Jon Snow
Paseaba por las afueras de Winterfell. El invierno estaba aquí, Jon era consciente de ello. Había cubrido todos los árboles y arbustos de nieve y escarcha. Jon pensaba en los buenos tiempos que había pasado con Robb por aquí. A pesar de ser el bastardo de la familia, lo había tratado como un Stark más. Incluso la frialdad de Catelyn Stark le reconfortaba cuando lo fulminaba con la mirada cuando pasaba enfrente suya. Bran cuando escalaba muros y torres de todo Winterfell, ese chico nunca paraba quieto. O a Arya, aquella chiquilla no era normal, al contrario que Sansa, se la pasaba viendo a los chicos luchar y si su padre le hubiera dejado, lo habría hecho, sin lugar a dudas. A Jon le gustaría saber que fue de ellos dos.
A lo lejos, Jon vio una figura blanca que destacaba a lo lejos del cielo gris invernal de Winterfell. Era su fiel lobo, Ghost. Sus ojos rojos lo miraron de reojo. Jon sonrió al verlo por allí.
- ¡Ghost! ¡Ven aquí, chico! - gritó Jon, para atraer la atención del animal.
Pero aquel lobo se limitó a girarse y se fue caminando en dirección contraria. Jon, dispuesto a seguirlo, corrió intentando seguir los pasos del animal. Le llevaba ventaja y Ghost, incluso caminando, era muy rápido. Cruzó varios árboles, apartándolos. Al fin encontró el pelaje blanco de su mascota, pasando de un camino a otro como si supiera a donde iba. Jon se dio cuenta Ghost le estaba guiando a algún lugar, pero no sabía donde.
Después de atravesar aquel sitio, llegaron a otro libre de árboles. Todo se veía con claridad, desde la distancia. Jon se sorprendió mucho. Había pasado su vida en Winterfell, pero jamás había visto aquel lugar, incluso después de tanto tiempo. A lo lejos se veían las montañas del norte, más nevadas que nunca. Contemplando aquel lugar, divisó a su lobo blanco, de nuevo, y volvió a correr. Jon, muerto por la curiosidad de a donde lo llevaría aquel lugar tan alejado de Winterfell, lo siguió con rapidez. Allí no había árboles molestos por los que Jon deba apartar para que no le rocen la cara. Así que fue fácil seguir a Ghost.
El lobo huargo bajó por una gran colina. Jon bajó también.
Allí, había un hermoso lago. Había un árbol gigante, sus hojas se mojaban en el agua. El agua de aquel lago tenía un color negro, parecía tinta, pero Jon podía ver su reflejo. Las hojas del árbol eran de un color rojo otoñal y el tronco blanco. En el lago se podían ver muchas hojas rojizas flotando y cómo el lago estaba tapado por otros árboles que al lado del primero, eran diminutos.
Jon, hipnotizado por el reflejo del cielo grisáceo en el agua. Vio un ciervo, pero, no era un ciervo normal, este parecía un espectro. Jon levantó la vista rápidamente. Tenía la forma de un ciervo, pero era de un color celeste y brillaba muchísimo. Ni siquiera parecía tener el tacto de un ciervo real.
"Está claro, si lo toco, lo traspaso" - pensó.
Estaba la idea de que fuera un fantasma o un espíritu o que se esté volviendo loco. Descartó lo último. Había visto caminantes blancos, gente muerta, zombies, comerse a personas y matarlas violentamente. Ver un espíritu debería ser algo normal para un desertor de la Guardia de la Noche, pero Jon no había visto nada igual, ni en leyendas. El ciervo caminaba como cualquier otro. Jon discutía en su mente si acercarse, salir corriendo o atacarlo. Ninguna parecía buena idea: si se acercaba, podría ser un animal salvaje y atacar a Jon, si salía corriendo, perdería la oportunidad de saber qué era eso, si lo atacaba, podría acabar perdiendo la batalla, dado que el ciervo estaba delante suyo y el animal debía ser consciente de que él estaba ahí, mirándolo.
El viento norteño azotó a Jon en la cara y le entró un escalofrío gélido. El frío empezaba a subir y el ciervo seguía allí, indiferente de su presencia. Jon, en un momento de desesperación, dio un paso adelante. El ciervo giró la cabeza, no parecía asustado ni que fuera a correr en momentos. Jon aligeró el paso y se movió más hacia el animal. Este, siguió mirando a Jon con ojos curiosos.
Cuando al fin, llegaron a estar cerca, Jon levantó la mano con cuidado, no quería asustarlo mucho, el ciervo parecía corresponder la caricia. Pero cuando Jon iba a rozar las orejas de aquel animal, emitió un sonido que no pudo oír con claridad. Se desvaneció en motas de su mismo color antes de que pudiera reaccionar a nada.
Jon estaba entre sorprendido y extrañado. Las motas siguieron volando hasta llegar a una altura del cielo y ahí desaparecieron todas.
Dio media vuelta de aquel lago y repitió el camino del que lo había guiado Ghost anteriormente. Al fin llegó a los bosques donde andaba en un principio, cerca de Winterfell, pensando en los dulces recuerdos del pasado.
No lo podía creer ¿Qué había sido eso? ¿Volvería alguna vez? O mejor dicho ¿Qué demonios acababa de pasar? Jon había sufrido ataques de gente muerta de ojos azules pero jamás había oído o visto algo semejante. De las historias que les contaban de pequeños en Winterfell, ninguna se parecía. Jon intentó cuadrar lo que acababa de ver. El ciervo: era el animal del blasón de los Baratheon, pero, no parecía tener nada que ver, ciervos hay por todas partes. Renly Baratheon está muerto, Robert también y Stannis, antes de morir, había engendrado un hijo por el poder del señor de la luz, pero no tenía que ver con eso. ¿A caso estaba perdiendo el juicio como pensó en un principio? Mirándolo de algún modo, tendría sentido, tanto tiempo en la Guardia, matando caminantes y después de haber visto morir tanta gente cercana debería haber sido algo significativo ¿No? Aunque, Jon había oído escasas historias de algún vigilante que se haya vuelto loco. Aunque el podría ser el primero. Descartó otra vez aquella opción, mucha gente había caído en la locura, pero él no era una de ellas y si fuera así, lo sabría. Siguió buscando ideas de aquello, mientras regresaba a el castillo.
A Jon se le ocurrió una idea. Muchas historias había oído de brujería, todas eran muy extrañas, sin duda. En muchas explicaban que se desconoce todos los hechizos y posibilidades de magia que puede realizar un mago o bruja. Jon pensó en la idea. ¿Y si el sonido que no pudo oír, fuera un mensaje que una bruja o brujo, quisieran mandar? La idea era precipitada, sin duda. A lo mejor el sonido ni siquiera era lo que el creía, a lo mejor fue un simple quejido. Pero ese sonido le había sonado muy... humano, si es que lo eran. En el caso de que fuera un mensaje, había muchas preguntas. ¿Y si el mensaje iba para él, Jon? ¿Iría para otra persona y él ha oído el mensaje en su lugar? ¿Qué significado tendría ese mensaje? No podría ser Alto Valyrio, había oído ese idioma muchas veces y no se parecía. Las posibilidades eran un simple quejido del ciervo o que dijera algo en un idioma de magos que no entendamos los que no sabemos de magia o quizá era una frase en Lengua común pero no se debió decir bien como para que se pudiera oír. Todo era muy confuso, y ahora, antes de que Jon se pudiera dar cuenta, vio que ya era muy tarde. Era de noche y debería de haberse quedado mucho tiempo pensando todo esto. Jon decidió dormir para pensar con más claridad y si tiene tiempo, pasarse por el mismo lugar. Por el momento necesitaba dormir, aquella mañana estuvo haciendo trabajos como Rey y después esto. Estaba muy agotado y se fue a dormir. A pesar del sueño, Jon no pudo evitar soñar haciendo teorías e ideas para aquel ciervo que acababa de ver.
