Prologo.

Fue en una de sus eternas noches donde los Nyxs descubrieron que podían infectar con la ponzoña de sus colmillos a todo aquel al que mordiesen.

Los reclutas del sector 32 acababan de llegar de un transcurso de inspección a los nuevos parámetros que los planetas más avanzados de la Galaxia Mana habían descubierto. Como parte de éstos, los Nyx, liderados por su emperador Aro, habían enviado representantes a éstas incursiones en los que muy reticentemente habían sido invitados. Cargando sus propias naves partieron hacia la galaxia Penthil y visitaron todos los planetas allí escritos. En completo anonimato, como había sido pactado. Nadie quería que los nuevos planetas encontrados temblaran y lanzaran ataques contra ellos al pensar en una posible invasión. Porque nadie quería una invasión. Y nadie quería invadir.

Saltándose alegremente la norma de no contactar con ninguno de los habitantes de aquellos planetas, los nyx habían encarcelado a una extraña especie de animal con infinidad de colores, plumas, escamas y pieles, y lo llevaron en secreto junto al emperador Aro para que apreciara la belleza de aquellos exóticos lugares.

Sacando de su prisión al hermoso y sumiso ser, lo condujeron bajo grandes vítores a la sala del emperador. Una vez allí, Aro se acercó a enterrar su mano en el plumaje escamoso de la criatura, no más grande que un lechón terrícola, y sus negros ojos brillaron con apreciación, clavándose por un momento con la triangular mirada de animal.

Todo pasó verdaderamente rápido y Aro no pudo protegerse de las grandes hileras de dientes afilados que se clavaron en su brazo como si fuera mantequilla. Jadeando de dolor, sacudió su cuerpo en un intento de desprenderse de la fiera. Varios nyx acudieron en su ayuda, pero fue uno el que envolvió sus brazos alrededor del multicolor cuello y sintió el instinto primario de hundir allí sus colmillos.

La bestia dejó de hacer presión en el adolorido brazo de Aro y se desplomó en el suelo agonizando y soltando gritos agudos mientras intentaba con sus cuatro miembros superiores desprender un ente invisible de su cuello.

La criatura estuvo encerrada y bajo la mira de todos hasta el tercer día. Ésta dejó los gritos y se levantó en toda su gloria, jadeando con una vitalidad nueva, y volvió su mirada a los expectantes nyxs. Sus ojos anteriormente triangulares saludaban cavernosos como dos pozos sin fondo. Negros todo ellos. Sus colores se habían esfumado para cubrir sus plumas y demás texturas de un luminiscente blanco.

Igual al de los Nyx. Aro rió y sus carcajadas resonaron proféticas a lo largo de la galaxia Mana.

No pasó mucho tiempo hasta que los nyxs tuvieron la genial idea de conquistar los demás planetas de la galaxia Mana, bajo el desprecio de todo el consejo de los siete planetas, saliendo victoriosos y con las riendas de Kirita y Kavua, dos planetas gemelos yaciendo bajo las mismas estrellas. Los planetas vecinos, Noir y Nirva, aunque con varias colonias de habitantes rebeldes, también estaban bajo su oscuro control.

Los Nyx estaban a dos pasos de gobernar toda la galaxia Mana, y esos dos pasos llevaban los nombres de Dawon y Aphon. Dos planetas a pocos años luz cuyos habitantes desgraciadamente eran inmunes a la ponzoña de los Nyx.

Eso era algo que alteraba profundamente los nervios de Aro.

Pasó días y semanas pensando alguna buena estrategia de ataque contra esos dos planetas. Los Dawon eran difíciles de pelar, sin debilidades a la vista y James los apartó a un lado para ahorrarse terribles dolores de cabeza. Pero no ocurría lo mismo con los Aphon. Ellos sí tenían una enorme debilidad.

Y esa debilidad estaba situada en un lugar llamado Vía Láctea.

Aro amplió su mapa holográfico y acarició con un huesudo dedo el tintineante planeta Tierra.

Capitulo 1

Bella Swan se detuvo delante de la ventana de su apartamento y espió al imponente sol haciendo su puesta en escena. Lazos de cálido color atravesaban el cielo, recordándole un brillante ópalo de fuego, destellante y deslumbrante.

Recogiendo las llaves de su coche, puso rumbo hacia la Comisaria de Policía Mayor de Detroit. Era muy temprano, pero le daba igual, no había dormido nada las últimas semanas. El creciente y nada productivo trabajo en el departamento de homicidios en el que ella era la Inspectora jefe tenía la culpa. Se había ganado el puesto a los 22 años con sudor y sangre y no había hecho a nadie arrepentirse de esa decisión en los consiguientes tres años. Era la mejor en lo que hacía, y todos en la Comisaría lo sabían. Solo había que presentarle un caso y Bella ya tenía casi todas las respuestas tejidas entre las manos.

Sus altos tacones golpeaban ruidosamente mientras se dirigía hacia la sala de investigación, tres puertas alejada de su despacho, el cual estaba espolvoreado con una suave capa de polvo. Bella pasaba todo su horario laboral en la sala de investigación, archivando declaraciones, elaborando complejos esquemas y colgando fotografías de los casos en la pizarra que presidia la pared de la izquierda. Ella no necesitaba un despacho, pero los altos mandos así lo querían y no tenía que limpiarlo, así que tampoco le importaba.

-¡Hey, Inspectora B!- volvió la mirada por encima de su hombro hacia Mike, uno de los dos detectives menores a su mando y un pelota solapado de primera- Sabía que iba a venir temprano por todo el ajetreo que tenemos estas semanas, así que pensé en venir antes de lo que iba a venir usted y traerle su café – le tendió un humeante Capuccino de crema con el logotipo de Starbucks en el embase y apartó de su cara un rebelde rizo castaño con un soplido.

Mike Newton era un californiano tres años mayor que ella que había sido destinado a Detroit hacía cinco meses por problemas personales con su antiguo jefe. Bella nunca había preguntado, pero si la hubieran dicho que le echaron por pesado no se habría sorprendido. Con el pelo largo y rubio recogido por orden suya en una coleta, Mike era todo un muñeco de gimnasio achatado, al cual le sacaba sus buenos cinco centímetros, compensados por la gran presencia de sus atractivos ojos verdes. Parecía toda una ganga, y luego abría la boca, y no paraba de abrirla hasta conseguir que desearas golpearle con algún objeto cercano.

Bella frunció los labios aceptando el café.

-No me llames Inspectora B, Mike.

-Claro, lo siento B. Como tú prefieras. Te llamaré como tú ordenes. Eres mi jefa, acataré todo lo que me digas - Mike hizo un saludo militar- Sí, señor.

Puso los ojos en blanco mientras giraba y volvía a su camino.

Bella estaba verdaderamente mosqueada y cansada y ningún delicioso Capuccino de crema podía calmar sus ansias de tirarse por la ventana. Y mosqueada y cansada no era un combinación feliz en ninguna mujer, y no especialmente en una mujer que lo único que deseaba era la paz mundial, el exterminamiento de los asesinos y la emisión de su serie favorita en una cadena que no fuera de pago. Y su negativa energía se debía a las extrañas desapariciones y asesinatos que golpeaban las calles de Detroit.

Nada estaba claro. Los desaparecidos se habían borrado del mapa sin dejar un solo pelo como pista –ella habría encontrado ese pelo de noche y con gafas de sol puestas- y los asesinatos seguían un mismo patrón: todas las víctimas habían muerto de un ataque al corazón debido a algún suceso traumático y contaban con las gargantas perforadas y desgarradas por lo que parecían dientes de animales. Bella solo encontraba una explicación razonable para éstos asesinatos: había un mounstro feliz pero horrendo en Detroit que buscaba amigos y al presentarse a ellos con una deslumbrante sonrisa llena de bichos y dientes puntiagudos caían redondos de la felicidad de tener un nuevo amigo, pero el mounstro se enfadaba por sus repentinas muertes y les destrozaba la garganta antes de saltar contento hacia más amigos.

La responsable del departamento de homicidios cuyo deber era vengar y proteger a los habitantes de su pueblo necesitaba un psiquiatra, y lo necesitaba ya.

Se encerró en la sala, re-analizando las fotografías de los escenarios del crimen y volviendo a leer las declaraciones de los que se creían testigos de algunos de los homicidios. Los testigos llamaban jurando sobre sus corazones que lo habían visto todo, pero cuando llegaban a la sala de interrogatorios un severo brote de amnesia les golpeaba y no recordaban nada de ningún asesinato. Y así con todos ellos, teniendo entre sus manos informes de interrogatorios vacios y listas con las grabaciones de las llamadas de los testigos a la policía en el momento del ataque. No había nada, ni siquiera un simple rescoldo donde meter la uña y sacar un poco de sustancia. Nada.

Mike le había llevado cinco Capuccinos más cuando sonó su teléfono. Era la forense de su unidad de trabajo, y eso sólo podía significar…

-Hay un nuevo asesinato, dos calles más abajo de la comisaria, frente al parque. No tardes, estamos intentando contener a los periodistas y sé que te cabrearías si contaminan alguna prueba.

-Más les vale que no, correrán cabezas. Voy para allá.

Aparcó una cuadra alejada del escenario del crimen. Se le estaba erizando el cabello de la nuca de tan solo ver a los buitres de los periodistas alrededor. No había bromeado sobre el derribo a aquellos fotógrafos hambrientos y deseosos de más asesinatos que fotografiar, si hacía falta sacar la pistola y amenazarles con mantener sus hediondas manos lejos de sus sagradas pruebas, lo haría gustosamente.

Miró el reloj, eran las nueve de la noche y un día más se le había escapado de los dedos. Pero no importaba, tenía nuevas pruebas. No es que estuviera feliz por la presencia de un nuevo asesinato, pero rezaba por que éste trajera bajo el brazo la clave para encerrar al responsable bajo rejas electrificadas y decoradas con afilados alambres. Apartó de su camino con empujones a varios periodistas y les plantó su placa en la cara cuando tenían la intención de ponerse tontos con ella.

El cadáver estaba detrás de un biombo que le protegía de las mal intencionadas fotografías y Bella se deslizó con gracia tras él. Tuvo que reprimir la arcada que siempre le nacía ante la visión de la garganta mutilada.

La forense, que Bella recordaba como Kate, dejó a los médicos que examinaban el cuerpo y se acercó a ella.

-Mantiene las características de los demás homicidios, aunque no podemos saber hasta la autopsia si la muerte se produjo por ataque al corazón- Kate ladeó un lado de la boca y chasqueó la lengua- aunque sería un avance que fuera causada por otra cosa. Yo que sé, un atragantamiento por una uva y el que le quiso ayudar no tuvo mejor idea que abrirle la garganta para sacarla. Quién sabe.

-Yo quiero saberlo- dijo Bella.

-Bueno, yo lo sé. Mi teoría de la uva no puede ser cierta porque la herida de garganta presenta el desgarramiento por colmillos y su situación temporal post-mortem. Tuve una sobrecarga de adrenalina mientras pensaba en la posibilidad de la uva, podría haber escrito un best-seller contándola.

Bella le dedicó un indicio de sonrisa de entendimiento y suspiró pesadamente cuando se agachó frente a la víctima. Era una mujer de mediana edad con visible afinidad por las pulseras de colores y la ropa vintage, de pelo rubio y desparramado por el suelo como un abanico. Sus ojos todavía seguían abiertos y mostraban unas pupilas muy dilatadas. Quiso cerrarle los ojos, pero sabía que podía contaminar alguna huella que el ejecutor hubiera puesto sobre ellos. La visión de los cuerpos tan de cerca siempre se llevaba un trocito del corazón de Bella, y se preguntaba si de aquí a algunos años su corazón no estaría tan negro como las pupilas de la mujer tirada en la calzada del callejón.

Aunque era un riesgo que estaba dispuesta a asumir.

-Los testigos que llamaron fueron rápidamente metidos en los coches policiales para llevarles a comisaría e interrogarles, pero creo que escuché a uno de ellos preguntar qué había pasado en el callejón, así que no me atrevería a cantar victoria todavía- Kate se volvió hacia un médico que la llamaba y con una disculpa hacia Bella, se marchó.

De vuelta a la sala de investigación, Bella colgó la nueva foto de la señora de las pulseras en su pizarra. Se llamaba Sofía Colleman y tenía marido e hijos, los cuales venían de camino para que Tayler, su otro detective a cargo, les diera la mala noticia. Eso era algo de lo que había relegado en cuanto pudo, porque no podía lidiar con las lágrimas de los familiares de las victimas al informarles de lo ocurrido. A Bella nunca se le habían dado bien las personas, y menos consolar a una que estuviera pasando por semejante dolor emocional. Prefería luchar por encontrar al culpable y así devolverles un poco de paz frente a tanta adversidad. Un poco de luz en la oscuridad de los hechos, pero algo era algo.

Observando su detallado esquema de localizaciones y horarios, unió aquellos que habían tenido lugar en sitios cercanos y se encontró con que los tres últimos cadáveres habían sido encontrados en las cercanías del parque de la señora de las pulseras, a tardías horas de la noche. Utilizando esa efímera coincidencia y anclándose a ella como un salvavidas, llamó a Mike.

-Te dejo al cargo por esta noche de las llamadas y de toda la información que se suministre. Me voy a hacer una patrulla al parque durante toda la noche, no me llames y no dejes que vengan a buscarme. Desviaré todas las llamadas de mi teléfono a mi oficina. Dale a Tayler la noche libre, sé que su madre está en el hospital.

-¿Quieres que te acompañe?

Bella se tragó el impulso de zarandearle, ¿no le acababa de decir que le dejaba allí al cargo de lo demás?

-No, quédate aquí y sólo responde a las llamadas- le clavó una mirada amenazante- y ni se te ocurra llamarme, porque como lo hagas y espantes a un posible asesino te juro que encontraré la manera de culparte para que pases todos los siguientes largos y miserables días de tu vida recogiendo los jabones de las duchas masculinas en Chirona.

Mike palideció y asintió antes de encaminarse hacia su oficina.

Dos horas después estaba sentada en su coche, con las luces y el motor apagados e intentando no respirar si quiera demasiado alto, estacionada frente al parque en un punto estratégico del cual tenía visión de todas las calles y callejones que daban a él. Tenía la esperanza de que el asesino tuviera un extraño fetiche que le hiciera dar sus golpes de gracia cerca de aquel parque infantil, y esperaba poder llegar a tiempo para impedir una muerte más.

Silenciosa y quieta como una bella estatua de mármol, esperó.

Había perdido la cuenta de las horas que llevaba en aquella misma posición, los ojos se le cerraban de puro cansancio y cabeceaba, y deseó tener a Mike cerca con uno de sus Capuccinos en la mano cuando divisó un extraño movimiento en el callejón contiguo al de más temprano. Agudizó la vista y se le contrajo el corazón en el pecho cuando diferenció dos personas sujetando a la fuerza a una tercera y empujándola al fondo del callejón.

Controlando su respiración y sus ganas de saltar de alegría por el éxito de su patrulla salió lentamente del coche y dejó la puerta abierta por temor a alertar a los asesinos. Caminó lentamente hacia el callejón y se regañó por no haberse cambiado los tacones antes de salir de patrulla, así que se los quitó y soportó el punzante dolor de las piedritas del asfalto clavándose en las plantas de sus pies.

Escuchó el inconfundible sonido de una pelea a medida que se acercaba, y a tan sólo un metro de la entrada la mujer contra la que peleaban los asaltantes salió corriendo despavorida y sin percatarse de su presencia. Bella hizo el amago de seguirla, pero sabía que su deber era quedarse y detener a los malhechores que la habían atacado. La chica estaba bien y viva, que era lo importante, y Bella tenía que atrapar a los asesinos para que todos los habitantes de Detroit siguieran así: vivos.

Se asomó por la pared del callejón y la idea de que tal vez fuera un asalto por robo o un intento de violación lo que acababa de presenciar parpadeó en su cabeza, pero lo deshecho fácil no queriendo quitarse la idea de que tenía atrapado al asesino de gargantas. Delante de ella, los dos hombres que habían cogido a la chica peleaban contra un tercero que visiblemente sabía lo que hacía y Bella se preguntó si tal vez fuera un policía de los al rededores. Armándose de valor para entrar en escena, dio un paso al frente y se quedó atónita ante lo siguiente que ocurrió.

El tercer hombre había cortado los pechos de los otros dos con lo que parecían unas garras salientes de sus dedos y acto seguido había arrancado sus corazones de cuajo, dejándolos caer al suelo. Pero eso no fue lo que más sorprendió a Bella y la dejó a un milímetro del desmayo, si no la siguiente evaporación de los dos cuerpos y los dos corazones en el aire. Como si nunca hubieran sido brutalmente asesinados. Tengo que dejar los Capuccinos.

Bella no pudo contener el jadeo ante semejante suceso y deseó haberse vendado la boca antes de salir de patrulla. El tercer hombre volteó hacia ella y aún en las malas condiciones de iluminación que se cernían ante ellos pudo diferencial sus rasgos. Y otra vez no supo como conseguía mantenerse en pie y la posibilidad de que todo fuera un bizarro sueño la asaltó.

No sabía si catalogarlo como "hombre", a no ser que la combinación de ser humano con ojos profundamente dorados de gato, pelo negro azabache que enmarcaba un rostro de facciones afiladas y una boca con grandes colmillos sobresalientes fuera una nuevo pack de cirugía estética alternativa. Sus manos, como anteriormente había visto, estaban provistas de mortíferas garras que tenían pinta de hacer verdadero daño, y Bella juró que había visto una cola negra balanceándose a su espalda.

Toda esta visión se esfumó un segundo después de que el hombre-gato se volteara, pero gracias al poder de analizar de una mente de detective nada había pasado por alto. Ahora ante ella había un hombre con rasgos muy varoniles y de gran altura y tamaño, pero con características humanas.

Salvando el hecho de que seguía teniendo esos profundos ojos con pupilas achatadas. El hombre-gato habló, su voz con un acento que Bella, aun dentro de la nube de desconcierto no pudo identificar, era hipnótica y relajante, como un arrullo o una nana.

-Escúchame atentamente, vas a dar media vuelta y vas a…

Antes de que pudiera acabar la frase, Bella reaccionó y sus instintos policiales de supervivencia salieron a flote. Sacó rápidamente su pistola taser de la funda y disparó contra él.


¡Hola otra vez!

Lo sé, pensasteis que había muerto. Pues no.

Aquí vengo con una nueva historia, la cual está dentro de una saga que aun no tengo acabada, pero que cuenta con varios libros siguiendo una misma linea argumental, solo que con diferentes personajes. Ya que está escrita con los nombres de los personajes de mi invención (Zara como Bella y Ajax como Edward; Nimén como Aro, Albert como Mike, Frank como Tayler, Judith como Kate) siento si se me pasa algún nombre. Aunque ya los tengo escritos, iré subiendo capitulos a medida que vea que la historia es aceptada.

¡Si os gusta me encantaría ir subiendo todos los libros que vaya escribiendo!

Un besito muy grande, cualquier duda comentarme o mandarme PM, todo es bienvenido :)