¡Konichiwa, Minna-san!

Espero que esta vez se vea más interesante que la vez anterior :3 Ya que éste era mi primer fic largo tenía demasiados errores por los nervios xD Espero de corazón que haya cambiado la perspectiva, y por ser el fic tan especial quería dedicárselo a mis seis hermanas adoptivas xD y a mis sobrinitos que vienen de su parte :D

También a todas las personas que deseen seguirme con esto, quiero que sepan que un Review en este fic es más importante que en cualquiera ;)

DISCLAIMER: Ni Bleach ni sus personajes me pertenece, son propiedad de Tite-baka-sama, menos el fic que fue creado por esta cabeza que pronto necesitara terapia XD.

Peleando Por La Vida.

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Capitulo 1: Pregunta.

Entro a la sala, donde la mesa donde con su familia desayunaba, almorzaba y cenaba se encontraba llena de papeles, muchos de cosas que ni entendía a sus catorce años, pero allí estaban. – Papá… - Llamó, inclinando su cabeza hacía un lado, mirando al aludido.

- ¿Qué ocurre Raye? – pregunto Ichigo a su primogénita, sin quitar la vista de sus papeles y llevando lentes sobre sus ojos, los cuales servían para descansar la vista cansada de todo médico.

La joven se sentó frente a él en la mesa, apoyando sus codos sobre la mesa y su cara en sus manos, haciendo que sus mejillas, presionadas hacía arriba, dieran un aspecto más infantil del que normalmente llevaba. Sin saber cómo ir directo a la pregunta – ¿Yo soy hija de dos almas como Momoko-chan? – Pregunto curiosa, atenta en lo que su padre diría.

- No… Yo soy un humano y tu madre es un alma – respondió natural. Estaba haciendo unos papeles importantes de un paciente, por lo que no prestaba demasiada atención a las preguntas de su hija. Cosa que muy obviamente lograba irritar a la pelinaranja, haciendo que frunciera el ceño más de lo que normalmente llevaba.

- Pero el Teniente Kurotsuchi me dijo que al igual que las almas jóvenes que mueren, creceré solo hasta los 18 años y luego mi tiempo ira mucho más lento… Que quedare como estancada, y que al igual ocurrirá con los demás – Acotó, tirándose ahora hacía atrás, cruzando sus brazos e inflando sus mejillas molesta. No fue necesario decir nombres, aseguraba que con 'demás' su padre sabría interpretar.

Y en efecto, ahora si, el Kurosaki presto especial atención, quitándose los lentes y llevando sus brazos sobre la mesa para mirarla seriamente – Eso es por que eres hija de dos shinigamis… No es necesario de dos Almas – respondió.

- De acuerdo… - bufó, y poniéndose en igual posición que su padre, llegó finalmente donde quería – Una de las últimas – Ichigo asintió - ¿Fue…muy difícil traerme al mundo? – Dijo, lentamente, mirando a su padre con especial interés, más que el de antes. Ichigo se tiro hacía atrás en la silla, frunciendo el entrecejo y llevando una ano al puente de su nariz para pensar por qué iban tantas preguntas – Habló enserio papá… Eiji y Momoko también iban a preguntar lo mismo, nunca nos dijeron nada – habló, con tono de injusticia.

- Tienes razón… La verdad es que si, fue difícil… ¿Alguna otra pregunta? – Intentó evadir con rapidez, sin recordar que esa niña era su hija.

- No, no es una pregunta lo siguiente – Ichigo la miro desconcertado – Quiero que me cuentes como fue que lograran sacar esa ley que prohíbe tener hijos de la Sociedad de Almas – ella también se tiro hacia atrás y cruzó los brazos – Y quiero que me cuentes TODA la historia, de ser posible – enfatizó.

Ahora si estaba en problemas, esa no era una historia corta, muy por el contrarío, terminaría en horas, pero a parecer no le quedaba otra, su hija era persistente, igualita a el.

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- ¿Qué quieres saber? – La voz de su padre hizo que diera un salto desde el marco donde estaba recargado desde hacía unos minutos. Renji giró su vista a la de su hijo, encontrándose sentado en el sofá de la sala, con la mesa ratona más o igual llena de papeles que lo estaba la de su amigo.

El muchacho, de cabellera negra revoloteada, y ojos igualitos a los de él, se encamino sentándose en el suelo justo en frente – Quiero saber cómo es que de la 'nada' sacaron la ley que prohíbe tener niños – interrogo Eiji mirándolo con los brazos cruzados, más decidido que de costumbre. Su padre bufó.

- Pero esa es una historia larga, Eiji…

- Tengo toda la tarde – dijo el Abarai menor. Su mirada no se iba.

- De acuerdo… - se resigno Renji. Si no lo hacía estaría insistiéndole constantemente hasta que cediera, mejor hacerlo ahora. A demás, el trabajo del sereitei podría esperar.

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Momoko y Daiki Hitsugaya se miraban atentos a los ojos, en silencio sepulcral muy poco común entre ellos, en busca de saber quien llegaba a estar serio por más tiempo.

- Niños dejen eso, se quedaran ciegos – habló Momo a sus hijos, a regañadientes, sabiendo que no lograría nada. Pero al mirar al chico noto algo que llamo su atención – Daiki ¿Eso que tienes en la cara es chocolate? – Pregunto acercándose a su hijo, y pasando dos de sus dedos por su mejilla y comprobándolo, para después observar su cabello y hacer una mueca - ¿Y que esto? – Completamente asqueada saco del pelo castaño de su hijo la varilla con dulce pegoteada.

- ¡Auu! – Se quejo de dolor el de once años, cerrando sus ojos ante el dolor y llevando sus manos donde antes se encontraba el dulce.

- ¡Gane! – Chilló Momoko, elevando un brazo al aire en señal de victoria.

- Tramposa – susurro su hermano.

- ¡Te dije que dejaras los dulces antes que los dientes se te pudran! – Regaño Hinamori, con manos en su cintura - ¡Va a darte un baño si no quieres que te obligue! – Refunfuñando, el niño se dirigió al baño con su madre detrás para comprobar que haga lo que dijo.

El capitán del décimo observó aquello con más resignación que tenía normalmente con su teniente – Siempre es lo mismo – dijo, con sus papeles en mano, sentado en el sofá, bebiendo una taza de té humeante. Al girar su vista a su progenitor, la también peliblanca sonrió a la vez que se acercaba al mismo.

- Otto-san…

- ¿Qué ocurre? – Pregunto casi mecánicamente, desviando la vista a su hija, quien se ponía de pie, agarraba una silla y se sentaba frente a él con una sonrisa de medio lado que daba ternura y un aspecto de curiosidad.

- ¿Me puedes decir como fue que quitaron la ley que prohibía tener hijos? – Pregunto, inocente y haciendo ojitos al mayor.

Toushiro miro a su hija, regreso su vista a los papeles, los cuales ordenó y termino por dejarlos sobre el sofá, regresando la mirada turquesa a la chica sin poder creerlo – ¿Por qué quieres saber? – Inquirió.

- Porque se que de no ser por eso ni Raye, ni Eiji, ni ninguno de todos los niños estaríamos aquí. Se también que fue un gran esfuerzo ¿Podrías decirme como fue? – dijo enfatizando su sonrisa, agregando algo de súplica. Por algún motivo sospechaba que para su padre no era fácil recordar aquellos días.

Toushiro hizo una sonrisa de medio lado, uniendo sus manos y dejándolas reposar sobre sus piernas – ¿Por donde quieres que empiece? – Estaba dispuesto a decirle, después de todo, no era de ocultarle muchas cosas a sus hijos, menos a la mayor, que sabía él mejor que nadie, que entendería.

- ¿Cómo comenzó todo? – Dijo, entusiasta.

Un suspiro en la Sociedad de Almas y otros dos en Karakura fueron dados por tres hombres que comenzarían con una larga historia. Difícil, angustiante y…difícil de nuevo.

- Todo comenzó cuando… - comenzaron los tres a la vez.

A contarles a sus primogénitos, quienes prestaban la mayor atención, todo con tal de saber sobre aquel momento crucial, que había ocurrido en la vida de sus padres, y que sin el cual, ellos no hubiesen podido sobrevivir.

Continuará…

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Perdonen las posibles tardanzas que puedo tener al publicar, pero es que tengo exámenes, múltiples tareas tanto de la escuela como las de casa, y tengo más fics en progreso a demás :3

¿Reviews? ¡Por favor! :D

¡Bye-bye!