Título: La magia del pasado
Autor: Kampaniya
Descargo de responsabilidad o disclaimer (según gustos): Los personajes de Warehouse 13 no me pertenecen, son propiedad de la cadena, los productores y posiblemente de otras persona. Advertencias: Si te da repelús que dos mujeres se besen o mantengan una relación es un buen momento para cerrar la pestaña (es pulsando la X de ahí arriba).
Súplicas: Es mi primer fanfic, así que pido clemencia. Las críticas constructivas siempre serán bien recibidas y las otras… ya veremos.
Capítulo 1
Ella estaba en el aeropuerto esperando la salida del vuelo 3394 con destino a… bueno, con destino a casa, sus reales posaderas descansaban sobre uno de los cómodos sillones de la sala VIP Allí sentada hacía girar un bastón, sus pensamientos pululaban libremente y el infinito era un lugar cálido en el que su mirada reposaba.
El revuelo formado en la zona de abajo le trajo de vuelta a la realidad. Al parecer un hombre había tirado al suelo a una anciana con muletas, en el centro de la enorme sala la mujer se retorcía de dolor mientras se sujetaba el hombro. Un chico joven flacucho intentaba retener al hombre agarrándolo por el brazo, pero se soltó casi al instante haciendo que el muchacho cayera al suelo.
El hombre miró hacia la puerta principal y entonces comenzó a correr como alma que lleva al diablo justo en la dirección opuesta, por esa puerta acababan de entrar dos mujeres que nada más verle corrieron detrás de él.
La primera mediría alrededor del 1,75, tenía el pelo castaño oscuro y rizado, y la segunda… cuando vi a la segunda no lo podía creer, el pelo negro como el azabache, la forma de correr, pensé que no podía ser ella, llevaba más de 100 años desaparecida. No era la primera ocasión en la que creía verla, sabía que era su imaginación torturándola, pero tenía que asegurarme.
Sin dudarlo se levantó para dar caza y captura al fugitivo; corrió todo lo deprisa que puede ir una persona con una cojera como la que tenía esa mujer. Desde la cristalera de la zona V.I.P se veía toda la zona de abajo; desafortunadamente para ese hombre el pasillo que había escogido le iba a llevar a la cafetería de la zona de arriba.
Ya en la cafetería el hombre aminoró el paso para poder ver por dónde podría escapar, en la entrada del pasillo de pasajeros había dos guardias de seguridad, así que la salida del personal era su única opción. Retomó la velocidad que llevaba cuando subió las escaleras.
La mujer que estaba sentada en la última mesa de la cafetería estaba atenta a los movimientos del desconocido, y cuando vio que se le acercaba pensó "ya eres mío". Agarró el bastón con todas sus fuerzas y cuando el hombre pasó a su lado se lo coló entre las piernas sin ningún tipo de contemplación, es más sonrió cuando vio que los dientes del prófugo besaron el suelo.
La mujer del pelo rizado entró en la cafetería a tiempo de ver la caída, dejando a su anónima colaboradora sin la posibilidad de escapar sin llamar la atención, así que se acercó al hombre.
– Lo siento mucho, se me resbaló de las manos… ¿se encuentra bien?
– ¡Apártese de mí! ¡CHIFLADA! –Espetó mirándome con la cara ensangrentada, mientras intentaba levantarse.
– Veo que todavía estás muy espabilado. Afortunadamente eso tiene solución –miró desconcertado y un golpe seco en la nariz le dejó fuera de combate –buenas noches.
La perseguidora se acercó con su identificación en una mano y un arma en la otra:
– Servicio secreto, ¡apártese! –Dijo apuntándonos con el arma.
– ¿Es compañero suyo? Lo siento, se me escapó el bastón y su amigo tropezó con él.
– No se preocupe –mientras se agachaba sobre el hombre señaló una silla–, si no le importa siéntese ahí un momento… después le haré unas preguntas.
– Claro, las que necesite –dibujó una amable sonrisa en su rostro–.
La agente sacó sus esposas, y los guardias del pasillo se acercaron a ver qué pasaba situándose al lado de hombre que se encontraba tendido en el suelo. Fue en ese instante cuando nuestra "amiga" se levantó tranquilamente, y salió de las sala. Fue al pasillo de pasajeros y se quedó esperando a ver si aparecía la otra mujer, la cual hizo su aparición por la puerta de personal.
Cuando abrió la puerta se quedó extrañada ante la escena "¿qué demonios ha pasado aquí?", y a continuación enseñó su placa a los guardias.
– Agente Wells –dijo para identificarse– Myka, ¿qué ha pasado aquí? ¿Cómo le has dado alcance tan pronto?
– Se tropezó con el bastón de una mujer. Está ahí sentada –sin levantar la mirada señaló una silla vacía–, esperando a que termine para hacerle algunas preguntas. H. G. ¿te importaría hacérselas tú?
– ¿Qué mujer? Ahí no hay nadie –Señalaba el lugar donde se suponía que debía encontrarse la testigo–.
– ¿Qué? –Dijo usando un tono muy agudo–.
– Digo que tu testigo se ha volatilizado…
No necesitaba saber más. Ese físico… y ese marcado acento inglés… "es ella, sí que lo es" además se identificó como Wells y la otra la llamó por su nombre. Aquella mujer tenía razón. Era ella y estaba igual que la última vez que se vieron allá en 1899.
El que H. G. Wells estuviese por aquí explicaba muchas cosas a nuestra desconocida, como el que le hubiese salido una cana después de 112 años sin un solo cambio en su cuerpo, el porqué empezó a sentir la necesidad de buscar algo, pero no sabía el qué desde hacía un año… Se alegró porque esta vez no era su cerebro gastándole una broma de mal gusto.
Su mejor amiga había vuelto de vete tú a saber dónde estuvo esos 112 años. Le hizo la promesa de esperarla, pero en ese momento tenía demasiado miedo como para acercarse "ni si quiera sé si ella quiere verme". Además parecía no estar sola. Así que se montó en el avión de regreso a casa "si Helena quiere encontrarme... me encontrará".
Capítulo 2
Myka se acercó con prudencia a Jasón y a la mujer que se encontraba a su lado, desenfundó su arma y les apuntó.
– Agente Bering del servicio secreto ¡Apártese! – lanzando una mirada heladora–.
La mujer parecía asustada y empezó hablar muy deprisa pidiendo disculpas mientras señalaba el bastón que tenía en su mano.
– No se preocupe –dijo la agente Bering mientras sacaba sus esposas para ponérselas a Jasón y así registrar su cuerpo, al mismo tiempo señaló una silla– si no le importa siéntese ahí un momento, después le haré unas preguntas.
La chica se fue renqueando hasta la silla y se sentó.
– No se preocupe, las que necesite – sonrió amablemente–.
Esperó a que la mujer se sentase para empezar a esposar a Jasón, no quería ninguna sorpresa de último momento. A continuación se puso a registrar al hombre del suelo y al verla los guardias que estaban la entrada del pasillo de la zona VIP se acercaron para ver qué pasaba.
– ¿Se puede saber quién es usted y qué está haciendo? –Deslizaba su mano sobre el arma de su cinturón–.
– Agente Bering del servicio secreto, estoy en misión oficial. Si me permiten les enseñaré mi identificación –sacó su placa para enseñársela a los guardas, estos asintieron y se la guardó–.
– De acuerdo agente, nos quedaremos aquí para evitar que nadie la moleste en su trabajo.
– Muchas gracias, si necesito algo se lo haré saber –respondió Myka con una sonrisa en su boca–.
La mujer de pelo castaño estaba terminando de registrar al hombre. Tenía el arma, la cartera, el móvil… sólo le faltaba el objeto. La puerta que tenía al lado se abrió de manera repentina haciendo que los guardas volvieran a echar la mano sobre las fundas de sus pistolas. Una confundida agente enseñó su identificación muy despacio.
– Agente Wells. Myka, se puede saber ¿qué ha pasado aquí? ¿Cómo le has dado alcance tan pronto?
– Bueno Helena, por lo visto se tropezó con el bastón de una mujer. Está ahí sentada –dijo mientras apuntaba hacia una silla vacía–, esperando a que termine para hacerle algunas preguntas. H.G. ¿te importaría hacérselas tú?
– ¿Qué mujer? Ahí no hay nadie –se apartó un poco de la trayectoria visual de Myka para dejarla ver–.
Myka levantó la mirada de Jasón mientras agarraba el objeto:
– ¿Qué? –Dijo usando un tono muy agudo–.
De los labios de la agente Wells salió una sonrisa maliciosa y con tono de burla la respondió:
– Digo que tu testigo se ha volatilizado…
La mirada de la agente Bering se volvió muy seria.
– Agentes por favor, ¿pueden llevar a este caballero a la zona de seguridad del aeropuerto mientras hablo con mi compañera?
– Cómo no, las esperamos en la sala de interrogatorio.
En cuanto los guardias desaparecieron por la puerta Myka se giró bruscamente hacia H.G.
– Helena esto no es gracioso, tengo el objeto, pero no sabemos si se ha podido llevar algo o si estaba orquestado. Tenemos que encontrar a esa mujer antes de que desaparezca.
– Has dicho que esa mujer usaba un bastón, ¿has pensado que a lo mejor tenía que cojear un vuelo? –Empezó a reír a carcajadas– ¿Lo pillas? Cojear un vuelo, porque es coja jajaja.
– Por favor dime que no acabas de hacer un mal chiste sobre cojos, y que encima te hace gracia –se llevó la mano a la frente–.
De repente la agente Wells dejó de reír y miró con ojos de cordero degollado a la otra mujer.
– No, no lo he hecho.
– ¡Por Dios Helena! Le voy a decir a Artie que no puedes hacer tantas misiones seguidas con Pete –empezó a golpear el pecho de Wells con el dedo índice–, te está corrompiendo. No voy a permitir que te conviertas un clon de él, con un Pete tengo suficiente.
– ¿Sabes? Pete tenía razón –señaló su entrecejo–. Cuando frunces el ceño te salen una arruguita en la nariz.
Myka relajó el rostro para volver a ponerse seria.
– No sé si enfadarme por haber sido víctima de una broma en un lugar inapropiado o abrazarte porque no te estés convirtiendo en un clon de Pete.
– Si se puede elegir me quedo con el abrazo –extendió los brazos con la esperanza de que la diesen un abrazo–.
– Se puede elegir entre ir al área de seguridad del aeropuerto para interrogar a Jasón o pedir a los vigilantes que manden los vídeos de seguridad al almacén.
Continuará.
