Capítulo editado: 09/06/2018

Capítulo 1: El comienzo de todo

Debemos buscar el comienzo de todo, de seguro, en la nube que reventó en lluvia aquella tarde, con tan inesperada violencia que sus truenos parecían truenos de otra latitud.

Alejo Carpentier

El sol brillaba en lo alto, las nubes estaban esponjadas y una leve brisa veraniega movía las ramas de los árboles del bosque. Sakura le sonrió a sus amigos, el día era perfecto para su día de campo.

-Es un día perfecto. -expresó Tomoyo en voz alta, leyendo sus pensamientos.

-Sería realmente perfecto si hubiéramos podido venir todos. -agregó Eriol- Aunque eso sería pedir demasiado.

-Mi hermano, Yukito y Naruku estudian y trabajan muy duro para recibirse en la universidad. -admitió Sakura.

-Kerveros y Spinel podrían aprender una cosa o dos de ellos. -comentó Shaoran, ganándose una queja de su novia- Solo digo que hay más en el mundo que los videojuegos. -se defendió, divertido.

-Supi está interesado en el dibujo. -comentó Tomoyo, sacando la manda de su bolso.

-Sólo te muestra sus dibujos a ti. -se quejó el mago de lentes, tomando una parte de la manta para ayudar a extenderla.

-Estás celoso, ¿verdad? -se rio.

-No, para nada. -negó rápidamente- Solo que me gustaría ver sus bocetos, es todo.

-Mentiroso. -insistió ella, divertida- Descuida, sigues siendo mi mejor amigo, Eriol. -le guiñó un ojo.

Todos rieron ante ese comentario, excepto el antiguo mago. Entre risas y bromas terminaron de colocar la manta y los alimentos, entonces tomaron asiento y disfrutaron de ellos.

Hace una semana habían comenzado las vacaciones de verano, luego de un año agitado y algún que otro problema, estaban tomando un pequeño descanso de todo.

Shaoran, por ejemplo. Este era el cuarto año desde que había decidido establecerse en Tomoeda, cuatro años de vacaciones entre China y Tomoeda, de llamadas regulares a casa y cartas con Mei. Era duro, pero allí, en Tomoeda, había encontrado una familia también. Dieciséis, casi diecisiete, años y había encontrado el amor, el primer amor y esperaba que fuera el único.

Eriol y él tenían más en común de lo que pensó. El inglés había seguido sus pasos y se había establecido en un nuevo hogar, luego de que el anterior fuera demolido y hubieran construido el parque de diversiones en él. Junto con sus guardianes había regresado un año luego de sellar la carta Vacío, ahora Esperanza. Al parecer ambos magos habían encontrado un nuevo hogar.

Sakura había sido tan feliz de recuperar a su persona más importante, más aún al saber que esta vez no había un límite de tiempo. Esta vez, era para siempre. Comenzando con un inocente amor y creciendo con el paso a la adolescencia, llevando el día a día, los hermanos mayores, los pequeños problemas, los guardianes celosos y las hormonas; seguían eligiéndose el uno al otro cada día.

Tomoyo había sido feliz de poder acompañar a su querida prima en aquél primer amor, Sakura era como la hermana que nunca tuvo y su felicidad era la suya. Luego de un año, Eriol había vuelto y fue aún más feliz, había extrañado al misterioso inglés más de lo que había pensado. Ahora con Sakura ocupada con Shaoran, se acercó más y más al inglés. Casi demasiado, aseguraría su madre.

-Mañana podríamos ir a la piscina, ¿no creen? -ofreció la bruja.

-Este promete ser un verano muy caluroso. -comentó Tomoyo, abanicándose el rostro- Esa es una buena idea.

-Cuenta conmigo. -aceptó Eriol.

-Y conmigo.

Tomoyo sintió la piel erizarse de repente, el abanico cayó de sus manos y se quedó tiesa como una tabla.

-¿Tomy…?

-¿Estas bien? -tomó el abanico entre sus manos y se lo tendió con cuidado, pero no lo tomó y eso hizo fruncir el ceño de Eriol.

La verdad es que este había sido un año de lo más extraño para Tomoyo, ella no le había prestado mucha importancia a los pequeños detalles al principio, pero cuando estos habían ido incrementando llamaron la atención de Hiraguisawa.

Había comenzado con la sensación de ser observada a la distancia, luego se sumaron las pesadillas y los escalofríos. Pero nada superaba sus últimos episodios: ella podía sentirlos. No sabía que eran, tampoco sabía si quería averiguarlo, sólo sabía que la aterraban.

-Lo siento. -volvió en sí y recompuso una sonrisa, tomó el abanico- Recordé que tenía un asunto pendiente, es todo.

-Se está asiendo tarde. -comentó su prima.

-Sí, es hora de volver. -apoyó su novio.

Eriol lo dejó pasar, como solía hacer en estos casos. Sabía que algo le estaba pasando a Tomoyo, pero respetaba su privacidad y le daba su despacio. Si algo estaba pasando en su vida y no de los hacia saber, él lo respetaba… por el momento y mientras no estuviera en peligro, claro.

Entre los cuatro recogieron y guardaron todo. El tiempo había pasado volando y el sol se estaba ocultando por el horizonte, los cuatro amigos se detuvieron un segundo para apreciar al astro rey esconderse y dar paso a la noche junto con sus estrellas. La joven pareja disfrutaba un pequeño momento romántico, Eriol recordó que esa semana se llevaría a cabo un evento al cuál había planeado ir con Tomoyo y decidió recordárselo, pero cuando volteó ella no estaba a su lado.

-¿Tomoyo…?

La heredera Daidouji estaba a unos metros, alejada del grupo, observando embelesada el espeso bosque. Eriol se acercó a ella, dándole privacidad a los tórtolos.

-¿Has visto una liebre? -preguntó, curioso. Había aprendido que ella era una amante de los animales, aunque no tanto de la vida al aire libre.

-Hay alguien allí. -levantó su brazo izquierdo y apuntó hacia lo profundo. Él siguió la dirección de su brazo, pero no vio a nadie.

-¿Dónde? -se acercó más hacia ella, para observar desde su mismo ángulo. Su mano rozó su brazo desnudo y lo notó helado, muy- Estás helada, Tomoyo. -le hizo notar, preocupado. Se sacó su abrigo y lo colocó sobre sus hombros, pero ella no hozo ningún gesto, su brazo seguía apuntando hacia el bosque al igual que su mirada.

-¿Vamos, chicos? -preguntó Shaoran, acercándose a ellos, Sakura de su mano.

-¿Tomy?

-Está en el bosque. -dijo ella- Allí.

-¿Quién? -preguntó, curiosa.

-No veo a nadie, Tomoyo. -insistió- Vamos a casa. -intentó tomar su mano, como usualmente hacía, pero ella se alejó con dirección al bosque.

-Pronto oscurecerá, Tomoyo. -le hizo ver el Li, preocupado.

-Sí, y yo tampoco veo a nadie. -insistió la bruja- Vamos a casa.

Pero Tomoyo no hizo caso y siguió internándose en el bosque más y mas.

-¡Espera!

El mago fue tras ella, preocupado.

-¿Eriol? ¿A dónde van? -se preocupó la bruja- ¡Tomoyo! -decidió ir por ellos.

-¡Oigan! -y Shaoran también.

Tomoyo caminó hacia lo profundo sin hacer caso a los llamados de sus amigos, Eriol tomaba su mano, pero ella se zafaba en cada ocasión y seguía repitiendo lo mismo: 'Hay alguien allí'. Los árboles se apiñaban mientras más profundo incursionaban, sus copas eran más y más espesas, impidiendo que la poca luz que proporcionaba la luna sirviera de faro.

-¡Tomoyo!

Esta vez no sólo la tomó por la muñeca, tiró de ella un poco para que se detuviese y se explicara.

-No tienes escapatoria.

Los cuatro escucharon con claridad aquella voz desconocida.

-Está aquí. -susurró Tomoyo.

-¡Espera, espera!

-¿Ese es….?

-¿Es la voz de Kenji? -terminó su novio.

Con curiosidad se acercaron más hacia el lugar de donde provenían las voces. Escondidos detrás de los gruesos troncos, apreciaron la escena que se desarrollaba en aquel claro en lo profundo del bosque.

-Por favor, haz silencio. -ordenó la voz desconocida.

Era una chica, al parecer de si edad. Ésta tenía una largo cabello rubio platinado, sus ojos parecían blancos desde la distancia. Ella estaba descalza, sus pies estaban manchados con sangre, al contrario de su vestido blanco.

-No me mates, por favor. Por favor, te lo rueg- agh.

-Haz silencio.

Una tercera persona apareció, un sujeto que estrujó la garganta de Kenji con una mano. Kenji, uno de sus compañeros de clase, un chico simpático y guapo que se había unido a ellos este año escolar. El mismo chico que ahora estaba en lo profundo den bosque, la ropa desgarrada y manchada de sangre, el que era sujetado por la garganta.

-¡Hay que ayudarlo! -murmuró la bruja, sus puños estaban apretados a ambos lados de su cuerpo.

-Sí…

-Ahora. -ordeno la chica y el sujeto lo libero de su agarre. Kenji cayó al suelo de rodillas, respirando grandes bocanadas de aire y tosiendo.

El sujeto, un hombre de cabellos color miel y ojos blancos cubiertos por un antifaz del mismo color, desenvainó la espada que llevaba en su cintura y la maniobró con gran rapidez y elegancia.

Ahh!

Eriol cubrió la boca de Tomoyo para que su grito no alarmara a los asesinos de Kenji.

-Muy bien, Joel. -lo felicitó la chica.

La cabeza de Kenji cayó al suelo y rodó unos centímetros antes de detenerse, sus ojos estaban abiertos y observaban a Eriol, Tomoyo, Sakura y Shaoran.

-Ahora

La rubia se agachó frente al cuerpo decapitado de Kenji Tsuma y su mano se apoyó sobre su pecho inerte, justo sobre donde su corazón debería estar latiendo con fuerza. La retiró y junto con ella una esfera de color dorado brillante, se incorporó y caminó hacia su compañero, Joel.

-Vamos a casa.

El sujetó asintió y detrás de él apareció una especie de portal, ella pasó primero y él la siguió. Ambos se fueron sin siquiera mirar atrás.

Tomoyo se deshizo de la mano de Eriol sobre su boca y corrió hacia el cuerpo de su compañero.

-¡Tomoyo, no! -la detuvo luego de que ella diera unos pasos.

-¡Está… él está- no pudo terminar la oración. Sus ojos estaban empañados y sus rodillas temblaban, Eriol la sujetó por la cintura.

-Ellos… lo asesinaron. -murmuró Shaoran, en shock.

-Hay que irnos de aquí. -dijo Sakura, sus ojos sobre el cuerpo inerte- Ahora.

-Sakura tiene razón, ellos podrían volver. -afirmó el castaño.

-No podemos solo dejarlo aquí. -murmuró Tomoyo- Hay… hay que llamar a la policía.

-Pero primero hay que irnos. -afirmó Eriol- Sakura tiene razón, ellos podrían volver.

Shaoran tomó la mamo de Sakura y tiró de ella, la castaña le dio una última mirada a la sangrienta escena antes de correr. Eriol se llevó a Tomoyo con él, evitando que ella volviera a ver el cadáver.

'Tomoeda ha quedado paralizada ante la posible amenaza de un asesino suelto en sus calles. Esta noche la policía fue notificada sobre un cuerpo en lo profundo del bosque. En efecto, se trataba de Kenji Tsuma, un joven de tan solo diecisiete años. La víctima fue decapitada, el cuerpo claramente presenta heridas de lucha, por lo que se cree que el joven intentó defenderse de su agresor.'

Toya apagó la televisión y dejó el control sobre la mesa.

-No les hará ningún bien ver esto. -les dijo.

-Es verdad. -apoyó Yukito, entrenado a la sala con una bandeja con unas tazas de té- Tomen, esto los ayudará un poco.

-Gracias… -Tomoyo la acepto.

-Yo te agradezco, pero necesito un café. -pasó Eriol.

-Toma el té, Eriol. -pidió su guardiana- La cafeína sólo te pondrá peor.

-Entonces tomaré agua. -declinó. Se levantó del sofá y fue a la cocina.

-Hay que averiguar quiénes eran esos sujetos y qué estaban haciendo aquí. -dijo Sakura, decidida.

-No. -ordenó su hermano- Y por el momento quiero que te mantengas a salvo en casa.

-Ellos podrían volver. -insistió- Son asesinos, hermano.

-No lo sabemos. -dijo Nakuru.

-Por el momento creo que debemos permanecer alerta. -propuso Kero- Son peligrosos.

-Kerveros tiene razón. -aceptó Eriol- No sabemos a que nos enfrentamos.

-¿Qué los hizo ir tras ese muchacho…? -se preguntó Yukito en voz alta.

-Su alma.

-¿El alma de quién? -preguntó el peluche oscuro, curioso.

-El alma de Kenji. -repitió Tomoyo, todos la escucharon esta vez- Creo que se llevó su alma.

-¿Te refieres a esa esfera dorada? -inquirió la bruja.

-Creo… -un escalofrío recorrió su cuerpo- Creo que… -podía sentir como eso la observaba.

-¿Cómo supiste que estaban ahí? -inquirió Shaoran- ¿Viste a Kenji? ¿Era él a quien seguías?

-Es verdad. -recordó Sakura- Tu viste a alguien en el bosque.

-¿En serio, Tomy? -se impresionó el peluche amarillo.

Todos estaban expectantes ante las respuestas de Tomoyo, pero de su boca no salía palabra. Abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua, pero no podía formar una sola palabra coherente.

-¿Tomy…?

-Tomoyo, ¿estas bien? -preguntó Eriol, quien se acercó hacia ella preocupado. Puso una mano sobre la de ella, estaba helada- Tomoyo. -intentó llamarla, pero ella seguía con los ojos hacia el frente. Eriol siguió la dirección de sus ojos, encontrándose con su reflejo sobre el vidrio de la ventana.

-Pobre, aún está en shock. -se compadeció Nakuru.

-Será mejor que se quede esta noche. -sugirió Sakura- La tía Sonomi va a-

Crack.

La taza resbaló de la mano de Tomoyo, la porcelana se partió a la mitad sobre el piso de madera y su contenido se esparció.

Allí, fuera de la ventana de la residencia Kinomoto, estaba uno de los causantes de sus pesadillas. Esta vez era un hombre joven, casi de la edad de Toya. Sus cabellos estaban desordenados sobre su cabeza, su ropa rasgada y manchada con sangre.

-¿Tomoyo? -inquirió Toya, alarmado.

-Ju… justicia. -dijo, con su mirada oscura sobre ella- Ju… juicio.

Atravesó la ventana como si se tratara de un fantasma. Tomoyo se levantó de su asiento, asustada. Su corazón hacía bum-bum-bum-bum, yendo a mil latidos por hora; un sudor frío cubrió su cuerpo de pies a cabeza.

-No… por favor, no. -rogaba, a nadie o nada en específico.

-¿Qué sucede?

-Tomoyo, tranquilízate.

-Tomoyo, mírame. -pidió Toya.

-Él, está aquí. -les advirtió- Por favor, que se vaya.

-¿Quién? ¿Quién está aquí? -le preguntó Eriol, pero ella no respondía coherentemente.

-Estás a salvo aquí, Tomoyo. -intentó confortarla Sakura.

Él estaba allí, dentro de la sala, inmóvil. Él estaba allí, observándola sólo a ella.

-Quiero que esto se detenga… -gruesas lágrimas corrían por sus mejillas- Por favor… -le rogó a Eriol.

-Está bien, está bien. -la abrazó, escondiendo su rostro en su pecho- Tranquila, está bien. -le aseguraba al oído- Todo estará bien…

Eriol llevó una de sus manos hacia su cuello, entonces el peso muerto de Tomoyo cayó enteramente en sus brazos; la había adormecido.

-Dámela. -pidió el Kinomoto mayor- Hiciste bien, ella estaba muy alterada.

-Todos lo estamos. -afirmó Sakura.

Hiraguisawa le cedió a Tomoyo para que Toya la llevara a descansar al cuarto de huéspedes.

-Pobre Tomoyo… -se lamentó Spinel, sentándose sobre el hombre de su amo- Seguro tendrá horribles pesadillas, Eriol.

El mago sonrió, entendiendo los deseos de su guardián de querer quedarse a vigilar los sueños de su querida Tomoyo.

-En ese caso, te encargo la cuides, Supi.

-¡Por supuesto! -asintió, contento.

-Bueno… -dijo Toya, volviendo a la sala- Creo que es hora de que todos descansen. Los llevo a casa, vamos. -agarró las llaves del auto- Y tu no salgas de casa, Sakura. ¿Entendido?

-Sí.

Mientras todos se dependían, Toya desvío su mirada hacia la ventana. No, aquel ser sobrenatural ya no estaba.

'Es el día tres en el caso de Kenji Tsuma, el estudiante de secundaria que fue hayado decapitado en el bosque de Tomoeda. La policía aún no tiene arrestado a ningún sospechoso y las pistas no parecen estar ayudando en lo absoluto. Los padres de Kenji y la ciudad exigen que este asesino esté tras las rejas.'

-Apaga eso, hija. -pidió Sonomi.

Tomoyo bajó el volumen de la tele, pero no la apagó.

-¿Tienes todo lo que necesitas? -preguntó, luego de darle un sorbo a su café bien cargado.

-Sí, todo. -asintió, su atención fija en el noticiero.

'Por suerte no se ha vuelto a repetir el modus operandi, por lo que se espera que el asesino no vuelva a atacar.'

-Me voy al trabajo, hija. -se levantó de su asiento y acarició sus cabellos- Diviértete en la piscina. Llama si me necesitas.

-Sí, mamá. -acordó.

Era miércoles y estaba anunciado treinta y cinco grados de máxima, hoy irían a la piscina como habían acordado el domingo en la tarde, antes de…

El lunes había estado encerrada en su cuarto con Spinel, cada uno con un cuaderno de bocetos y un lápiz en la mano. Ella intentaba sonreír cada que él le mostraba un nuevo boceto sobre autos de carrera, castillos o pasteles con glaseado. Cuando Eriol vino por él en la tarde ella salió a saludarlo, demasiado avergonzada por su episodio en la casa de Sakura. Toya le había dicho que era normal, puesto que habían presenciado un hecho traumático y que no tenía porque avergonzarse, pero la verdad era que no era la primera vez que le sucedía aquello.

Tres meses atrás había ocurrido por primera vez. Ella estaba volviendo a casa del instituto, había tenido club de canto y eran pasadas las tres, no había mucha gente en las calles. Esperaba que el semáforo cambiara de color para poder cruzar cuando un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, se alarmó. Miró enntodas las direcciones para asegurarse que nadie la estaba siguiendo, pues era lo que usualmente sucedía con esos escalofríos. Ella se daría cuanta que nadie la seguía y entonces seguiría con su camino y trataría de relajar sus aclarados latidos, pero no esa vez. En esa ocasión, si había alguien que la estaba siguiendo.

Un niño, cinco o seis años. Cabello oscuro y ojos avellanas, tenía un uniforme escolar, pero no lo reconocía de ningún establecimiento de Tomoeda. Estaba pálido, como un cadáver.

Nadie más estaba cerca, pero no de acercó a ofrecer ayuda, su corazón aún galopaba entre sus costillas.

-Jui

-¿…qué? -pensó que le estaba diciendo un nombre.

-…cio.

-¿Qué dices? -no lograba entenderlo.

-Juicio. -dijo, esta vez con claridad.

Entonces, así de repente, el niño desapareció. Un gran dolor de cabeza apareció en su lugar, sentía como si un martillo la golpeara con fuerza desde atrás, podía sentir como la sangre resbalaba por su cuero cabelludo. Se sentía tan real, que tuvo que llevar una mano en aquel lugar para comprobar que estaba intacta.

-Señorita Tomoyo, han llegado por usted. -avisó el ama de llaves, sacándola de sus pensamientos.

-Sí, voy.

'Los ciudadanos de Tomoeda esperamos pronto volver a sentirnos seguros.'

Apagó la televisión, ella también lo esperaba.

Llegaron a la piscina y de repente ya podían sentir la temperatura descender.

-Nos vemos aquí en cinco minutos. -avisó Shaoran mientras desaparecía junto con Eriol por los vestidores masculinos.

Sakura fue con Tomoyo a los femeninos y se encerró en un cubículo.

-Okey, aquí vamos.

Se sacó la ropa y la reemplazo por su traje de baño de dos piezas, guardó la ropa en su bolso y sacó un pequeño frasco de maquillaje: a prueba de agua. Puso una buena cantidad en sus dedos y la aplicó sobre su pecho izquierdo, justo sobe su corazón, cubriendo una llama de fuego negra tatuada allí.

-Perfecto.

Salió den cubículo y Tomoyo estaba allí esperándola, su traje de una pieza con parte de su cintura descubierta, unos lentes de sol y su cabello recogido en una coleta alta.

-Sonríe un poco, Tomy. -le pidió- Estamos aquí para divertirnos.

-Voy a intentarlo. -prometió.

-Ven, vamos a nadar.

Salieron de allí y junto con los chicos fueron a buscar un buen lugar para dejar sus cosas. Encontraron un lugar no muy lejos de la piscina y Tomoyo extendió su tapiz y se preparó para tomar algo de sol. Sakura, en cambio, tomó la pelota de playa y fue hacia la piscina con Shaoran. Eriol prometió unirse en un rato.

-Tomoyo sigue decaída. -comentó el castaño.

-Ha estado así de extraña desde que empezó el verano, creo que algo le sucede. -le confesó ella- Trato de preguntarle qué es, pero ella dice que no es nada. Lo que pasó en el bosque la sobrepasó, creo.

-Nos sobrepasó a todos.

-Si hubiera actuado antes, tal vez Kenji… -dejó la frase inconclusa.

-No pudimos hacer nada.

-Nosotros éramos tres. -discutió ella- Ellos dos y sólo el sujeto estaba armado.

-No sabemos quiénes eran, qué eran. -siguió argumentando- Ni siquiera sentimos sus presencias, ¿te das cuenta? -frunció el ceño- Eso requiere una gran cantidad de poder.

-No somos niños, Shaoran.

-No, no lo somos. -estuvo de acuerdo- ¿Pero qué hay de Tomoyo?

-…

-En el fuego cruzado ella podría haber salido herida. -le hizo ver- Tu no tenías las cartas, tampoco.

-… aún así. -insistió- Aún así pudimos haber hecho algo.

Aunque se tenían mucho amor, la joven pareja tenía algunos problemas. Si bien Sakura seguía siendo aquella dulce niña dispuesta a ayudar a todo aquel que lo necesite, también era una muchacha fuerte que ya no le tenía miedo a todo. Incluso tenía secretos que nadie conocía, ni siquiera la persona más importante para ella.

En estos años no se había olvidado de sus poderes de bruja y había entrenado con sus cartas, llegando incluso a llevarlas a un nuevo nivel. Las cartas Sakura no se parecían en nada a las vieja cartas Clow, las cartas como su ama habían incrementado su fuerza.

-¿Viste las noticias?

-… sí.

-¿Por qué?

Tomoyo se quitó sus gafas y le envió una mirada a Eriol.

-¿Cómo que por qué? -chilló.

-¿Qué bien te hacen? -le preguntó, curioso- ¿Crees que es bueno revivir aquello?

-Bueno…

-Sé que algo te sucedió ese día, allí, en el bosque. -le confesó sus sospechas- No viste a Kenji, ¿verdad?

-Yo…

-No viste a nadie.

-Yo sabía que estaba allí, en el bosque. -le confirmó- Lo sabía, sabía que estaba allí. -le recordó.

-¿Quién? ¿Kenji?

-No sé. -pasó una mano por su rostro, confundida.

-¿Cómo lo sabias si no viste a nadie? ¿Los escuchaste? -siguió preguntando, preocupado ahora- ¿Los… los sentiste?

-¿Sen-sentir? -tartamudeo, temerosa.

-Tu corriste en su dirección, sabías exactamente donde estaban ellos. -le recordó- Pero no recuerdas mucho, ¿no es verdad? Fue… fue como si estuvieras en piloto automático, Tomoyo. -describió- Intenté detenerte, ¿recuerdas? En el bosque.

-¿Qué?... No, yo no… -cubrió sus ojos, avergonzada.

-De alguna forma los sentiste, la pregunta es a quién de los tres sentiste…

-Para. Detente, por favor, Eriol. -volvió a colocarse las ganas de sol y se levantó de su tapiz.

-Quiero ayudarte. -la detuvo sujetando su mano- Tomy, quiero ayudarte.

-¡No me sucede nada! -gritó, deshaciendo su agarre. Se dio la vuelta y comenzó a alejarse en dirección hacia los baños, Eriol de debatió en si seguirla o no.

-¿Y Tomy? -preguntó, confundida.

-Creo que ella no está bien… Algo le sucede.

-¿Te dijo algo? -rápidamente inquirió.

-No, está asustada.

-¿Asustada? ¿Cómo? -se extrañó Shaoran.

-Está asustada de lo que ella puede hacer. -dijo Eriol.

Los tres se quedaron en silencio, inmersos en sus propios pensamientos.

Luego de unos diez minutos Tomoyo volvió, no dijo nada, sólo arrojó sus gafas sobre sus cosas y caminó hacia la piscina, Sakura la siguió, pero sólo ella.

Tomoyo caminó hasta que el agua llegaba a su clavícula, allí inhaló hondo y se sumergió. Con ayuda de sus brazos nadó y nadó hacia lo más profundo. Cuando le urgía el aire volvía a subir e inhalaba una buena cantidad para volver a sumergirse y así sucesivamente. Sakura la observó desde lo plato, esperando a que ella volviera para hablar.

Pero cuando Tomoyo nadó hacia la orilla fue sólo para tomar sus cosas con prisas.

-¿Te vas? -inquirió Eriol, decaído.

-Ajá. -se abstuvo a decir.

-No tienes porqué irte, Tomoyo. -le dijo el castaño- No tiene que ser así.

-Sólo nos preocupamos. -agregó Sakura.

Ella dudó un segundo, pero luego negó y marchó hacia el vestuario. Sakura intentó ir tras ella, pero Eriol la detuvo.

-Sólo lo estamos empeorando.

-¡Quiero ayudarla!

-Sólo puedes ayudar a alguien que quiere ser ayudado, Sakura. -le hizo ver- Ella aún no está lista para pedir ayuda.

-Cuando esté lista, ella vendrá con nosotros. -dijo su novio.

-Sakuraaa.

-Mmm…

-¡SAKUUURAAA!

-Mmm… ¿Qué? -preguntó, adormilada.

-Son las ocho. -les dijo el peluche, frotándose un ojo con sueño.

-Las… las ocho… -rodó en su cama- ¡TENGO QUE IRME! -saltó de la cama de prisa y corrió al baño para peinarse y lavarse la cara, volvió volando hacia su armario y se puso lo primero que encontró.

Bajó las escaleras corriendo y abrió el refrigerador y sacó la leche y se sirvió en un vaso, luego revisó la alacena por algunas galletas. Toya le había encargado hacer unas compras especiales ya que su padre volvía esa tarde de su excavación en Egipto y querían hacer una cena especial y una torta de queso. Como el sol iba a estar muy fuerte ese día, había planeado ir temprano para evitar lo peor.

Agarró las llaves, la lista de su hermano y salió a la calle.

Estaba saliendo de la tienda cuando vio a Tomoyo cruzar la calles en la esquina, no la veía desde su huida en la piscina y de eso ya hacia una semana. Intentó hablar con ella, pero no atendía sus llamadas y siempre que iba a su casa le decían que no estaba, siendo que ella sí estaba. Esta vez no iba a escaparse. A paso firme fue hacia donde la había visto doblar, iban a hablar quiera o no Tomoyo. Dobló en la esquina y vio a su prima a la mitad de la calle, frente a una tienda de antigüedades. Pero ella no estaba viendo el escaparate, si no que observaba hacia el final de la calle, donde no había nada ni nadie. Se acercó por si espalada y pudo notar que sus rodillas estaban temblando.

-¿Tomoyo?

-Por favor… por favor, vete.

-No, estoy preocupada por ti. -negó.

-No-no me hagas daño, por favor.

¿Dañarla? ¿En qué estaba pensado Tomoyo?

-Por… favor… ahg.

Tomoyo cayó al suelo de rodillas, con un brazo se sujetaba fuertemente su estómago y con la otra mano cubría su boca, como si temiera vaciar el contenido de di boca en la calle.

-¡Tomoyo! -se arrodilló junto a ella en el suelo y puso su mano en su frente, tomando su temperatura. Ella estaba sudando frío, su cuerpo temblaba- Dios, estas helada.

-Duele… Me duele…

-¿Es el estomago? -acarició su espalda, intentando calmarla- ¿Qué comiste?

-Duele… La sangre… estoy sangrando. -se quejó, lágrimas gordas caían por su rostro.

-¿Sangre? -se alarmó, levantó su remera luego de correr su mano, pero no estaba herida, sólo helada y con temblores- No estás herida, no hay sangre.

-Estoy… estoy muriendo. -dijo, luego se desmayó.

-¿Tomoyo? -golpeó su mejilla para que reaccione- ¡Tomy, despierta! -pero no lo hizo- ¡Maldición!