Esta historia se me ocurió cuando miraba Anna y el rey. Vi la parte de esa pareja que era condenada a muerte, y pense las dos primeras oraciones de este fic. Puede que se quedé acá, pero lo más probable es que no. Por eso es q no puse exactamente todo el final. Si quieren seguir leyendo esto cuando lo terminen entonces quiza se sientan un poco mejor. Quizá. Bueno los dejo que lean. Porfas comenten, sobre todo si tienen criticas constructivas.


Hasta que la muerte nos separe

"...Porque el que vive más de una vida debe morir mas de una muerte."
Oscar Wilde

Jamás había pensado que el amor podía llegar a producir esto. El poder mirar cara a cara a la muerte sonriendo. Ya no había posibilidades, estábamos atrapados. Eché una mirada alrededor, ignorando a los vampiros en capa que nos rodeaban. El lugar estaba rodeado de los cuerpos de aquellos seres a los que amé. Sólo quedábamos nosotros dos.

La batalla había sido dura. Y quién sabe por cuál capricho del destino, cada uno había muerto junto con quién amaba por sobre todo. Los cuerpos de Carlisle y Esme juntos en el mismo lugar, y a pesar de que las llamas danzaban sobre los restos aun se podían distinguir las manos entrelazadas. Los restos de Rosalie y Emmett se encontraban en uno de los rincones. Mi mirada se detuvo un momento sobre el rostro sin vida de Alice. Ella sabía que esto pasaría, lo había sabido con tiempo y sin embargo, todos también habíamos decido. Sabíamos que perderíamos, sabíamos que moriríamos de la única forma en que un vampiro podía morir, y a pesar de todo, seguimos adelante hasta encontrarnos con nuestro funesto final. Aún sentía fresco el grito de Alice cuando Jasper fue desgarrado en pedazos. En ese momento había dejado de pelear, se rindió tomó la mano cercenada de su amado y se dejó mirar. Pronto, unas capas los cubrieron y cuando se corrieron el fuego reemplazaba su lugar. Miré a lo último que quedaba por mirar. El cuerpo de mi mejor amigo, Jacob, quien cayó a mordidas intentando proteger a la niña de su vida. Nada me dolió más que ver las lágrimas caer por los redondos cachetes de una nena de diez años, que parecía Reneesmé. La pequeña niña vampiro-humana también se rindió cuando le quitaron su razón para ser. Así también hicimos los dos cuando la mataron a ella. Y ahora faltábamos nosotros.

-No tiene por qué ser así-nos había dicho Aro-. Ustedes se nos pueden unir.

-No-les habíamos respondido los dos al unísono.

-¡Qué pena!-suspiró Aro-¡Qué pena que deba de ser así!

Nos habían ofrecido que Alec nos quitará nuestros sentidos, pero lo rechazamos, queríamos sentir hasta el último instante que estuviéramos juntos. Segundos antes de nuestra muerte, corrí mi escudo mental para que Edward pudiera escuchar lo que pensaba. No lo hubiera hecho si tuviera miedo, pero curiosamente no lo tenía. Sólo sentía una inexplicable paz. Y Edward también, pude saberlo gracias a sus ojos.

-Te amo-me susurró.

-Lo sé-le contesté-. Yo también.

-Siempre te amaré-me dijo.

-Yo también.

Nuestras manos se entrelazaron y nos dispusimos a mirar al frente, para verle la cara a la muerte que se nos aproximaba. Cerré los ojos y sonreí.

-Espero que Carlisle tenga razón-oí murmurar a Edward por lo bajo.

No necesite contestarle para hacerle saber que pensaba lo mismo. Nuestras manos se apretaron más fuerte. Los dientes de los Vulturi se acercaban para cortarnos en pedazos. Cuando se clavaron en mi carne, el dolor me atravesó. Pero gracias a esa extraña paz también salió por el otro lado. Nuestras manos seguían unidas a pesar de todo. Cuando las llamas empezaron a acariciarnos, nuestras manos, lo único que seguía unido, se apretaron con más fuerza.