Advertencia: todos los personajes pertencen a George R.R. Martin.

Entre costuras

Había nacido entre esas paredes, en ese mismo castillo; los muros cálidos de la fortaleza la conocían bien pues la habían visto crecer y reír. Y ahora contemplaban, impotentes, las lágrimas que derramaba antes de ir a dormir.

Recordaba haber sido feliz e inocente antes de partir. Pero ya no era la misma y nunca lo volvería a ser; le habían arrebatado las sonrisas, la alegría, vetado el amor o la felicidad, incluso su nombre. No era más que una sombra, un títere al que usar.

La habían casado fingiendo ser otra y ahora el castillo le pertenecía, señora de todo pero dueña de nada, pero sólo quería escapar, huir lejos, de vuelta a la capital, el lugar donde todo había comenzado, al sitio donde nunca debió ir pero al que sus sueños de adolescente ingenua le habían arrastrado.

Había pensado que sería feliz ahí, cosiendo con su amiga, entre risas y caballeros, que se enamoraría y pedirían su mano. Y sí, se había sentido contenta entre los lujos y las extravagancias de Desembarco del Rey. También se había enamorado de un caballero, hermoso y estrellado; y también se había casado, tomento y pesadilla que la azotaba cada día, cada instante de su nueva vida. Había conseguido todo lo que alguna vez soñó, pero no sentía dicha alguna.

Y entre los muros de la ciudad de hielo ya no se sentía a gusto ni segura. Sólo quería volver atrás en el tiempo, regresar donde lo único que importaba era dar bien las puntadas, ser educada y gentil, una amiga buena y confidente, aquél tiempo entre costuras, perdido, que jamás iba a volver.