Un futuro inmediato

No era el cuarto príncipe. Pero tampoco se podía negar que era Wang So, de una manera u otra.

La lluvia golpeaba sin piedad su espalda, ella obstinadamente se giró hacia esta, dejando que la golpeara de frente. Estaba en llamas; pasar de eso hubiera sido una muy buena opción. Pero ahora no era el momento.

Ella no iba a dejarlo ir por enésima vez.

—Hablas… tontamente. —dijo él, sin molestarse en mirarla de frente —No hay tal cosa.

Su tono profundo le recordó al monarca al que tanto había amado. Todo era igual, desde el tono hasta el timbre, su voz seguía siendo la misma. Esta vez, sin embargo, no era él.

—Esto es loco, lo sabes. —continuó—No sé porque te seguí. Fue estúpido de mi parte hacerlo.

Hablaba tan fríamente que le dolía. Por otra parte, él siempre había sido ese tipo de persona. Ella no sabía que le dolía más: su rechazo o que la rechazara nuevamente. Pero sabía que era mejor renunciar a él.

—Pero me siguió. —dijo Ha-Jin hablando un poco más fuerte, para hacerse escuchar. — ¡Me creíste! Seguramente eso significa algo.

Se quedó de espalda estoicamente frente a ella, pero el ligero movimiento sugirió que sus palabras si lograron calar hondo.

"Por favor, no me dejes ir. Por favor, mírame. Por favor" suplico Ha-Jin en voz baja "No sé qué haría si no lo haces"

Hubo un pequeño movimiento de su parte. Ella observo como su talón retrocedía, su cuerpo giraba, y sus ojos se encontraban una vez más. Aquellos ojos oscuros, -desalmados para algunos, pero atormentados para ella- le atravesaban el alma. Su mirada era suficiente como para traer a flote sus recuerdos, tanto los de pasado como los del presente.

—Estás loca. —le dijo.

Ella se mordió un poco el labio, dudosa.

—Sí, estoy loca. —Admitió finalmente, dando un paso al frente. —Soy estúpida y estoy loca. No tengo sentido. Estoy enloqueciendo.

Ha-Jin dio pequeños pasos hacia él, esperando que este no retrocediera. Había esperado lo suficiente, esperando que él también recordara. Todos esos años de anhelo no debían llegar hasta este punto.

—Pero no importa. —agrego. —Puedes pensar lo que quieras, pero me niego a dejarte solo una y otra vez. Ya no te voy a dejar.

Camino hasta que estaba a una pulgada de distancia de él. La lluvia continuaba derramándose, pero a ella no le importo. Se aprovechó de la corta distancia, estudiando todos los detalles de su rostro: el rostro del hombre al que amaba.

En esta vida o en la última, siempre fue él.

—Tendrás que echarme de aquí…porque tú eres mi persona.

Traducción de la autora LittleNini1994

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