Era un día tranquilo en el reino magnífico de Equestria, y todos en Canterlot estaban felices y sin preocupaciones, hasta la princesa Celestia miraba en ambiente perfecto que había a su alrededor.

Eso la hizo recordar de una época muy, pero muy lejana, una que extrañaba mucho, en la cual ocurrieron muchos buenos como malos momentos. Así que decidió ir a su alcoba, y tomar una pluma y un pergamino muy, muy largo, y escribió:

"Mi querida ex alumna y nueva princesa Twililght, aún estoy bastante orgullosa de tu nuevo puesto, y sé que lo podrás manejar muy bien. Pero es estado pensado mucho, y he llegado a la conclusión de si quieres ser una gran princesa, incluso mejor que yo, debes conocer mi pasado. Para que sepas cómo es que yo llegué a este puesto, puedas seguir mis pasos y no cometas mis errores.

Sé que conoces parte de ese pasado, lo leíste, y también lo viste. Pero eso no era nada comparado con toda la historia, sino algo mucho más complicado que eso.

Todo inició hace miles de años, en tierras muy lejanas. Un grupo de unicornios descubrieron un templo antiguo, y en el encontraron un diamante, pero no cualquier tipo de diamante, sino uno mágico.

Éste fue traído a mi aldea natal y nos alimentábamos de su poder, el cual nos hacía más fuertes, hizo que él mover el sol y la luna fuese más fácil. Y lo llamábamos "Eclips".

Pero no éramos los únicos que deseaban ese poder. Pues había grupos de unicornios que buscaban ese mismo diamante. Grupos oscuros, malvados, capaces de destruir y matar, para obtenerlo. Por lo que teníamos que protegerlo a toda costa.

Creábamos varias formas de tener resguardado al Eclips, construíamos fortalezas, y aumentábamos las defensas muy seguido. Pero al final, nada de eso vasto. Pues después de todo, ellos ganaron, y no sólo se llevaron al Eclips, sino todo.

Y ahí es donde entrabábamos Luna y yo. Así que prepárate Twilight, pues estás por leer la historia de cómo Luna y yo nos volvimos… Princesas de Equestria".