Sólo tienes que creer

Sólo tienes que creer.

No has entendido lo que creías entender, Dominique.

Dominique Weasley se acercó con sigilo hacia la puerta de la habitación que ocupaba el novio de su hermana, Ted Lupin. Desafortunadamente, ella estaba en cada lugar donde él, haciendo más que obvio que su corazón no le pertenece por completo. Se siente culpable, se da vuelta y mira a su aturdida hermana tirada en el piso, con su varita cierra la puerta y mira hacia delante.

Le tiene que advertir. Le tiene que decir la verdad. Él no la merece, ella tiene más de veela que de bruja. Lo engaña, ella la encontró divertida hablando con ese tal Scorpius, diciendo que no le digan nada a Ted. ¡Pobre Teddy! Quizás él no se lo perdone, quizás por fin se de cuenta quien le conviene y quien no.

-¡Dominique por favor, tú no lo entiendes! ¡Déjame explicarte la verdad, no es como tu crees!

-¡No hay nada que explicar, lo engañas y él no lo sabe! ¡Con su mejor amigo!

- ¡Ted confía en mí y sabe que lo amo! ¡No lo entiendes! ¡Déjame vivir en paz!

-Si tanto lo amas, hermana, entonces no te va a importar que vaya y le diga lo que te oí decir.

-¡Has malentendido todo, Dominique!

-He entendido todo lo que tenía que entender.- y dicho esto, un murmullo bastó para que las dos hermanas queden separadas por un profundo abismo.

Inconsciente de lo que estaba haciendo, Dominique se dirigió hacia la habitación donde descansaba Ted y la abrió de una puerta, provocando que éste y James salten de la cama asustadísimos.

Pero no todo resultó como Victoire esperaba. Algo más en esa habitación llamó su atención.

Pero James todavía no había reaccionado, sino que la miraba como si no supiera quién era.