Nunca había escrito de esta pareja, pero hace meses leí que Choco-chan quería leer más de ellos y me inspiré... y hasta hoy lo saqué, já,


Llanto en el placer

Todos lo veían mal.

Lo sabían.

No les importaba.

Porque la locura no podía acabar con ellos. ¿Cómo? Ya lo estaban, mucho. Dementes.

Ella desnuda jamás podría ser Sakura, jamás. Ni con los ojos cerrados. Diferentes curvas, olor, sabor. Esencia. Él jamás sería lo que ella quería, porque Tomoyo no puede querer a nadie como a Sakura. Porque Sakura siempre fue suya, completamente suya. De ambos. Aunque la compartían un poco, bastante a veces. Pero se perdonaba porque la hicieron feliz, ambos. Y Tomoyo sabía que su mejor amiga, prima y su único amor no querría ver a Syaoran triste.

Así que se acostaban, hacían el amor, como salvajes la mayoría de las veces. Porque ella no lo buscaba a él y él sabía que jamás sería ella. Pero lo hacían, porque era la única manera en que sentían.

A Syaoran le gustaba arrancarle gemidos de dolor y de placer, más los primeros que los segundos. Le mordía el cuello, las muñecas, el vientre, los pezones, los labios. La marcaba con mordidas y con dedos. Presionaba hasta saber que iban a aparecer moretones en aquella blanca piel.

A Tomoyo le gustaba ver la oscuridad en sus ojos cuando la lujuria le dominaba, porque ya no eran chocolate. Y así le dolía un poco menos lo que, a veces, le sabía a traición. Le gustaba oírlo gemir cuando llegaba y tragar con su boca los sollozos que, a veces, continuaban al placer.

Porque ambos sabían que era un fantasma entre ellos que nos lo dejaba seguir viviendo, uno con el nombre de la mujer que ambos más amaban. Uno por el cual sólo podían vivir de esa manera. Llorando en el placer.