Los personajes de Once Upon a Time aquí mencionados no me pertenecen
Esta historia está basada en un anime noventero llamado "I my me! Strawberry Eggs". La narración corre por mi cuenta, lo diálogos también, aunque la idea se mantiene (ya saben lo raro que pueden ser los japoneses cuando hablan) Es un School life, trataré de que sea mucho más que una adaptación, y de dar con las personalidades de los personajes de la serie, agregaré detalles nuevos y por qué no situaciones no contadas en la historia original, por lo demás también tendrá un final distinto. Probablemente no han visto este anime, si lo van a ver para ver qué pasa puede que se confundan, así que mi recomendación es sólo verlo después del final del fic, sólo en este primer capítulo les dejaré el link de YT (de la forma tramposa porque en FF no se puede) para que ustedes juzguen como hice el trabajo de adaptación en esta primera entrega, y entiendan qué es lo que hice :P
NOTAS IMPORTANTES
-Regina Mills tiene 31 años y Emma Swan tiene 14 años. En general los demás personajes (alumnos principalmente) tienen la misma edad de Emma.
-Lo escrito en cursiva siempre serán pensamientos
-Lo más importante, el clima de Storybrooke cambia totalmente a uno más cálido, y la playa es más parecida a lo que conocemos, no tan fría, así que olvídense de los abrigos y las noches de frío.
Capítulo 1: Debo sacarme los tacones
La vida de Regina Mills siempre fue acomodada y llena de lujos debido a la gran fortuna que ostentaban sus padres, jamás sintió la necesidad de trabajar, sin embargo siempre ocupó su tiempo en estudios y hobbies. En no mucho tiempo salió de la escuela de música con honores, practicó la gimnasia olímpica como pasatiempos ganando varios torneos y obtuvo la pedagogía en literatura en la Universidad de Maine. Todo bien hasta que su madre encontró unos escritos en su diario de vida donde se confesaba lesbiana, lo que hizo que fuera desheredada y dejada en la calle siendo rechazada por su familia. Se quedó con lo poco que tenía ahorrado de la pensión que sus padres le daban, todas sus pertenencias fueron puestas en maletas y dejadas en medio de la calle por el mayordomo, incluso su mascota sufrió las consecuencias, el pobre Pongo, su amado dálmata también fue echado a la calle junto con ella.
En estas condiciones llegó la morena a Storybrooke, a trabajar como profesora de música en la escuela e internado Saint Gold. Le costó un poco convencer al director de la escuela, que por cierto lleva su nombre, de que la contratara, debido a la nula experiencia en su currículo, sin embargo pensó que debido a sus múltiples aptitudes no podían dejarla sin trabajo. Fue un poco extraño el darse cuenta de que ella era la única mujer entre toda la planta de profesores, y no tardó en temer tener algún problema por ello, aunque ya estaba acostumbrada a alejar a hombres que la pretendían de forma casi artística.
El mismo día que consiguió el puesto en la escuela encontró un lugar donde alojar, se trataba de "La Casona de La Abuela", un lugar bastante acogedor pero con inquilinos bastante extraños. Era el caso del petizo Leroy y Killian el manco, un par de hombres poco maduros que siempre se metían en problemas debido a sus andanzas secretas, la verdad más que adultos parecían adolescentes en todo su esplendor.
El asunto es que el segundo día de estadía la Sra. Lucas le cobraría la renta, y a su pesar cuando fue contratada no se le ocurrió pedirle un adelanto del sueldo al director Gold, y no tenía absolutamente ni un solo peso, porque se lo había gastado todo en la mudanza hacia Storybrooke y en acomodarse ahí. Suerte que había dejado a Pongo con una nota en su cuello avisando que se había ido a trotar en la mañana para que no pensara que estaba haciéndose la tonta con lo del pago, porque el día anterior pudo ver lo peligrosa que era la abuela cuando cobraba la renta, sobre todo con Leroy y Killian, literalmente los persiguió a balazos, sí, literalmente, y aunque eran balas de goma, eso debía doler.
Decidió que más tarde iría a hablar con el Sr. Gold ya que en el aviso que encontró en el periódico también necesitaban un profesor de Educación Física, y como ella era gimnasta olímpica podría aceptar ese cargo por un sueldo extra que pediría por adelantado. Como siempre iba confiada, esto no era tan terrible como lo estaba imaginando.
—Buen día alumnos –Regina trotaba y saludaba a los jóvenes que iban camino a la escuela. No era un saludo muy animado, sino que más bien lleno de educación y clase, la verdad es que tampoco tenía el ánimo muy elevado debido a lo que le había pasado con su familia, pero no por eso dejaría de tener toda la elegancia y buenas costumbres que la caracterizaban.
—¿Y esa belleza quién es? –Comentó August siguiendo con la vista a Regina mientras corría.
—No te pases, que es bastante mayor, es la nueva profesora de música, la Señorita Mills –Graham le golpeó el hombro tratando de que desistiera de mirarla.
—Déjame fantasear compañero, que está como quiere.
Emma Swan, la inocente, un tanto tímida y torpe rubia del primer año de secundaria, iba subiendo la cuesta que llevaba a la escuela mientras leía con cara embobada su nuevo libro en la Tablet. Un sonido de una lata de refresco sonó por el suelo y no pudo evitar sacarla de su trance.
—¡Hey Neal! No debes tirar basura al suelo, eso es de muy mal gusto –le gritó esperando que la lata llegara rodando a su lado para recogerla, pero fue un intento fallido porque se le escapó de las manos.
Sin darse por vencido, la pequeña Swan corrió cuesta abajo persiguiendo la lata, pero no faltó más que unos metros para que se tropezara y cayera al suelo. La quedó mirando cómo se iba hasta que llegó a los pies de Graham, el cual la tomó con un pie, levantándola como si dominara un balón y tomándola con una mano.
—¡Graham! –Corrió hacia el emocionada por haberla atrapado, descansando y tomando aliento por su corrida- Muchas gracias, eso fue genial –le dijo sorprendida por el acto de malabarismo.
—Pero si eres tan genial Graham –August aparecía por detrás con una sonrisa de burla.
—Pero si se nota que ella muere por ti amigo –Ahora Eric, lo molestaba por el otro lado.
Graham no pudo evitar ponerse rojo ante las burlas de sus compañeros, así que no le tomó importancia al cumplido de Emma y volvió a tirar la lata hacia abajo.
—Eso no es correcto Graham, ahora debo ir de nuevo por ella –corrió otra vez en busca de la lata.
—Graham, ¿Estas molestando a la pobre Emma? –aparecía Ruby para enfrentarlo junto con Belle.
—Ahh ya cállate, no te metas.
—¡Dime eso de nuevo y te parto el rostro! –se tomaba las manos en signo de preparase para pelear.
Un estruendoso ruido de latas, bolsas y quizás que otras basuras sonaron no muy lejos de ellos. Era evidente que Emma había alcanzado la lata pero con el aventón de la corrida se estrelló contra un gran basurero cayendo con la mitad del cuerpo adentro en una posición no muy favorable, porque mostraba gran parte de su ropa interior.
—¡Emma! ¡Pero qué demonios! ¿Estás bien? –preguntó Ruby, corriendo con Belle para socorrerla.
—Ruby, Belle –se comenzó a reír de su desgracia- Sí estoy bien, y lo mejor es que ahora no tengo que buscar un basurero –se rio a carcajadas mientras se ponía de pie y arreglaba su uniforme.
—Definitivamente para ti Emma debería considerarse un estado mental autodestructivo el permitirte correr, mujer que eres torpe no insistas con eso –se rieron las tres juntas.
Luego en clases esperando al profesor, estaba Belle viendo una revista de modas donde un guapo modelo posaba desnudo de espaldas dejando ver su moldeado y duro trasero, enseñándoselo a Ruby.
—Bromeas que éste tipo es tu novio –a Ruby se le agrandaban los ojos.
—¿No es bello? Pues claro, mi novio es modelo –decía jactándose.
—Yo también quiero uno así, si tú puedes por que no yo –decía enojándose por la mala suerte de aun estar sola.
—Préstame eso para acá –le quitaba la revista- por eso nunca consigues novio, eres tan enojona –ahora le mostraba la foto de su novio a Emma- Mira Emma, ¿No es sexy? ¿Qué dices?
—Sí, claro que es sexy –corría la vista sintiéndose avergonzada, riéndose de nervios por ver un trasero descubierto.
—Pero mira la foto bien –le restregaba insistentemente en la cara la foto a Emma pero esta se reía pidiendo que la dejara en paz, acaparando la mirada molesta de Graham por el escándalo que tenían por el asuntito de su novio.
—Belle ya déjala tranquila, Emma no está preparada para ver este tipo de cosas.
—Claro que está lista, el amor verdadero es genial –se tomaba el pecho con las manos- es como una punzada en el corazón, sintiéndote feliz y triste a la vez –Emma la miraba con admiración por lo adelantada en cosas del amor que era Belle- Ay Emma ya no me mires así, no te emociones tanto, es simple, cuando encuentras a alguien que te gusta, debes ir con él sin importar lo que pase.
—Creo que algún día me enamoraré, pero es que soy tan lenta. Además por ahora sólo me interesa poder tocar mi violín –Emma sonreía volviendo a darle una mirada a la revista.
—Da igual si vas rápido o lento, cuando el tiempo llegue tu cuerpo se moverá a tu propio ritmo –Belle le acariciaba el pelo, sintiendo ternura por la inocencia de la rubia.
—¿En serio crees que algún día sucederá? Sería genial.
—¿De qué hablan señoritas? –Entraba a la conversación la siempre impecable y correcta Ariel.
—¡Ariel! Mira el novio de Belle, es modelo –Emma le ponía en frente del rostro para que mirara al modelo.
—Des… nudo –se tapaba la boca retrocediendo abriendo los ojos como si hubiese visto lo más traumante de su vida.
Todos se quedaron viendo a Ariel, la cual aún no sacaba la vista de la foto, en gran parte por su cara de horror y el ruidoso hipo que le produjo tal sorpresa.
—Ops! Ariel es peor que Emma cuando ve chicos –dijo Ruby dirigiéndose a Belle.
—Eso es cierto, no lo pensé –se lamentó Emma- Perdóname Ariel, lo siento.
Ahora las miradas no eran de soslayo como antes sino que eran descaradas y un tanto molestas, porque del puro nervio Ariel comenzó a reírse enfermamente ante la ocurrencia de Ruby sobre lo que le provocaban los hombres.
Luego de haberse duchado y cambiado a su perfecta ropa formal en los camarines de la escuela, Regina se dirigió a la oficina del Sr. Gold. A pesar de no haber pedido audiencia con él se le permitió la entrada. Antes de que pudiera buscar el escritorio del director se encontró de frente con él a lo lejos, que estaba con su asistente el Sr. Sidney.
—Espero que sea breve Señorita Mills, lleva sólo dos días de trabajo en esta escuela y ya ha tomado gran parte de mi tiempo ¿Qué es lo que quiere?
Regina se sorprendió, pero no dejó que se pudiera dilucidar en su rostro, eso jamás, aunque no estaba acostumbrada a que la trataran así, tampoco se desarmaría en disculpas.
—Por mi currículo puede ver que tengo otros estudios y habilidades Sr. Gold, y por lo que sé están buscando un profesor de Educación Física, me gustaría poder tomar ese cargo además de la clase de Música.
—Interesante, una mujer que cree que puede hacer dos trabajos. No señorita Mills, además ese cargo sólo está disponible para un hombre, como todos los demás cargos de esta escuela.
Regina se sintió realmente ofendida, nunca nadie la había tratado de incompetente con ninguna labor, pero el hecho de que el director hiciera ese comentario tan machista hizo que le salieran chispas por los ojos, realmente no pudo evitarlo.
—Y se puede saber… ¿Cuál es el motivo? –Regina lo increpó posando sus manos en el escritorio con un semblante casi ofensivo.
—Parece que no sabe nada del Saint Gold, no contratamos a ninguna mujer en nuestro recinto, usted ha sido la única excepción, tampoco es algo que yo hubiese querido, es sólo que el principal proveedor y colaborador de esta escuela, el Sr. Midas, lo impuso como nueva regla de que al menos uno de los profesores debe ser mujer –guardó silencio por un rato y comenzó a hojear otra vez el currículo de Regina- Verá Señorita Mills, no me impresionan sus estudios, si la dejamos con el puesto de la clase de Música, fue por eso y en parte porque averiguamos que usted es lesbiana, lo que me hizo pensar que sería un poco más competente pero por lo visto molesta igual que todas.
—¿Qué? –A Regina se le desfiguraba el rostro, no era que anduviera repartiendo por el mundo sus preferencias sexuales, pero esto sobrepasaba su tolerancia- Supongo que debo tomar esto como discriminación Sr. Gold.
—No me lo tome a mal, la filosofía en esta escuela simplemente no concuerda con la enseñanza femenina, nuestro lema es "El hombre debe proveer, el hombre es el pilar de la familia". En cierto modo estamos educando a jóvenes que puedan mantener su familia en la moral y las buenas costumbres, las mujeres deben preocuparse de cuidar a sus hijos y a su esposo y los hombres deben educarse e instruirse para tener una familia exitosa y proveerla de lo necesario. Si bien, Saint Gold fue fundada con educación mixta, gradualmente hemos reducido la cantidad de estudiantes femeninas de la escuela, no tienen mucho que hacer aquí, menos mujeres enseñando.
—No estoy de acuerdo con usted y su filosofía Sr. Gold, las mujeres también somos capaces de mantener en pie una familia dentro de la moral y las buenas costumbres, pero por sobre todo con amor verdadero.
—Amor, eso debilita cualquier proyecto, el amor te hace débil.
Sin poder conseguir nada y sintiéndose muy ofendida y menospreciada Regina se retiró de la oficina. Creía que jamás en la vida iba a tener que escuchar ese tipo de estupideces, a veces los hombres podían ser tan imbéciles, pensó.
Cuando Regina volvió a la casona de la abuela pudo sentir el aroma del almuerzo que comían los inquilinos, se dio cuenta de que no había comido nada desde temprano en la mañana cuando salió a correr, que no fue más que una pobre manzana roja, no se quejaba, eran sus favoritas, pero ahora mismo podría devorar lo que fuera. Pongo, su dálmata estaba comiendo unos metros más allá de la mesa en su plato, lo que la tranquilizó porque con todo lo que tenía en la cabeza había olvidado dejarle su comida. Sus ojos brillaron cuando descubrió que en la mesa había un puesto con su nombre con el plato recién servido por la Sra. Lucas, se apresuró y tomó asiento con los demás.
No hizo más que dar una cucharada a la exquisita comida cuando sintió que un disparo salió en dirección a ella desde la cocina, haciendo que su plato tambaleara. Regina se quedó quieta, esto era demasiado enfermo, casi sentía que su corazón se le saldría por la boca. La abuela estaba totalmente loca.
—Tranquila, son balas de goma –se le acercó con el arma en la mano mientras con la otra extendía la mano- La renta.
—¿La renta? ¿ahora? –aún sostenía la cuchara en el aire sin poder moverse.
—Sí, la renta. Debe pagarse por adelantado los primeros cinco días del mes.
—Es que no tengo nada.
—¿Nada de nada?
—Nada de nada.
—Entonces si no hay pago de la renta, no hay comida ni para ti ni para tu perro –le quitaba el plato y luego el de Pongo, el cual hizo un sonido de tristeza al ser alejado de su manjar- y mañana mismo debes desocupar la habitación.
—No le quites la comida a Pongo, el pobre no come desde ayer –seguía a la abuela hacia la cocina, tomándola de la cintura tratando de hacerse la graciosa, en gran parte por el susto del disparo y el hambre que tenía, podría hacer cualquier cosa en este momento- además debo esperar a fin de mes para que me paguen en la escuela Saint Gold.
A la Sra. Lucas se le caían los platos al suelo.
—¿Has conseguido trabajo en Saint Gold? –La abuela se reía como enferma- vean acá y cuéntame eso, no puedo creerlo –tomaba a Regina y la introducía en una especie de ascensor escondido que había en la cocina y bajaban a un lugar desconocido para la morena- esto sí que no me lo creo, el idiota de Gold ha contratado a una mujer –Seguía riéndose y le pegaba a la pared del ascensor mientras bajaban haciendo que este se tambaleara.
Impresionante, increíble y sorprendente. Definitivamente la abuela algo escondía o estaba totalmente loca de la cabeza. En el subterráneo de la casona escondía todo un imperio de la tecnología, ordenadores de última generación, pantallas gigantes que mostraban mapas de todo Storybrooke, y un centenar de máquinas que dudaba que alguna vez pudiera ver como uso doméstico, esto parecía una central del FBI o la CIA. Lo que más le llamó la atención fue la colección enorme que tenía motocicletas, nunca había tantas Harley Davidson juntas.
Mientras recorría el lugar medio embobada por lo que veía, le contó lo que había hablado con Gold en su oficina, a la abuela no le sorprendía, parecía incluso no ponerle mucha atención porque se puso a hacer mecánica con una de sus motos sin mirarla siquiera.
—¿Me escucha bien Sra. Lucas? No me daré por vencida, conseguiré el puesto como sea y prometo pagarle toda mi deuda a fin de mes –con lo último dicho, la abuela levantó la cabeza como si hubiera dicho algo demasiado importante, incluso le brillaron los ojos.
—¿Cómo dices? –ahora la miró atenta.
—No voy a retirarme cuando alguien dice que las mujeres no somos capaces, eso es lo que digo –empuñaba las manos decidida.
—¿En serio te crees capaz? –ahora estaba más emocionada y expectante por la respuesta.
—Seré la primera mujer desde la inauguración de Saint Gold que probará que las mujeres somos algo más que un simple florero y….
La abuela la interrumpió con una estruendosa carcajada, como siempre cargada de insanidad.
—¿Sabes Mills? Me agradas, vamos a darle una buena lección a ese imbécil de Gold. Te ayudaré. ¡Ven rápido! ¡Empecemos!
Otra vez se quedaba impactada, la Sra. Lucas la llevó a una gran sala que parecía ser un centro de caracterización para hacer algún tipo de investigación encubierta. Montones de apartados con ropa de distinto tipo, zapatos por millares, mesas llenas de todo tipo de maquillajes, centenares de pelucas, moldes de silicona para cambiar formas faciales y una gran pasarela con espejos enormes a sus costados. Después de salir de su embobamiento y de su cuestionamiento de la real identidad de la Sra. Lucas, vio como ella le traía un montón de ropa masculina y se la tiraba en el suelo.
—Como te vea no es importante, el punto es que ese hombre te acepte como profesora ¿Cierto?
—Bueno, sí pero… -dudó un poco al entender que lo que planeaba la abuela era que se travistiera de hombre.
—¿Te la vas a jugar o no?
"Las mujeres sólo deben preocuparse de cuidar a sus hijos y a su esposo" Recordó Regina parte de las estupideces que Gold le había dicho, haciendo que tomara la decisión.
—¡Me la juego!
Estuvieron hasta pasada la medianoche discutiendo cómo sería su nueva forma masculina, si bien Regina no tenía una contextura muy grande ni varonil, la abuela tenía bastantes cartas bajo la manga para solucionar eso. Pero lo más evidente de la morena y que debían solucionar era su forma de caminar, primero la abuela examino su forma de caminar natural con y sin tacones, esto no iba a ser fácil.
—¿Siempre caminas cómo si fueras una modelo? Incluso sin tacones pareciera que los llevaras –le decía mientras sostenía un periódico enrollado que no tardaría en ser usado para golpearla- Vuelve a hacerlo.
—Ya, pero de verdad no sé cómo verme más varonil –le decía mientras volvía a recorrer la pasarela.
—Lo primero Regina, cuando camines deja de ir cruzando los pies, separa un poco las piernas –Golpe de diario en los muslos- No menees la cadera –Golpe en el trasero- y deja de relajar esos hombros –golpe en el hombro.
Luego de varias prácticas más o menos Regina caminaba como toda una lesbiana camiona, y con la ropa y el maquillaje correspondiente perfectamente pasaría por hombre, uno un tanto menudo, pero bastante atlético. La abuela le enseñó a usar las bases y polvos correspondientes para poder endurecer y poner un poco más tosco su rostro, que por sí ya era de facciones un poco cuadradas así que ni siquiera tuvo que emplear alguna silicona para solucionarlo, le enseñó también como debía llevar su pelo, que por ahora siempre había sido correctamente peinado, ahora debía ser un poco descuidado y desordenado pero no para tanto. Pero lo que más le pareció salido de una película de ciencia ficción fue la camiseta ajustada que le pasó, la cual tenía un dispositivo que al accionarlo inmediatamente hacia que su pechos redondeados se transformaran en un hermoso, fino y esculpido pecho masculino, no tan exagerado, más bien atlético y alargado, pero le impresionó verse con pectorales y abdominales tan bien formados, estaba claro que nunca podría sacarse su camisa, pero no era algo que alguna vez pretendiera hacer.
—Aquí tienes una identificación con tu nuevo nombre y tu título de pedagogía en Educación Física –le entregaba nuevos documentos, obviamente falsos.
—Rey Miller, ¿ese será mi nombre? ¿Qué clase de persona eres abuela? Todo esto es falsificado
—No me llames abuela –volvía a agarrar el diario enrollado y le propinaba un ligero golpe en la cabeza- ¡Y lo que yo sea es secreto de estado! Mientras los documentos los consigas de mi persona no tendrás ningún problema, confía en mí. Toma esto otro –le pasaba un colgante en forma de tabla de surf- tu voz será el mayor problema, úsalo cerca de la garganta y tu voz se transformará en una más ronca y varonil.
Regina se lo puso y comenzó a probar con su voz si lo que decía la Sra. Lucas era correcto, para su sorpresa así fue, una voz profunda y hasta sexy salía de sus cuerdas vocales.
—¿Cómo consigue estas cosas? –le preguntó asombrada por cómo se escuchaba ahora.
—Yo misma lo hice, tengo un doctorado en ingeniería electrónica. Ya basta de preguntas, ahora vístete que tienes que conseguir ese sueldo para pagarme la renta.
Regina era todo un galán caminando hacia el Saint Gold. Traje formal para la ocasión de conseguir trabajo le hacían ver como el típico profesor un poco descuidado pero bien parecido. Pantalones de tela negro, zapatos con agujetas, camisa blanca sin corbata con los primeros botones desabrochados y un saco abierto hacían que las miradas de las jóvenes estudiantes que caminaban hacia la escuela suspiraran de emoción ante tal fina y varonil belleza.
Llegando a la oficina del Sr. Gold, las cosas fueron totalmente distintas a cómo las recordaba cuando llegó ahí por primera vez, a pesar de que el hombre ahí presente junto con su asistente eran bastante serios, se notaba que había mucha más disposición y amabilidad de como la trataron a ella anteriormente
—Mucho gusto en conocerlo, mi nombre es Rey Miller.
—Igualmente Sr. Miller, así que pretende tener el puesto de Profesor de Educación Física. Vamos a hacer una pequeña prueba para ver si es capaz de cumplir con las expectativas de esta escuela –miraba a Rey con ojos maliciosos.
—Muchas gracias por darme la oportunidad Sr. Gold.
En el camarín femenino había muchas alumnas que comentaban la nueva llegada del guapo profesor que sería probado para el cargo, muchas no entendían qué era lo que pasaría, porque los rumores eran que sólo Emma debía vestirse para la clase de prueba del profesor Miller, con tantos alumnos, muchas ahí comentaban que era extraño que fuera ella y sólo ella en específico.
Y ahí estaba Emma, poniéndose una camiseta y tratando de ponerse torpemente la anticuada falda que obligaban a usar a las mujeres para esta clase, una falda azul y bastante larga, poco cómoda para sus fines. Como siempre, Emma siempre terminaba en el suelo, incluso para vestirse.
—Dios Emma, apúrate, el director y el profesor nuevo te esperan para la clase de prueba –entraban al camarín Ruby, Belle y Ariel.
—¿Necesitas ayuda Emma? –le preguntó Ariel preocupada al ver en el suelo a la rubia tratando de dar con el broche de la falda.
—Emma –Belle colocaba cara de seria- si no te apuras la hora de almuerzo pasará y el guapo profesor no tendrá su oportunidad de ser el nuestro.
—Ya voy, ya voy –conseguía dar con el broche y ponía cara de satisfacción como siempre, con una amplia sonrisa.
Luego en la cancha olímpica de la escuela estaban muchos alumnos dispuestos en escalas y gradas preparados para ver la prueba de la clase que daría Emma con el aspirante a profesor, muchos de los varones consideraban que era muy pequeño, otras féminas suspiraban ante lo bello que era.
—Yo lo encuentro un poco femenino, sólo un poco y demasiado delgado –dijo Neal.
—¡Es atlético Neal! Eso lo hace bastante interesante, pero si es tan bello –suspiraba Tinker.
Así siguieron los comentarios sobre el aspecto del profesor Miller, la expectación se hacía ver en el ambiente.
—Profesor Miller, ya estamos listos –dijo Sidney aompañando al director Gold- Emma Swan, pase por favor a la pista.
—Allá voy –iba Emma rápido tropezando y cayendo no muy lejos del profesor debido a que su falda se enredó en sus piernas.
—Disculpe director, ¿Esa falda no será poco apropiada para una clase de atletismo?
—Es apropiada, en la clase de educación física las mujeres siempre tratan de provocar a los varones, esta vestimenta es la adecuada, los alumnos no deben desconcentrarse de sus deberes –Le decía Gold mientras miraba a Emma que volvía a pararse y correr hacia ellos, dándose una nueva caída ahora en los pies de Rey.
—Perdone mi torpeza, mi nombre es Emma Swan, encantada de conocerlo –se ponía de pie, esbozando una sonrisa.
—Encantado de conocerte también Emma –volvía a mirar esa incómoda falda- [¿Cómo es posible que puedan moverse en esa vestimenta tan arcaica?]
—Gracias –Emma seguía sonriendo pero estaba nerviosa- [Debe pensar que me veo horrible y que soy una torpe]
El Sr. Gold rompió el silencio debido a los sumidos pensamientos del profesor y alumna con una pequeña tos, haciéndole un gesto a Sidney para que le explicara en qué consistía la clase de prueba.
—Bien profesor Miller, la clase es simple –se posicionaba detrás de Emma con una sonrisa maliciosa- usted debe entrenar a la señorita Swan, de modo que ella pueda correr los 50 metros planos sin rendirse, ni tropezar –ahora su sonrisa se hacía más amplia, casi burlesca.
—¿Eso es todo? –de igual manera no pudo dejar de poner atención a la cara de Emma, que estaba sonrojada y un poco avergonzada, mirando hacia el suelo.
—Eso es todo Sr. Miller, si consigue que Emma Swan termine la carrera usted obtendrá el empleo –le dijo Gold seriamente- cuando se trata de mujeres, hay que tener un poco más de paciencia y tesón, tienden a ser un poco torpes y débiles. Veremos si usted es capaz de enseñar usando nuestra filosofía, siéntase con confianza y no escatime en ponerse duro con ella si lo cree necesario.
Las miradas de Rey y Gold se encontraron casi desafiantemente, otra vez Regina sentía esa punzada al escuchar esas palabras tan machistas del director, lograría que Emma terminara la carrera, pero a su manera, con amor y comprensión.
Las marcas con tiza en el suelo ya estaban hechas para que Emma hiciera su recorrido, así que tomaron posiciones, Emma estaba lista y Rey la esperaba en la meta.
—¡Vamos a intentarlo por primera vez entonces! –le gritaba rey desde lejos.
—¡Estoy lista! –Emma movía su mano hacia arriba como aprobación.
—¡En sus marcas! –Emma tomaba posición con sus manos en el suelo- ¡Preparados! –Emma estiraba sus piernas- ¡Fuera!
Emma Swan, la torpe Emma Swan no pudo dar ni siquiera dos zancadas y se fue al piso violentamente, provocando la mirada atónita de Rey al ver lo poco coordinada de la pequeña rubia. Esto no sería fácil como lo había pensado, sería una larga tarea.
En las gradas estaban sus amigas, y además Graham con los suyos, tomándose la cabeza al saber qué era lo que le esperaba al pobre profesor, todos ya sabían que Emma era la encarnación de la torpeza misma.
—¿Ella nunca ha podido terminar ningún circuito sin caerse verdad? –August se reía en silencio para no molestar a Ruby que estaba cerca de él.
—La verdad que jamás –Le dijo Eric correspondiendo a la risa de August, pero ambos se pusieron serios al ver la cara enojada de Graham que los observaba.
Rey volvía a darle instrucciones a Emma para que volviera a intentarlo.
—¡No te pongas nerviosa, lo intentaremos de nuevo! ¡En sus marcas! ¡Preparados! ¡Fuera!
Esta vez Emma consiguió correr quizás 5 metros, pero volvía a caer al suelo.
—Bueno –Regina no lo podía creer- Lo intentaremos otra vez
Emma seguía cayendo al suelo, una y otra vez. Al parecer había gente que nacía falta de coordinación primaria, y este era el caso de Emma. Se le acercó para darle algunos consejos.
—Perdóneme Sr. Miller, es que soy tan torpe –se lamentaba la rubia
—Tranquila, el problema está en tu técnica. Mantén tus brazos en 90 grados y balancéalos hacia adelante y hacia atrás –le tomaba los brazos haciendo el movimiento de lo que le explicaba- dóblalos hacia adelante un poco y tira tus muslos hacia arriba un poco así –Regina notó como la pequeña se sonrojaba de la cercanía y el tacto y probablemente de que estuviera hablando de sus muslos, se le olvidaba que ahora era un hombre y debía ser consciente de que las niñas a esta edad eran muy vergonzosas con el sexo opuesto. La soltó de inmediato para no hacerla sentir mal.
—Está bien, lo tomaré en cuenta –le decía avergonzada mirando hacia el suelo.
—Y lo más importante –le tomaba la barbilla levantándola- nunca mires hacia el suelo –podría haber jurado que un toque femenino y maternal se le escapaba en el tono de voz, haciendo que Emma lo mirara de forma admirada, media confundida- mantén tu mirada fija en la línea de meta todo el tiempo. Sé que puedes hacerlo.
—¡Bien! –Emma volvía a sonreír ante lo amable que era el profesor con ella. Volvía a ponerse en posiciones.
—¡En sus marcas! ¡Preparados! ¡Fuera!
No, era inútil, Emma volvía a caer una y otra vez, incluso cuando logró recorrer la mitad del camino se enredó con la falda y cayó de forma bastante brusca, haciendo que Rey quisiera ir en su ayuda pero siendo frenado de inmediato por el Sr. Gold que le hizo una seña para que la dejara ahí en el suelo y ella misma se levantara. Y así lo hizo Emma, tenazmente volvía a intentarlo, se repetía en su cabeza las instrucciones del profesor Miller pero era un caso perdido, terminaba en el suelo una y otra vez.
La pobre Emma estaba exhausta, con sus manos llenas de heridas por las caídas, los codos rasmillados, y la cara llena de polvo. Se miró las manos y miró al profesor Miller frustrada por no poder cumplirle.
Rey sintió pena, no era justo que el director insistiera con esto, podía ver lo mal que se encontraba Emma pero aun así ella intentaba una y otra vez conseguir llegar al final. Luego de pensarlo unos segundos la miró con una sonrisa y se le acercó agachándose para poder levantarla no sin antes decirle la idea que recién se le había ocurrido.
—Está bien Señorita Swan, ¿Todavía quiere intentarlo? –Posaba una rodilla en el suelo y reposaba su ante brazo en la otra, muy masculinamente.
—Sí –le sonreía- quiero intentarlo una vez más.
—Entonces, escúchame atentamente.
Rey le tomó la mejilla y se le acercó al oído, esta vez no fue consciente del rubor en el rostro de Emma, sin pensarlo otra vez tenía esos gestos cariñosos propios de una mujer y comenzó a decirle en secreto lo que debía hacer para poder terminar la carrera. En esta ocasión, los demás alumnos expectantes se dieron cuenta del gesto del profesor, las alumnas suspiraron, otras se quedaron con la boca abierta, los varones se sorprendieron y Graham, él sólo miraba molesto la situación, haciendo una mueca de desagrado ante lo que hacía el profesor Miller. Incluso el mismo director y su asistente se mostraron un poco incomodos con eso.
—¿Todo bien? –Rey le sonrió y le hizo la señal de aprobación con el dedo pulgar.
Emma no fue capaz de responder, sus ojos se pusieron brillantes ante los ojos color marrón tan cautivadores de su profesor. Luego, llena de rubor en las mejillas le sonrió y le hizo el gesto de aprobación.
La rubia volvió al punto de partida, y sorpresivamente tomó su falda, la subió y la acomodó en su ropa interior para que no se cayera, quedando al fin con las piernas libres. Esto hizo que los hombres de las gradas se levantaran y comenzara a silbarle y gritarle cosas, pero ella no se daba por enterado, simplemente tenía la vista en Rey esperanzada de que podría cumplir con la tarea.
—Dejen de hacer eso, es de mal gusto, dejen a Emma tranquila, la desconcentran –dijo Graham con los brazos cruzados regañando a sus amigos.
—¡Ves! Te pones celoso, si te gusta Emma –dijo Eric- ¡Te gusta Emma, te gusta Emma!- se sumaba August en la burla.
—Son unos inmaduros –se dio la media vuelta y se fue, perdiéndose la carrera de Emma.
Todo el recinto era una gran exclamación ante lo osado de Emma al hacer eso, aun así Gold permitió que la clase siguiera sin decir nada, ante la mirada de Sidney que no estaba para nada de acuerdo con lo que pasaba.
—¡Estoy lista! –Emma levantaba una mano.
—¡En sus marcas! ¡Preparados! ¡Fuera!
Emma corrió, con todos los consejos anteriores y sus piernas libres era mucho más fácil. Ahora los demás compañeros en vez de molestarla la animaban a que siguiera, estaban como locos porque nunca habían visto a la rubia tan coordinada y con todo lo que había sufrido era justo que lograra llegar a la meta.
A mitad de camino, tuvo un pequeño tropiezo pero logró recuperarse rápidamente, simplemente seguía viendo el rostro del profesor Miller que le sonreía confiado en ella. Siguió corriendo sin problemas, ya estaba por llegar, hasta que una fuerte brisa hizo que el cabello del profesor Miller jugara en el aire haciendo que Emma se desconcentrara y volviera a tropezarse.
—¡Casi llegas! ¡Resiste Emma! –le extendía los brazos para que fuera donde él, viendo como a duras penas trataba de coordinar sus últimas zancada- ¡Ahora esfuérzate! –Extendía aún más sus brazos.
Emma sólo veía los brazos abiertos del profesor, su rostro, su cabello moviéndose en el viento y esos hermosos ojos tan enigmáticos. En un último esfuerzo Emma se lanzó hacia los brazos de Rey, todo parecía en cámara lenta, logró llegar a él mientras en una caída, la más hermosa caída que había tenido en su vida sentía cómo los brazos la envolvían protegiéndola de un fuerte golpe. Rey cayó hacia atrás con Emma en los brazos, con una sonrisa de felicidad por haber conseguido que la pequeña lograra por primera vez correr sin caerse. ¿Qué era lo que ocurría? Se suponía que debía estar feliz por haber conseguido lograr los requisitos para trabajar de profesora de Educación Física en Saint Gold, en cambio esta niña le hacía recordar que su vocación siempre fue la de enseñar y que jamás se lo había permitido por culpa de sus padres. No sólo estaba feliz por conseguir el trabajo, estaba feliz por Emma.
Ya en el suelo, Emma se separó ligeramente del profesor, que le sonreía tiernamente, sin darle importancia a la caída que acababan de tener, por un rato se perdió en sus ojos, volviendo a sonrojarse.
—Bien hecho Señorita Swan –inexplicablemente le hizo una seña de V con los dedos, por la victoria de la carrera.
—Profesor Miller, muchas gracias –su sonrisa no podía ser más sincera.
—¡Emma! –le gritaba Belle mientras corría con Ruby y Ariel hacia ella- ¡Lo hiciste amiga! Estuviste genial
—Pensé que no lo lograrías nunca, me preocupe mucho por ti Emma –Ariel le tomaba los hombros, revisando las magulladuras recientes de la rubia.
—Estaba bueno ya que por fin te vayas sacando la imagen de torpe Emma, no siempre estaré ahí para defenderte –Ruby la abrazada inconsciente del dolor de Emma y la tomaba por los aires dándola vueltas, a lo que la rubia no tardó en quejarse y reclamar.
Rey miraba desde lejos como Emma disfrutaba con sus amigas sin ser entrometido en la situación y respetando su conversación si escuchar nada, generalmente el tipo de personas como ella siempre terminaban apartados y solos pero este no era el caso, tenía buenas amigas que incluso se preocupaban por ella y la protegían, supuso que podría ser por su incansable sonrisa que siempre llevaba a pesar de la situación.
—Oye Emma, ya dinos ¿Qué fue lo que te dijo el profesor Miller en el oído que hizo que corrieras de esa forma? –le preguntó Belle con un toque de picardía.
—Oh! Bueno… -Otra vez se sonrojaba al recordar ese momento- [Estarás bien, sólo debes mirarme al final del camino, yo te recibiré en la meta, haz lo que te dije y lo lograrás] En realidad sólo me dijo que todo saldría bien y que lo lograría.
—¿En serio? No es muy común en los profesores de esta escuela que digan esas cosas tan alentadoras –le dijo Ruby un poco desilusionada, porque sentía que Emma se guardaba algo más- Pero me sorprende que lo hayas hecho sólo con lo que él te dijo.
Emma tomaba su pecho mientras escuchaba a sus amigas decir esas cosas, estaba claro que algo se estaba tejiendo en su corazón y no sabía bien qué era.
—Ya déjala, lo importante es que corrió por primera vez sin caerse, no hagas alborotos sólo por eso –le regañó Ariel a Ruby- Dime Emma ¿Estás feliz verdad?
Emma no respondió, porque en realidad no sabía qué era lo que sentía, sus amigas esperaron pacientemente al verla pensando de esa manera.
—Claro, estoy feliz, lo conseguí -[¿Qué es esto que siento? Mi corazón late muy rápido, ¿será por el profesor Miller?, pero él es muy mayor, ¿Puede ser posible?... Estoy…]
Rey caminó muy seguro hacia el director, tan pleno y feliz que hacia olvidado que ahora le darían su respuesta de si era contratado o no.
—Ha pasado la prueba –dijo Gold con la mirada incrédula de Sidney, que estaba seguro que después del incidente de la falda no tendría ninguna posibilidad- Sin embargo no podrá permitirse esas acciones como lo que hizo la Señorita Swan con su falda, somos una institución con modales elegantes y de buenas costumbres por muchos años, deberá adaptarse Sr. Miller.
—Mil disculpas director, de verdad lo siento –era ahora o nunca- y otra vez discúlpeme que justo ahora le pregunte esto pero….
—¿De qué se trata? –le preguntó Gold secamente.
—¿Podría darme el sueldo de este mes por adelantado? –esbozó una sonrisa más que nada de nervios por la respuesta.
—No, ¡no puedo! –y diciendo eso se retiró junto con Sidney.
—¿Ah? Pero…. Pero… ¡Por favor! –Ni siquiera se dieron el tiempo de escucharlo más ni de poder darle explicaciones.
La Sra. Lucas se reía en su antro secreto, escuchando todo lo que pasaba en la escuela porque le había puesto un micrófono escondido a Regina sin que se diera cuenta. A su lado estaba Pongo, que la miraba con sus ojos medio caídos, porque en cierto modo sabía que esta vieja estaba realmente loca.
—¿Sabes Pongo? Yo sabía que no iba a conseguir ese adelanto de sueldo –bebía un poco de té- Entonces, creo que tú serás mi rehén por un tiempo –Pongo se echaba en el suelo emitiendo un gemido- ¡Si ella no paga la renta a fin de mes terminarás siendo la cena de toda la casona! –Pongo abría los ojos y se tiraba hacia atrás asustado medio tiritando- así que ya que ella le gusta dejarme mensajes contigo, yo haré lo mismo, toma esto.
La abuela le puso un cartel en el cuello que decía así:
"Soy rehén de la abuela hasta que pagues la renta o me comerá"
Espero que les haya gustado, quizás, aún no lo sé bien, los próximos capítulos no serán tan largos como el primero, es que se me hacía importante que el primero fuera expuesto en su totalidad.
Y bueno, ya saben que si comentan, además de hacerme feliz, me impulsan a seguir escribiendo. Pero como no comenten Pongo termina en la sartén de la abuela.
Pueden juzgar mi trabajo de adaptación y narración viendo el primer capítulo en YT (si es que quieren) ya saben que primero deben colocar la dirección de la página y luego esto /watch?v=T1w-Ci-_N7c está dividido en 3 partes pero las siguientes salen en las recomendaciones de video del costado.
Un beso!
