Ninguno de los personajes me pertenece, son obra de Rumiko Takahashi. Lo único mío es la historia, hecha sin fines de lucro, sólo para entretener. Y empuercar sus puras mentes.

Advertencias: Este fic NO es apto para menores de edad o personas sensibles. Puede o no contener: Violencia, crack, lenguaje explícito o hiriente, AU, OU, Post manga, semi AU. Lo que es seguro que contenga: Lemon y lime. Los capítulos no tienen relación entre sí, en caso de tenerlo será aclarado al inicio.

Advertencia extra para este capítulo: Yaoi.

Este fic participa en el Concurso de Miroku "Cincuenta prompts más sensuales" del foro "¡Siéntate!".


Capítulo I. ¡Abarero!

Las luces tenues, sensuales, enfocadas sobre el escenario que mostraba bailes eróticos. Música acorde, ambiente de fiesta y celebración coronada con el tema "Despedida de soltero". El local cerrado, con tan sólo un puñado o dos de público sentado sobre las sillas rojas posicionadas estratégicamente alrededor del centellante escenario. El motivo de la exclusividad: Uno de los trabajadores del dueño de ese –entre otros– negocio estaba por echar la soga al cuello. Así que se acordó hacer una buena celebración para el hombre, que, en realidad, no estaba para nada emocionado por su matrimonio.

Una de las bailarinas bajó del escenario entre vítores ansiosos y silbidos, se dirigió al festejado con un caminar sensual, contoneando la cadera y estirando en cada paso el liguero que sujetaba sus medias lilas. Un conjunto de ropa interior del mismo tono, con detalles rosados, adornado por algunas cadenas plateadas y el brillo de algunas piezas de pedrería. Se detuvo frente al hombre de larga cabellera negra con reflejos azulados, atada en una trenza, piel morena. Sus ojos azules siguieron con lujuria la silueta que se posó frente a él y comenzó a pasar las manos por la figura curvilínea. No necesitaba invitación, sabía que el trato que recibiría era exclusivo. Al menos un consuelo antes de ser obligado a llevar a cabo un negocio que no terminaba de ser su tipo.

Era un papel, nada más, una ceremonia que ni siquiera pasaría del juzgado. La que sería su mujer también era hermosa, sensual, con un temperamento de fiera y una sagacidad increíble para llevar a cabo los trabajos que su padre le encomendaba. Sí. Se iba a casar con la segunda hija de su jefe: Kagura Hitomi. Una mujer que, si bien era deseable para un acostón, no lo era para una vida matrimonial –aunque en realidad el casarse nunca estuvo en sus planes. Él era un hombre que buscaba vida aventurera, no esas estupideces sin sentido–. Chasqueo la lengua y sonrió de medio lado sin despegar la mirada de aquella silueta, el rostro también era hermoso, pero poco le importaba. Sus facciones, al igual que la del resto de las chicas en la celebración, no serían algo que recordaría al día siguiente. No era importante. Nunca lo era.

La chica le susurró algo, en tono coqueto y acaramelado. Él no dudó en aceptar, por lo que la bailarina se levantó y lo tomó de la mano, haciéndolo ponerse de pie para poder llevarlo a través de las butacas hacia la sección privada del recinto. Los invitados celebraron enloquecidos al ver eso, gritos escandalosos que competía contra el buen sonido del establecimiento. O al menos casi todos celebraban.

Al poco tiempo varias bailarinas más bajaron, buscando la atención de los principales invitados a la celebración, aquellos que eran invitados del futuro novio, no como el resto, que estaba ahí por premiación del jefe de todos. Alguno de los "afortunados" rechazó asqueado la invitación de la mujer que se acercó a él haciendo movimientos coquetos. La mujer se alejó entre risas burlonas mientras lo miraba con supremacía, avanzando hacia algún otro afortunado que tendría la cortesía, ella igual cobraría el trato especial.

–Maldita perra, te mataré, y ni en el infierno estarás segura de mí– se levantó con la mandíbula apretada y el gesto enfurecido. Haciendo que los otros cinco perros de pelea con los que se codeaba voltearan a verlo.

La mujer, se dio la vuelta, anticipando los deseos de sangre del hombre "amanerado". Y lo miró retadora.

–No querrás tener problemas con Naraku, Jakotsu– Sonrió ladina, y acarició su corto cabello negro mientras lo observaba fijamente –. Por cierto, tu tono de labial me encanta, ¿podrías pasarme luego la tienda donde lo conseguiste?

Algunas risas salieron de varios invitados. El ofendido estaba con las manos atadas aunque no lo quisiera, aun con la sangre hirviendo y los ojos negros encendidos en furia asesina. Su paciencia era poca y ya había perdido la cuenta –en realidad nunca la llevó bien– del número de advertencias que le había dado su jefe, así que supuso que no era tan malo acabar con una de sus perras favoritas, siempre podía conseguir más. Pronto una mano se posó en su hombro, obligándolo a voltear, casi escupiendo al hablar –¿Quién se atrev-

Las palabras se quedaron incompletas, el rostro era el menos esperado debido a la situación –Hermano Bankotsu… ¿Qué no estabas en…?– volvió a apretar los dientes, y de nuevo hizo el gesto de repulsión, de verdad que no podía entender a sus "hermanos".

–¿Qué haces molestando a Jakotsu, Yura? Serás un buen material para Naraku, pero no se te olvide con quiénes estás tratando. Nadie es irremplazable, mucho menos un culo bonito.

La mujer sonrío coqueta, acariciando su tersa piel y haciendo a un lado algún mechón que había decidido cubrir su rostro –No es mi culpa que él esté en un lugar en el que no encaja, querido. Pero– suspiró, como resignándose, una discusión aburrida que sabía no llegaría a algún lado –, no puedes culparme, él es lindo a pesar de todo. Enciende mi deseo.

Se dio la media vuelta y se acercó de nueva cuenta a un cliente que sí estaba interesado en ella, Bankotsu resopló pero dirigió su atención a Jakotsu, quien claramente seguía molesto. Le sonrió divertido mientras que le daba un codazo –Vaya, al parecer eres más popular con las mujeres de lo que quisieras ¿no?– Su actitud era risueña y aparentemente despreocupada. Volteó a ver al resto de asesinos a sueldo que conformaban su equipo y les hizo una seña, con la que ellos entendieron que se ausentaría un rato para darle un respiro al que por poco derrama sangre en medio de la celebración.

No hicieron falta más palabras, asintieron y siguieron en lo suyo, poco preocupados por lo demás. Eran conscientes de que Jakotsu no estaba en su elemento y ya había resistido durante mucho tiempo.

–No es para nada gracioso, hermano Bankotsu. Son asquerosas, y esa arpía maldita se pasó de la raya– el cambio de actitud era evidente, ahora sólo se limitó a un pequeño puchero mezclado con refunfuño que hizo que el moreno sonriera, aún más divertido.

Caminaron uno al lado del otro hasta llegar a una oficina del recinto, un lugar donde la música apenas era un eco lejano y podían hablar con tranquilidad, además el moreno también necesitaba un respiro, esa noche pasaría rápido, la semana también lo haría y en un respiro estaría casado. Vaya alegría.

–¿Seguro que la idea de la boda es la mejor opción?– Jakotsu se sentó sobre el escritorio, subió las piernas y adoptó una posición de flor de loto que él hacía parecer bastante cómoda. Tan sólo hizo unos papeles a un lado, cosas de poca importancia si es que estaban fuera, a la vista de cualquiera.

–No es una opción, en realidad– Bankotsu se sentó con despreocupación en un asiento de cuero rojo, los brazos sobre el respaldo y una pierna sobre el muslo de la otra –, pero no importa. Es sólo un papel. Vendrá acompañado de una buena compañía para no dormir, eso sí. Pero de ahí en fuera todo seguirá como antes. No planeo jurarle estupideces vacías, la vida es muy corta para eso – hizo un gesto pícaro, la mirada astuta –… Además, probablemente ella tampoco piense hacer ese tipo de cosas.

El otro no pudo evitar reír, Bankotsu sabía lo que quería, y ningún contrato lograría que eso fuese distinto. Al menos eso lo tranquilizaba, él seguiría siendo el mismo… Y seguiría estando igual de lejos.

–Sigue sin parecerme tan bueno, pero si tú estás resignado– sonrió con cierta malicia–, igual ella siempre puede sufrir un accidente. La muerte no avisa.

–Exacto, por eso hay que aprovechar la vida. Aunque siempre y cuando ella no dé problemas, dudo que sea necesario eliminarla.

–Tan sólo digo, si es que llega a ser necesario. Yo estaré encantado de hacerte el favor.

Bankotsu sonrió mientras negaba con la cabeza, no era que le molestara la idea de su amigo, simplemente le parecía divertido escucharlo.

Un silencio se formó tras concluida la plática, no era incómodo pero era algo pesado. Ligeramente apesadumbrado.

–¿Entonces te quedan tres días, eh? Qué horror, suena como una sentencia de muerte muy corta. Y tú los desperdicias en mujeres aburridas– el de ojos negros rompió el silencio, no queriendo seguir hundiéndose en sus pensamientos –. Yo conozco bares de verdad, mucho más divertidos y entretenidos. Aunque si hablamos de hombres de verdad, prefiero ir de cacería, muchas veces me encuentro con verdaderos retos ¡Eso sí que vale la pena!– sus ojos centellaron con ilusión, y sus manos acompañaron con mímica sus palabras. Lucía cual chica enamorada –… Me ponen la piel de gallina de sólo pensarlos.

Bankotsu levantó la ceja, como tratando de descifrar lo que le decían y encontrarle sentido –Jakotsu, faltan seis días para la boda, no tres. Y está bien que seas raro– mientras él hablaba, Jakotsu hacía cuentas con los dedos, intentando hacer que su cuenta encajara con lo que le había dicho a su hermano –, pero no quieras que los demás seamos así.

–¡Eres malo! Ni siquiera puedes decir que no te gusta ¡Nunca lo has probado!– hizo un puchero que le obligó a cruzar los brazos, pero nunca dejó de observar a su interlocutor.

–¡Ey, tú tampoco has probado a las mujeres y dices lo mismo!
–¡No es igual! Es… es muy diferente ¡Definitivamente!– una sonrisa pícara se formó en sus labios, bajó lentamente de su asiento y se acercó provocativamente hacia el moreno –Si se trata de mí incluso no notarías la diferencia.

Bankotsu sonrió creyendo que era una broma, una táctica para hacerlo retractarse de su punto de manera fácil. Su más fiel aliado era consciente de que ese tipo de cosas distaban totalmente de lo posible, así que era obvio que no se trataba de más que un juego.

–Oh ¿en serio?– siguió en la misma pose relajada, sin esperar algún otro avance.

–Claro que no, tonto. Claro que hay diferencia ¿quieres descubrir cuál?– sin esperar respuesta se sentó de piernas abiertas sobre Bankotsu, en lo que el otro procesaba lo que estaba pasando decidió que era ahora o nunca: Lo besó. La vida debía vivirse, eso era un lema, casi su biblia. Si iba a morir mañana, o incluso después de hacer eso, ya no importaba. Llevaba años ansiando ese y más contacto, con ello al menos una parte de su lista de deseos secreta era cumplida.

El moreno tardó un par de segundos, sus reflejos rápidos no estaban entrenados para recibir un ataque de ese tipo. Hizo el rostro hacia atrás y empujó al atacante levemente. Su propio rostro estaba ligeramente pálido y la expresión sorprendida no se disimulaba. Se topó con una sonrisa en el rostro ajeno, que contrastaba completamente con su creciente ceño fruncido.

–No me culpes, tú nunca te negaste– a pesar de todo, escondido detrás de la sonrisa había un tinte de dolor. Era feliz de que al menos le permitieran seguir en la misma posición –Hermano Bankotsu, por mi culpa perdiste tu privado. Déjame compensarlo, la matanza no es mi único talento– levantó el puño y con su tono de voz intentó que la frase sonara cómica.

–Que me llames hermano en esta situación sólo hace que me sienta más enfermo– las palabras eran duras, pero ninguna acción las respaldaba, o al menos no lo suficiente para lograr que Jakotsu se alejara o deshiciera la posición que había adoptado.

–Bankotsu– su nombre por sí sólo lograba un cosquilleo extraño en sus labios, que sumado a la situación logró que en su pantalón se formara una erección, bien cubierta por el kimono que llevaba encima y le cubría todo el cuerpo.

Logró que el aludido se estremeciera de forma involuntaria, apretando los dientes y sin parecerle el chiste –La broma ya fue muy lejos, en serio–. Esta vez empujó un poco más a Jakotsu, pero sonrió intentando aligerar el ambiente, como si todo le hiciera gracia. Elevó el tono de voz y habló hacia la puerta –. Está bien, chicos. Pueden salir, no estoy molesto pero vaya broma que se armaron.

Jakotsu dejó escapar una risita y cubrió un poco su boca, le sorprendía hasta donde podía llegar la inocencia del otro… O tal vez era negación, quién sabe.

Aprovechando que no lo habían empujado del todo y haciendo gala de sus movimientos rápidos –cual serpiente tramposa–, tocó la entrepierna del moreno para poder estimularlo por encima de la ropa. Sorprendiéndose al sentir un bulto endurecido, aplastado por la ropa interior ajustada que su portador solía usar siempre. Movió con lentitud su mirada desde el reciente descubrimiento hasta el rostro molesto, sonrojado –Ba… Bankotsu

La respuesta que obtuvo se limitó a un rápido contraataque que lo puso de espalda sobre el sofá, con las piernas aun separadas y la mano ajena en el cuello. Los ojos azules mostrando cierta amenaza.

–N-no tengo problemas– le costaba hablar con la mano cortándole cada vez más el oxígeno–. No diré nada. Tienes mi completa lealtad, y asumo las consecuencias. Me pasé de la raya-

Bankotsu cerró los ojos y soltó un suspiro. Deshizo su agarre del cuello y se sentó de nuevo sobre el sofá, cubriendo su rostro con las manos y una actitud seria. Lo habían descubierto, y no tenía forma de ocultarlo.

A pesar de que la situación era terrible, Jakotsu sentía que estaba desaprovechando una oportunidad que nunca volvería a surgir –Lo de compensarte sigue en pie ¿sabes?... Sólo diversión. No pasará más. Una noche y mañana olvidaremos todo.

–No digas esas cosas… No hables de ti como si fueras un objeto. Es fácil olvidar rostros cuando no hay ningún sentimiento de por medio, pero tú eres mi amigo.

Una ligera sonrisa enternecida se dibujó en el rostro del mercenario de labios carmín, acomodó un poco su kimono –Sólo soy realista. Tómalo como un poco de café después de oler muchas flores. Incluso… podrías tomarlo después si lo necesitas.

Al fin la trenza cayó hacia el lado contrario cuando Bankotsu volteó el rostro para ver a su "hermano", esta vez una sonrisa audaz estaba posada sobre sus labios –¿Hablas en serio?– un brillo cómplice en su mirada conectó con la de Jakotsu

–Claro– le costaba creerlo, pero estaba pasando. Abrió coquetamente el kimono, dejando su pecho desnudo a la vista, se acercó de nueva cuenta, esta vez sin temor al rechazo.

Fue bien recibido esta vez.

La noche a penas empezaba, probablemente él no sería el último encuentro del joven de cabello azulado, pero tampoco era algo que le molestara. Pronto el kimono quedó sólo colocado en sus hombros, sin cubrir su cuerpo. Y Bankotsu estuvo conectado a él de una forma tan íntima que sólo la pensó en sus sueños. Nadie podría sospechar jamás lo que estaba ocurriendo ahí, lo sabían. Les daba oportunidad de dejar al instinto fluir y a la carne saciarse. Al final, ambos se dieron una mirada que sellaba el pacto y una sonrisa que anunciaba el final.

El moreno se deshizo la trenza para volverla a acomodar al tiempo que veía de reojo a Jakotsu volver a poner el kimono en su lugar –Al final tenías razón… Aunque sí hay diferencia, no estuvo nada mal– la sonrisa se amplió.

La sonrisa fue correspondida por otra igual, aunque él no pudo evitar relamerse los labios, travieso. Por alguna razón podía intuir que no era un borrón, o quizá sólo eran sus propios deseos de repetir la ocasión.

Ambos colocaron todo en su sitio, como si nada hubiera pasado, una rápida visita al baño y pronto estarían junto al resto. La noche continuaría, también la celebración, pero ahora ambos sabían algo que nunca dirían a los demás. Compartían un camino, y ahora también un secreto.


¡He vuelto! Y he logrado al fin cumplir con uno de los sensuales retos de ¡Siéntate! Esta vez, estamos celebrando el mes del amor al más puro estilo de Miroku así que seguro habrá varios fics deleitables por el fandom gracias al foro.

Gracias por leer hasta acá, espero empezar a sacudir el polvo de mis dedos y traerles actualizaciones del resto de mis fics. Sé que no es de mis mejores obras pero me siento contenta con el resultado, explorando personajes que no había utilizado como principales y a los cuáles tuve que dar una repasada. Por ahora ¿qué les parece? ¿Me regalan un review?

Por cierto, muchas gracias a YumiPon quién me ayudó a ponerle pies y cabeza a este capítulo de locos jiji.