Capítulo 1: El comienzo de todo.
Felicita Pov
Mama me había llamado para hablar. El tema seguía siendo un misterio. Mis sentidos estaban todos aterta, mis nervios no me dejaban pensar con claridad, mis manos sudaban.
Cerre los ojos. Joder. Inhala, exala, inhala, exala. Abrí los ojos de nuevo. Lo primero que me encontre fue la puerta. No sabía en que momento había llegado; pero el hecho de que la noticia, fuera cual fuera, que me diría la persona detrás de ella me hacía poner el doble de nerviosa y con unas grandes ganas de vomitar.
Dí una fuerte inhalada y exalada, animando a mi misma mentalmente. No es nada malo. No es nada malo. No es nada malo. Abrí la puerta y ahí se encontraba Mama: tranquila, serena, y tomando té. Dejo su taza a un lado y me dedico una de sus más grandes sonrisas. Casi sentí los nervios dispersarse. Casi. Me hizo una seña para que me sentara. Lo hice.
Estudie sus movimientos. Me volvia loca como estab tan tranquila. Volvió a agarrar su taza y bebió pequeños sorbos de su té. Si seguíamos así mi cabeza iba a terminar en el inodoro u otro lugar vomitando el café de esta mañana.
–Bien –empezo. –¿Tienes alguna idea de por qué te he llamado?
Ella sabía perfectamente la respuesta así que no respondí. Me quede mirandola mientras frotaba mis palmas con mis muslos, inquieta.
–Vayamos al grano. No es un misterio que la salud de Papa va de mal en peor –. Asentí–. Le queda, tal vez, dos, tal vez tres, meses.
–Todos sabemos que su salud depene de un hilo –susurré lo suficientemente alto para que me escuchara –. Lo que ignoraba es que le quedará tan poco.
–Sí, en realidad, todos lo ignoran.
–Cierto –. Ya sabía a donde quería llegar –. Puedo comprender tus palabra, Mama. Quieres decir que si Papa muere yo tendré que ocupar su puesto, ¿no?
–Comprendes todo a la prefección –dijo con tono tierno-orgulloso–. Y sí, tienes que hacerlo.
–¿Y por qué tú no lo haces?
–Podría, claro, pero no sería igual que Papa.
–¿Y piensas que yo lo haré igual? –inquirí.
–Igual o mejor –respondió mirandome directo a los ojos.– Discutí el tema junto con Papa, pero necesitaras ayuda cuando no estemos.
–¿Estemos? –Eso me tomo por sopresa. Completa sorpresa. Sentí como la sangre corria de mi cara. –Hablas en plural. Mama no puedes…
–Si puedo –me cortó. Justo en ese momento se abría la puerta de golpe. –Al fín llegas, Ash.
Vestía el uniforme de la arcana, pero algo lo hacía ver diferente: Camisa blanca abierta hasta la mitad de su pecho, dos collares, ojos azules, cabello blanco, pantalones negros, botas con decoraciones platas. Llevaba una funda de espada, plata igual.
–Si, lo siento –dijo este. Me dirigió una mirada y me sonrió de medio lado.
Me giré hacía Mama: –¿Y él quien es?
–Un simple nuevo contrincante –respondió él. Mama sonrió. Me giré para mirarlo, agarro mi mano y la beso–. Ash, para servir.
Sentí como la sangre volvía a mi cara y hacía sonrojarme. Maldición. Odíaba como me sonrojaba con facilidad. Aparte mi mano y giré la mirada tratando de ocular el natural rubor ya visto. Él rió entre dientes.
–Bien, Felicita –se preparo Mama–. Está decisión es tuya y solo tuya.
Asenti y me levante. –Lo sé. No te defraudaré.
Sali del cuarto. Necesitaba estar a solas. Dos o tres meses. Dos o tres meses. Eso no es mucho que digamos. Y tenía que escoger a uno de los chicos de la Arcana. Esto se volvía más dicifil. Es fácil cuando sabes que te gusta solo uno, pero el problema empieza cuando no te gusta ninguno, ni te sientes minimamente atraida por uno y todos te caen encima. Todos quieren tiempo contigo. Todos quieren intentarlo. Todos quieren el puesto de Papa. Todo por su enfermedad.
Mierda, mierda, mierda y más mierda.
Me encontraba en el jardín, me adentre en el tratando de pensar y poner en orden todos mis nervios, sentimientos y pensamientos. Iba a vomitar, lo sabía, en cualquier momento.
Sabía que esto se iba a volver un completo desastre y una guerra para todos. Para ver a quien iba a escoger, para que se quedara conmigo junto con el gran puesto. Sabía que esto no estaba bien. Papa apenas se podía mantener de pie y no pasama mucho tiempo cuando ya estaba tirandose en una silla, literalmente. Muy literalmente.
Mi estomago estaba ya lo suficientemente revuelto, ya sentía las arcadas, mis piernas me fallaron y caí de rodillas al piso. Coloce mis manos en mi estomago, respirando rapidamente para evitar hechar todo afuera.
Mis intentos se fueron a la mierda.
Me incliné y lo deje salir todo. Absolutamente todo. No más café para ti antes de una de que te den una de esas grandes bombas atomicas de noticias, me regañé.
Cuando no tenía más nada que expulsar todo lo que quisiera mi cuerpo me aleje del charco vomito. Mi uniforme estaba salpicado en varias partes, pero las manchas eran muy minusculas. Restandole importancía a eso me aleje lo más que pude de ese charco. Sí lo seguía oliendo volvería a vomitar y ya no me quedaba nada más que sacar. Me acoste en la grama tratando de calmar mi respiración.
–Está será la más díficil y jodida decisión que haré –le dije a la nada.
Sentía que las botas me apretaban demásiado los muslos, así que haciendo un esfuerzo las retire y las tire. No vi donde cayeron. Después las buscaría. Volví a acostarme, de nuevo envuelta en mis pensamientos.
Está no soy yo. Tenía que ser fuerte, joder. Sabía que ahora mismo Papa estaba llamando a los demás chicos para darles la gran noticia. Sé sentía tan… horrible esta situación; pero lo haría. Por Papa.
Nota de la autora: Hola, hola.
Lo siento con todos y todas, de verdad. Volveré a escribir la historia y la seguiré ahora mismo. Estoy en vacaciones, así que me dedicaré a ello.
Adaptaré la historia algo: No habrá hermano ni nada. Solo Felicita con Libertá/Nova/Debito/Pace/Luca/Jolly/Ash/Elmo.
Ash creo que no salía en el anime, no recuerdo. ¿Es necesario poner a Dante? Yo veo más a Dante como un consejero, igual que Jolly; así que no lo sé. Tal vez ponga a Elmo… Sí, sí.
¡Demen ideas, se lo pido!
Me despido. Besos.
