Disclaimer: Ninguno de los personajes de la Orden es de mi propiedad, para mi desgracia, porque sino dejaría de ser una estudiante pobre, me quedaría con Kartik, traumaría un poco a Simon y desde luego metería baza para que cogieran a los actores que me gustan para la peli de la Orden, que espero hagan antes de que me convierta en una vieja con bastón -.-'

Notas de autora: Aunque mi personaje favorito de la Orden es Gemma, el fic es sobre Ann. Espero que les guste y dejen reviews, please n.n'

Alive

Estaba terminando de cepillarse el cabello. El espejo le devolvía la imagen de una muchacha de rostro redondeado y mirada vacía y triste. El cabello castaño le enmarcaba el rostro.

No era guapa, no era de buena familia y ni siquiera tenía dinero. No podía aspirar a ver cumplidos ninguno de sus sueños. Pero... ¿es que acaso ella tenía sueños? No. No debía de tenerlos. Su única aspiración en la vida era la de ser buena alumna para luego poder ser buena institutriz para sus primos, porque sino sus tíos no le habrían pagado los estudios.

En ocasiones como ésta, prefería que su tía nunca le hubiera pagado los estudios, así no habría tenido que aguantar a las compañeras que tenía: todas niñas de familia bien, con dinero o con belleza, lo necesario para poder aspirar al futuro hacia el que se las encaminaba y educaba: ser buenas hijas, buenas esposas y buenas madres. A ella sólo le quedaba la opción de educar a los hijos de otros.

¿Quién se iba a fijar en alguien tan mediocre como ella? Se odiaba. Se odiaba a si misma. Odiaba su rostro. Odiaba su cuerpo. Odiaba su futuro. Pero era incapaz de hacer nada por cambiarlo, por ser alguien diferente. Lo único que podía era marcar su cuerpo con agujas, haciéndose pequeños cortes y pinchazos. Era la única forma que tenía de sentirse viva.

Soltó la pequeña aguja que tenía en la mano guardándola en la cajita del tocador. Se levantó y se acercó a la ventana. La inmensidad de la noche oscura calmaba su alma.

Debía acostarse ya. Mañana sería otro día. Igual que el de hoy. Como el de ayer. Como todos...

Aroa Nehring