Inuyasha y sus amiguines(?) no me pertenecen, todos son de Rumiko Takahashi.
Advertencias: Rating "M".
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Descarado Sentimiento
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I
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Se miraba en el espejo y estaba más que convencida de que había elegido bien. El hermoso vestido de novia le quedaba a la perfección. Un modelo italiano "Pradal", el cual era un vestido de gasa con aplicaciones de encaje, bordado en hilo y pedrería con un cuerpo con canesú transparente decorado con aplicaciones. La espalda era transparente decorada con encaje y falda lisa de gasa. El vestido abrazaba su cuerpo de una manera mágica, especial y sabía que a él le encantaría.
El velo bordado delicadamente caía como un hermoso manto blanquecino que contrastaba de manera armoniosa con su cabello azabache, el cual iba tomado en una coleta baja llena de abundantes ondulaciones. No llevaba accesorios, salvo unos aretes de diamante que le había regalado su prometido, el que dentro de algunos minutos sería su esposo. Habían aplicado a su rostro un maquillaje suave, resaltando sus cejas y delineando hermosamente el contorno de sus ojos, avivando sus largas pestañas y culminando con un suave tono rosa en sus labios.
Sonrió, dentro de poco sería la señora de Taishō.
La puerta de la habitación en la que estaba se abrió y un hombre en un hermoso e impecable traje negro entró. Lo reconoció de inmediato y la sonrisa que él le dedicó al verla le hablaba de admiración.
— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó en un susurro mientras abría sus hermosos ojos chocolate en sorpresa, viendo como él cerraba la puerta con llave y luego se acercaba lentamente a ella. —Si saben que estás aquí… nos matarán a ambos.
—No podía esperar hasta la ceremonia para verte…—Le dijo mientras se la bebía con la mirada, esa mujer había robado todo de él desde el primer momento que sus ojos la encontraron. — Estás hermosa.— Le alagó con una dulzura que hizo que la azabache sintiera su corazón latir más a prisa.
La joven novia se sonrojó, sonriendo suavemente y sintiendo expectativa al verlo acercarse. —Tú también estás muy guapo. Se ve muy bien esa flor en tu bolsillo. —Dijo mientras alargaba su mano y tocaba el pequeño clavel que estaba en el boutonnier de su traje y, era uno de los cuales tenía su buquet de novia, el cual también estaba combinado con claveles rojos, y también los adornos florales que decoraban el pequeño jardín y el kiosco donde sería la boda.
El hombre sacó la flor blanca y se la extendió a ella, sólo que cuando la azabache fue a tomarla, él aprisionó su mano y en un rápido movimiento la acercó a él, rodeando su cintura con su brazo y sin mediar palabra, capturó sus labios en un beso apasionado y sin recato propio de ambos, mientras caminaba con ella y la aprisionaba contra la pared más cercana, acomodando su pierna cubierta por delicadas medias alrededor de su pelvis.
Había esperado tanto tiempo por verla que tuvo que recurrir a las artimañas más bajas para poder despejar los pasillos y entrar sin ser visto a la habitación donde ella esperaba el momento para salir. Iba a esperar, el cielo sabe que se había hecho la idea de esperar, pero el imaginársela caminando por el sendero hacia el kiosco donde estarían todos esperando por ver el casamiento, lo hacía querer mandar a todo el mundo al demonio, secuestrarla y que nadie nunca los consiguiera jamás.
Tres horas entre maquillaje y peinado se habían ido prácticamente a la basura. Su vestido estaba formando arrugas debido a la posición en la que estaban y en realidad… eso la tenía completamente sin cuidado. Recibía y degustaba los besos ardorosos que él iba dejando desde su mejilla, por sobre su cuello hasta su clavícula. El hermoso vestido se mantenía arremangado hasta su cintura; una risa traviesa escapó de sus labios cuando sintió la mano varonil arrastrarse sobre su muslo. El vestido no era difícil de colocar y al parecer, tampoco difícil de quitar, ya que él se las había ingeniado para abrir cada botón y tocar libremente su espalda desnuda. Recorrió con sus manos su pecho, quitando el saco de color negro y dejando a la vista la camisa de vestir blanca que llevaba, adornada por una corbata de color roja que pronto fue sacada de su lugar.
No debían estar haciendo esto… mucho menos a tan poco tiempo de la ceremonia, pero no podían resistirse. Era tanto el sentimiento contenido que era imposible evitar verse y querer demostrarse lo mucho que se deseaban. El deseo entre ellos primaba en los encuentros que mantenían. Hoy habría un cambio en sus vidas, a partir de hoy… todo sería diferente entre ellos.
—Hasta hoy serás una mujer soltera…—Decía el hombre entre beso y beso, sin dejar de acariciar la piel de ella, arrancando gemidos y sintiendo la calidez dispararse en sus venas cuando ella comenzó a deslizar sus manos por su pecho.
—Lo sé…
Lo besó de manera desesperada, sintiendo entre el contacto de sus labios como él sonreía y a su vez, terminaba de liberar su torso del vestido, para dirigir sus labios a su pecho. Entre cada beso, cada lamida, cada mordida sentía que perdía fuerzas. La recostó suavemente en el sillón de estilo victoriano, posando su cuerpo sobre ella. Era tan perfecto… su largo cabello negro lo hacía lucir salvaje, sus dorados ojos le daban un toque de misterio y su sonrisa… cielos, la hacía perder el raciocinio y la dejaba completamente a su merced sólo con una palabra de su boca.
Deslizó las medias de blanco casi transparente por sus piernas, lo suficiente para poder quitar la ropa interior y volver a posarse sobre ella, su propio pantalón ya había dejado de ser un estorbo. Cuánto la deseaba, cuánto la amaba.
—Buena elección de lencería.
La joven sonrió de buena gana, mordiéndose el labio inferior de manera provocativa. Estaba mal, faltaban menos de quince minutos para que la ceremonia empezara, ya podían escuchar la melodía suave de ambiente de los violines, seguramente los estaban buscando, pero ahí estaban ellos… tumbados en un sillón, escondidos de los demás. Ahí estaba ella, recibiéndolo gustosa… ahí estaba él, adentrándose en ella sin pedir permiso, sin siquiera recaer en el sentido de respetar el no ver a la novia antes de la boda.
Al demonio las tradiciones.
La danza comenzó entre ellos y en ningún momento dejó de existir el contacto visual. Chocolate y oro se miraban desafiantes, con amor, con pasión, con picardía. Los besos no se hacían esperar y tampoco lo hizo la cúspide del acto.
—Inu… Inuyasha…
—Shh… No quiero que nos oigan, nena…
La azabache cerró sus ojos, tratando de aguantar los espasmos mientras sentía el calor que provenía de él invadir su interior. Era suya… lo sabía, de nuevo era suya, como ya lo había sido antes… como lo seguiría siendo.
Él volvió a besarla de manera suave, atrapando sus labios en una caricia amorosa y tierna.
—Te amo… Kagome.
Ella sonrió y acarició su rostro, él era fascinante, hermoso… único.
—También te amo, Inuyasha.
— ¿Te veré en la boda? —Preguntó con una media sonrisa arrogante.
—Estaré ahí sin falta.
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La veía caminar hacia donde él estaba, su cabello, su vestido, su maquillaje, todo estaba en su lugar, nadie sospechaba de nada y así era mejor. Él también estaba impecable, de pie en el kiosko junto con los demás caballeros. Ella venía de la mano de su padre, hoy… ella sería parte de la familia Taishō, de su familia.
Kagome lo buscó con la mirada y le dedicó una suave sonrisa, a la cual él respondió sin demora. Era una sonrisa mezclada de promesas, pasiones, ternura, amor y descaro. Su padre y ella siguieron caminando, llevándola hasta el centro del kiosko donde la esperaban el juez y él… Sesshomaru, su futuro esposo. Su medio hermano.
No estaba bien lo que hacían, no estaba bien lo que habían hecho… pero lo seguirían haciendo.
A ojos de muchos tal vez estaba mal que ellos engañaran a Sesshomaru de esa manera… pero para nadie era un secreto que ese matrimonio arreglado entre las familias no era basado precisamente en el amor. Kagome era suya. Lo había sido hacía sólo un rato y lo seguiría siendo así estuviera casada.
Era un sentimiento descarado… pero ambos estaban dispuestos a continuar con ello, un matrimonio de apariencias jamás los separaría.
N/A: ¿Qué puedo decir? No apoyo la infidelidad, pero es que Inuyasha es INUYASHA jajaja. Tenía esta idea rondando mi cabeza y bueno, necesitaba escribirla o sino, moriría por acumulo mental de letras.
No está en mis planes por ahora darle continuidad a esta historia, pero lo dejaré a la elección de ustedes. Si quieren que haya más capítulos, siéntanse en la libertad de pedirlos y cuando mi musa pervertida aparezca, escribiré :D
Espero que de verdad les agrade, si es así, amaré recibir sus comentarios que llenan de vainilla y helado mi vida.
Nos leemos pronto, besitos.
