Quédate Conmigo.
Los ojos de Karin se abrieron poco a poco, dándole una vista difusa y oscura de una pared mohosa frente a ella.
Tardó un momento en recobrar sus sentidos, y apenas lo hizo el pánico la invadió al darse cuenta que su tobillo estaba encadenado a la pared contra la que había estado durmiendo, además, estaba completamente desnuda excepto por su camiseta de gran tamaño que se había puesto esa mañana… o al menos esperaba que siguieran en el mismo día.
No recordaba mucho, había despertado en su casa como siempre, luego fue a su universidad pero pareciera que nunca llegó. ¿Dónde estaba ahora? ¿Qué fue lo qué pasó? ¿Y su familia?
Se sentía sedienta, exhausta y adolorida seguramente por haber dormido sentada quién sabe cuánto tiempo. Sus ojos cansados recorrieron el pequeño lugar donde se hallaba reclusa y se quedó sin aliento al ver a otra persona encadenada a la pared junto a la suya, y no cualquier persona.
Hitsugaya Toshiro, el primer chico que le gustó, el único en realidad, aunque eso no significaba que no hubiera superado su flechazo de los once años con este capitán shinigami.
Él también estaba semi-desnudo, sin la parte superior de su shihakusho, solo tenía su Hakama mal colocado, haciéndola apartar la mirada avergonzada por la cantidad de piel que estaba mostrando. Estaba durmiendo apoyado en la pared y también estaba encadenado por el tobillo.
Ahora que lo notaba, el resto de sus ropas estaban regadas por el pequeño lugar, y si no estuviera tan asustada por las cadenas y el hecho de que quien sea que les haya hecho esto podía poner a dormir a un capitán tan poderoso, probablemente se desmayaría de la vergüenza de que muy seguramente tuvieron relaciones sexuales ya sea entre ellos o quién sabe con quién.
Su respiración comenzó a descontrolarse, y tal vez hubiera tenido un colapso nervioso de no ser porque en ese momento Toshiro despertó y miró a su alrededor desorientado, antes de que sus ojos se fijaran en ella. El pudor la obligó a tratar de ocultar sus partes privadas con sus piernas, tirando lo más abajo posible la camiseta.
-Veo que despertaste…- murmuró con voz ronca, sintiendo los labios agrietados y la garganta seca.
-Kurosaki…- la miró con sorpresa, su voz también ronca. -¿Sabes por qué estamos aquí?- ella negó con la cabeza.
-No. Solo recuerdo que iba camino a mi universidad y luego nada. ¿Y tú?-
-Estaba siendo sanado por un miembro del cuarto escuadrón después de una dura batalla.- frunció el ceño. –Aizen escapó liberando a todos los prisioneros del Nido de Gusanos, la Sociedad de Almas ha sido un caos los últimos días. No sé si lo sepan en el mundo de los vivos.- comentó.
-Bueno, eso explica por qué Ichi-nii estuvo tan raro últimamente.- no lo había entendido del todo, pero la situación sonaba bastante grave. –Pero no explica por qué estamos aquí ¿o sí?-
-Lo único que se me ocurre es que Aizen quiera experimentar contigo, ha mostrado mucho interés en tu hermano por sus orígenes y tienen la misma sangre. El problema con esa teoría es que no tengo idea por qué estoy aquí contigo, tal vez solo quiere torturarme.-
-¿Qué clase de experimentos querría hacer conmigo?- su pánico se disparó de nuevo. -¿Y por qué… por qué parece que… que nosotros… no-nosotros hayamos tenido…?- miró intencionalmente sus estados semi-desnudos y las ropas dispersadas.
-…No lo sé…- apartó la mirada. –Pero lo mejor será que te saqué de aquí lo antes posible, tu padre debe estar muy preocupado por ti.- se puso en pie, tambaleante, sosteniendo su Hakama con una mano para que no se deslizara por sus piernas. –Las cadenas son largas, podemos movernos alrededor de la habitación así que vístete.- murmuró mientras recogía sus propias ropas y le lanzaba las suyas.
En pocos minutos estuvieron vestidos, aunque Karin frunció el ceño al ver su falda rota por la mitad pero acabó haciéndole un nudo que la hizo utilizable aunque más corta.
-¿Y cómo vamos a salir? ¿Puedes romper la cadena?- lo miró esperanzada.
-Las paredes son supresores de reiatsu, así que no puedo usar kido, y las cadenas son demasiado fuertes para que las rompa en mi estado actual.- frunció el ceño. –Déjame pensar.- suspiró, volviendo a sentarse.
Karin también se sentó, intentando pensar en algo que pudiera hacer para ayudarlo. Miró la cadena atentamente y después de un momento de reflexión, se dio cuenta de algo tan absurdo que casi se carcajea aun en medio de toda esa lúgubre situación.
-Oye, Toshiro…- lo llamó, provocando que la observe con una ceja en alto. –Mira esto.- se quitó su zapatilla que era dos tallas más grandes de lo que le correspondía y con un poco de dificultad deslizó el aro de metal demasiado grande que había estado atrapando su pequeño y delgado tobillo, siendo un poco difícil deslizarlo por su talón pero luego pan comido sacarlo por completo de su pie.
Él la miró con la boca abierta, antes de dedicarle una pequeña y breve sonrisa.
-Bien hecho. Un problema menos. Ahora solo debemos pensar como deshacernos del mío.- señaló su propia cadena. Aunque ahora ella estaba libre, seguían atrapados. Pensaron otro momento, antes de que él se iluminara con una idea. –Eso es, la puerta es de un material distinto a la piedra supresora de reiatsu, colócate frente a ella, te enseñaré a hacer un pequeño hechizo kido y debes apuntar a la cadena. ¿Entendido?- tomo un largo rato y un par de intentos fallidos, pero finalmente logró liberarlo. –Ahora a salir de aquí. La puerta está hecha de un material diferente así que podré usar kido para romper las bisagras.- hizo estallar las mismas con pequeñas explosiones y la puerta se abrió aunque por el lado contrario.
-Eres genial, Toshiro.- le sonrió al ser testigo de su gran audacia.
Una vez abrieron la puerta y se encontraron con el mundo exterior, sus bocas cayeron abiertas.
Era notoriamente de día, pero el cielo estaba ennegrecido con un gris-marrón horrible y nubes negras. A donde quiera que llegaran sus ojos no había césped ni árboles, todo era tierra muerta. Había pequeñas y grandes casas tradicionales en todos lados, pero muchas se veían casi en ruinas pese a que se notaba que aún vivían personas allí. Y en medio de todo estaba la estatua más grande que Karin había visto nunca, la estatua de un hombre con una sonrisa tranquila a la par de amenazante.
-Aizen…- Hitsugaya se veía visiblemente horrorizado.
-Toshiro…- tomó su mano con la suya, en parte para reconfortarlo y en parte porque ahora estaba aún más aterrorizada. -¿Dónde estamos? ¿Qué está pasando?-
-Estamos en la Sociedad de Almas, en el Seireitei.- explicó apretando su mano con firmeza, su rostro lleno de odio y temor.
-¿El mundo de los shinigamis?- no se parecía en nada a lo majestuoso, blanco y puro que su hermano había descrito.
-No… ya no es el mundo de los shinigamis.- la atrajo hacía él, su agarre protector mientras miraba con desconfianza los alrededores. –Ahora es el mundo de Aizen.-
Fin.
¿O no?
Este fic es el premio para Milagros Ortiz, que fue una de las ganadoras en la Semana HitsuKarin y quería algo de misterio, a lo q esto fue lo unico q se me ocurrió xP Ojala q te haya gustado n.n
Debía ser una viñeta tambien pero de nuevo me pase :'v Igual no creo q les moleste :P
Tal vez lo continue algun día, no sé xD Tengo muchos pedidos atrasados...
Ojala q a todas les haya gustado y los personajes de Tite Kubo!
COMENTEN! *o*
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
