Descubriendo el Pasado
Capítulo 1: "Vagando entre viejos recuerdos"
Prácticamente se había lanzado de la cama al suelo, ya no lo soportaba. Hacía días que no lograba conciliar el sueño. Y justo ésta noche sufría de un hambre atroz. No había logrado llegar a la cena a tiempo, el castigo con Flitwick no había sido duro pero si tardío.
Escuchaba horrorizado por tercera vez el sonido penoso de su estómago vacío. Entonces se decidió. ¡Al diablo con las reglas del horario! Debía llenar su estómago con algo ahora mismo o desfallecería en segundos.
Se vistió rápidamente con unos jeans sueltos, una remera manga larga y una fina campera encima. Unas zapatillas azules harían juego con el resto de su vestimenta, pero prefirió dejarlas en el mismo lugar donde estaban, debajo de la cama. ¿A quién iba a importarle como se vistiera si solo se dirigía las cocinas? A nadie, evidentemente.
Olvidando tomar su capa de invisibilidad, salió lo más rápido que pudo de la Torre Gryffindor. El ruido de sus pasos era casi imperceptible, de modo que corrió por los pasillos como alma que lleva el diablo, se trataba de una emergencia de último momento. Explotaría en el vacío agrio de su no alimentación si no lograba llegar junto a los elfos.
Faltaba poco... estaba seguro que lo lograría... sólo esa esquina, debía doblar sólo esa esquina y...
Con tardía desesperación notó que alguien salía desde esa esquina y caminaba en línea recta, perpendicularmente a su propia trayectoria.
Pasaron minutos antes de que lograra enfocar bien las imágenes de su alrededor. Veía diminutas estrellas doradas, como pequeños destellos voladores. De pronto sintió un fuerte dolor en la columna vertebral, era tan intenso que primeramente supuso que se la había quebrado. Pero no parecía haber sufrido demasiados daños físicos, aunque seguramente sufriría grandes daños sentimentales cuando la persona con la que había chocado despertara y lo apremiara como seguramente haría. No sabía con quien había tenido la "suerte" de toparse en su acelerada carrera, pero había logrado divisar unos cabellos dorados antes de cerrar los ojos con fuerza intentando, en vano, minimizar los daños.
- Diablos... mmm... mi cabeza... creo que me partiste el labio...- los quejidos se iban apagando a medida que el horror del otro iba aumentando. ¡Conocía esa voz, lo haría pedazos!
Con el corazón en la boca, intentó no moverse demasiado para llamar la atención, sería lo mejor... ¿o tal vez debiera levantarse y ayudarlo? ¡Realmente preferiría haberse chocado con el mismísimo Snape si estuviera allí...! Lamentablemente su silencioso pedido de ayuda no había sido escuchado. Parecía que el pasillo estaba desierto, nadie más divagaba por allí, excepto ellos dos... ellos dos...
- ¡Maldito seas por estar aquí a estas horas! ¿Se puede saber quién diablos fue el inútil que... ¡POTTEEEEEEEEER!
Demasiado tarde, ya lo reconoció.
- ¿Qué haces aquí? ¡Estúpido! ¡Pudiste habernos matado a ambos!- Bueno, no es para tanta exageración, ¿o si?- ¿En qué diablos estabas pensando? ¡Por Merlín! ¡Quítate de encima mío de una vez!- Está bien, ¿por qué tanto escándalo? Ya voy, ya voy, tranquilo...- Oh... no puedo creerlo... no es posible, no...- ¿qué haces? No creo que allí estén tus costillas, están por delante y más arriba.- ¡HAS QUEBRADO MI VARITA!- ¡Ah! Eso era lo que guardabas en los bolsillos traseros del pantalón, con razón. Jej... no lo sabía, lo siento. Las paredes aún no se hacen de esponja, ¿sabes?- ¡Voy a matarte!
- Espera yo... puedo explicarlo...- En realidad no pero haré un intento.- Verás, chocamos contra... auch ("mi pobre cabeza")... la pared, no fui yo.
- Cierra la boca, Potter. Eres un maldito mal nacido. Me has llevado puesto ni que fueras un león,- ¿Eso es un halago? ¬¬ soy de Gryffindor, ¿qué esperabas? - ¿a dónde diablos ibas con esa velocidad? Tendrían que castigarte,... Por... exceso de velocidad.- ¿Y eso?- ¿Y dónde diablos está esa gata estúpida cuando se la necesita? Filch sabrá de esto, eso te lo aseguro...
- Calma, Draco. No es para tanto. Sólo tienes un poquito de sangre, nada más que eso... Yo puedo...
- ¿Calma? ¡Estás loco! ¡Casi me partes al medio! (O.o "no se te ocurra pensar mal ¬¬") Estoy sangrando, rompiste mi varita ¿y después de todo esperas que me calme? Y no vuelvas a llamarme por mi nombre. Si, te oí.
- (¡No dije nada! No soy... algo pervi ¿y qué con el nombre? Testarudo.) Pues... no es demasiado grave, en serio. Sé de un hechizo que limpia los derrames de sangre y...
- ¡No! ¡No me toques! Ni te atrevas a pensarlo, no voy a permitirlo.- caminaban en círculos, uno seguía al otro. De suerte no hicieron un hueco en el suelo. El Slytherin agitaba las manos desesperado y nervioso, histérico. Harry estaba aún más nervioso.
- No puedes bloquear mi mente, Malfoy. Además no voy a hacerte más daño del que te he causado ya. Y si no paramos eso en éste mismo instante, te desangrarás antes de decir "enfermería".
- No seas tan exagerado, Potter.
- Tú lo estabas siendo, Malfoy.
- Está bien, ¡ya basta!- dijo el rubio de ojos grises y fríos, alzando un poco la voz.- No contestaste a mi pregunta. ¿Qué haces aquí y a estas horas? Cuida lo que dices, Potter. O haré que te castiguen.
- Okey, ya entendí. Bien,... no podía dormir y... no llegué a tiempo para la cena... venía a las cocinas a comer algo. Sólo eso.- terminó ante la mirada fría y de advertencia que el rubio le lanzaba.
- Bien. Tendré que sacarte puntos por estar a altas horas de la noche fuera de tu cama y veré que hacer con respecto a una agresión injustificada contra un prefecto. Ya vete, ¿quieres? - se giró y comenzó a caminar desandando el camino que Harry había hecho.
- ¡Espera! ¡No puedes castigarme! ¡Fue un accidente! No lo hice a propósito y... y tengo el mismo derecho que todos a cenar.- el moreno caminó a zancadas detrás del rubio.
- Vete al diablo, si hacerme sangrar y estamparme contra la pared no merece sanción, pues entonces hablas con una lechuza.- empezó a caminar más rápido.
x
Pasó a la página siguiente ansioso por saber qué pasaría después. Veía como discutían tontamente y sin buenos fundamentos, notaba como ellos mismos no sabían ya qué decir pero aún así, la escena le parecía graciosa, eran... "¿tiernos?", ¿esa era la palabra?... mmm... tal vez. No sabía explicarlo, pero le gustaba verlos... así. Apenas los conocía, pero tenía muchas ganas de hacerlo. Quería conocer sus historias a fondo, todo lo referido a ellos, porque sabía que sólo ellos tenían la llave que habría aquel espeluznante cofre en su interior, lleno de secretos. Sólo ellos tenían las respuestas... y sería él quien las encontraría.
Siguió leyendo su relato y viendo las imágenes animadas que él le mostraba. Y... ¿quién era él? Pues él fue quien comenzó a hablarle de ellos desde hacía apenas unos instantes. Más sin embargo parecía conocerlo desde siempre, a él y a ellos. A él, porque parecían tener una especie de conexión sanguínea. Lo sabía, podía sentirlo. ¿Y a ellos? Aún no lo sabía bien, pero él se lo diría, de eso estaba seguro. Por ese motivo de ahora en adelante él sería su amigo, por contarle todo sobre ellos y por mostrarle el pasado. Conocía bastante superficialmente a uno de ellos, pero al otro... nunca lo había visto, pero le recordaba a alguien más. Le recordaba a aquella extraña sensación que solía experimentar cuando estaba en un lugar con mucha gente y los nervios lo invadían. Aquella espantosa soledad, el vacío. Sabía que ese alguien a quien le recordaba era la persona que necesitaba para sellar ese vacío. Y así,... de esa forma... ellos seguían siendo la clave.
x
- ¡Espera, espera Malfoy!- Harry lo jaló de un brazo, reteniéndolo.- No puedo hablar con las lechuzas pero si con las serpientes. Jajaja, no era broma, vuelve. Espera.- Harry lo volvió a jalar.
- ¿Qué quieres? No vas a salvarte de ésta. Iré ahora mismo con Filtch y le diré que te castiguen, te lo mereces por estúpido.- dijo señalándolo con un dedo acusador. Y volvió a girarse decidido totalmente a irse. Pero Harry lo detuvo y lo hizo mirarlo a los ojos, aún sin tocarlo, sólo agachó la cabeza para verlo.- No fastidies.
- ¿Por qué siempre debe ser así, Draco?
- ¡Malfoy! Dime ¡Malfoy!
- ¡Está bien, Malfoy! Oich, que jodido eres. Dime ¿por qué siempre debemos pelearnos así? Siempre son insultos y riñas, ¿por qué me tratas así?
- Eres un Gryffindor, ¿qué esperas?- contestó el Slytherin.
- ¿Sólo eso? ¿Rivalidades entre casas? ¡Malfoy! ¡Estamos en el mismo bando!
- No sé de qué hablas.- contestó el otro corriendo la mirada, simulando ofensa.
- Si sabes, Hermione me lo ha dicho. ¿Por qué si has podido hablar con ella civilizadamente, conmigo no? ¡Nos conocemos hace años, Malfoy! Me cansé de tus estupideces, ya te he pedido perdón millones de veces por lo del Sectumsempra y ni siquiera has aflojado un ápice.
- Eso no tiene nada que ver.- resolvió el rubio.
- ¿Entonces?
- No importa, olvídalo. Me importa un rabino lo que te suceda, sigue hundiéndote en tu estúpida amargura, Potter. No me interesa.
- Yo creo que si.- contestó el otro.
x
De pronto abrió enormemente los ojos. Aquello sí que lo había sorprendido pues no se lo esperaba, ¿y cómo no hacerlo?
x
- No sabes lo que me importa y lo que no. No intentes tener el control de la situación porque no podrás hacerlo. No te dejaré. Crees saberlo todo pero no sabes cuánto te equivocas. No me conoces,... y no dejaré que lo hagas.- sus ojos, extrañamente, se había llenado de un líquido transparente con una rapidez inusitada. ¿Eran lágrimas?
- No tienes porqué llorar, Malfoy.
- ¡NO estoy llorando!- gritó de repente, algo que hizo sobresaltar a Harry que se encontraba ahora a escasos centímetros de él.
- Déjame ayudarte.- pidió el moreno. Algo le decía que iba por el buen camino.
- No es necesario, yo...
- ¿qué?
- ...
x
Por alguna extraña razón que no conocía, un escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba nervioso, pero ¿a qué se debía? No debía ser por Potter.
Harry dirigió sus ojos verde esmeralda hacia un encuentro furtivo con los ojos grises de Draco. Descubrió así aquellos ocultos tormentos que decidió en un instante guardar para sí, silencioso testigo del miedo. Y en esa gris amargura se perdió.
El rubio se mordió el labio inferior, para evitar así saciar la necesidad de decir algo y arruinar el momento que, inconscientemente, tanto ansiaba. De pronto Harry notó un leve color rojizo en las pálidas mejillas del chico que tenía enfrente, y al momento siguiente en vano intentó hacer desaparecer el extraño y repentino calor que invadió sus propias mejillas, cuando se percató de la corta distancia que los separaba.
Así solo fue capaz de obedecer, al contacto con su piel, aquella fría mano que acortaba de a poco su campo de visión, obligándolo a dejar sus párpados caer. Y así también logró percibir, esa hermosa sensación.
Primero leve, suave. Luego pausado, más tarde ansioso y por fin, apasionado. Desistió en el intento de luchar contra sus pensamientos, aquello era más fuerte que su propia voluntad. Un sentimiento que no conocía se apoderó de él, y se dejó llevar.
x
¡Se habían fundido en un profundo y apasionado beso! ¡Eso demostraba que realmente se querían! Y ni siquiera parecieron molestarse en evitar sus furiosos sonrojos. Aunque él sí se sentía incómodo con el suyo propio, afortunadamente para él, se encontraba sólo en la sala. Notó que comenzaron a darse cuenta, como él mismo, que la desesperación los dejaría sin aliento, sin embargo, no se separaron hasta que oyeron pasos: alguien se acercaba.
Ahora la adrenalina corría por su cuerpo, era inevitable. Se sentía desesperado y a la vez nervioso, como si estuviera haciendo algo prohibido, ¡no debían verlos! ¡Nadie debía hacerlo! Sintió la necesidad de hacer algo por ellos, pero sabía que nada podría hacer. La historia ya había sucedido hacía años y no podría modificarla, sólo se le permitía ser un silencioso testigo de aquellas vidas pasadas, un regalo de cortesía de su nuevo mejor amigo.
Miraron en aquella dirección, donde los pasos parecían estar a punto de traspasar la esquina del largo pasillo y...
La puerta se abrió de repente, algo que lo hizo sobresaltarse e instintivamente cerrar el libro de golpe. ¡Por Merlín! Podría decirse que le saltó el corazón a la boca. Con la respiración aún agitada, giró la cabeza bruscamente e intentó ocultar las expresiones de su rostro, mezcla de fastidio y nerviosismo.
¿Estás listo ya?- sonó una impaciente voz de mujer desde la puerta.
Puff...- había vuelto la cabeza otra vez y soltado un bufido de reproche, cansado de ese tipo de atenciones innecesarias (en su opinión).- Siiii...- contestó con ironía.
Lo siento, pero tu padre está un poco nervioso. Tienes que entenderlo.- logró decir antes de que una gruesa voz de hombre gritara desde la sala de estar.
¡Nicohlas! ¡Apúrate o llegaremos tarde!- vociferó.
¿"Llegaremos"? ¿Aún cree que irá conmigo?- preguntó el chico a nadie en especial mientras se daba el gusto de alzar una ceja. La mujer sonrió divertida.
Pues si. Aún parece sentir que será él quien empiece el período escolar. Jaja, pero no te preocupes, yo haré que se calme. Además, si intenta una fuga de último momento hacia el expreso de Hogwarts, y en caso de que consiguiera llegar al castillo, Hermione no lo dejará entrar. ¿Te imaginas eso? Sería penoso y divertido. Jaja
Si, ja, ja, qué gracioso.- contestó Nicohlas con evidente fastidio.
Tranquilo, era broma. No irá contigo.- alentó la joven.
- ¡Pero dejó Hogwarts hace años!- protestó el infante.- ¿Por qué le interesa tanto? Es increíble. Adultos.- puso los ojos en blanco.
Con pesadez, el niño de ojos grises se levantó del piso donde había estado arrodillado ojeando su, desde ahora, libro favorito; y guardándolo disimuladamente entre sus largas ropas, lo escondió de la vista curiosa de la mujer y volteó decidido hacia la puerta, intentando apurar pronto el paso. Llegó junto al umbral de la puerta en donde aguardaba aquella mujer de largos cabellos rojizos, su tía, según su padre. En realidad, hermana del mejor amigo de su padre, a quien también consideraba un tío más.
Intentó pasarla pero ella le cerró el paso, se agachó un poco, estirando un brazo a lo largo del orificio de entrada, a la altura del cuello del niño.
¿Se puede saber qué llevas ahí, pequeño travieso?- dijo en un fingido tono de enfado.
No es de su incumbencia, señora entrometida.- contestó él, contestando con exagerada arrogancia. Por un momento le pareció que las facciones de la joven reflejaban preocupación y sorpresa mal escondidas al fruncir el ceño, pero que luego cambió de expresión.
Señorita para ti, mocoso. Pero no te preocupes, lo que sea que escondas allí, lo descubriré. Tarde o temprano.- terminó en un tono melodramático.
Lo que tu digas. Y la próxima vez intenta no mirarme como si hubieses visto un fantasma, ¿está bien? No es un gesto muy lindo de tu parte.- a esto, se agachó más y pasó por debajo del brazo extendido. Ella cambió su expresión a una de culpabilidad.
Lo siento, no quise hacerlo. Es que...- allí se interrumpió.
¿Si?- la incitó a que continuara pero sin parar de caminar. Llegaba ya al pie de las escaleras.
Es que me hiciste recordar a alguien que... bueno, no importa.- ella lo siguió escaleras abajo y comenzaron a jugar a hacerse cosquillas.
A cambio de eso, recibieron una buena riña desde la sala de estar, un grito imposible de no oír que reprochaba su retraso, de modo que jugaron una carrera hasta la puerta de entrada, donde hacia segundos el timbre había sonado.
