antes había temido a las palabras de la gente. Su miedo venía de la sensación de experimentar un sentimiento que nunca antes tuvo, amor…

—Bendita mujer

Salio de la mansión, pasaba de la media noche. ¿A dónde iba?, ni él mismo no lo sabía y ni le importaba. Solo deseaba alejarse, marcharse.

Recordó su mirada, su sonrisa, cuanto deseaba tenerla en sus brazos y sentirla. Si tal y como el día que la hizo suya por primera vez, eso había sido el inicio de la relación, tan tormentosa y llena de tantos sentimientos, sufrimiento y amor. En el fondo sabían que era algo imposible, aún así decidieron continuar. Durante algún tiempo en secreto continuaron viéndose. Ambos tendrían problemas si su familia, amigos y gente su alrededor se enteraba; eso pensaron entonces, pero ahora desearía volver el tiempo y gritar a los cuatro vientos su adoración por ella.

Por desgracia el hubiera no existe… o se hace o no se hace.

—Bendita mujer –apretó fuertemente sus puños mientras pensaba-

La noche era fría, tal como su corazón estaba ahora. Nunca más podría volver a sentir lo mismo por alguien. ella fue la única que le enseño a ver más allá de la primera máscara, le enseño a expresarse sin temor, ella descubrió sus más íntimos secretos y miedos, sus anhelos, sueños y esperanzas. Siempre estuvo a su lado, constantemente, porque razón él no lo hacía ahora.

—Bendita mujer –se detuvo junto a un semáforo-

No había traído su capa ¿para qué?, más frío no podría sentir. Caminaba por las calles de Londres como un lobo solitario. Sonrió, ahora estaba completamente solo, como cuando era niño. Sin ella, cuanto deseaba y cuanto daría por volver a tocar sus labios, probar su piel. Aunque fuera solo una vez más escucharla decir su nombre…

—Mujer bendita – se sentó en la banqueta- bendita mujer

Un auto se detuvo junto a él y dos hombres descendieron del mismo, uno de ellos se acerco hasta donde él estaba.

—¿Se encuentra bien joven? – había preocupación en su voz- ¿joven?

—Un muggle –pensó-

Portaba el uniforme policial, se acerco junto a él otro oficial más que descendió de la patrulla.

—Hace bastante frío –hablo el primer oficial- ¿no ha traído nada con usted?

Sonrió sarcásticamente, el hombre sentado en la banqueta. ¿Acaso eran ciegos?. Por supuesto que no, solo salió con su camisa blanca y un pantalón negro.

—¿Podríamos llevarlos a su casa? –sugirió el segundo oficial-

Se levanto del frío suelo y miro a los policías.

—No gracias –enfatizó con brusquedad- me retiro oficiales –suspiro- buenas noches –se alejo lentamente- felices fiestas

—Un sujeto loco –hablo el segundo uniformado- por cierto según las noticias hoy nevara…

Ambos se marcharon y subieron al auto.

Continuo unas cuadras más, sin saberlo inconscientemente sus pisadas los llevaron al lugar donde su corazón había muerto, al sitio de sueño eterno.

—La muerte no es paz, sino dolor –pensó-

Uso su varita y abrió las puertas del cementerio, entro lentamente no tenía ninguna prisa. La puerta produjo un ruido bastante tétrico. La temperatura continuaba bajando, un aire frío soplo y sintió erizar su piel.

—¡Oiga, no puede estar aquí! –le dijo el vigilante molesto- ¡las horas de visita son de!…

Le lanzo un hechizo que lo hizo dormir. El anciano cayo al suelo, Draco estuvo a punto de marcharse y dejarlo ahí; sin embargo, lo metió a la pequeña casa para evitar que muriese de frío. Ella le había enseñado la compasión.

—Pensara que todo fue un sueño –dijo- cuando desearía que esto fuese una pesadilla –se dijo-

Regreso y cerro las puertas. Conocía el camino a la perfección, día tras día hacía un peregrinaje silencioso, a la misma hora y con las mismas flores, rosas rojas, como sus labios.

—Rosas -exclamo-

Hoy no las necesitaría, al fin y al cabo había estado en la tarde y la lleno de flores. Algunas personas que visitaban su tumba murmuraban sorprendidas sobre ¿quién podría ser el individuo misterioso que llenaba su lugar de descanso, con flores nuevas todos los días?. Su tumba era hermosa, tal y como ella siempre lo fue. La recordó cuando fue su graduación, no había dio con él sin embargo, la admiro, siempre lo había hecho en secreto, uno más, para él su belleza opaco a la cualquier otra mujer.

—Amor –musito suavemente-

Un hermoso ángel que parecía que lloraba, estaba frene a él, los padres de ella habían elegido una colina para colocar el cuerpo de su única hija. Junto a ella había un enorme árbol ahora sin hojas, marchito. Se sentó en la tumba y se mantuvo en silencio unos instantes.

Recorrió con sus manos la figura del ángel, deseando que se transformara en ella, para tenerla nuevamente en sus brazos y no dejarla ir nunca más.

—Bendita mujer- se aferro a la estatua-

Lloro, lloro como nunca. No pudo hacerlo el día que se había enterado de su muerte, no podía hacerlo, debía de evitar que cualquier persona descubriera el secreto, su secreto. Sin embargo su mentor y maestro siempre le había dicho que nunca desaprovechara esta gran oportunidad, que rompiera las barreras que lo separaban o podría arrepentirse, ahora esas palabras solo eso eran palabras, sin razón. Su antiguo profesor y confesor, él único que conocía el secreto de ambos.

—Bendita mujer, bendita mujer- repetía una y otra vez-

Finalmente sintió que ya no podía llorar más, no obstante era algo imposible, cuando el llanto se detenía recordaba nuevamente algún momento junto a ella. Y volvía a sentir impotencia y dolor, no pudo salvarla. Cuando ella libero su corazón de las tinieblas y la oscuridad donde estaba.

—Bendita mujer

Se recostó sobre la tumba, deseoso de olvidar. Cerró sus ojos, estaba cansado de llorar, de mentir, de fingir, de ocultar la verdad al mundo. Ahora lo único que deseaba era dormir y que al despertar en la mañana ella estuviera junto a él, en sus brazos y que le besara como solo ella sabía hacerlo, como le había ensañado, como juntos aprendieron.

—Bendita mujer –susurro-

Durmió y nunca se dio cuenta que un hermoso ángel lo cuidaba en todo momento, desde que salio de su casa sin rumbo aparente hasta que llego aquí. Mientras la nieve comenzó a caer a su alrededor dando un efecto de misterio, paz e irrealidad a su alrededor.

—Gracias –dijo ella-

Paso sus manos por sus mejillas, secándolas. Draco durmió con una enorme sonrisa, la misma que tenía cuando ella estaba junto a él y aquella que había perdido cuando ella partió de este mundo. Nunca más volvería a sentirse solo, la vería y estaría nuevamente junto a ella. Sin ataduras, sin mentiras, sin rencores. Solo ellos dos, demostrando que el amor siempre es más fuerte que cualquier odio.

Siempre el verdadero amor lo supera todo.


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Capitulo II

"Desventuras"

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Nos vemos

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