Capítulo 1 Un Plan Infalible
"Los Cambios Drásticos De Nuestras Vidas Llegan Sin Avisar"
Era una tarde calurosa y aparentemente sin nada fuera de lo común a parte de los constantes e impredecibles cambios de soleado a lluvioso que parecían siempre responder a los momentos menos apropiados para cierto muchacho de largo cabello azabache atado en una trenza. El distrito de Nerima estaba ahora acostumbrado a todos aquellos extraños personajes que rondaban de un lado a otro destruyendo parcialmente la infraestructura urbana desde hacía ya tres años. El verano apenas iniciaba con sus cálidos rayos de sol a anunciar la cercanía de las vacaciones, y con ellas el fin de año y la graduación de los estudiantes del último curso de la escuela Furinkan, lo cual desde luego significaba mucho más que eso para las cabezas de familia de las dinastías Tendo y Saotome. Finalmente sus dos testarudos hijos terminarían la escuela y estarían más que listos para dirigir el dojo juntos, unidos en sagrado matrimonio. La dicha más grande de los dos amigos de la infancia, Soun y Genma, quienes no reprimían en lo más mínimo sus sentimientos y los daban a conocer abiertamente al mundo en forma de copiosas lágrimas de felicidad que emanaban desde sus emotivos ojos.
Era la hora de la salida y los muchachos regresaban a casa cuando fueron interceptados por dos esculturales jovencitas, una de cabello negro atado en una cola de lado, vestida con un leotardo negro en cuyos bordes se apreciaba un delicado bordado de rosas rojo quemado del mismo color del listón de su cabello y en la mano sostenía un listón de gimnasia rítmica que dibujaba espirales sobre su cabeza al mismo tiempo que ella reía estrepitosamente con una sonrisa burlesca color carmín encendido. La otra estaba vestida con un sexy vestido chino de color rojo escarlata que entallaba sus voluptuosas curvas dejando muy poco a la imaginación, el largo cabello morado con destellos lilas flotaba graciosamente acariciando su espalda y sus muslos y los hermosos y brillantes ojos color rubí, enmarcados por una sombra de maquillaje del mismo color que su atuendo. La joven de cabello corto puso los ojos en blanco con una mueca de fastidio a pesar de que ya estaba acostumbrada a los constantes asaltos por parte de las dos chicas, sin embargo siempre había tenido que enfrentarlas por separado, las dos a la vez representaban una doble molestia.
- "Akane Tendo, hemos venido a acabar con esto de una vez por todas" –anunció la Rosa Negra dibujando unas olas alrededor de ella con su listón de gimnasia- "Ahora que estamos a punto de graduarnos, es tiempo de que mi muy amado Ranma-Sama confiese su amor por mí y me tome por esposa" –el aludido dio un pequeño respingo, algo enfadado pero todas las chicas lo ignoraron por completo.
- "Shampoo no estar tan segura de eso" –agregó la chinita frunciendo el ceño hacia la que habló primero- "Pero Airen tener que decidir" –una sonrisa maliciosa apareció en su rostro mientras clavaba los ojos en el chico (("Y deber aceptar matrimonio con Shampoo, o pagar caro"))
- "Entonces esto no tiene nada que ver conmigo, con permiso señoritas" –se excusó Akane haciendo una reverencia pero sin quitarle la mirada de sarcasmo de encima a su prometido- "Nos vemos después, Ranma" –se despidió burlescamente de él antes de reanudar su camino.
- "Espera un momento, Akane-Chan" –una voz desde atrás de ambos se unió a la conversación, sonaba ligeramente agitada, lo que anunciaba que había corrido para poder alcanzarlos- "¿Estás diciendo que no te interesa a quién elija Ran-Chan como su esposa?" –la aludida no respondió, pero se detuvo en seco, lo que dibujó una sonrisa en el rostro de la chica de cabello castaño con uniforme de varón que ya había recuperado el aliento- "Las chicas y yo hemos estado hablando últimamente y llegamos a un acuerdo que me pareció lo suficientemente justo para todos ¿Quieres saber de qué se trata?"
- "Sea lo que sea no me interesa" –replicó la joven de ojos color chocolate sin siquiera voltear a ver a su interlocutora- "Nuestros padres fueron los que decidieron comprometernos, en todo caso, es con ellos con quienes tienen que discutir el asunto, no conmigo…" –reanudó la marcha con un ligero trote que aún así no lograba ocultar por completo su irritación.
La chica llegó a su casa un poco más rápido de lo que se había propuesto inicialmente. Su corto cabello negro azulado le acarició el cuello al inclinarse ligeramente para quitarse los zapatos y dejarlos en la entrada, dejó salir un largo suspiro antes de subir al tatami e ingresar a la residencia. Cerró los ojos por un momento dirigiéndose hacia las escaleras, ni siquiera había intentado dar señales de su llegada a su familia y se dispuso a subir al segundo piso deseando haber tenido un poco más de tiempo para pensar durante el camino. En cuanto entró a su habitación, se quitó el uniforme y se dejó caer en ropa interior sobre la cama, repasando una y otra vez en su mente las escenas que habían ocurrido en el aula de clases, un poco antes de la última clase había tenido una de esas tontas peleas que solía sostener con Ranma casi a diario y durante toda la lección se la había pasado intercambiando papelitos con él, los cuales únicamente habían servido para agravar el asunto. Habían caminado en silencio durante un buen rato, aunque el hecho de que volvieran a casa juntos no cambiaba que estuvieran peleados. Hundida en su enojo, no se había dado cuenta de que justo antes de ser interceptados por las dos chicas que lo pretendían, su prometido estaba teniendo una lucha interna y se disponía a disculparse con ella y hacer las paces.
No sabía cuánto tiempo había estado ahí pensando, cuando escuchó unos pasos en la primera planta y un grito masculino (("¡Tadaima!")) que le revolvió el estómago en una mezcla homogénea de coraje y nervios. Por un instante consideró seriamente la posibilidad de reírse de sí misma y de no haberse sentido tan irritada lo habría hecho, le resultaba ridículo que después de tanto tiempo conviviendo diariamente con él pudiera despertar en ella semejantes sensaciones. Finalmente decidió que partiría unos cuantos bloques de concreto y tras destruir a patadas un muñeco de paja con la cara dibujada de Ranma se sentiría como si nada de eso hubiese pasado, se puso su gi y salió decidida de la habitación. Sin embargo, no pudo evitar detenerse al pie de las escaleras al escuchar unas voces femeninas provenientes de la salita de estar, una súbita curiosidad la obligó a asomarse y se quedó helada cuando vio a las tres chicas y a su prometido hablando seriamente con su padre, todos arrodillados alrededor de la mesa del comedor. Retrocedió lo más rápido que pudo con intenciones de huir rumbo al dojo pero Soun alcanzó a verla y aprovechó para llamarla y ordenarle que tomara asiento a su lado. Ella obedeció como si le hubiesen pedido que entrara a una jaula llena de fieras hambrientas.
- "Tu presencia es tan oportuna que no puedo más que pensar que ha sido obra de nuestros ancestros" –declamó el cuarentón de largo cabello negro y tupido bigote en cuanto su hija se hubo sentado junto a él- "Precisamente estábamos discutiendo un asunto que será decisivo en tu futuro…"
- "Por favor permítame explicarles de qué se trata" –interrumpió la chica gimnasta, de una forma no muy cortés, lo cual fue pasado completamente por alto por el hombre- "Sabemos de antemano que mi muy amado Ranma-Sama no va a tomar esta importante decisión, pues elegir a alguna de nosotras sobre las demás iría en contra del honor de las que no fueron electas…"
- "Por eso mismo, hemos decidido que lo mejor será hacer una ceremonia oficial, que incluya a todos los que están involucrados en el asunto" –completó la cocinera de Okonomiyaki- "Y hacer un concurso en el que se decida quién será la futura esposa de Ran-Chan" –a la más joven de las chicas Tendo le pareció un plan poco original y se proponía a oponerse argumentando que ya se había intentado en incontables ocasiones sin ningún resultado concreto cuando un largo pergamino se extendió pesadamente sobre la mesa.
- "La diferencia es…" –comenzó Kodachi tras aclararse la garganta y deslizando elegantemente una mano sobre la lisa superficie del papel- "…que esta vez todas firmaremos este documento, oficial y válido ante la ley, frente a un testigo de parte de cada uno, aceptando las condiciones que se ofrecen en él" –en su cara había una sonrisa maliciosa que hizo que al chico de ojos azules le recorriera un escalofrío por la espina dorsal.
- "Papel también decir" –continuó la chica china tras un largo silencio, quien había permanecido callada desde que llegó a la casa- "Que perdedoras…" –hizo énfasis en la última palabra mirando a Akane de manera insinuante, a quien se le saltó una vena en la frente pero volteó a ver a otra parte tratando de ocultar su incomodidad- "…poder hacer petición para recuperar honor de alguna otra forma" –sonrió pícaramente, lo que hizo enojar aún más a la chica de mirada avellana.
- "Sin embargo, la futura esposa de Ran-Chan…" –agregó Ukyo interponiéndose entre las dos chicas que intercambiaban miradas fulminantes, para evitar que comenzaran a pelearse- "…como primera tarea de esposa, deberá proponer soluciones que satisfagan el honor de las demás o de lo contrario no podrá ser aceptada" –finalizó con una brillante sonrisa, pensando secretamente que nada podría satisfacer su honor más que casarse con el muchacho ya que el dote ya había sido aceptado por el futuro suegro.
- "Bien, creo que con esto es suficiente, señoritas" –concluyó gravemente el señor Tendo, levantándose de su asiento con una falsa expresión de rigidez- "Si me lo permiten, me tomaré la libertad de fijar la fecha para la ceremonia…" –recorrió el lugar con la mirada para comprobar que todas las chicas dieran su aprobación con una ligera inclinación de cabeza- "Ésta se llevará a cabo en la residencia Saotome, el día de la graduación de Ranma y Akane" –volvió a observar a las chicas, el verlas desde cierta altura al estar parado y ellas sentadas le daba una sensación de superioridad y respeto que lo obligaba a lucir una expresión mucho más formal.
Las aludidas se sintieron satisfechas con la decisión y se levantaron haciendo respetuosas reverencias para dirigirse sigilosamente a la salida, guiadas amablemente por Kasumi. Akane permaneció unos momentos con la mirada perdida y los ojos muy abiertos mientras su padre se retiraba a sus aposentos y Ranma subía al baño para cambiarse. Actualmente las reparaciones de la residencia Saotome ya habían terminado y la familia había vuelto a vivir a su propia casa, sin embargo, al carecer de un dojo, los padres de ambos chicos insistieron para que el joven de cabello trenzado siguiera yendo al de la familia de su prometida para que éste no dejara de convivir diariamente con Akane. Dejaba su gi y un cambio de ropa para no tener que estar cargándola todos los días. Finalmente la chica de cabello azulado reaccionó y se encaminó hacia el dojo enfocando nuevamente sus ojos color avellana en uno de los bloques que había apilados especialmente para esos momentos tan estresantes de su vida. Después de un par de pilas más, se pasó la manga del uniforme por la frente sudorosa y tras un ligero suspiro se dispuso a iniciar una de sus katas favoritas. El chico de ojos azules entró como si no hubiera nadie y comenzó a lanzar ataques a un oponente imaginario, sin embargo no podía concentrarse por completo, estaba demasiado aturdido por los acontecimientos recientes, además de que no lograba encontrar las palabras adecuadas para disculparse con la chica que estaba a escasos metros de él.
Pasaron un par de horas sin que ninguno de los dos jóvenes pronunciara palabra alguna, ambos aparentemente concentrados, como si no se notasen el uno al otro y a la vez tan distraídos y hundidos en la misma mezcla de sentimientos, dudas y ansiedad. Sin saber qué es lo que ocupa la mente del otro, y lo más importante… qué es lo que ocupaba su corazón. Pero una vez más el orgullo estaba haciendo de las suyas al obstaculizar su unión y no permitía que se pudiesen acercar lo suficiente como para darse cuenta lo mucho que significaban el uno para el otro. Cada vez que sus miradas estaban cerca de cruzarse, algo parecido a un impulso eléctrico los obligaba a retirar la vista bruscamente hacia el lado contrario. Pasó una hora más sin que la situación cambiara mucho, lo cual finalmente acabó con la escasa paciencia de la temperamental chica de cabello azul. Se secó la cara con una toalla y tras hacer los ejercicios de estiramiento para que sus músculos se relajaran, caminó titubeante hacia la puerta, preguntándose si acaso sus esperanzas de mejorar su relación con su prometido eran tan sólo ilusiones sin sentido. Estaba justamente deslizando la puerta tras de sí cuando escuchó esa voz masculina tan agridulce pronunciar su nombre de una forma que solamente él podía hacerlo.
- "¡Akane!" –el chico aún estaba en medio de una complicada kata y se encontraba en una elegante posición de ataque- "Estee…" –titubeó frotándose la parte de atrás del cuello, ella alzó las cejas poniéndolo mucho más nervioso- "Avísame cuando termines de ocupar el baño" –concluyó torpemente, tratando de retomar su kata del modo más casual que le fue posible.
- "Típico de Ranma" –murmuró para sí misma en un gruñido después de responderle al muchacho con un sonido gutural de afirmación- (("Y típico de mí el ser tan tonta como para creer que a él le importa lo que pase entre nosotros")) –se alejó pensando furiosamente.
La joven de ojos color chocolate se sumergió en las cálidas aguas del furoba relajándose después de haberse dado un minucioso baño. Nuevamente comenzaba a preguntarse qué sería de su vida cuando el día de su graduación hubiera pasado, dudaba del amor de Ranma ¿Por qué? Estaba segura de haberlo escuchado en el Monte Fénix decirle que la amaba después de la batalla contra Saffron a pesar de que ahora estuviese dispuesto a negarlo con todas sus fuerzas. Durante los días siguientes a la boda fallida, había estado segura de que todo sería fácil y que aceptar sus sentimientos del uno por el otro sería sólo cuestión de tiempo. Pero, con una mirada de decepción, había sido testigo de cómo poco a poco todo iba regresando a ser como era antes de que los extraños sirvientes alados de Kima aparecieran en sus vidas, el drástico giro que le habían dado a su mundo parecía haber retrocedido de tal forma que apenas había dejado un imperceptible rastro de haber ocurrido. Suspiró lastimosamente comenzando a dudar acerca de si realmente lo había escuchado declarar su amor por ella, quizá a fin de cuentas, todo había sido fruto de su propio deseo de ser aceptada por él, quizá sólo había sido real en alguno de sus sueños, quizá Lord Saffron jamás envió a sus súbditos a Japón y la aldea de los hombres-pájaro era tan sólo un invento de su alocada imaginación.
Al cabo de un largo rato, después de que la temperatura del agua ascendiera para ajustarse a la del ambiente, cuando su piel ya se veía casi de la tonalidad del papel y las arrugas recorrían orgánicamente las yemas de sus dedos, decidió que era hora de salir de la tina y anunciarle a su prometido que el baño estaba libre. En tan sólo quince minutos, el muchacho se había bañado, vestido y se encontraba fuera de la casa de los Tendo rumbo a su propia residencia, el lugar al que casi en contra de su voluntad -o por lo menos en un principio- había aprendido a llamar hogar. Akane observó pasar a la mayor de sus hermanas por el pasillo de la planta alta, la miró de reojo a través de la puerta abierta de su habitación y notó que del cesto de ropa sucia que llevaba en las manos se asomaba una de las mangas de la ropa que había llevado puesta Ranma hacía unas cuantas horas. Volvió a dirigir la mirada hacia su escritorio, sobre el cual yacía un libro abierto de filosofía, resopló estresada pensando en todos los exámenes finales que amenazaban con aplastarla si continuaba perdiéndose dentro de pensamientos confusos acerca de su futuro durante las horas que debería estar estudiando.
- "Apuesto a que pagarías una gran cantidad de yenes por saber qué fue lo que dijo Ranma-Kun antes de irse a casa" –la voz de su hermana de corto cabello la sacó de sus pensamientos, la vio con la espalda apoyada en el marco de la puerta, los brazos cruzados y esa sonrisa enigmática que tanto la irritaba- "Y sabes que yo no hago apuestas a menos de que sepa que voy a ganar…" –arqueó una ceja divertidamente- "Además, tengo la ligera impresión de que tenía que ver contigo…" –su sonrisa se enmarcó aún más mientras hacía énfasis con un movimiento de su muñeca, en el sobre que sostenía con sus dedos índice y medio, todo sin alterar su posición original.
- "Nabiki-Oneechan…" –sus ojos brillaron y su expresión se suavizó al notar su nombre garabateado en el sobre con una burda caligrafía que ella conocía muy bien- "¿Cuánto quieres?" –su ceño volvió a fruncirse al darse cuenta de que su hermana nunca había tenido vocación de mensajera precisamente.
- "Me ofendes, hermana menor…" –respondió la aludida con un tono falso y haciendo un gesto exagerado de sentirse herida- "De cualquier forma, dejó esto para ti" –concluyó dándole a entender que no le daría más información y que, en caso de quererla, tendría que indagar por sí misma.
Nabiki le alargó la carta observando detalladamente como la hambrienta mirada de su hermanita recorría la superficie del papel en busca de más pistas acerca de su contenido. La chica de cabello azulado no esperó a que la mensajera saliera de la habitación, en cuanto se percató de que ésta le dio la espalda, se apresuró a abrir el sobre como un niño al que le han dado un regalo de cumpleaños por adelantado. Los escasos segundos que le tomó sacar el contenido del improvisado sobre (acababa de darse cuenta de que se trataba de una hoja cuadriculada, mal pegada con cinta adhesiva en una tosca imitación de una bolsita de papel) le parecieron eternos y sin embargo, su expresión se fue de un extremo a otro en cuanto lo tuvo dentro de su campo visual. Sus ojos perdieron el brillo inmediatamente y la sonrisa que amenazaba con dibujarse en su rostro se volvió a hundir en el fondo de su corazón, puso en alto el pequeño trozo de hoja de libreta que había encontrado dentro del sobre, exponiéndolo a plenitud de la luz del sol que se filtraba de lleno a través de su ventanal, preguntándose si acaso se trataba de una broma de su hermana, la giró varias veces en todas las direcciones que se le ocurrieron preguntándose si acaso estaba pasando algo por alto.
Resopló ofuscada dejándose caer sobre su cama, con la carta aún firmemente agarrada y dejó que su vista se fijara en el techo, tratando de encontrar algo interesante dentro de la bombilla de la lámpara de su habitación. Eso era frustrante… estaba vacío… el papel estaba completamente vacío excepto por dos palabras: "Lo siento" ¿Qué significaba eso¿Es que acaso Ranma sentía algo de lo que le había dicho esa mañana? Y si realmente era así ¿Por qué era tan difícil para él aceptarlo? Pero, por el otro lado, si nada de eso era trascendente para él ¿Por qué molestarse en hacer tanto hincapié en ello como para escribirle una "carta"? Volvió a sentarse frente al grueso volumen de filosofía pero antes de retomar la lectura, se levantó de su asiento para tomar la carta, meterla cuidadosamente dentro de la sencilla envoltura y guardarla dentro del cajón de su escritorio. Levantó el libro frente a su rostro para comenzar a leer dirigiendo una última mirada fugaz al cajón y dejando que la sonrisa cruzara abiertamente su rostro.
La semana que faltaba para que terminara el periodo escolar se fue casi sin que ninguno de los estudiantes pudiera siquiera marcar los días en sus memorias, en medio de estresantes exámenes apenas tenían tiempo para respirar, tomar una gran bocanada de aire y ponerse a estudiar para la siguiente prueba. Pero para la atractiva chica de mirada ambarina, el tiempo transcurrió aún mucho más rápido y, estando de pie frente al calendario que había pegado en la parte interna de la puerta de su habitación, deseó haber tenido un poco más de tiempo libre para carburar el evento que se iba a realizar en casa de Ranma ese mismo día, mientras tachaba con un plumón el recuadro que tenía escrita la leyenda: "Fiesta de graduación". Tan sólo dos semanas antes había estado deseando la llegada de ese día con todas sus fuerzas, había ido de compras con sus amigas y tenía un hermoso vestido occidental -fruto de aquel día- colgado en el armario sobre la caja en que guardaba su kimono de lujo. También había seleccionado con cuidado los tonos de maquillaje y el modo en el que se lo aplicaría para ese día tan especial, ahora, viendo de reojo su estuche de cosméticos (que no estaba muy lleno, recordemos que ella es una tomboy) ya no estaba segura de que se fuera a encontrar de humor para asistir cuando llegara el momento del baile.
- "Akane-Chan" –se escuchó la voz maternal de la mayor de sus hermanas desde el pasillo exterior- "Papá dijo que te prepares para ir a la casa de los Saotome…" –hubo una breve pausa durante la cual, Kasumi esperaba alguna señal que le indicara lo que su hermanita estaba pensando- "¿Quieres que te ayude a atar el obi de tu kimono?" –vaciló al no obtener respuesta.
- "Sí, por favor, Kasumi-Neechan" –trató de inyectarle a su voz toda la indiferencia que le permitía la bomba atómica de ácidos estomacales que explotaba en su interior, se puso de pie para abrir su clóset y elegir la prenda adecuada.
- "Te traje ropa interior limpia, por si quieres darte un baño rápido antes de salir" –intentó hacerle plática, mientras la chica de cabello azul sacaba la delicada prenda de la caja- "Te irá mucho mejor en la prueba si estás fresca y despabilada" –agregó alegremente con una amable sonrisa.
La menor se limitó a asentir con una mirada triste que dejó a la dulce ama de casa algo preocupada y luego tomó la ropa que le había extendido Kasumi y salió del cuarto en dirección al baño. Una vez bajo el chorro de agua fría de la regadera, sin haberse despojado de la ropa que traía puesta, repasó en su mente toda la semana de exámenes finales, preguntándose cómo le había hecho para permanecer todo ese tiempo sin hablar con su prometido acerca de algo más que no fuera los horarios y las preguntas de las evaluaciones. Está de más mencionar que ni siquiera se había atrevido a insinuar algo acerca de la carta, por temor a que se tratara de alguna farsa de Nabiki y él, por supuesto, se había encargado de no recordárselo por temor a que ella no la hubiese recibido y la mercenaria chica planeara utilizar la carta para extorsionarlo después. De alguna forma entró en una especie de trance mientras su hermana mayor se encargaba de vestirla y maquillarla ligeramente para la ocasión, tarareando una cancioncilla casi inconscientemente. Cuando recuperó el sentido, se encontró con una joven geisha de cabello negro azulado y labios rojos que la miraba sorprendida y un poco aterrada desde el otro lado del enorme espejo del tocador de Kasumi.
Estuvo esperando en la sala de estar, frente a la ventana que daba al estanque del jardín, viendo nadar a las carpas bicolores mientras su familia se arreglaba en absoluto silencio. Unos minutos más tarde, vio a su padre y a sus dos hermanas vestidas con elegantes kimonos y listos para partir. El camino a la residencia Saotome era corto pero se acentuó por el intenso calor que les hacía desear no llevar tantas prendas alrededor del cuerpo en esa época del año, Nabiki sacó su abanico agitándolo enérgicamente y dando a entender con su expresión, que prefería estar contando las ganancias de sus últimos "negocios" en ese momento, que estar caminando como un rollo de tela de seda en medio de ese clima infernal, lamentándose por enésima vez que la familia no poseyera automóvil alguno. Kasumi, por su parte, sostenía aristocráticamente su sombrilla de papel y sonreía como si estuviese disfrutando del paisaje a pesar de que éste era conformado por las casas más comunes que se podían encontrar en cualquier distrito de Tokio. Soun permanecía inexpresivo, algo extremadamente poco común en él, parecía estar casi tan seguro como la más pequeña de sus hijas, de que la unión de las dos escuelas estaba a punto de convertirse en un sueño irrealizable.
Fueron recibidos por una refinada señora que oscilaba entre los 40 y tantos años, de cabello castaño casi rojizo y unos impresionantes ojos azul profundo. Sus labios estaban graciosamente curveados por una amable sonrisa y llevaba puesto el más sublime y exquisito kimono que las hermanas Tendo hubieran visto jamás, color verde menta con un delicado bordado de aves fénix en hilo dorado que formaban una espiral desde el pecho y cruzando por su espalda hasta la pantorrilla derecha. Les hizo una reverencia y los invitó a pasar, pero cuando la chica de ojos color chocolate le rozó el hombro al cruzarse con ella, la detuvo del antebrazo, la joven se sorprendió mucho e hizo un gesto de preguntarle algo pero la mujer le posó delicadamente un dedo índice en los labios, teniendo cuidado de no despintárselos y la jaló hacia el exterior de la casa después de echar un rápido vistazo y comprobar que el resto de la familia Tendo hubiera seguido su camino hacia la sala de estar.
- "Oba-Sama… ¿Qué es lo qu…?" –comenzó a hablar la chica en un desconcertado susurro.
- "No tenemos mucho tiempo, Akane-Chan" –la interrumpió su interlocutora con dulzura- "Hubiera querido que llegaran un poco antes, todos los demás ya están aquí…" –adivinó por la mirada de la chiquilla que ésta no entendía nada- "Sólo quería desearte buena suerte" –sonrió de una forma maternal que hizo que a Akane se le derritieran las entrañas- "Y decirte que si estuviera dentro de mi poder tomar la decisión, yo te elegiría a ti…"
- "¡Oba-Sama!" –la miró con los ojos vidriosos por unos instantes, sin saber a ciencia cierta qué decir, finalmente se lanzó sobre ella en un fuerte abrazo y cerró los ojos para contener las lágrimas- "¡Muchas gracias!"
Estuvieron unos momentos abrazadas y se separaron lentamente, ambas con sonrisas en sus rostros. Entraron a la casa para no impacientar demasiado a los que las estaban esperando. Akane cerró los ojos durante un momento, dejándose guiar por su querida "tía" hacia la sala común donde estaban todas las demás aspirantes a esposa de su -por ahora- prometido. Sentía una cálida sensación en el pecho a pesar de que internamente se lamentaba un poco por no recibir de Ranma aunque fuera una milésima parte del apoyo y el cariño que le daba su posible suegra. Observaba la parte trasera del cuello de su kimono y luego el elaborado peinado que estaba asegurado por un broche de piedras preciosas mientras admiraba la forma de caminar de aquella bondadosa mujer que se había ganado su cariño e idolatría de una forma casi inmediata. Al mismo tiempo se volvía a preguntar cómo era posible que una señora como ella pudiese haber llegado a tener un hijo tan cretino, muchas veces se había planteado la posibilidad de que Ranma fuera adoptado, pero después la desplazó por la explicación de que el chico simplemente era la consecuencia de haber crecido tan lejos de su madre. El ruido de una puerta deslizándose la sacó bruscamente de sus cavilaciones, Akane tomó aire antes de avanzar y cerró los ojos instintivamente cuando la punta de su pie tocó el tatami de la sala de estar de los Saotome.
Notas de la autora
¡Hola! Pues aquí estoy presentando una nueva historia, después de la decente aceptación de "Una Vida en el Día de Ranma" y "Nabiki Nibunnoichi" (jaja, ahí les va la propaganda, léanlos por favor…) espero que esto sea de su agrado, y si alguien quiere verilustraciones para hacerse una idea de los cambios en personajes y personajes nuevos, pueden ir a www(punto)freewebs(punto)com(diagonal)fragmented-fantasies
Tadaima:Es la fórmula que utilizan los japoneses cada vez que regresan a su casa, se traduce al español como "¡Ya llegué!" y normalmente, quien está dentro responde "Bienvenido a casa".
Tomboy:Dícese de las chicas que no son muy femeninas o más bien, para ser exactos, que prefieren hacer deporte o usar ropa cómoda a dejarse llevar por las frivolidades superficiales que imponen las modas. Aunque, ahora que lo pienso, tal vez Akane no entre dentro de ésta categoría ya que sí le gusta ir de compras y arreglarse (aunque no lo haga muy a menudo).
Obi:Es el lazo del kimono (se refiere a toda la tela que llevan enrollada en el tórax, que además se amarra en la espalda con un relleno que ya no me acuerdo de qué es, para formar una especie de mochila y un moño en la parte superior de ésta.
Ahora sí, cualquier cosa, espero sus comentarios.
