"¿Dónde mierda estoy?" Freddie, mira asustado su cuerpo viéndolo manchado de lo que parece ser sangre seca y suciedad. Está perdido en un descampado erosionado cubierto de troncos y hojas secas; recuerda al detalle como Foster, el psicólogo de Effy, le había golpeado con un bate de béisbol hasta dejarle inconsciente, no sabía hasta que punto le había herido, solo sabía que tenía una brecha del tamaño de dos dedos en el cráneo y que le dolían todos los músculos del cuerpo. Después de unas horas de gastar sus últimos esfuerzos en salir de debajo del montón de troncos en que estaba atrapado, y posiblemente, de haberse acabado de romper una costilla ya anteriormente magullada, se encontró tirado en medio de la nada sin saber que podía haber ocurrido después de estar inconsciente.

Estaba desnudo totalmente, deshecho, y no sabía cuanto tiempo había pasado sin consciencia, pero sabía que tenía que volver a casa y encontrar a Effy, que seguiría bajo la supervisión de ese puto maníaco que casi le había matado.

A cada paso que daba, Freddie creía estar rompiéndose, pero la sensación de tener lo huesos hechos de cristal no le evitó taparse con las primeras telas que encontró para protegerse del frío y llegar hasta su casa.

Después de lo que parecían días, consiguió que un hombre, preocupado por su aspecto demacrado, le llevara en coche hasta Brístol dejándolo a la puerta de su casa.

Llamó a la puerta y no le dio tiempo a decir nada, antes de que su padre, con la cara descompuesta y los ojos abiertos como platos, le diese un tirón y le abrazara mientras cerraba la puerta de un empujón.

"Pensaba que John Foster... ese hijo de... DIOS, PENSABA QUE ESTABAS MUERTO." El padre de Freddie se tocaba la cabeza y miraba al rededor paranóicamente. Tenía grandes ojeras y lucía descuidado, pero parecía haber recuperado toda la energía así como le dio otro abrazo mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.

"Yo también pensaba que lo estaba, creo. No sé." Freddie se tocaba la parte posterior de la cabeza buscando la brecha mientras miraba a su padre con una pequeña pero humilde sonrisa. "Tengo que ir a por Effy, yo-"

"Freddie." Su padre le interrumpió. Su cara melancólica e ilusionada había cambiado totalmente en un segundo, y se veía serio y enfadado. "Te voy a ayudar a subir para que te duches y te cambies, hablaremos luego." Su padre le dio una última mirada, esta vez triste, mientras se sacaba el móvil del bolsillo y se dirigía a la cocina. "Habrá que llevarte al hospital."

Freddie no sabía como seguía de pié, pero ya en la ducha como en su cuarto solo podía pensar en Effy. Ella no sabía que él no había muerto, no se había podido explicar, ni siquiera sabía qué es lo que Effy sabía, ni siquiera sabía como su padre sabía lo que sabía, ni siquiera sabía cuantos días habían pasado desde que John T. Foster le intentó matar, y no sabía siquiera como había logrado sobrevivir.

"Papá, ahora tengo que ir a por Effy, voy a estar-"

"Cómete esto." Su padre le cortó seriamente de nuevo, esta vez ofreciéndole un bocadillo. Llevas seis días perdido, no sé como no no estás muerto de hambre, o no has muerto de sed.

"Agua de la calle, un hombre en un camión, una larga historia..." Así como Freddie empezó a morder el bocadillo recuperó un poco el color en la cara.

"Ve a la cocina, bebe, come, descansa, luego harás lo que necesites" El señor McClair continuaba con el móvil en la mano y perecía estar intentando mantener la calma.

"Pero papá, Ef-"

"Freddie." Dijo de nuevo su padre severamente.

"Duh." Protestó Freddie mientras se metía a la cocina.

El teléfono llevaba comunicando unos minutos, y el señor McClair se empezaba a exasperar, cuando por fin al otro lado de la línea se oyó una contestación.

"Estoy yendo para allá, ¿has llamado ya a la clínica?"

"Sí, Karen, date prisa, Freddie quiere irse y todavía no sé que inventarme para que no nos odie. El chico está enamorado.

"Papá, no te lo estarás replanteando, ¿verdad? Freddie no puede seguir con esa chica, por mucho que la quiera. Le está costando su salud mental. Bueno, no, su salud en general; casi le matan por ella, hace unas horas pensábamos que estaba muerto. No está-"

"No, vale, no me lo estoy replanteando, es solo... Lo que yo quería para él no era que pasara su adolescencia metido en un centro psiquiátrico.

"Pero es lo que necesita, papá. Lo sabes." Karen tenía un tono notable de preocupación en su voz, ella tampoco quería que Freddie pasara por rehabilitación, o que fuera alejado de Brístol, pero era lo que más le convenía. Ahora que sabía que su hermano no estaba muerto, no iba a dejar que le volviera a pasar nada malo.

"Sí, lo sé... Este sitio ya no es seguro para él, no quiero que esté aquí ni un minuto más.

"En diez minutos estoy allí." Concluyó Karen.

"Date prisa." El padre de Freddie colgó y apoyó sus manos en su nuca, frustrado.

"Bebido y comido. Estoy bien, ahora sí que me voy." Freddie, decidido y cojeando, abría la puerta pensando solo en encontrarse otra vez con la mirada de Effy.

"¡ESPERA!" El señor McClair cerró la puerta con su espalda, interponiéndose entre ella y Freddie. "Tienes que saber algo..." El hijo inclinó la cabeza alentando a su padre a proseguir, ya perdiendo la paciencia por salir de su casa.

El padre de Freddie se mordía el labio por dentro y tenía las manos sudorosas, daba gracias a que no solía mentir, por que esta seguro de que si lo hiciera más Freddie lo iba a saber. Necesitaba ganar tiempo, y no sabía que decir a Freddie para retenerle, pero tenía que decir algo, su hijo empezaba a desesperarse y podía ver como se estaba enfadando. Freddie perdió la paciencia y fue a coger de nuevo el pomo de la puerta para salir. Tenía que decir algo. Ahora.

"Effy está muerta."