Quería volver por Bree, tenía miedo de que podía pasarle ahí pero ella esperaba a Diego y no podía obligarla a venir conmigo, ahora ella se preocupaba por él. A pesar de que ahí siempre me había sentido perdido y queriendo huir y ahora que sé que es la vida y la vivo, sé que no quiero volver ahí, para sentirme encadenado y espero que Bree no se pierda como yo casi lo hago. Pero nada se siente tan bien como el aire frío sobre mi cara, pegando duro y helado.

Aún no sabía a dónde iría si Bree no llegaba, ni que haría y aún peor, ¿qué haría sólo?

Llegue a Riley Park y disfrute de la vista, Vancouver. Me mataban las ganas de ir a ver a mí madre, pero yo sabía que no podía y que sí lo hacía la mataría a ella o a Lucy.

Gracias a… algo había llegado de noche así que no corría ningún peligro, después de verlo llamativos que éramos al ponernos al sol no quería recibir ninguno. Busque el árbol hueco que había, nadie más que yo y Lucy conocíamos el secreto de ese árbol. ¡Quiero verla, me muero por verla! Lo necesito y sé que sí tuviera lagrimas las usaría, para que servía toda ésta fuerza, toda está velocidad e inmortalidad, ¡no la quiero!, ¡no la necesito! No puedo recordarla, eso es lo que más me duele, no logro ver su rostro en mi mente, ni el de mi mamá, así como el de mis amigos, no hay nada de mi vida… de mi otra vida, que pueda recordar. El árbol había crecido un poco desde que yo me había ido de Vancouver, pero era nuestro árbol aún, aún tenía nuestro apellido por dentro.

-Quiero mostrarte algo – ¡Lucy! Está aquí y quiere mostrarle a alguien el árbol – Antes venía aquí con mi hermano, lástima que ya no está aquí. ¿Sabes, prometimos que sería un secreto pero ahora él se fue, me abandono así que es bueno poder compartir esto contigo?

-No somos hermanos pero puedes estar segura que guardare el secreto – dijo con una sonrisa el sujeto –. Además ahora puede ser nuestro secreto.

Lucy, se acomodo su cabello pelirrojo y siguió caminando.

¿¡Qué hago, demonios! Espero que no quiera entrar, no puedo salir, no puedo hablar, no puede verme, no puedo hacer nada, de una u otra manera arruinare este asunto.

-Aléjense de mi árbol mocosos entrometidos—gritó una chica, que tenía olor vampírico—. ¿No me escucharon?

Mi hermana y el chiquillo se alejaron, en cierta forma me salvaba pero por la otra la hubiera visto y no habría sido mi intención.

-Se fueron puedes salir—susurró—. ¿Has sido algo tonto no crees?

-Si ya lo sé.

-Veo que eres de la manada de Riley, ¿cómo has logrado huir?—Sus ojos eran enormes, creo que abarcaban la mitad de su rostro, eran hermosos, supongo que en su vida humana había sido ojos azules—Mi hermano no lo logro… Tal vez lo conocías, se llamaba Kevin. ¿Lo recuerdas?

-No, disculpa, no fui muy social.

-Supongo que si lograste huir fue por algo—guiño un ojo—. ¿Sí quieres puedes venir conmigo, tengo una casa chiquita, demasiado pero es acogedora, creo?

-Claro, la idea de el árbol no fue resulto como pensaba –Ella tomo mi mano y sonrió.

-Para haber escapado no pareces tener idea muy brillante—dijo mientras me daba un leve golpe en el hombro—. Es broma, ¿qué hiciste?

-Supongo que fue por mi don, a decir verdad no se sí lo hubiera logrado sin él.

-¿De verdad?—dijo ella muy entusiasmada—, ¿eres de esos?

-Sí, pero no es ningún gran don.

-Supongo que fue lo suficiente como para poder escapar.

Le sonreí y asentí.

-¿Oye cómo te llamas, no te lo pregunte?

Ella sonrió muy feliz, sospecho que le agrado el detalle.

-Me llamo Julia. ¿Y tú?

-Fred, no te preguntare que por qué me imagino que no lo recuerdas.

Ella sonrió.

Ella era linda, sus ojos eran muy bellos al igual que su cabello, aunque su figura estaba muy flaca, creo que demasiado—es lindo tener alguien para hablar—incluso algo demacrada.

Acarició mi mano y no me gusto o tal vez no me hizo sentir cómodo estaba demasiado cerca de mí, debía de tener unos 14 o 15 años, aunque aparentaba un poco más.