Disclaimer : Los personajes de Hora de Aventura pertenecen a Pendleton Ward


-Contigo ya no está a salvo.-

-Lo está. Al menos, mucho más de lo que jamás estaría contigo. Actúas como si ella te importara, pero si ese es el caso, ¿por qué la abandonaste a su suerte en este mundo de caos y destrucción?-

La pregunta se extendió hasta el infinito cielo estrellado. La gutural voz de Hunson Abadeer rompió el silencio.

-¡Cállate! No pienso darte ninguna explicación, Petrikov. Yo soy su padre, y si te atreves a poner en duda de nuevo mi amor hacia Marceline, haré que deseés haber muerto en la guerra.-

-Ya lo deseo.- respondió Simon sombríamente. Podía ver su aliento condensándose en cada palabra que salía de sus labios. El frío estaba regresando; debería darse prisa y acabar con ese encuentro lo más rápido posible. Marcy lo estaba esperando. –Pero tienes razón, Abadeer. No necesitas darme ninguna explicación, ya que no serían más que patéticas excusas. Solo te pido que nos dejes en paz. Marcy ya no te necesita, ni siquiera te recuerda.-

Simon maldecía el día en que Abadeer se apareció ante él por primera vez, reclamándo a Marcy. Deseaba haberlo ignorado, y en ocasiones en las que su corazón se congelaba por completo, Simon sentía deseos de arrebatarle la vida.

Abadeer entrecerró los ojos, adquiriendo un aspecto aterrador pero no libre de emoción.

-Mientes. Ella sabe muy bien quien soy.- masculló con desdén -Tu egoísmo me repugna, Petrikov. Tú eres quien necesita a Marceline, y sabes tan bien como yo que eres tú quien eventualmente, la olvidará. Si ya has olvidado todo lo demás, incluso tu antigua vida, ¿qué te hace creer que no la olvidarás a ella? La única felicidad que te importa es la tuya, no la de mi hija. –

La verdad en esas palabras lo lastimaron más de lo que había esperado. ¿Por qué la verdad es siempre tan dolorosa? Simon recurrió a todo su autocontrol para poder aparentar indiferencia. No podía darse el lujo de que Abadeer se diera cuenta de lo cerca que estaba de convencerlo.

-Palabras vacías de un hipócrita.- replicó Simon bruscamente, con la voz y el corazón a punto de quebrársele.

Abadeer suspiró, y por un segundo, la furia de sus ojos se transformó en algo más.

-Cierto, pero no son las palabras de un mentiroso.- dijo, viendo hacia la plateada luz de la luna –.Si quisiera, podría asesinarte en este momento. Pero no lo haré, ya que por mucho que te desprecie, no puedo ignorar el hecho de que salvaste a mi Marceline. Te lo agradezco dejándote vivir, y tú mostraras tu gratitud devolviéndome lo que es mío. No lo hagas por mí, hazlo por ella.-

-¡No, jamás!- sentenció Simon, temblando de pies a cabeza -¡Lárgate! Éramos tan felices hasta que apareciste… ¡Vete, déjanos solos! Regresa a tu infierno, demonio, que este no tiene lugar para ti.-

No recordaba haberse puesto de rodillas, así como no recordaba las lágrimas que surcaban sus mejillas. Hacía un frío espantoso, pero si a Abadeer le molestaba, no dio muestra alguna. Miraba a Simon con una mezcla de lástima y triunfo, siendo la última la más evidente.

-Mírate, Simon, y dime lo que ves.- dijo Abadeer -. ¿Creés que esto que eres ,un hombre, roto y vacio, puede velar por alguien más cuando no puedes ni controlarte a ti mismo? Si no dejaría a Marceline a tu cuidado aunque fueses alguien estable, mucho menos lo haré después de ver lo que eres en realidad :una sombra de alguien que ya no es.-

-No soy yo, no soy yo…- susurró Simon con un hilo de voz. –La corona…-

-Ahora eres tú quien empieza con excusas- interrumpió Abadeer fríamente. Un momento después, su voz perdió la crueldad, pero mantuvo su indiferente firmeza – Mañana esperaré aquí, del amanecer al anochecer. En ese lapso de tiempo, me regresarás a Marceline, sana y salva. Si te niegas o intentas huir, me quedaré con Marceline de todas maneras, solo que primero, te asesinaré. Tú decides, Petrikov.-

Abadeer empezó a desaparecer, haciéndose uno con la noche. Simon miró con horror, al momento que su destino se sellaba para siempre.

-Hazlo por ella, y no por ti.- dijo Abadeer antes marcharse totalmente. Simon no sabía si esas palabras iban dirigidas a él.

Cuando estuvo solo nuevamente, la realidad de su situación lo golpeó de lleno.

-Marceline…- sollozó. –Oh Betty, ¿Qué debo hacer?-

La pregunta quedó sin ser respondida.

Los muertos no podían escucharlo, y Simon sabía que tampoco iban a ayudarlo. Todo lo que pudo hacer fue abrazar la corona que tanto amaba y tanto odiaba.

Su frío era reconfortante.

Pero a la vez, peligroso y letal.


Nunca había visto a Marceline tan feliz. Simon se asombró al ver cómo una persona podía ser tan odiada por alguien y tan amada por otro.

Le había contado a Marcy sobre el otro superviviente que había encontrado en la ruinas de la ciudad. Simon la llevaría a conocerlo mañana por la mañana.

-¡Que emoción! ¿Y dónde está ahora? ¿Es bueno? ¿Será nuestro nuevo amigo?-

-No lo sé, pequeña.- había respondido Simon, honestamente incapaz de contestar a ninguna de las preguntas de Marceline –Lo descubriremos mañana. Ahora, a dormir, que ambos hemos tenido un día bastante largo.-

-Está bien. –dijo Marceline, no muy convencida. Antes de irse a acostar, le dio a Simon un beso en la mejilla, como acostumbraba hacerlo todas las noches antes de dormir .- Buenas noches, Simon.-

Simon agradeció la falta de luz, ó Marcy hubiera visto las lágrimas que nublaban sus ojos.

-Descansa, Marcy. Recuerda que te quiero, nunca lo dudes. ¿Me lo prometes?-

Marceline soltó una risilla.

-Lo prometo, Simon. Yo te quiero igual.-

Simon sonrió , disfrutando de ese pequeño momento de paz, sin dejar que el mañana lo arruinara con su fatal cercanía.

Esa noche , Simon no quiso conciliar el sueño. Y aunque lo hubiera deseado, le hubiera resultado imposible.

Saber que a partir del día siguiente no volvería a ver a Marcy jamás lucía más como una pesadilla que como un hecho. De forma instintiva, sus dedos rozaron a la corona que ya hacia a su lado.

La acercó a su frente, dejando que sus pensamientos fluyeran con libertad.

-No mentías, Abadeer– susurró Simon para sí mismo –.Soy solo una sombra de lo que fui. Marceline…sé que necesito salvarte. Pero… ¿quién me salvará mi?-

Simon necesitaba liberar sus sentimientos, de lo contrario, temía volverse loco.

La corona estuvo allí para consolarlo, y él la aceptó.


Esto sera un two-shot, asi que esperen pronto la continuación ;)

!Gracias por leer!