A/N: ¡Holi! Hace muchísimo que no escribía nada; estaba sin inspiración y, aunque tenías las ganas, no podía escribir nada que me gustara. Pero ya volvió la inspiración y las ideas, así que empezaré a retomar mis fics en estos días (mientras no esté en período de exámenes, podré hacerlo XD). Pero mientras releo y reviso mis fics, traigo esta traducción (sí, otra xD) de un fic que simplemente me encantó; un SasuSaku, of course x). Por suerte la autora, Blowing Wind, me dejó traducirlo :). Y el fic ya está completo, con un total de diecisiete capítulos más dos epílogos. Espero que les guste, al igual que a mí. Eso sí, está bien fuerte… sexualmente hablando).
Como referencia, les recomiendo escuchar la canción My Dirty Little Secret de The All-American Reject.
Advertencias: AU (Universo Alterno), Lenguaje y lemon explícito en la gran mayoría de los capítulos, incluyendo este.
Disclaimer: Ni Naruto ni este fic son míos; le pertenecen a Masashi Kishimoto y a Blowing Wind, respectivamente.
My Dirty Little Secret
Capítulo I: El Pecado más Dulce
Mi nombre es Sakura Haruno. Pero antes de hablarles sobre cualquier otra cosa, déjenme contarles un poco de mí y mi familia.
Mi padre, Kazuki Haruno, es uno de los hombres más ricos del mundo. Posee muchos negocios a lo largo de Asia, incluyendo hoteles y verdaderos Estados. Hizo su fortuna abriendo una pequeña empresa y, con un poco de suerte, su compañía alcanzó un enorme premio gordo. Él me proveía de todo lo que yo quería y necesitaba. Siempre había sido su pequeña princesa, su niñita, desde que mi madre murió, dándome a luz.
No es que no extrañe a mi madre, pero, siendo sincera, ¿cómo se puede extrañar a alguien que nunca conociste? Aunque sea mi madre, no siento ninguna conexión, absolutamente ningún sentimiento hacia aquella mujer. Mi padre es la única familia que tengo y eso es suficiente para mí.
Ahora, yo misma, soy lo que la gente llamaría "una niña buena". Me dan un vistazo y ven exactamente lo que yo quiero que vean; una inocente niña rica que ha sido sobreprotegida desde que nació. Nunca me ofendo cuando escucho a la gente decir eso sobre mí. De hecho, me siento muy orgullosa. Orgullosa de que no puedan ver a través de mi máscara; que no puedan ver el pecado que vive dentro de mi cuerpo y mi alma.
¿Pero cómo puede uno oponerse a la tentación? ¿Cómo pudieron Adán y Eva resistirse a la manzana del árbol de Dios?
Fácil… ellos no se resistieron. La curva de la tentación, el poder de ésta, es demasiado fuerte y poderoso. De igual forma en que yo no puedo resistirme a él.
He afirmado que amo a mi padre más que a nada en este mundo. Daría mi vida por la de él en un segundo si me lo pidiera. Sin embargo, lo he traicionado de la forma más dolorosa de todas. De la forma en que jamás creí que podría llegar a hacerlo.
¿Y qué fue lo que hice para tener que ocultar este acto tan vergonzoso? Simple, fue la tentación.
Mi tentación es Sasuke Uchiha y mi pecado… es acostarme con él, el peor enemigo de mi padre.
No es como si yo hubiese planeado que esto pasara. Nunca. Pero es muy difícil resistirse a él. En toda mi vida había conocido a alguien tan… tan misterioso y fascinante. Mis amigos me advirtieron que me mantuviera alejada, que él no era nada más que problemas en un lindo envoltorio. Pero no les hice caso… quizás, por el reto que él representaba para mí. Desde que era una niña, siempre se han referido a mí por mi belleza; desde mi atrayente y sedoso pelo rosa pálido, casi plateado, hasta mi perfecto cuerpo. Mis firmes pechos y trasero es lo que atrae a los chicos hasta mí, pero sé que mi belleza viene con un precio.
Traté de convencerme dentro de mi cabeza que no lo conocía en ese entonces, pero ni siquiera aquella mentira pudo calmar la vergüenza que sentía hacia mí misma. Apenas ingresé al colegio privado St. Mary, supe quién era él.
El peor enemigo de mi padre.
Aún recuerdo la primera vez que lo vi. En el momento que entré al iluminado salón de clases, cuando el maestro me presentó, mis ojos inmediatamente repararon en él; como si una fuerza magnética hubiese arrastrado mi mirada. Sus ojos eran del color del carbón, como la medianoche y aquello era un marcado contraste con su piel pálida y cuerpo musculoso. Su pelo oscuro y desordenado iba en diferentes direcciones y con flequillo. Normalmente, habría pensado que cualquier otra persona que llevara ese corte de cabello tendría que ocultarse bajo una roca para siempre, pero en él se veía perfecto. Con el uniforme de la escuela, un pantalón negro y una camisa blanca con los dos primeros botones abiertos, Sasuke se veía apetecible sentado en la parte de atrás del salón.
No escuché ni una sola palabra de lo que el maestro estaba hablando. Mi mente estaba totalmente alerta; mis fantasías más profundas tomaron la forma de dos cuerpos desnudos, el uno contra el otro. Podía sentir el calor entre mis piernas y resultaba doloroso sólo estar allí, parada y sin poder gemir en voz alta.
El maestro interrumpió mis pensamientos al preguntarme si me encontraba bien. Pude sentirme a mí misma sonrojar y la sonrisa arrogante de Sasuke. ¿Acaso él sabía lo que estaba pensando? Asentí obedientemente y caminé hasta mi asiento. Puedo sentir los ojos puestos en mí; la falda plegada que apenas cubría mi parte inferior y mi blusa blanca que transparentaba mi sujetador negro satinado, debían ser la razón por la cual los chicos volteaban sus cabezas para seguir mis movimientos. También puedo sentir cómo las chicas me lanzan miradas venenosas, pero ellas no podían importarme menos.
Mis piernas me llevaron hasta el final del salón, en donde se encontraba un asiento vacío. Levanté la cabeza para mirar a la persona que estaba sentada al lado y un gemido de frustración salió de mi garganta; Sasuke Uchiha era mi compañero de asiento. Sus ojos brillaban peligrosamente, mientras en sus labios se formaba una sonrisa burlona.
—Diablos —no podía dejar de maldecir. ¿Cómo se supone que iba a concentrarme con Sasuke sentado a mi lado? Sentía que me humedecía con el solo hecho de pensar en él.
Este iba a ser un año muy largo. Lo sabía.
Tomé asiento y colgué mi bolso Chanel en el respaldo de la silla. Mirando directamente al frente, pretendí que él no estaba sentado a mi lado. Podía sentir sus ojos, aburridos, puestos en el lado de mi rostro. No sabía cómo, pero la aceleración en mi respirar y la presión entre mis piernas habían regresado. Me atreví a mirar al demonio en persona que tenía al lado y, en ese mismo instante, me arrepentí de haberlo hecho.
Sus oscuros orbes me recorrían desde la cabeza hasta la punta de los pies. Sacó la lengua para trazar el esbozo de sus labios y yo no podía hacer nada más que observarlo; mis braguitas estaban húmedas sólo por su mirada. Dios. ¿Qué me había hecho?
No tuve tiempo para reaccionar; Sasuke se inclinó hacia mí, su aroma, como bosque y especias, se filtraron en mis fosas nasales, llenando mi cabeza de deliciosas fantasías. Su respiración era cálida, acariciando la sensible piel de mi cuello. Pronunció algo que hizo que lo mirara.
—Bienvenida a St. Mary, Sakura —el modo en que decía mi nombre era definitivamente tentador. Nadie debería tener aquel tono de voz, mucho menos aquella apariencia. Tomé un poco de aire, previniéndome a mí misma de hiperventilar. No podía responderle a mi voluntad, así que sólo asentí. Él dejó escapar una grave y leve carcajada antes de depositar un pequeño beso en mi cuello y volvió a acomodarse en su asiento. El beso me produjo escalofríos hasta la punta de los pies.
—¿Sakura? —la voz del maestro llegó hasta mis oídos.
—¿Sí? —respondí. ¿De qué estaba hablando? Sumida en mis pensamientos, no escuché nada de lo que había dicho.
—Dije que, habrá un proyecto que determinará la mitad de su calificación este año. El proyecto será hecho con un compañero. Los temas estarán relacionados con Anatomía Humana —sentenció el profesor.
Tomé aire. ¿Milagros de la vida? Realmente apesto en Ciencias, sobretodo en Biología.
—Diré los nombres de los compañeros en un minuto. El proyecto se hará al final del próximo mes —dijo. Podía escuchar los gruñidos de protesta de los demás en todo el salón.
—Ahora, los compañeros que elegí trabajarán juntos para ésta y todas las actividades que requieran trabajo en dúos. Cambiar de pareja está prohibido —luego de aclarar eso, volvió a su escritorio y sacó una hoja de papel, en donde yo suponía que estaban los nombres de cada pareja.
—Atashi y Ayumi —ambos se guiñaron un ojo mutuamente. Ya sabía lo que esos dos estaban pensando; aunque no era difícil hacerlo, ya que la atmósfera a su alrededor prácticamente gritaba "Nos estamos acostando".
—Takashi e Ino —pude ver que la rubia dejó escapar un bufido y se apoyó en el respaldo de su silla. Era muy atractiva; sus piernas eran largas y parecían suaves, además de su exuberante pecho.
—Sasuke y… —tragué mentalmente. Por favor que no sea mi compañero, por favor… —. Sakura.
Estrellé mi cabeza contra el pupitre y solté un quejido por el impacto. El maestro no escuchó mi pequeña diatriba ya que seguía metido en su lista. El timbre sonó al poco rato después; rápidamente recogí mis cosas y me preparé para huir del salón, pero algo jaló de mi brazo y sentí que me golpeaba contra una pared de músculos.
—¿Tu casa o la mía? —susurró Sasuke, seductoramente.
—¿Eh? —dije, confundida. Alcé mis ojos hacia los suyos.
—El proyecto. Tenemos que comenzarlo pronto. Así que, ¿mi casa o la tuya?
—Bueno… yo… realmente no sé mucho sobre Anatomía Humana, así que creo que empezar pronto sería bueno —murmuré.
—No te pregunté si conocías o no el tema, Sakura. Estás respondiendo la pregunta equivocada —rebatió. Su voz denotaba algo parecido a diversión, ya que la esquina de su boca estaba levantada, casi como una sonrisa.
—Eh… —podía sentirme a mí misma comenzar a arder—. Bueno, acabo de mudarme, por lo que mi casa es un desastre. Así que creo que la tuya —repliqué.
—Está bien —dejando ir mi brazo, avanzó delante de mí. Lo miré mientras comenzaba a retirarse y suspiré. Mientras me arreglaba, lo escuché decir mi nombre.
—Sakura, no te preocupes por el proyecto. Te enseñaré todo lo que necesitas saber —prometió con una sonrisa burlesca. Después de eso, me dio un último vistazo y se retiró. Yo aún estaba parada en mi lugar, incapaz de moverme. ¿Por qué su promesa había sonado tan… malvada?
Desde ese momento, podía afirmar que su vida y la mía estaban entrelazadas.
El día transcurrió muy lento. Sólo tenía tres clases con Sasuke. Gracias a Dios, porque si lo viera cada minuto del día, me temo que me volvería loca con los deseos de tenerlo. No sé cómo él es capaz de hacerme eso; mi instinto me decía que me mantuviera lo más alejada posible de él, mientras que la otra parte de mí, una gran parte de mí, quería probar aquel fruto prohibido; estar rodeada por él y sus fuertes brazos, ser besada por sus sensuales labios.
Dejé escapar un suspiro ante aquel pensamiento. Caminando hasta mi automóvil, ubicado en el estacionamiento para estudiantes, esperé a que Sasuke apareciera. Me había dicho que aguardara por él en el estacionamiento, ya que él iba a conducir hasta su casa. Minutos después emergió de las puertas, con una rubia y una pelirroja colgadas de cada brazo. Sentí como una horrible sensación comenzaba a brotar y me regañé a mí misma. ¿Por qué debía importarte si él se estaba acostando con esas chicas o no? Sólo éramos compañeros, nada más.
Observé como besaba a esas chicas y mis pensamientos rápidamente volvieron al beso que él me había dado en el cuello. Ellas rieron sin poder controlarse, antes de lanzarle besos a él y miradas asesinas a mí. Alcé una ceja, retándolas a decirme algo. Lo que fuera, así podría reventárselo en sus caras. Pero no dijeron nada, sólo bufaron y se alejaron, moviendo sus caderas seductoramente. Entorné los ojos.
Sasuke caminó hasta mí y sonrió arrogantemente. Tomando mi mano entre la suya, me condujo hasta su auto; un reluciente Ferrari rojo, que brillaba bajo los rayos dorados del sol.
—Puedo caminar por mi cuenta, sabes —mencioné, casualmente.
Él rodó sus ojos—. Lo sé.
—¿Quiénes eran esas chicas? —las palabras se escaparon de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Me sonrió y replicó—. Nadie importante.
Le quitó el seguro al auto y abrió la puerta del copiloto para mí. Entré, mientras él cerraba la puerta y caminaba hasta su asiento, entrando en el automóvil también. Encendió el motor y salió del estacionamiento a la calle, haciendo caso omiso de las miradas que los otros estudiantes le daban.
—¿En dónde vives? —pregunté, rompiendo el silencio que se había formado dentro del auto.
—Bastante más arriba —me replicó—. Dijiste que acabas de mudarte, ¿en dónde vivías antes?
—Nueva York. Nací allá.
—Muy lejos de casa —comentó él—. ¿Qué te hizo mudarte aquí a Japón?
—Mi padre quería un cambio de aire —dije casualmente. Era verdad a medias, después de todo. Mi padre no quería un cambio en mi vida. Aunque… también quería comprar el Imperio Uchiha.
—¿Haruno? Tu padre es el gran magnate y hombre de negocios, ¿verdad? —dijo.
—¿Ese no es tu padre? —contrarresté. El tono con el que lo había dicho no me agradó.
—No hay necesidad de exaltarse, nena —rió levemente. Él sabía quién era mi padre. Sabía quién era yo, aunque actuaba como si no pasara nada. Sentí su mirada sobre mí—. Dejemos a un lado nuestras familias. No podría estar menos interesado en que tu padre y mi padre sean enemigos mortales.
No dije nada, mientras él avanzaba por la carretera. Salí del coche y me encontré de frente con una enorme y blanca mansión, tallada en piedra, que se complementaba con un gigantesco jardín bien cuidado y una enorme fuente de mármol blanco, en el centro de este. La mansión estaba rodeada de puertas de acero forjado y cientos de árboles de cerezos.
—Vamos —dijo, tomándome del brazo hasta la puerta principal doble. Dentro de la mansión, con pilares sosteniendo el techo, la sala estaba decorada con muebles antiguos y una pantalla gigante y plana ocupaba el lugar. Además, un reluciente piano reposaba en la parte izquierda del salón. Me di cuenta que el color blanco parecía ser el tema; quien quiera que hubiese diseñado esa casa, olía a dinero y a riquezas.
—¿Quieres algo para beber? —me preguntó Sasuke, caminando hacia la enorme cocina. Yo lo seguí.
—Soda —contesté. Sacando una Coca-Cola, vació el contenido en un vaso y me lo entregó. Bebí la soda y lo observé; sus ojos estaban en mí de nuevo. Nos mirábamos el uno al otro, ninguno de los dos quería romper la conexión… y él se acercaba cada vez más. Yo quería moverme, pero mi cuerpo se negaba. En lugar de eso, me acerqué más a él. Nuestros labios se encontraron e inmediatamente noté el calor y la pasión brillando en sus ojos. Me acercó más a su cuerpo y sus manos fueron hasta mi blusa, desabotonándola. Rozaron mis pechos y me tensé. Mis brazos rodearon su cuello, mientras él se deshacía de mi blusa y, por reflejo, me levantaba al estilo nupcial.
—Mi cuarto —murmuró entre besos. Yo asentí, mientras él salía de la cocina y se dirigía a las escaleras. Llegamos a su alcoba en cinco segundos. Sentí como mi espalda era recostada en el suave colchón y sus labios, delicados pero al mismo tiempo fuertes, estaban sobre mí otra vez; acerqué su rostro al mío para tener un mejor acceso a su boca. Expertamente, sus dedos abrieron los botones de mi blusa y lanzó la prenda a través el cuarto. Yo estaba sólo en mi sujetador, sintiendo su ardiente piel. Sus labios se separaron de los míos, descendiendo a mi cuello y luego a mi hombro. Me dio un pequeño mordisco y dejé escapar un gemido. Desabrochó el sostén y lo lanzó, dejándolo encima de mi blusa. Mis suaves pechos saltaron a la vista y succionó uno con fuerza, mientras con su mano masajeaba el otro. No pude retener un gemido en mi interior. Mis dedos, de algún modo, encontraron el camino hasta su camisa y rasgaron el material. No sentí como los botones impactaron contra mi piel, ya que estaba completamente sumida en mi mundo de éxtasis.
Pude escucharlo reír perversamente.
—¿Poniéndote impaciente?
Lo miré con enfado, antes de atraerlo a mi rostro para otro ardiente beso. Noté que sus manos se posicionaban en mis muslos y en el cierre de mi falda. Levanté mi cadera para ayudarlo a quitármela. Al mismo tiempo, mis manos trabajaban enérgicamente en el cinturón de sus pantalones; nuestras prendas cayeron al suelo al mismo tiempo. Apreté su dura longitud e inmediatamente fui recompensada con sus gemidos. Nunca me había sentido tan preparada antes. Dios, es tan adictivo… quería escuchar más gemidos suyos. Quitándomelo de encima, lo dejé de espaldas sobre el colchón y me miró, confundido. Me incliné sobre él y comencé a avanzar sobre su cuerpo. Él sonrió satisfecho y se apoyó, poniendo las manos detrás de su nuca. Tomé sus boxers negros y se los quité; su miembro estaba erguido, húmedo y brillante en la punta. Me incliné y le di una rápida lamida, haciéndolo gemir con fuerza. Sonreí y enredé mi lengua alrededor de su sexo. Admito que nunca había hecho algo como esto. Siempre había pensado que era algo repugnante, aunque con él, nunca me había sentido más cómoda haciéndolo.
Gentilmente chupé su longitud, alejando mi boca por un momento, para volver a descenderla sobre su rígido pene. La acción era sumamente erótica y capté un reflejo de nosotros en el espejo; mis pechos se endurecieron debido a la vista y la humedad volvió a juntarse entre mis piernas, al igual que en mis bragas. Comencé a incrementar mi ritmo, al igual que sus gemidos. Su miembro golpeó mi garganta, antes de derramarse dentro de mi boca. Con gusto, tragué hasta la última gota. Lo escuché suspirar y me lamí los labios. Sasuke lanzó una breve risa antes de abalanzarse sobre mí y ambos caímos sobre la suave alfombra.
Me miró con ojos peligrosos y sus dedos hicieron su camino hasta mi ropa interior.
—Perfecto —gruñó él. Se me cortó el aire cuando me sujetó ambos brazos, inmovilizándolos. Sus labios separaron mi vagina y me dio una rápida estocada con su lengua. Tragué saliva y solté un gemido. Una de sus manos liberó mis brazos e inmediatamente empujé su cabeza contra mi intimidad, incitándolo para que me hiciera llegar. Dio un gruñido que sacudió todo mi cuerpo. Separó mis labios al empujar dos dedos dentro de mí, dilatándome. Una maravillosa sensación me recorrió cuando, expertamente, comenzó a meter y sacar sus dedos en un ritmo perfecto. Me moví contra sus dedos, queriendo sentir la tan ansiada realización.
Reemplazó sus dedos con su boca, usando su lengua para succionar mi clítoris. No pasó mucho tiempo para que me viniera. Lancé un grito cuando alcancé el orgasmo, que llegó con fuerza y prolongado. Sentí mi garganta seca y mi voz ronca después del grito. Sasuke me dio una última lamida, antes de dejarme en el suelo. Abrí mis ojos y lo vi poner algo sobre su miembro erguido.
—Levántate —ordenó bruscamente. Asentí, antes de apoyarme en mis manos y mis rodillas. Sentí que le daba un fuerte agarre a mi cadera mientras se posicionaba detrás de mí, lamiendo mi piel con su texturizada lengua, desde la base de mi columna hasta mi sensible cuello. Sin darme ninguna advertencia, introdujo su miembro dentro de mí. Grité con fuerza debido a la inesperada intromisión; había estado con chicos anteriormente, pero él era grande, su pene estaba desplegándome.
Sasuke no se movió; estaba esperando a que me ajustara a su tamaño.
—Diablos, estás tan estrecha —murmuró entre gruñidos. Con suavidad, mecí mi pelvis contra la de él para probar la fricción… era perfecta. Sasuke se tomó de mis caderas para salir y, al segundo después, volver a hundirse dentro de mí. No había palabras para describir lo que estaba sintiendo, mientras él seguía embistiéndome con fuerza y rapidez. La ardiente fricción entre nosotros aumentaba a cada segundo…
Me oí a mí misma lanzar un fuerte alarido cuando mi orgasmo me golpeó, fuerte y veloz; hubiese colapsado sobre la alfombra si Sasuke no me estuviese sujetando. Dio unas cuantas embestidas más con su cadera, antes de gruñir mi nombre. Se derrumbó arriba mío y suspiró profundamente. Se quitó de mí, intercambiando las posiciones y me ubicó sobre su cuerpo. Sonrió perversamente.
—Y bien, ¿qué tal tu primera lección?
