Notas: OUAT no me pertenece, sino a ABC y Disney, dueño de casi todas las cosas buenas (ejemplo: Star Wars). Yo sólo juego un poquito con sus personajes. En este cuento uso algunas palabras en inglés (los títulos de los personajes, por ejemplo), para mantener el espíritu de la serie (y también porque el pensar en escribir "Señorita Swan" me hace arriscar la nariz) y algunas abreviaturas (FTL = FairyTale Land), que serán explicadas debidamente. Ahora sí, ¡adelante!

Operación Amor Verdadero

Capítulo Uno: El Juramento

No podía ser.

Marian… había resuscitado. De la manera más increíble posible.

El viaje a través del tiempo.

Las caras de Robin y Roland lo habían dicho todo, y su corazón había recibido un golpe justo cuando comenzaba a volver a creer.

Una vez más estaba en el piso… y lo peor de todo, lo peor de todo…

Era que Emma la había tracionado.

« ¡Regina! ¡Espera! » un manchón rubio y marrón corría tras ella a toda velocidad. No se dio por aludida y continuó su escape al paso más rápido posible que no involucrara correr ni trotar, porque, gracias, se aferraría hasta el final al último trozo de dignidad que le quedaba. Surgiría de nuevo, como un ave fénix. Almas gemelas… era una idiota. Y aún más idiota por sus ojos empapados en lágrimas que no podía dejar salir todavía. Debía haberlo sabido.

Una mano enguantada la asió por el codo, obligándola a frenar. « Regina, por favor, por favor, escúchame… » el tono implorante y agitado de la Savior inundó sus oídos. « Mi intención nunca fue-»

« Miss Swan. » Interrumpió, su voz afilada como el hielo. « ¿Es que acaso no te bastó con la escenita feliz donde Granny's? ¿Será realmente necesario continuar mi humillación? » La morena tenía los ojos rojos de tanto contener el llanto, lo que provocó que el pecho de Emma se apretara dolorosamente, casi como si su interlocutora estuviera estrujando su corazón entre sus manos. Acaso no se lo merecía, resonó una vocecita dentro de su cabeza, que rápidamente acalló. No, no se lo merecía. Tenía que salvar a una mujer inocente de una muerte certera por proteger a su madre de la Evil Queen. Pero… también tenía que disculparse con Regina, la madre de su hijo, por haber arruinado… el asunto gemelar.

« Regina. Yo no sabía que era la mujer de Robin. » Sostuvo la mirada calcinante de la ex-alcaldesa. « Pero aunque lo hubiera sabido, la habría salvado de todas formas. ¡Ibas a matarla por ayudar a mi madre! Sé que ya no eres esa persona, pero… verte con todo el Guardarropa Malvado… en full-modo destruir a Snow White… igual fue impactante. »

« Lamento haberte asustado, Princesa Leia », le espetó. « Aunque lo haya hecho sin saber quién eras, tres décadas atrás. ¿Será posible ahora, que has obtenido una disculpa de mi parte, que me sueltes? »

Emma no había liberado su brazo. Y tampoco pretendía hacerlo hasta arreglar las cosas. Tenía que arreglar las cosas, costara lo que costara. Henry no se lo perdonaría si su madre revirtiese a sus antiguos hábitos por causa de ella. Y la verdad es que ella tampoco se lo perdonaría. Había sido terrible ver a Regina consumida por la oscuridad, a caballo sobre su propia maldad, y aparentemente disfrutando cada segundo.

« Miraste a través de mí, no quisiste oírme y me encerraste en un calabozo con toda la intención de ejecutarme a la mañana siguiente. Por supuesto que me debías una disculpa. » Sobre todo por la parte de 'mirar a través' de ella. Regina no la conocía en aquel entonces y, por alguna extraña razón que todavía no era capaz de procesar, aquello había sido lo más doloroso de toda la experiencia; la ausencia del brillo en la mirada de la antigua Evil Queen cuando observaba a la Savior.

¿Brillo? ¿Miradas? Diablos. El viaje a Fairytale Land claramente la había afectado.

Regina intentó nuevamente liberarse del agarre de Emma, más molesta aún por la última réplica de la rubia. La ex-Sheriff se lo impidió de la única manera que pudo: conteniéndola con ambos brazos y eliminando la distancia entre las dos de modo tal de poder sujetarla firmemente contra ella.

« ¡Miss Swan! ¡Suéltame ahora! » la morena se resistía heroicamente, contorneándose con toda su fuerza de modo tal de escapar de Emma. Pero la rubia tenía otros planes.

« Sólo cuando terminemos de hablar. ¡Ouch! ¡Ouch! Regina, ¡no me pellizques! » La ex-alcaldesa había logrado introducir una mano bajo la chaqueta de cuero de Emma y la apretaba a través del sweater. « ¡Ay! ¡Eso va a dejar una marca! »

« ¡Es lo mínimo que te mereces después de agarrarme de esta manera! ¡Agradece que no conjuro una bola de fuego para rostizarte aquí mismo! » le gritó, y entonces algo cambió como por acto de magia. El forcejeo se transformó en abrazo cuando Emma elevó sus manos hasta colgarse de su cuello para luego murmurarle al oído , « Recuerda que sé cuando me mientes. Nunca me harías daño a propósito. »

El corazón de la antigua Reina Malvada se detuvo por un instante fecundo. El deseo de pelear se evaporó de su cuerpo y se sintió envuelta por algo cálido. ¿Sería posible que Emma estuviera usando magia? Emma, la Salvadora, que actualmente figuraba colgando de su cuello como una adolescente. Sintió que tenía que responder algo, cualquier cosa para tapar lo vulnerable que se sentía en aquel momento por causa de Emma. Maldita Miss Swan.

« Sólo porque no habría forma de obtener el visto bueno de Henry. » Contestó, y de alguna manera, a pesar de no poder ver sino una melena rubia frente a sus ojos, supo que Emma sonreía ante la débil excusa.

« Si eso te ayuda a dormir de noche… » replicó la antigua Sheriff, en un tono de voz que traicionaba su sonrisa. « Regina, » continuó, separándose un poco de la otra mujer para mirarla directo a los ojos, a una distancia bastante más cercana de lo que recomendaba la proxemia normal. « Es lo mismo para mí. Yo tampoco te haría daño a propósito. » Regina rodó sus ojos hacia atrás. « Hey… hey. » Continuó Emma cuando volvió a sostener su mirada. « Sé que mis acciones en el pasado te hirieron en el presente. Quiero que sepas que nunca fue mi intención. Necesito que me creas. Lo siento mucho, Regina, de verdad. Yo… » ¿Te quiero? ¿Qué? ¿Me preocupas? ¿Ahh?¿Me…? « Tú me importas, Regina. Mucho. No es necesario que pongas esa cara de sorprendida. Ni vayas a intentar racionalizar que esto » continuó, señalando el espacio entre ambas, « tiene sólo que ver con Henry. Porque tiene que ver contigo y conmigo. Te considero mi amiga, Regina. Y me asusta pensar que puedo perderte por lo que acaba de ocurrir. »

La morena no podía creer lo que oía. Sospechaba que quizás había dejado de respirar. Las palabras de Emma daban vueltas dentro de su mente concatenándose en una espiral dorada. Amistad, importancia, confianza. ¿Cómo fue que…? ¿Cómo era posible que…?

« ¿Regina…? » Preguntó Emma, tentativamente. « No has dicho nada. Estoy freaking-out un poquito aquí. Dime porfa que no te rompí. » Apartó un mechón de cabello oscuro y lo colocó suavemente tras una oreja, en un gesto de intimidad que posiblemente debió haberse aguantado, pero que después de todo lo que había dicho, realmente, no tenía por qué. De todas maneras algún bicho tenía que haberse agarrado en FTL, porque era la única explicación con una pizca de lógica para explicar por qué se había mandado el medio discurso de compañerismo mientras abrazaba a Regina en medio de la calle y de la noche, y por qué se sentía tan relajada al mantenerse tocando a la morena, en feroz contraste con la desesperación que sintió cuando la vio marcharse de Granny's. Se sintió tentada a agradecer el no haber hecho una declaración cantada. Afortunadamente no se contagió con ése

bicho.

Regina tragó saliva e intentó recomponerse.

« No, no me has 'roto', como tan elocuentemente lo pones, Emma, pero… no puedo negar que me sorprendes. Pensaba que nuestra relación era cordial a lo más, y sólo últimamente si soy completamente sincera, pero… ¿amistad? ¿Miedo de perderme? Me veo obligada a preguntar si pasó algo más en el Bosque Encantado que aún no me hayas dicho. » La hechicera la miraba de vuelta con preocupación en sus orbes achocolatadas. Con reconocimiento. Y entonces Emma supo que todo estaría bien.

« Nada que no te haya dicho, es sólo que… insisto… Miraste a través de mí ». Al pronunciar aquello, la mirada de la rubia descendió hasta el piso.

Regina presintió que había una veta importante en aquel punto, tremendamente importante para la princesa, pero que sin embargo la eludía. Se sintió obligada a repetir una vez más, « Emma, no sabía que eras tú ». Y no supo cómo, pero su mano derecha se movió sin que ella se lo ordenara, y fue a dar directo al mentón de su interlocutora para elevarlo levemente y despegar sus ojos verdes del suelo. Emma sostenía su mirada sólo por milisegundos y volvía a mirar hacia cualquier otro lado, una y otra vez.

« Lo sé. No te estoy… reclamando ni nada. No me conocías. » Suspiró. « Ni yo misma entiendo lo que quiero decir. »

La hechicera movió su mano y acarició la mejilla de la rubia, instándola a intentar explicarse. Luego devolvió su mano a su costado, incapaz de mantener un momento tan íntimo y tan… tierno por más tiempo. Se sentía presa de un encantamiento. Tenía que haber magia involucrada en todo esto. ¿Quizás un residuo del viaje en el tiempo?

El gesto, aunque breve, pareció calmar a Emma y le permitió ordenar sus ideas.

« Me refiero a que… cuando nos encontramos en el pasado… no eras tú. » La morena elevó una ceja inquisitiva. « O sea, sí, eras tú, pero no tú-tú. No eras Regina. Cuando busqué en tus ojos no pude encontrarte. Estabas consumida por la maldad. Mi voz no te alcanzaba. A eso me refiero con que me impactó, a eso voy cuando digo que no quiero perderte. »

A la Sra. Mills le tomó un momento responder. Era como si el mágico momento en que habían estado envueltas se hubiese roto y el dolor de los hechos del día volvió a atacarla sin piedad. Se separó de Emma antes de contestarle, con la mirada súbitamente fría y dura.

« Crees que este revés puede devolverme a mis antiguos hábitos. Temes 'perderme' a la oscuridad. » Emma no confiaba en ella. Sus motivos eran claros: mantenerla en el camino del bien para evitar nuevas amenazas de su parte hacia su familia. Una familia que no compartían. Su corazón crujió dentro de su pecho, los negros latidos retumbando en su caja toráxica.

« Regina, no te cierres así. No me estás escuchando. Me asustó porque no eras . Yo no te importaba. Y no te atrevas a negarlo, porque de lo contrario no estarías reaccionando de esta manera. Aunque no me conocías, yo sí te conocía a ti. A buenas cuentas era lo mismo que si me hubieras olvidado. Y no puedo lidiar con más gente olvidándome en mi vida. »

Un farol se apagó hacia el final de la calle. Había comenzado a llover sin que ninguna de las dos se hubiera percatado de ello. Regina sintió nuevamente la ira evaporándose de su cuerpo, como si las palabras de Emma irradiasen un calor que derretía la escarcha negra dentro de ella.

La rubia volvió a sujetar su brazo, con actitud decidida. « Confío en ti, Regina, » afirmó, « pero aún así te juro, por lo más sagrado… que no te dejaré caer. Te resarciré por esto. Encontraré a tu Amor Verdadero. Toda esa tontería de Almas Gemelas no tiene ninguna validez; pero al Amor Verdadero… es difícil ignorarlo cuando personifico su manifestación física. »

Se sentía como Endora a segundos de transformarse en She-Ra en aquel momento. Estuvo a punto de agregar un « Por el poder de GreySkull » al final, pero se mordió la lengua a último minuto, porque sospechó que Regina no se lo tomaría a bien.