Disclaimer:

Todos los personajes que se mencionan/mencionaron en ésta lectura, pertenecen a Hajime Isayama, del manga "Shingeki No Kyojin/進撃の巨人"

Pareja: Eren Jaeger/Levi Ackerman

"Que Dios me ayude ahora, porque son sólo chicas rompiendo corazones."

Girls, The 1975

::: O | La chica perfecta

Mi vida sólo podía resumirse como una bola apestosa de desgracias, una tras otra. Estaba acostumbrado a que las cosas salieran mal de cualquier forma. El día que me ocurriera algo realmente bueno, seguramente lo echaría a perder, porque así era yo, destruía todo lo que tocaba. Y es que prácticamente todo me había salido mal desde que llegué a este mundo, no hacía otra cosa que ir de fracaso en fracaso. Yo iba a ser la tragedia más grande del mundo.

Lo supe cuando cumplí los quince años y note que era el único chico de toda la maldita clase que se había quedado en el uno sesenta, incluso había chicas más altas que yo y eso ya era completamente deprimente; esa había sido la señal número uno de que todo en mi vida iba a salir mal.

Siempre había sido de complexión delgada y la mayoría de los brobucones se metían conmigo porque pensaban que no podría defenderme, lo cual era más o menos cierto. No tenía la fuerza que ellos poseían, pero al menos podía darles una o dos patadas que les dejara un lindo moretón.

Soy casi identico a mi madre, el mismo color de ojos, de piel, cabello. Las mismas facciones finas y delicadas. Había ocasiones en las que en efecto, terminaban por confundirme con mi mamá, por más irreal y cómico que suene.

No me gustaba el fútbol, basquetbol, voleibol o cualquier otro deporte. De hecho, era pésimo para ese tipo de cosas, por no decir que incluso soy torpe y me he llevado uno que otro moretón o raspón, en el intento de practicarlos. Prefería las cosas tranquilas, que no implicaran un hueso roto y dislocado, como por ejemplo tocar el piano en el taller de música. O bien, leer algún libro extremadamente cursi y poco realista.

En conclusión: Yo no era para nada masculino, más bien era una rosadita princesita que esperaba a su prícipe azul. Palabras de mi idiota mejor amiga, Hanji Zoe. A ella la conozco desde el jardín de niños y no entiendo como es que he podido con ella todo este tiempo. Sin embargo, muy en el fondo, aunque nunca lo admitiría abiertamente, ella era mi mejor amiga, la persona en quien más confiaba, y por supuesto que también la quería.

Metí a mi boca el último pedazo de pan que me quedaba y con paso cansado me dirigí al baño para cepillarme los dientes antes de iniciar otro hermoso día ―sarcasmo―. En cuanto terminé mi importantisíma tarea de lavar minuciosamente mis dientes, tome mis cosas y caminé a la parada del bus. El trayecto fue normal, gente empujándome para pasar, gente empujándome para poder alcanzar un lugar y no tener que verse en la necesidad de ir parada. Gente, gente y más gente, aplastándome como la pulga insignificante que seguramente era.

Cuando por fin el tortuoso viaje terminó y pude librarme de los empujones de la gente, se mostró ante mí aquel enorme edificio que conocía perfectamente bien: mi preparatoria. Tomé un largo suspiro y como si estuviera yendo directo a la guerra, caminé con paso lento. Odiaba esta escuela, realmente la odiaba pero era una de las mejores que había, además yo tenía una generosa beca que cubría todos los gastos y colegiaturas, no pude negarme al ver la enorme sonrisa de orgullo que tenía mi mamá cuando me llegó la solicitud. Sin embargo, me sentía tan fuera de lugar en esa escuela, apenas tenía un par de meses asistiendo en lo que era mi primer año y ya quería con urgencia que el día de mi graduación llegara pronto.

Aquí sólo había gente pretenciosa, niños bonitos con dinero que su única preocupación en la vida, era el próximo automóvil del año que se comprarían.

Gente patética, con demasiada suerte.

Abrí mi casillero y comencé a buscar los libros de las materias que me tocaban hoy. Estaba demasiado ocupado hojeando mis libros que no me di cuenta cuando mi mayor dolor en el trasero se acercaba a mí.

―Hola, Blanca nieves ¿En dónde dejaste a los enanos?― Rodé los ojos cuando el grupito de Jean comenzó con sus clásicas bromitas del día.

―Es gracioso que lo digan, porque Blancanieves es más enano que sus enanos― Ese había sido Jean, quien no tardó en soltar una carcajada llena de burla, a él le siguieron sus amiguitos.

Y Blancanieves era el estúpido apodo que me habían puesto debido a que soy demasiado pálido y además, según ellos, demasiado princesa.

Odiaba a Jean y a toda la bola de sus amigos, eran todos unos retrasados. Eran uno de los grupos más populares que existían en está escuela, por eso nunca podía poner en su lugar a esos bastardos, porque eso significaría echarme encima a todas sus "fangirls" locas, descerebradas y con instintos asesinos, sin mencionar que ya tenía condicionada la beca, una detención más y perdía el derecho a ella. Era ridículo e injusto, pero las cosas se manejaban así en esta institución de mierda.

Azoté la puerta de mi casillero, encaminándome lo más rápido que podía hasta mi respectivo salón. Sólo podía oír las risas de esos idiotas a lo lejos, mientras más me alejaba de ellos a toda prisa, lo bueno era que sólo un año más y ya podría librarme de ellos. Tenía que aguantar.


Cuando el reloj marcó las ocho de la noche en punto, pude librarme de mi estúpido trabajo y del estúpido de mi jefe. Mi día había trascurrido con normalidad, Las aburridas y sofocantes clases del diario, Jean molestándome cada vez que tenía la oportunidad, Hanji siendo otro dolor de cabeza y para rematar mi mal día, mi trabajo y mi jefe. Le había pedido un pequeño aumento ya que literalmente yo hacía todo, pero el muy maldito me había dicho que no era posible porque sólo trabajaba medio tiempo y no de tiempo completo.

Ganas de renunciar y mandarlo a Tokio de una patada no me faltaban, desgraciadamente era el único trabajo donde aceptaban a menores de edad y yo realmente necesitaba el trabajo. Iba tan perdido en mis pensamientos homicidas contra mi jefe, que casi caígo de bruces al tropezarme con el pie de alguien, afortunadamente pude reaccionar a tiempo.

―¡Oye, idiota! Ten mas cuidad... ―Me detuve a mitad de la oración en cuanto reconocí esa sonrisa sínica que tanto me asqueaba.

―Muy mal, Blancanieves. Los princesitos no dicen malas palabras como "idiota".―Jean Ensancho su sonrisa, mientras se acercaba un poco a mí.

―Vete a la mierda.―Fruncí el ceño y lo rodeé para poder seguir con mi camino, hoy no tenía ánimos para aguantarlo.

―¡Hey! Vine hasta a buscarte y me parece de mala educación que...―Gire sobre mis talones, con el ceño más fruncido, haciendo que dejara a medias su oración.

―No me importa lo que te parezca educado o no. ―Puse los ojos en blanco, dispuesto a seguir con mi camino, pero ni siquiera pude dar medio paso cuando Jean sujeto rápidamente mi muñeca.

―Escucha, Levi.―Hizo una pausa, en donde quitó por fin esa sonrisita de mierda y adoptó una expresión más seria. ―He venido a proponerte un trato que nos conviene a ambos. Te interesara.

―Nada que tenga que ver contigo me interesa.―Me solté con brusquedad de su agarre ― No pienso hacer tratos contigo.

―No va a ser gratis.

―Igual no me interesa. ―Acomode sobre mi hombro mi vieja mochila y comencé a dar pasos rápidos para alejarme de él.

―¿Ni siquiera por doscientos marcos? ―Me detuve en seco y una vez más me gire para verlo, él no bromeaba pero doscientos marcos era una suma ridículamente generosa. ―Sé que necesitas el dinero, Levi.

Y otra vez más sonrío ampliamente, mostrando en su mirada las malévolas intenciones que traía entre manos y que yo desconocía. Esa era una muy, muy mala señal y aunque esos doscientos marcos eran tentadores, la parte racional de mi cerebro me decía a gritos que no era buena idea, que nada que tuviera que ver con Jean lo era. Además, el dinero fácil nunca terminaba en algo bueno, mucho menos si el dinero era de Jean Kirstein, vaya Dios a saber que clase de pacto diabólico me obligaría a hacer.

Aunque, bueno, pensándolo bien: Jean ya era el mismo demonio. Y no, no tenía intenciones de vender mi alma, doscientos cincuenta marcos eran demasiado buenos, pero no para tanto.

―Vete al diablo, Jean. No quiero tu dinero.

Me di la media vuelta y seguí mi andar, sin mirar atrás. Con aquella determinación con la que intentaba convencerme a mí mismo que si trabajaba todo el día, los fines de semana, conseguiría ese dinero.

Había actuado con inteligencia, lo que no sabía es que la necesidad podría por encima de la inteligencia.


¡Hola! Espero que se encuentren muy bien, antes que nada, quiero decir que soy nueva publicando en ésta plataforma y a decir verdad, estoy un tanto nerviosa, pero realmente espero que éste fic sea de su agrado y que les haga pasar un momento agradable. Bueno, dejando eso de lado, quiero aclarar desde ya que esta historia es un romance lento, nació de una canción llamada "Girls" de la banda The 1975, pero en realidad la historia no tiene mucho parecido con la letra, obviamente es Ereri, habrá un poco de EreMika y la segunda pareja principal vendría siendo Armin x Annie, así que aclarando estos puntos, nuevamente espero que sea de su agrado. Gracias por haberse tomado la molestia de leer hasta aquí y el tiempo de leer mi historia, sin nada más que decir, nos andamos leyendo próximamente, ¡saludos!

Wattpad: Dragon-escarlata.

All the love. 🐉🌹