1. Los sueños, sueños son, Anakin
Llovía en Coruscant, llovía alrededor del templo Jedi, mojando los jardines y abrillantando la hierba, haciéndola resbaladiza y fresca, dándole el toque perfecto para el día siguiente. Obi-Wan observaba todo esto desde su habitación, apoyando melancólicamente la mano en el cristal por dónde las gotas hacían una carrera para ver quién llegaba antes abajo, gotas que golpeaban el cristal con un suave pic.
La lluvia siempre le hacía recordar el mismo día. También llovía el día después del funeral de Qui-Gonn.
Aquel día, después de despedir al que fue su compañero y protector durante doce años, se había levantado confuso, agobiado; incapaz de asimilar todo lo que había cambiado en un día. De padawan a maestro. De tener a alguien que cuidara de ti, a velar y enseñar a alguien. Veinticuatro horas no bastaban para confrontarlo. ¿O para un jedi deberían bastar? Eso no se lo enseñó Qui-Gonn. "No le dio tiempo" pensó con amargura.
Pero también tenía otra confusión. Siempre, desde los trece años que llevaba en el Templo; le habían enseñado que un jedi no debía amar, estaba prohibido. Porque sentir demasiado apego por alguien podía hacerte hacer cosas perjudiciales. Pero ¿Quién se atenía a esa odiosa norma cuando se cruzaban ante ti un par de ojos oscuros, unos labios carnosos y rizos negros¿Quién se mantenía obediente cuando una mujer dulce, bella e inteligente te miraba de soslayo y sonreía¿Y cuándo tú le correspondías?
Anakin llamó a su puerta, mientras contemplaba la lluvia. Amablemente, aunque tenía ganas de estar solo, le permitió pasar. El niño fue hasta la venta y se apoyó junto a él en ella, mirándolo en silencio.
-¿Sí, Anakin?-preguntó Obi-Wan, para impedir que el chico le siguiera mirando de aquella forma.
-Obi-W…maestro…Tengo algunas dudas.
El jedi intentó acostumbrarse a la palabra "maestro".
-Adelante, Anakin.-podía llamarlo padawan, pero no quería, todavía.
-Un jedi…no puede odiar.
-No. Ni un jedi, ni nadie, debería odiar.
-Un jedi no debe temer nada.
-Exacto. El miedo condu…
-Me lo dijo el maestro Yoda, ya sé el refrán-le cortó Anakin, que parecía impaciente- Pero un jedi…
-¿Sí?
-Tampoco puede…-los ojos del niño brillaron, llenos de gravedad-… ¿amar?
El corazón de Obi-Wan se aceleró un momento. Aquel niño tenía algo especial. Con unas pocas frases te agitaba, te turbaba la serenidad.
-¿Por qué lo preguntas?-preguntó lo más normalmente que pudo Obi-Wan.
El niño le miró un segundo y luego dirigió su vista a la lluvia de afuera. Parecía temeroso a contestar. Obi-Wan se estaba muriendo por dentro ¿Y si el niño lo sabía¿Y si lo contaba¡Sería su fin en la Orden¡Otra vez a las cosechas! Al final, el pequeño Anakin tomó aire, y sin girar la cabeza, contestó:
-Es que…es tan guapa, maestro-tragó saliva- Yo creo sinceramente que es un ángel. Tiene que serlo.
-¿Por quién lo dices?- Obi-Wan se relajó, aliviado. No hablaba de él, si no de sus propios sentimientos.
-Por…-miró furtivamente a un lado y a otro- ¿Me guarda un secreto?
-Claro.
-Por Padmé. ¿A qué es hermosa, maestro¿A que es normal, amarla?-el niño casi le suplicaba algo que sirviera de disculpa- ¿A qué no estoy haciendo nada malo¿Verdad?
-Sí, Anakin…es…es…-cerró los ojos un momento al recordarla, queriendo recrearse en cada una de sus facciones- es muy hermosa-luego recordó su obligación- Pero tranquilo, eso que sientes…se te pasará. Eres muy pequeño aún para saber exactamente lo que sientes.
No sabía si lo que acababa de decir era del todo cierto, pero él si sabía lo que sentía. Y tenía miedo de ello. Y eso le hacía odiarse a sí mismo. No era un conjunto de sentimientos muy halagüeño para un jedi, la verdad. Estaba rompiendo todas las leyes, mentalmente hablando, claro. A menos que pudieran leerle el pensamiento, estaba a salvo…(¿Sabía leer la mente el maestro Yoda! Esa perspectiva hizo que su nuez subiera y bajara de un vuelco) Por favor, por la Fuerza, que Padmé saliera de su mente.
-A usted también le gusta¿No es cierto, maestro?
-¡No!-exclamó Obi-Wan demasiado rápidamente, ya que el chico le miró con sorna. El miedo le dominaba la voz- Claro que no, Anakin, quita esa expresión. La princesa es una mujer admirable, pero siendo jedi, no siento nada especial por ella.-cuánto le hubiera gustado que eso fuera verdad.- ¿Entiendes? Mi corazón es neutral hacia ella, y hacia todos.
-Pues yo…algún día me casaré con ella, maestro ¡Es cierto!-exclamó cuando vio la cara de indulgencia de Obi-Wan- Lo sé. Sé que voy a hacerlo, no entiendo como; pero lo tengo tan claro como que mi apellido es Skywalker.
-Los sueños, sueños son, Anakin-respondió Obi-Wan, acariciándole el pelo.
Y los dos siguieron mirando la lluvia. Lo que no sabían, es que para ninguno iba a ser sólo un sueño. Pero aún faltaba tiempo para que lo averiguaran.
