Aquí os dejo el primer capítulo de otra de las historias de lifeonmars. La historia consta de 9 capítulos en total, iré traduciéndolos de forma constante, y espero subir el siguiente dentro de unos días. ¡Disfrutad del fic! ¡Dejad comentarios!

Nota: este es un Universo Alterno donde cada persona nace con un Don, algo que sólo ellos pueden hacer. La gente zurda está mal vista en la sociedad, pero ser zurdo no condiciona no tener un don. La autora no especifica mucho el universo, pero puso una etiqueta de Realismo Mágico y Divergencia Canon.


prólogo


John Watson es zurdo.

Intenta que no le afecte en su vida, pero como todo zurdo sabe, eso es casi imposible.

Le dieron los panfletos en la escuela primaria, en la Evaluación. Los panfletos que decían que era perfectamente normal, que el 10 por ciento de la población es zurda, que es posible como un Zurdo tener una digna carrera y una casa y (diestros) hijos. Un panfleto tenía un dibujo de dos niños estúpidamente felices con los ojos grandes levantando sus manos, uno la izquierda, otro la derecha : Los Zurdos Son Como el Resto, decía.

John se preguntaba porqué necesitaba un panfleto especial para decirle que era como el resto, si era como el resto. Nadie más tenía un panfleto.

No es como si viniera de una familia con dones excepcionales, pero el resto de ellos estaba bien; todos ellos tenían algo. Sus padres están muertos ahora, pero su madre podía romper los huevos perfectamente, cada vez. Y su padre, quien conducía un camión, no necesitó jamás pedir indicaciones en su vida. La destreza de su hermana Harry causó a mamá un montón de problemas - y continúa causándole a John un sinfín de problemas - pero un don problemático siempre le ha parecido mejor que nada en absoluto.

''Nada'' es la palabra de cuatro letras que sigue al Zurdo a todos lados. En el pasaporte, licencia de conducir, impuestos, cualquier petición formal: la casilla de verificación. Clasificación de don: mental, físico, elemental, incidental, ornamental, sentencioso, trascendental, nada. Comprobar..

Y están las miradas, el conocimiento, a veces las miradas compasivas que John absorbe a diario cada vez que coge un lápiz o un tenedor. No culpa a nadie, en realidad no. Todos ellos están condicionados a reaccionar, aunque no lo admitirían. Percibe a los zurdos también, después de todo.

Así que pretende que está todo bien, que nunca se preocupaba por tener un don, porque Dios sabe que habría sido inútil de todos modos. Podría haber sido plegar grullas de origami, o un silbido de submarino Bach. Maldecir en cinco idiomas, quizás. Conoció a un tipo en la escuela que tenía ese.

Un don excepcional es raro, mucho más raro que ser un Zurdo. Para eso era la Evaluación: no para eliminar a los Zurdos, sino para encontrar estos dones excepcionales. No es como si los zurdos necesitaran ser eliminados, de todos modos; por lo general es bastante obvio por la escuela primaria, incluso si algunos intentan fingir ser Diestros. John nunca se preocupó. Nunca le gustó la idea de pretender ser algo que no es. Ni mencionar que pese a sus mejores esfuerzos, la caligrafía diestra de John ha sido siempre cómicamente ilegible.

John nunca ha compensado en exceso, en realidad no. Pero se gradúa el mejor de su clase, y se le ha ofrecido la admisión a varias escuelas de medicina. Es consciente de que nadie más en su familia ha sido un doctor. Y es bueno en ello. Muy bueno. Lo que está bien.

Las cosas se supone que son mejor para los Zurdos, ahora, de todos modos. Integración, un programa del gobierno que coloca a los Zurdos en trabajos de baja remuneración - con la implicación de que los Zurdos no podrían obtener otros mejores - ha sido en gran parte extinta desde que John era un niño. Pero una capa fina de igualdad no esconde la verdad que John absorbe en su escuela de medicina: su carrera no va seguir la trayectoria de sus compañeros diestros. No hay utilidad en pretender que lo hará.

En cambio, el Ejército viene llamando, como John sabía que lo harían. El Ejército siempre ha sido un refugio silencioso para los Zurdos - sin importar los rumores de que los Zurdos son mucho más reclutados porque son vistos como ciudadanos reemplazables. A John no le importa. Es en el Ejército donde finalmente encuentra a un grupo de compañeros, compañeros Zurdos a los que les da igual con qué mano coja el tenedor. Su unidad florece, resulta ser lo mejor de lo mejor. John está extrañamente cómodo cuando está desplegado, lejos de casa en el sofocante calor del peligroso desierto. Aprende a disparar, y sólo por un parpadeo de tiempo, se pregunta si tiene un don después de todo. Porque resulta ser un maldito buen tirador. Un tirador de primera, de hecho.

Pero no es un don, al final. El Ejército le da unos cuantos test estándar; incluso habla con un especialista. Está naturalmente dotado, si, pero no es nada que se registra en el espectro de un don en algún sentido oficial.

Dispara con la izquierda, por supuesto. Pero está bien.


La bala que envía de vuelta a John a casa desde Afganistán rasga a través de su hombre desde una distancia incomprensible.

John recuerda asomarse del bunker, preguntándose si un francotirador podría llegar a ellos desde algún punto invisible a través de la vasta llanura desértica. Están en movimiento ahora, conscientes de las amenazas en los alrededores, pero no se encuentra nadie; ha sido considerada segura para moverse a través de la arena. John recuerda el cosquilleo en la parte posterior de su cuello mientras se encogía de hombros en su brigada ese día. Recuerda la arena entre sus botas y el olor de sudor y gasolina y metal.

Recuerda un sentimiento arrastrándose bajo su cuero cabelludo, un fuerte cosquilleo en la parte posterior de su garganta, y la forma en que su imaginación relampagueaba imágenes de pistolas y vistazos y casquillos de bala. Tuvo que parar y toser; él fue el último en salir del bunker. Y después: la visón de John difuminándose en rayas rojas, una grieta haciendo eco a través de la llanura abierta. Sus rodillas golpearon la arena. Su cuero cabelludo, todavía punzante mientras todo conducía a un punto oscuro menguante.

Nunca cogieron al francotirador. La mitad de la unidad murió ese día.

John podría haber conseguido servir en alguna otra aptitud si no hubiera sido por la infección. Es llevado al hospital en helicóptero, y la mayor parte del mes es un borrón de camas blancas y caras murmurando y las sombras de una pesadilla del ataque que se reproduce solo en la mente de John. John se desliza dentro y fuera de lo difuso, el hombro palpitando, sabiendo con la certeza de un médico que su cuerpo de está cerrando.

Recuerda una voz, un doctor en particular en el hospital. No sabe el nombre del doctor, pero puede decir que es una buena doctora, como John. Un muy buena doctora. Después de que la voz se desplace en sus pesadillas, las cosas se ponen un poco mejor. La falta de definición empieza a enfocarse, y un día se percata de los bordes deshilachados en su manta de la cama del hospital, un puñado de vendajes alrededor de su todavía-doloroso hombro, y John sabe donde está.

Pero está terriblemente débil. Ha luchado contra algún tipo de cólico encima de una herida de bala infectada, y ha perdido casi doce kilos. Sus manos han empezado a sacudirse.

Entonces se asienta la cojera.

''Psicosomático; sin daño físico real. Esto ocurre a veces tras un incidente traumático, y usted parece haber visto muchos traumas, Doctor'' explica la médica clínica, y a pesar de que su sonrisa es fina y alegre, las arrugas de disculpa en su frente le dicen a John todo lo que necesita saber. TEPT. Posible inestabilidad mental. Incluso si se recupera de la herida de bala, su tiempo en el Ejército se ha acabado.

Le envían de vuelta a Inglaterra.


capítulo uno


''Harry, no puedo quedarme contigo''

John está cansado de esta discusión, pero nada va a parar a su hermana de empezarla otra vez, aparentemente.

''John, no voy a permitirlo. Estás solo en ese apartamento espantoso, difícilmente puedes andar. ¿Por qué no te quedas en mi sofá? Te sacaré, te presentaré por ahí. Puedo juntarte con alguien, conozco a montones de chicas adorables. No deberías estar cruzados de brazos, en tu estado-''

''No voy a ser tu excusa para encender ese don tuyo. Clara está en el final de su ingenio, estoy seguro''

''Clara-'' la voz de Harry se tambalea.

''Harry'' suspira John. ''¿Qué has hecho?''

''Ella no quería que lo usara, John, y sabes que eso no está bien. Es quien soy-''

''Así que puedes encontrar fiestas. Fantástico. Encuentra una puñetera fiesta del jardín. O una de te de princesas de una niña de seis años, por el amor de Dios'' No tienes que usar tu don para permanecer fuera todas las horas de la noche hasta que no recuerdes tu puñetero nombre. Clara te quiere, Harry, no la puedes tratar como si-''
''John, mira. No espero que lo entiendas, ¿vale? Tu forma de ser. Quiero decir-''

El estómago de John se revuelve. Se siente frío. ''No,'' dice. ''No espero entenderlo,'' y cuelga el teléfono.

Algunas noches John se despierta de las pesadillas y no está seguro de que despertarse merezca la pena.


Cuando no puede dormir, limpia su pistola.

John toma un largo paseo alrededor de Londres cada mañana. Una hora, a veces dos.


Cuando Harry le molesta sobre sus días vacíos, le dice que camina porque necesita aire fresco, porque su pierna podría aprovechar el ejercicio. No le dice sobre la silenciosa desesperación que le conduce fuera del apartamento, lejos de la tranquilizadora finalidad de su Sig. Ella no necesita otra razón para preocuparse, honestamente; la situación con Clara es suficiente por sí sola, y el método de Harry de manejar el estrés siempre involucra a una botella vacía.

A veces John camina todo el día, las caras y autobuses y taxis arremolinándose en un borrón mientras sus pasos golpean torpemente la acera. No es más real que las pesadillas que rasgan su respiración en fragmentos, todos parte de la misma neblina, un extraño purgatorio sin límites. Mitad dormido, mitad despierto, los dedos envueltos alrededor de una pistola o un bastón. Lo mismo.

Razón por la cual el grito alegre de Mike Stamford sobresalta a John como si se estuviera despertando de un profundo sueño.

"John. ¡John Watson!"

Se sientan juntos en un banco del parque poco tiempo después, sorbiendo café caliente que alivia la garganta cruda de John y agudiza al mundo en algo parecido a la realidad.

Mike es cálido, firme, sólido, más de lo que siempre había sido. Naturalmente, ahora tiene una esposa y niños y un trabajo permanente en Barts. Diestro como la mayoría de la gente, a pesar de que John nunca llegó a conocerle lo suficientemente bien como para preguntar por su don. No importa mucho. Cerca de Mike, John se siente como una cáscara, un extraterrestre vacío que está varado en un satélite lejano.

''Te invitaría a cenar, pero vamos a ir a una boda más tarde'' dice Mike. ''Desearía que no tuviéramos que hacerlo, pero presenté a la novia y al novio, así que...es obligatorio, de verdad. Estudiantes míos''

"No, no. Está bien. Esto es genial. Es agradable verte otra vez''

"Me alegra haberme encontrado contigo, John. ¿Hacemos esto otra vez alguna vez? Ir por café, quiero decir''

''Eso estaría bien''

Hay una pausa pesada mientras Mike sorbe su bebida. ''¿Vas a estar en la ciudad un tiempo? ¿O sólo vas a quedarte por aquí hasta que te ordenen?

''No lo sé. No puedo permitirme Londres con mi pensión del ejército.''

''¿No podría conseguir un compañero de piso o algo?''

John sacude su cabeza y da a Mike una mirada burlesca. ''Vamos. ¿Quién me querría como compañero de piso?''

Los ojos de Mike centellean, y le da a John una sonrisa insegura; y después el hombro de John punza, duramente, como un eco de sus pensamientos. Se estremece, se mueve incómodo en el banco, pero Mike se está riendo entre dientes, casi como si John no estuviera allí del todo.

''Eres la segunda persona que me dice eso hoy'' dice distantemente, y John parpadea.


El laboratorio de Barts es normal, más de lo que John recordaba, pero el hombre que está dentro no es normal. Es el equivalente a una bala desgarrando la carne, y John lo sabría.

Mike sonrió muy satisfecho por su breve encuentro, como si todo fuera perfectamente normal. Pero el aire del laboratorio se siente pesado, metálico con carga magnética, y John sintió su vida desgarrarse, arrancándose en preguntas, dando forma alrededor por la probabilidad de esta nueva persona.

Sherlock Holmes, aparentemente.

El hombre había mirado a John y recitó calmadamente todos los hechos relevantes de la existencia de John: la guerra, la cojera, su condición de zurdo, había mirado a John y lo supo todo instantáneamente. Sus penetrantes ojos azules se habían trabado con los de John, y John había sentido un extraño cosquilleo en su columna vertebral, una sacudida de adrenalina, puro nervio eléctrico. Como mirar al alcance de un rifle: imposible mirar lejos.

Y estarán mirando un piso mañana . Compartir un puñetero piso con este hombre. John, normal, zurdo John, compartiendo piso con un hombre quien es un genio loco, o tiene un don indignante, o ambos.

Sherlock Holmes es tan raro, tan espectacular, que John sacude la mano de Mike en la puerta delantera de Barts, no puede parar la pregunta antes de que caiga torpemente de su boca.

''¿Es ese su don, entonces?''

Mike alza sus cejas, y sus hoyuelos se profundizan.

''No quería decir - '' dice John apresuradamente, pero Mike alza una mano.

''Comprensible'', dice. ''Y no pretendo conocer a Sherlock muy bien, pero cualquiera que se encuentre con él sabe lo que puede hacer. Si, estoy seguro de que es un don de algún tipo, pero no estoy seguro de que esté catalogado oficialmente. No es ningún tipo de Analista, eso te lo puedo decir. Obtiene todo eso sólo con mirar a una persona. Observación solamente.''

''Y crees que alguien como él querría compartir piso conmigo''

Mike se encoje de hombros, sin dejar de sonreír. Jesús, no ha dejado de sonreír en ningún momento desde que estuvieron en Barts. Es un poco inquietante.

''¿No parece que se oponga a la idea, no?''

"Supongo que no. Dios'' John frota la parte trasera de su cuello. ''Bueno, gracias, Mike, de verdad. Por encima y más allá de la llamada del deber.''

''Ni lo menciones'' dice Mike, saludando mientras regresa de vuelta al hospital. ''Mándame un email, ¿de acuerdo? Déjame saber si funciona.''

"Si'' dice John, su mente atraída inexorablemente al hombre que había eliminado la aburrida niebla de la mañana con su abrigo azul oscuro, el hombre que había dejado su fusta en la morgue. ''Si, lo haré''


El 221b de Baker Street se siente como en casa para John antes incluso de que llegue a la mitad de las escaleras. Es como si toda su vida se hubiera deformado en una gran conclusión inevitable en menos de veinte pasos. Por supuesto que se va a mudar; es acogedor y desordenado y cálido y absolutamente todo lo que su piso no es, y, más importante, tiene a Sherlock Holmes en él.

John sólo puede sentarse en el sorprendentemente cómodo sillón en 221b y ver como Sherlock lanza energía como en olas, tirando de John como la marea. Parece más vivo que cualquier otra persona que John haya conocido, hasta la última molécula cargada de un propósito.

Así que cuando le invita a John para ir con él - realmente ir con él a algún lado, John no tiene ni idea de donde, pero tiene que ver con un asesinato, de todas las cosas - no hay manera de que John se negara. De ninguna manera podría negarse. En la parte de atrás del taxi, John se siente ligero, casi ebrio de la pura emoción de tener a Sherlock cerca de él. Con la absoluta improbabilidad de todo.

Conoce a este hombre desde hace veinte minutos, en total.

El sol se sumerge entre las rocas y el cristal de los edificios de Londres mientras se sientan en silencio en el taxi, Sherlock empapado en sombras, todo rizos oscuros y abrigo.

''En el laboratorio, dijiste Afganistán o Irak'' dice John al fin.

''Obvio'' La respuesta de Sherlock es calmada, pero rápida, como si hubiera estado esperando a que John hablara. ''Tu corte de pelo, tu contención. Eres zurdo. Un gran porcentaje de Zurdos se enlista en el servicio militar o son reclutados directamente desde la escuela'' A continuación, una lista de los detalles cruciales: marcas de bronceado, la cojera (psicosomática, con terapeuta, por supuesto). John siente su mandíbula aflojarse por el íntimo asalto de información.

''Tienes preguntas'' dice Sherlock, los ojos azules brillando en la desvaneciente luz del día.

John está demasiado sorprendido como para ser otra cosa que directo. 'Este es tu don, lo cojo. ¿Pero qué es, exactamente? ¿Como se categoriza?''

La boca de Sherlock se acentúa. No parece ofendido. ''Teniendo en cuenta que sabía del estatus de tu don con un momento de observación, parece justo que conozcas el mío'' sus ojos chasquearon, una vez, hacia la mano izquierda de John. ''Mi don es difícil de explicar. La manera más acercada a describirla sería... deducción. La habilidad de dibujar conclusiones, de conectar los puntos entre los pedazos de distinta información. Pero no todo viene fácilmente. Tengo que trabajar en ello. Tengo que observar.'' Mira hacia fuera de la ventana. ''Y no esta...categorizado''

''No categorizado'' John traga. Esto es casi inaudito.

"Se cree que es única, si'' Sherlock se gira, estimando a John con una mirada acompasada. ''¿Algún problema?''

John se da cuenta de que está siendo observado. Exhala rápidamente, sacude su cabeza. ''No, ningún problema. Es sólo que - eso fue brillante. Increíble''

Los ojos de Sherlock brillan, las esquinas arrugándose. ''Lo crees''

''Si. Quiero decir, ¿puedes - puedes hacerlo un poco más?''

Esto se gana una auténtica, tímida sonrisa. John está desconcertado. Es casi como si Sherlock fuera rara vez alabado por esa extraordinaria habilidad. Imposible.

''Tu hermano'' dice Sherlock. ''Tu hermano tiene un problema con la bebida. Mira - dame tu teléfono''


No viene como una sorpresa para John el hecho de que Sherlock le abandona en la escena del crimen.

Tiene más sentido, honestamente, que Sherlock invitándole aquí en primer lugar. Parece perfectamente razonable que un hombre capaz de deducir el hábito de adulterio de una mujer por el estado de sus joyas debería darse cuenta de que ha traído a un tercero completamente inútil a una ubicación clasificada de la Scotland Yard.

John baja cojeando las escaleras interminables de la casa abandonada sintiéndose invisible. Miembros del equipo del DI Lestrade se encojen de hombros junto con el equipo y las cámaras mientras el bastón de John golpea contra las crujientes tablas del suelo. Volver al piso; esperar a oír de Sherlock, quizás, aunque John no cuenta con ello. ¿Quizás esto fue una prueba de algún tipo, para ver si John podía ser útil de alguna manera para Sherlock? John no puede imaginar que haya pasado, a no ser que ofrecer una única observación obvia y un puñado de elogios brillantes esté cualificado como de utilidad.

Considerando todas las cosas, sin embargo, el día ha sido una distracción brillante de la rutina normal de John. La realidad de la habitación monótona comienza a invadir los pensamientos de John, el recuerdo de la alfombra beige opaco comienza a erosionar la brillante hora pasada en compañía de Sherlock. Era demasiado bueno para ser verdad, en realidad. Y si se ha dejado llevar un poco con la fantasía de vivir con Sherlock - bueno, ese fue el único daño hecho. Solo, al final de esto: absolutamente nada sorprendente.

Los teléfonos sonando, las cámaras de seguridad, el Jaguar negro que se desliza para recogerlo - todo eso es una sorpresa.

El hombre de pie solo en el sucio, lustroso suelo del almacén está apoyándose en un paraguas; saluda a John con una mirada aceitosa. El cuello de John pica con la sospecha de que este extravagante, vivaracho pingüino de hombre le está dando una mirada escrutadora como si John estuviera en rayos X.

La mano izquierda de John se aprieta, desaprieta. Espera a que el hombre hable.

''Dr. John Watson'' dice el hombre, las sílabas gotean con refinamiento. 'Interesante''

"En realidad no'' dice John, cuadrando sus hombros. ''Si piensas eso, probablemente tienes al hombre equivocado''

El Traje Paraguas alza una ceja. ''Nunca tengo al hombre equivocado'' dice suavemente. ''¿Qué puedes decirme de Sherlock Holmes?''

''Casi nada. Le conocí ayer. Me invitó para mirar un piso compartido''

"Y lo cogerás, asumo''

''Creo que no es asunto tuyo''

"Todo sobre Sherlock Holmes es asunto mío, Dr. Watson. Y ahora, parece que cae en esa categoría''

John levanta la barbilla, mira al hombre en el ojo. ''¿Qué es lo que quiere de mí, exactamente?''

''Puede que ya lo sepa, Doctor, pero Sherlock Holmes no tiene amigos. Y ahora...después de conocerle ayer, ya te estás mudando con él, y ahora estáis resolviendo crímenes juntos. Curioso''

''¿Cómo sabes que me voy a mudar con él?''

El hombre le da a John otra larga, estudiada mirada, barriendo desde los oxfords desgastados hasta su corte de pelo al rape. Es algo más que un poco desconcertante. John espera, con los ojos fijos al rente, y no dice nada.

Traje Paraguas, con el ceño fruncido, parece satisfecho con lo que sea que su mirada ha revelado. Sonríe placidamente. ''Imagino que la gente ya le habrá advertido de que se mantenga alejado de él, pero puedo por su mano izquierda que eso no va a ocurrir.''

John traga contra la oleada de ira corrosiva. Agarra su bastón con fuerza. ''¿Un poco grosero, no le parece?''

Otra tonta sonrisa. ''Mis disculpas. No me refería a su condición de zurdo, sino al ligero temblor que tiene en su mano izquierda. Tu terapeuta lo ha notado, también.'' Sostiene un cuaderno familiar que John sólo había visto en las manos de su terapeuta. Durante sus citas privadas. Jesús. John siente todo su cuerpo ponerse rígido.

''Extienda su mano izquierda, por favor''

''¿Quién demonios es usted?''

"Su mano izquierda, por favor, Dr. Watson.''

El teléfono de John pita una vez, en su bolsillo.

John Watson extiende su mano izquierda, la mano que él trata de no resentir. Justo ahora, piensa, si fuera diestro, quizás hubiera tenido algún tipo de defensa contra este hombre. Algún tipo de truco espectacular. En otra vida, quizás hubiera sido como Sherlock; se pondría aquí de pie y destrozaría a este hombre con el poder de su mente. Pero él no tiene nada.

Su mano está perfectamente quieta.

El mensaje es de Sherlock Holmes.


Sherlock afirma que le gusta la compañía cuando sale, lo que es interesante, de verdad, para alguien quien dice que no tiene amigos. Le gusta hablar a la calavera de la chimenea. John imagina que puede cumplir ese papel sin mucho esfuerzo.

En el proceso suplantando a la calavera de Sherlock, John abandona su bastón para perseguir un taxi a través de los callejones de Londres, se muda a 221b, y mata a un hombre.

Ha sido un tiempo desde que John ha matado a alguien, pero la decisión tiene una sorprendentemente poca atención por parte de John. Sólo hay un estímulo: Sherlock está a punto de morir. Cada fibra de la consciencia de John se enciende para concentrase, los reflejos del soldado zumbando alto en sus venas mientras su visión se reduce a un único punto. Es un buen disparo. Es en realidad un asombroso disparo, un golpe fatal desde dos paneles separados de cristal, pero John no se queda para ver los resultados. Lo sabe tan pronto como el taxista se arruga, y se ha ido antes de que Sherlock pueda girarse.

A medida que sus pies hacen eco a través de los vacíos, resbaladizos pasillos, escucha a su corazón golpear y siente a sus piernas trabajar, ambas piernas, su cuerpo sintonizado con una frecuencia militar. No hay dolor, no hay cojera, sólo una cabeza despejada y el silbido de la adrenalina y el agarre cómodo de una pistola en su mano. Su mano izquierda -

No. Su derecha. Su pistola está en su mano derecha.

John patina hasta detenerse frente a un inodoro y prueba la puerta; está abierta. Enciende las luces, que zumban en un matiz desigual mientras mira su reflejo en el espejo.

Se mira a sí mismo, reflejado. Levanta cada mano. Su imagen en el espejo se ha equivocado, de todos modos. Izquierda es derecha. Derecha, izquierda. Pero no está equivocado: su pistola está definitivamente en su mano derecha. Debe de haber estado tan apurado para disparar que no se había dado cuenta con que mano estaba disparando.

Rápidamente, John hace clic en la seguridad y empuja la Sig en la parte posterior de la cintura del pantalón. Se lava las manos en el fregadero bajo la luz institucional amarillo verdosa y bombea un puñado generoso de jabón de almendras con aroma a rosas nauseabundo. Frota, duro, izquierda y derecha enredadas juntas. Quizás estaba equivocado. Quizás fueron los nervios, TEPT. Una alucinación particularmente vívida. Dobla sus manos bajo el chorro, cierra el grifo, y apaga las luces.

Ha estado solo por meses, días extendiéndose en un purgatorio infinito, una monotonía adormecedora que siempre terminaba en pesadillas. Y después, por el espacio de un día, conoce a Sherlock, es enredado en un investigación de asesinato, y dispara a un hombre sin siquiera pensarlo. Con la mano derecha, nada menos.

Izquierda, derecha; a John no le importa. Esta noche John hubiera disparado a ese taxista con un una pistola entre los dientes si hubiera sido necesario.

Trota escaleras abajo, por la puerta trasera del edificio. Esta solo. Puede ver los reflejos de las luces de la policía en los ladrillos desiguales del callejón; Lestrade ha traído a su equipo.

John se inclina contra la pared y contiene su aliento. Se apoya de una pierna a otra, maravillándose de que su peso se apoye de manera uniforme. No le regalan nada.

Se endereza, estira hacia abajo su jersey, y se desliza entre los coches de policía, agradecido por una vez de ser invisible.


Traje Paraguas es el hermano de Sherlock. Extrañas cosas han pasado.

Por ejemplo, Sherlock quiere cenar. Con John.

Caminan en un sociable silencia hacia Baker Street, Sherlock es más alto, una presencia de forma oscura cómoda en el hombro de John. Como si siempre hubiera habido un hueco-con forma de Sherlock cerca de John que acaba de ser llenado.

El restaurante chino es, como le anunciaron, delicioso. Han comido su entrante de dos platos de aperitivos y acaban de empezar con la sopa de wonton cuando Sherlock abruptamente deja su cuchara y se inclina hacia atrás en su silla, juntando sus dedos.

''Tu hermana está bebiendo'' dice ''tiene algo que ver con su don''

John encuentra difícil tragar su bocado de wonton. Sus ojos acuosos por el golpe inesperado de sopa. ''Ahora que es - ¿Cómo lo has sabido?''

''Cuando hablaste de tu hermana antes, en el taxi, seguiste doblando la mano izquierda. Me he dado cuenta que otros temas de conversación no provocan esa respuesta, así que posiblemente es una reacción de estrés inducido, quizás algo que está ligado inconscientemente a tus sentimientos. Desde que eres zurdo, un problema de don empieza a parecer probable. ¿Así que los problemas matrimoniales de tu hermana, causados únicamente por su costumbre de beber? Quizás no tan simple. Quizás es algo ligado a un don, y dado que no tienes uno, ella es la culpable más probable.''

John intenta duramente no parecer completamente atónito y falla.

Sherlock estudia la boca abierta de John y eleva una ceja. ''¿Tengo razón?''

''Cristo'' John se sienta de vuelta en su silla. ''Si, la tienes. Jodidamente brillante.''

La boca de Sherlock se tuerce. ''Ya has expresado ese sentimiento.''

''Lo repito. Sigo sin tener idea de cómo haces eso.'

"Como todo, algunos días viene más fácilmente que en otros. Tuve una corazonada justo ahora. Admito que fue un tiro a ciegas.''

"Y dijiste /fue un buen tiro.'

Sherlock sonríe. Se inclina hacia delante, la barbilla en sus manos cruzadas. ''El don de tu hermana, entonces.'

''Oh, cierto. 'John suspira. ''Un dolor en el culo, eso es lo que es. Mi padre nunca se perdió, siempre podía encontrar su camino a casa, o a donde sea que fuera. Harry puede encontrar sitios, también. Sólo ella tiene el talento para encontrar...fiestas.''

''¿Fiestas?''

''Si, reuniones sociales de cualquier tipo, pero cuanto mejor es la fiesta, mejor es Harry encontrándola. O más bien, mejor es la fiesta encontrando a Harry.'' John sacude su cabeza. ''No era tan malo cuando era pequeña, excepto que desaparecía, ya sabes, se escapaba si otro niño tenía un cumpleaños, cosas como esas. Sigue desapareciendo. Nunca ha parado de hacerlo.''

''Harry ha crecido, igual que las fiestas.''

John suspira. ''Exactamente.''

''Y no parará, ¿ es eso? No quiere dejar de usar su don. Comprensible.''

John siente su mandíbula apretarse, y traga. ''No es comprensible para mí, pero supongo que no lo sería.''

Una pesada pausa. ''Esto es por lo que no te quedas con ella.''

''Esto es por lo que nunca nos hemos conseguido llevar bien, si. Cada vez que la visito, se pone cada vez peor. Quiere - presumir, no lo se. Nunca ha sido capaz de resistir restregármelo, que soy - ya sabes.'' John gesticula débilmente con su mano izquierda. ''Clara se hartó también. Hace unos dos meses.''

Sherlock tararea en la comprensión. Se quedan en un silencio roto únicamente por el tintineo de los platos y los vasos en el restaurante medio vacío. John empuja un wonton con su cuchara hasta que trabaja sus nervios para hacer la pregunta que está haciendo un agujero a través del resto de sus pensamientos.

''Tu estás, er - bien con esto. Conmigo. Mudándome.''

''¿Por qué no lo estaría? Yo te lo pedí.''

''No - no exactamente'' dice John. ''Le dijiste a la Sra. Hudson que tomaría el piso. ''

''Tenía razón, sin embargo.''

''Si, pero - yo no - quiero decir. Tienes tu calavera.'' Termina John sin convicción. ''Apenas me conoces.'

''Apenas me conoces tú también. '' contraataca Sherlock.

''En realidad no lo necesito.'' John sorbe su sopa. No está seguro de como expresar la diferencia entre una tarde con Sherlock y una noche solo en su viejo piso. No está seguro de que tenga palabras para hacerlo.

''Creo que tu trabajo con el taxista te ha dado algo de ventaja. La calavera no tiene ningún fin, de todos modos.''

Las cejas de John se disparan hacia arriba, y mira hacia Sherlock. Sherlock está sonriendo.

John sonríe de vuelta. Hay una larga pausa.

''¿De qué estás tan feliz, entonces?''

La sonrisa de Sherlock se ensancha. ''Moriarty.'

El camarero posa un plato chow mein humeante entre ellos, pero pasa desapercibido.