¿Todavía hay amor?


Capitulo 1.

Retorno del Pasado.

POV Bella.

-Deja los nervios de lado Bella, estás sencillamente sensacional-Me aseguró Alice terminando de acomodar mi cabello después de dedicarle más tiempo de lo necesario.

-Gracias- Fue lo único que salió de mis labios.

Me encontraba demasiado nerviosa y se sentía extraño vestirme así de linda para otra persona que no fuera… él.

-Es mejor bajar ahora. Me ayudan...- Nos pidió Rosalíe extendiendo sus brazos para que le ayudáramos a levantarse de la gran cama de Alice.

Los casi ocho meses y medio de embarazo de mi amiga le estaban cuartando bastante los movimientos.

Alice y yo nos miramos y nos sonreímos mientras alzamos suavemente y con cuidado a Rose, cada una de un lado para luego bajar.

Eran claramente mis mejores amigas y se habían empeñado en dejarme perfecta para mi cita de esta noche, la cual, por cierto, estaba a punto de llegar.

Mike Newton, era un buen hombre. Todo un caballero. Algo serio quizás, pero era comprensible después de lo que le había tocado vivir. Por eso me interese en él y nos di esta oportunidad… Al igual que yo, él cargaba con un gran dolor. Si, Mike había estado a punto de casarse con el amor de su vida, Ángela Weber, una buena chica que también lo quería con locura pero lamentablemente ella falleció en un grave accidente automovilístico a principios del año pasado.

Yo también había estado a punto de llegar al altar y también por cosas del destino había perdido a mí amor hace casi dos años. Claro que todo ocurrió por una causa muy distinta, y tal vez para muchos fue el mayor engaño del cual ambos fuimos victimas pero no los únicos perjudicados.

En resumen, una gran mentira inventada. Si, un inmenso dolor que provocó que él se marchara a Italia, sin escucharme y sin aclarar las cosas.

Aquello fue lo que mas me dolió, porque Edward no creyó en mí.

Tal vez ahora, y después de todo este tiempo que pasó en vano pude darme cuenta que ya no valía la pena esperar. Sin duda, lo más doloroso fue ir perdiendo la esperanza de que algún día Edward regresara, y que, gracias a ese hecho, mi vida volviera a ser la de antes.

Pero no, ya no seguiría siendo su tonta Bella.

Por eso había decidido darme la oportunidad de volver a creer en el amor o en algo que al menos se parezca. De todas formas, no ganaba nada con taparme los ojos con la venda del pasado. A estas alturas él ya tenía que haberme olvidado y haber continuado con su vida. Eso era lo más seguro.

Aún dolía pero yo no podía hacer nada. Absolutamente nada.

Muy a mi pesar, había otra cosa de la cual estaba absolutamente segura, y era que por sobre todas las cosas, él, nunca dejaría de odiarme por lo que supuestamente yo le hice. Ése rencor viviría dentro de él cada día y quizás se haría cada vez más grande.

Emmett y Jasper estaban en el salón principal preparados para interrogar y amenazar a Mike. Se habían tomado bien en serio el papel de hermanos sobre-protectores conmigo porque aunque ellos no lo fueran de sangre si lo eran de corazón.

-¡Qué! !A caso no se cansan! -Exclamó Alice.

-Nunca-Respondieron los dos a la vez y sonriendo satisfechos.

Rodee los ojos y suspiré al recordar el fiasco que habían sido mis dos intentos de citas anteriores con Eric y Tyler. Todo gracias a Emmett.

Está vez, Alice y Rosalíe, habían insistido en sacarme de la rutina. Ellas decían que entre los estudios, mi trabajo y mi pequeña familia, no tenía tiempo para mí, y que, sí yo seguía así, pronto colapsaría. No entendían que todo lo anterior me distraía, hacía que este vacío interior no creciera y me hacía dejar de pensar tanto en él.

Gracias a que Emmett no se había controlado y había excedido el límite de amenazas, todo seguía igual. Supongo que no era gracioso escucharle decir con voz de trueno qué sí se atrevían a ponerme un dedo encima sin mi permiso o hacerme sufrir, los llevaría caminando agarrados de su parte más noble hasta la cima del acantilado más alto de la Reserva de los Queleutes y los arrogaría sin contemplaciones por el risco. Por supuesto, mis citas se excusaban y se marchaban antes de que yo bajara lista para salir con ellos.

Me imaginaba que hoy y junto a Jasper serían dinamita pura. Iba a ser realmente aterrador sí no les frenaba.

Mike realmente me importaba.

-Compórtense- Dijo Rose media irritada y media divertida mientras se acomodaba en el sillón con su enorme barriga.

-Para mí es importante-Les pedí.

-Seremos unos santos- Dijo Emmett.

-Tranquila, Bella, sólo le recordaremos algunas cuántas reglas-Dijo Jasper.

-Nada ilegal- Aseguró Emmett.

-Nada ilegal-Repitió Jasper.

Volví a suspirar profundamente cuando sentí sonar el timbre.

- Yo abro- Se ofreció Emmett animado.

-Ni se te ocurra- Le cortó Rose-Deja que vaya Bella.

Todos rieron incluida yo.

Caminé hacia la puerta, giré la manilla, acomodé una ligera sonrisa y la abrí lentamente.

Y mi mundo se volvió a detener.

Quise volver a enterrarme en aquel lugar a donde fui durante el primer mes que él me dejó sola. O que me tragara la tierra en este preciso instante.

No me podía escapar del impacto de su mirada.

Sus sorprendidos ojos verdes no se apartaron de los míos ni un segundo.

Edward había prometido no volver y ahora estaba aquí, parado frente a mí.

Me había dolido tanto su ausencia. Y ahora, no podía creer que estaba a tan sólo unos centímetros de él.

Volví a existir, ya que, después de dos años, pude sentir a mi corazón latir verdaderamente.

El tiempo parecía haber retrocedido. O tal vez, nunca pasó, porque él no había cambiado en nada. Seguía igual de guapo de como lo recordaba o quizás más. Tan elegante, con ese aire de misterio, esos ojos destellantes en los que me perdía y con esos labios que me hacían delirar.

Seguía siendo perfecto un ser absolutamente perfecto para mi.

Aquí estaba otra vez ése rostro de ensueño que sólo me hacía híper-ventilar.

No sé de a donde saqué fuerza para contener un suspiro.

El silencio reino en la habitación. Los Cullen estaban tan sorprendidos cómo yo. Tampoco eran capaces de pronunciar palabras. Se habían congelado.

-Bella…- Su demandante voz aterciopelada nuevamente caló dentro de mí y me hizo estremecer por completo.

Me dí cuenta que aún tenía aquel efecto en mí.

No tenía sentido que me mirase así, cómo antes, cuando éramos capaces de morir él uno por él otro.

Esto iba mal para mantener mi auto-control.

No sabía que iba a ser de mí en los próximos minutos, y la verdad, tampoco estaba segura de querer saberlo.

Mi voz no salía. Mi propio cuerpo de dejaba en evidencia y me traicionaba.

Me pregunté que cara tendría yo porque no podía imaginarme viéndolo de otra forma que no fuera de amor. Jamás me había puesto en esta situación. El minuto en que nos volviéramos a ver, cómo reaccionaría.

Definitivamente yo no era capaz de pensar con claridad.

Tampoco sabía que hacer ahora, ya que, por una parte, quería lanzarme a sus brazos y llorar, decirle cuanto lo amaba, y por otra, quería restregarle mi inocencia en la cara y salir de su vida para siempre.

La única seguridad que tenía era que mis dedos aún seguían pegados en la perilla de la puerta, y que, aquel millón de mariposas que una vez se escaparon de mi interior, por arte de magia, se habían vuelto a refugiar en mi estomago revoloteando tal cual y cómo pasaba cada vez que él estaba tan cerca mío.

-Hace frío aquí a fuera, cariño-Dijo una mujer hermosa y delgada, de cabello rubio rojizo mientras se acercaba a él y le tomaba el brazo pidiendo atención- ¿Qué sucede?- Le preguntó no entendiendo mucho.

Edward tenía una expresión difícil de descifrar. Ni se siquiera le respondió. Ella se fijó en mi presencia, pues él, no dejo de mirarme ni un instante.

Poco a poco sentí como mis mejillas se tiñeron rosas. Para colmo lo único que podía hacer era avergonzarme y era pasear la mirada entre ellos. Se veían inmejorables uno la lado del otro. La pareja perfecta.

Ya era tarde, por supuesto. Lo había perdido.

Solté la manilla y retrocedí dos pasos y Edward avanzó uno hacía mí quedando a la misma distancia soltando el amarre de ella.

Ahora quería llorar pero reprimí las lágrimas con el coraje que sentía.

No podía creer que me pusiera celosa de una desconocida. Celos que hasta hoy no sabía lo que podían significar... ellos se hacían presentes ahora y me hacían ver lo poderosos que podían llegar ser.

En la sala nuestra audiencia no era capaz de hablar.

-Bella… estás preciosa- Dijo Mike mirándome parado justo de tras de ellos.

Me volví a congelar.

Edward se movió por fin y observó al joven que tenía una rosa blanca entre las manos y vestido finamente para la ocasión. Se tensó visiblemente y su expresión volvió a cambiar cuando me miró nuevamente. Ahora su mirada se mostraba más dura.

-Newton- Prácticamente escupió Edward como saludo haciéndome recordar cómo se llevaban en el Instituto.

Los dos, eran rivales innatos en todos los aspectos menos el amoroso, ya que, Mike sólo tenía ojos para Ángela y Edward solo tenía ojos para mi desde que llegué a la preparatoria. Siempre estaban compitiendo para decidir quien era el mejor.

Pensé que esas rencillas también se habían quedado en el pasado pero ahora estaba claro de que no era así.

-Cullen…-Respondió el aludido sorprendido igual y con un tono agraz- Veo que regresaste.

Me dieron ganas de salir corriendo.

Sentí en ese momento unos brazos protectores a mí alrededor. Me giré y supe que era Jasper preguntándome con la mirada si estaba bien.

Asentí suavemente.

-Respira- Me dijo bajito al oído. Sólo entonces recordé que era necesario. Me concentré en tomar aire un par de veces.

Otra vez a todos nos rodeó el silencio hasta que sentí unos ligeros tacones descender la escala lentamente.

-La princesita de la casa despertó- Anunció la dulce voz de Esme a mi espalda y me hicieron reaccionar.

-Nessie...- Susurré buscándola con la mirada. Inmediatamente me separé de mi amigo y caminé casi corriendo hacia mi pequeña.

La tomé y la refugié entre mis brazos mientras veía como Esme se encontraba con la mirada de su hijo.

-Edward, hijo…-Dijo acercándose a él sollozando.

-Mamá- Respondió el aludido encerrándola en un abrazo gentil.

Renesmee era mi razón de vida. El motivo por el cual salí del penoso estado en que me sumergí cuando creía haber perdido las ganas de vivir. Fue un milagro, mi milagro.

Cuando supe que estaba embarazada, que esperaba un hijo de Edward, mi vida cambió una tercera vez. Mi mundo se fortaleció y todo pareció marchar bien. Mi padre increíblemente estaba feliz con eso de ser abuelo. Alice y Rosalie, estaban dichosas con ser tías, al igual que los chicos. Nunca tuvieron dudas a cerca de la paternidad del bebé. Incluso antes de descubrir que las fotos que Edward y todos habían visto eran falsas.

En aquellas imágenes se mostraban a una mujer en la casa de Charlie, específicamente en lo que era mi habitación y en mi cama teniendo relaciones íntimas con el que era mi mejor amigo de ese entonces, Jacob Black.

Tenía que darles las gracias de por vida a Jasper y a Emmett por insistir en hacerles confesar a Jacob y a la mismísima Jessica Stanley el plan maquiavélico que habían montado para que, por una parte, Edward me dejara y corriera a sus brazos de Jessica, y por la otra, le dejara el camino libre a Jake para intentar conquistarme.

Yo no me había podido defender de aquellas acusaciones, pues me había ido a Jacksonville a ver a mi madre justo durante esos días y gracias a un regalo que Carlisle y Esme me habían dado por mi cumpleaños número dieciocho. Boletos que no había utilizado casi hasta que estuvieron a punto de caducar. Originalmente, eran dos boletos, uno para mí y el otro para Edward, pero él no había podido ir conmigo porque tenía que prepararse para rendir unas pruebas especiales para ingresar a la carrera de medicina. Así que, fui sola.

Casi les resulta su estrategia pero les fallaron en un par de detalles. Primero fue el haber sido tan idiotas de mostrarles las fotos en frente de todos, porque nadie más que Edward se trago el engaño. Lo segundo, fue que no se deshicieron de las pruebas y por último y creo que lo más grave, fue creer que el mismo Edward buscaría consuelo en los brazos de Jessica porque más encima le habían inventado de que yo me había ido con mi amante a Florida asegurando que existía la posibilidad de que tal vez no regresara nunca.

Y a mí, por otra parte, pretendían hacerme creer cuando volviera que durante mi viaje, Edward, se había enredado con Jessica para lograr que por despecho me desquitara aceptando a Jacob. Cosa que nunca pasó porque a pesar de ser mí amigo en ese instante, nunca pude llegar a mirarlo como hombre. Confié en Jacob y me falló cómo jamás pensé, pues, era él, quien tenía acceso a mi casa y se dejo convencer por Jessica y su amiga Lauren para montar aquella escena sabiendo que me haría un terrible daño. No se les hizo difícil trucar las fotos y aunque Jacob se arrepintió al verme destrozada después no fue capaz de reconocer en frente mío su bajeza.

Esa es una de mis mayores tristezas porque no sólo perdí a la persona que amaba, si no que también a mi mejor amigo en un abrir y cerrar los ojos.

Jessica no había considerado que en unos meses más se encontraría con la sorpresa de mi embarazo. Ella siempre había ambicionado ser la novia de alguien popular, que la incorporara a otro círculo y le diera el status que según ella misma se merecía. Jamás lo logró, siempre estuvo a la sombra de alguien. No pudo darse cuenta que no necesitaba a nadie al lado para ser alguien importante y resaltar por cosas que si valían la pena. Lamentablemente siempre destacó por los enredos a los que estaba acostumbrada. Quizás por envidia hizo lo que hizo. En varias ocasiones ella intentó hacerme sentir mal por mi embarazo. No niego que fue difícil, pero hice oídos sordos a sus comentarios malintencionados. Ojala y algún día aprenda que no se debe actuar así porque uno termina peor y envenenándose a si misma por dentro.

A pesar de eso no pude odiarla, ni a Jake tampoco, inclusive le pedí a él que me dejara en paz y que no me molestara porque necesitaba estar y vivir mi embarazo con tranquilidad y en la compañía de mis seres queridos.

Recuerdo que la última vez que había visto a Edward fue en el aeropuerto. Todo pasó muy rápido, pensé que me había ido a recoger para sorprenderme como siempre lo hacía, pero me equivoque, ya que él estaba a punto de abordar el vuelo que lo alejaría de mí. Al principio, no entendí que estaba sucediendo. Alice y Jasper, estaban allí también, intentando convencerlo de que no se fuera. Corrí hacia ellos y al llegar sentí que mi mundo se acababa al ver sus ojos tan llenos de dolor y con tanta rabia... y más odio al notar mi presencia. No fue capaz de mirarme a los ojos directamente, sólo me arrogó las fotos que aún guardaba en su chaqueta. Me dijo que no quería volver a verme, que me olvidara del amor que un día me prometió porque ya no me quería más y que no tenía problema que me consolara con Jacob sí me servía.

En mi vida jamás lo había visto actuar así de enfurecido y con tanto rencor. No podía creer que aquella persona fuera mi Edward.

Yo estaba tan absorta que cuando intenté reaccionar ya era demasiado tarde, él se había marchado y yo no paraba de llorar.

He de reconocer que las lágrimas corrían por mi rostro sin parar durante días enteros mientras estuve consciente y todas las noches despertaba a mi padre por mis gritos desesperada porque Edward volviera.

También reconozco que los primeros días me escapaba al aeropuerto para ver sí él regresaba. Los chicos se turnaban para ir a buscarme y llevarme a casa a rastras.

No quiero ni recordar esos días... No me hace bien.

Después de un par de semanas volví a entrar en un estado catatónico cuando me dijeron con lujo de detalle lo que había ocurrido en mi ausencia y lo que planeaban hacer para forzarlos a confesar.

Luego vino la noticia de mi embarazo. Al principio pensé que las nauseas habían sido producto de la falta de alimentación, a consecuencia de mis desvelos o de tanto dolor pero estaba muy equivocada. Rosalíe, fue la primera en notar que algo pasaba cuando me desvanecí sin explicación y sin más me miro a los ojos observándome por unos minutos. Me dijo que la esperara en el mismo lugar, que ni siquiera me moviera y en menos de diez minutos estuvo de vuelta con una prueba de embarazo.

Contuve el aliento hasta que supe los resultados.

Positivo.

Y en pocas palabras mi vida volvió a tener sentido.

La primera vez que la sentí moverse dentro de mí fue una sensación única, mágica e incomparable. Los meses pasaron y mi vientre fue creciendo. Alice se volvió loca comprando cosas de bebé, grabó cada momento y no paró hasta convencerme de que me viniera a vivir con los Cullen y así pasar los últimos meses antes que llegara la pequeña.

Rosalíe se esmeraba en no dejarme hacer nada. Emmett era el encargado de velar mis antojos. Jasper por su parte recolectaba información acerca de todo el proceso y de lo posterior mientras Carlisle y Esme se encargaron de preparar la habitación de la princesita cuando nos enteramos de que sería niña.

Para mí era una felicidad plena pero no completa.

Era un pedacito de él dentro de mí y por eso no me quejada. Por mi hija no volví a llorar. Incluso pude recordar el último día que estuvimos juntos y en que presumiblemente la habíamos concebido, ya que, había sido la única vez en que no utilizamos protección a conciencia y por amor.

Flash Back.

Edward y yo nos habíamos escapado de Alice y los preparativos de nuestra boda un par de días antes de mi viaje a Florida. Hacía un tiempo habíamos descubierto un lugar mágico dentro un claro en el bosque. Siempre me había parecido irreal nuestra relación porque desde el primer encuentro ambos supimos que este sentimiento era de verdad y que nos uniría profundamente y por toda la vida.

El acercamiento entre ambos fue inevitable. Edward era mi mayor orgullo, mi amor imposible vuelto realidad. A nadie le sorprendió que él me pidiera matrimonio tan jóvenes y teniendo una vida por delante. No podía negar que me había tomado por sorpresa pero le respondí que si a ojos cerrados. Le amaba más que a nada y estar junto a él por siempre era mi máximo anhelo.

Las flores más lindas que había visto estaban allí. No fueron necesarias las palabras, tan sólo una mirada bastó para sentir sus labios sobre los míos. Una sola caricia hizo que se despertara el deseo capaz de nublar mis pensamientos y aflorar mis instintos primitivos.

Edward parecía estar sumido en el mismo estado en el que me encontraba yo, o peor, al notar aquel bulto de su entrepierna. Nuestros cuerpos actuaban por sí solos preparándose para lo que venía.

A veces no me podía explicar cómo se era capaz sentir tantas cosas a la vez y cómo la intensidad de nuestras entregas aumentaba en cada encuentro.

-No sabes lo que provocas en mí...-Me susurró con los labios pegados a mi cuello y sus manos me apegaban a su anatomía.

-Lo que si sé es lo que tú me haces sentir a mí- Le dije con la respiración entrecortada, totalmente absorta y explorándolo como se lo merecía.

-Mi Bella…-Suspiró.

Las ansias se transformaron en ganas y las ganas en ansias.

-Hazme tuya- Le pedí con el ultimo raciocino que me quedaba.

Rocé y besé sus labios, capturándolos para mi deleite. Su lengua cómo siempre pidió ingresar a mi boca y yo se lo concedí sin demora. La batalla de nuestras lenguas había comenzado. Mis manos aferradas a su cabello jugaron con el y comenzaron con su recorrido llegando a los botones de su camisa.

Estábamos desesperados.

Poco a poco la ropa de ambos comenzó a desaparecer. Su cuerpo era a tan hermoso que a veces era una tortura solamente mirarle.

-Tú ya eres mía y de nadie más-Sentenció recostándome en la hierba y mordiendo mis labios mientras se deshacía de mi última prenda y yo de la suya.

Besó cada centímetro de mi piel con devoción. Sus manos se amoldaban a mí a la perfección reclamando pertenencia. La sensualidad se percibía en el ambiente. Sus ojos se iban oscureciendo por el deseo y yo me sentía perdida.

Le sonreí.

Me sentía orgullosa de provocar esas cosas en él. Era la única instancia en que se rendía mostrándose vulnerable.

El placer pronto nos consumiría. Nuestras respiraciones se volvieron erráticas y los latidos de nuestros corazones se disparaban.

Nuestra piel, nuestras almas y nuestras vidas estaban conectadas en sincronía.

A estas alturas ya no reconocía cual eran nuestros límites y los alcances.

Era el cielo, mi séptimo u octavo cielo.

-Te quiero dentro de mí-Le rogué demasiado excitada para esperar más.

-Sólo tenías que pedirlo, amor…-Me respondió.

Lo sentí en mi entrada y fue introduciendo poco a poco. Respiré su dulce aliento mezclado con el mío y de pronto nada más existió. Sólo nosotros dos amándonos con ahínco.

No quería despertarme de este maravilloso sueño.

Me hundí en la profundidad de sus ojos y me pude descubrir en ellos. Me aferré en medio de aquel frenesí a él cómo sí toda nuestra vida dependiera de aquello. De esta entrega.

Sus besos eran exquisitos, nuestros cuerpos entrelazados estaban sudorosos y se notaban desesperados por llegar al final. Sinceramente me enloquecía con todos sus roces y caricias. Intentamos contener nuestros jadeos pero se nos hizo imposible no gritar nuestros nombres cuando atravesamos éxtasis.

No pude evitar sonrojarme al sentir el líquido caliente producto de su liberación dentro de mí.

-Me moría por poseerte otra vez- Me confesó temblando y aún dentro mío.

-Te amo-Dije besando la comisura de sus labios cuando nos calmamos.

-Como yo a ti...-Contestó tiernamente- Eres el amor de mi vida, Bella.

En ese momento decidí que no sería de ningún otro hombre que no fuera Edward.

Fin del Flash Back.

Renesmee salió de entre mis cabellos y posó sus ojitos por primera vez en aquel extraño y le regaló una media sonrisa.

Los ojos de Edward nuevamente me encontraron y observaron a su hija por primera vez. Y estoy segura de que la reconoció de inmediato como la heredera de su cabello y de sus facciones.

Para mi desgracia, mi bebé era una Cullen por donde se le mirara. Exceptuando el color de sus ojos que eran sólo míos.

Edward se estaba acercando a nosotras centímetro a centímetro, cómo sí temiera que me fuera a escapar ya que notaba mi indecisión.

Mi hija se manifestó alzando sus pequeños bracitos hacia él, intentando acercarse y atraparlo para ella.

Lo había estado esperando desde que nació.

Ella también lo había reconocido.

Y ahí estaba yo, con mi hija en los brazos, él que había sido o era el amor de mi vida volviendo desde el pasado, en frente mío reconociendo a su hija. Con su novia y mi cita detrás de nosotros... y con casi toda la familia Cullen de testigos. Sinceramente no sabía que hacer. Reclamar el amor que de seguro no tenía. Intentar una nueva relación con Mike. Desparecer o por el bien de Renesmee dejar que Edward Cullen volviera a nuestras vidas.

¿Qué hacer?


^^Sean todas bienvenidas(os) Les presento mi nuevo proyecto. Todo depende si les gusta. Es mi primera historia subidita de tono pero sin dejar de lado la sutileza.

Las preguntas del millón (sólo son 2 xD) a las que quieran contestar. A las que contesten se lo agradeceré especialmente en el próximo capi.

¿Quieren que continúen con la historia tal cual con POV de Bella o prefieren Un POV de Edward?

¿Qué hace Bella ahora?

Estoy escribiendo el segundo capi y recibiendo ideas para continuarlo. Como hace un rato me dijeron que podía hacer que uno de los Cullen haya estado comunicándose con Edward y por eso volvió.

Las estoy analizando todas a si que no tengan dramas en contestarme.

Y una tercera para la que se animeee

¿Odian a Ed…?... yo no puedo, lo confieso.

Eso gracias por leer.

Nus leemos.

Besos…

Cami.