D: Si hetalia me perteneciera, que no lo hace, habría muchisimo crack y nekocuba sería famoso.


Cuh, mi gato gordo.

Ya eran las 4 de la tarde y, ya que no venía ningún cliente; Heracles se había quedado dormido ante la presencia de todos los gatos. Como era una tarde tranquila en cuanto Heiliges abrió la puerta todos los presentes voltearon a verle, los mininos, el recién despertado vendedor y se rumorea que una cucaracha también.

-Buenas tardes, ¿vienes a comprar un gato o solo a ver?- preguntó Heracles que ya había rehusado a preguntar '¿qué desea?' pues la única respuesta posible, un gato; resultaba muy rara.

-Quiero comprar uno, ¿puedo ver?-añadió simplemente por educación y al ver que el vendedor asentía dio un vistazo por la tienda.

Había muchos gatos, de todos los colores normales en este animal y con cualquier tipo de pelaje; jugando unos con otros en algunos grupos.

-¡Ese!-dijo finalmente señalando uno marrón muy grande-¡Quiero ese!

-¿Ese?¿No prefieres este?-preguntó cogiendo uno blanco con una mancha naranja en la cabeza y la espalda sorprendido por la elección del niño, al ver que este negaba y seguía aferrado a aquel animal preguntó-¿Por qué quieres ese?

-Porque quiere jugar con el gato blanco con el cuello negro pero él solo le presta atención al que es como el.-Heracles se rió conmovido por las palabras del pequeño- Ah, y porque le hacen discriminación por grande y gordo.

-Ahhh…-no sabía como responder a aquello- ¿Te lo llevas?- preguntó para romper el hielo.

Después de que Heiliges pagara su nueva mascota la cogió en sus brazos feliz y lo colocó hasta que sus narices se rozaban.

-¿Sabes como te llamas?

-¿Miau?

-¡Cuh!

-¿Miau?

-Sí, Cuh.

-Miau.

-Cuh.

-¡Miau!

-¡Cuh!

-¡Miiiiauuuu!

-¡Cuuh!- el chico comenzó a reírse y Cuh a ronronear.

Heracles dejó a su cliente hacer todas las subnormalidades que quería, total; ninguno de sus clientes era normal; y le advirtió que ese gato podía llegar a ses violento de vez en cuando.

Al salir de la tienda, Heiliges y Cuh e encontraron con una señora.

-¿Quién es ese pequeñín?- preguntó antes de saber su verdadero tamaño.

-Es Cuh, mi gato gordo.


N/A: Hagamos del SirCu una pareja digna!

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