Después de terminar con "Vocales" he decidido seguir con el abecedario.


A de Atención

Haruichi jamás ha sido una persona precisamente codiciosa. Por el contrario, si un adjetivo pudiese describirlo sería modesto, o en su defecto lo suficientemente respetuoso para no desear más allá de lo permitido. Es justo, pues no demanda más atención de la necesaria a terceros —incluyendo a sus propios padres—, y no presta atención exclusivamente a una persona. De esa forma ha vivido desde joven, y le agrada pues puede evitarse conflictos redundantes.

Es el motivo por el cual nace su confusión.

Desde que ha iniciado su relación con Furuya no deja de sentir cierto malestar en su pecho. Esto ocurre precisamente cada vez —que es casi siempre—, que Satoru sube al bullpen o al montículo. Toda su atención es tomada por esa elevación de arena.

Agobiado baja la vista. Es de lo peor, no debería mostrarse tan ambicioso. El deporte es precisamente lo que los ha unido, les ha permitido conocerse. Simplemente no puede evitar sentirse de ese modo, es penoso de admitir, pero desea eclipsar toda la atención del pitcher sobre su persona.

— ¿Haruichi? — inquiere dudoso Furuya, acercándose. — ¿Estás bien?

El Kominato asiente. Satoru no es un hombre de palabras precisamente, el que esté ahí es suficiente para él, al menos lo intenta.

— Solo me siento un poco mareado. — miente de forma vil. De igual modo sabe que Furuya no hará nada al respecto, es su turno de tomar el bullpen y practicar con Miyuki. — Es todo. — asegura sonriendo discreto, solo para él.

— Furuya, tu turno. — dictamina Kazuya desde su posición, apartando un poco el protector de su cara, y así tomar un poco del aire perdido con la sesión previa de lanzamientos protagonizada por Eijun. — ¿Furuya?

— Iré con Haruichi a la enfermería. — responde sorprendiendo a los espectadores. Haruichi jura que puede morir ahí mismo de la felicidad. — Vamos. — y como broche de oro coge su mano bajo la atenta mirada de todos los presentes, sin importarle nada. El menor de los Kominatos se ruboriza hasta las orejas por el atrevimiento de su pareja, y en público.

No le gusta la idea de llamar la atención de Furuya con trucos tan bajos —aunque no era lo que pretendía en primera instancia—, por el momento solo se limita a disfrutar del cálido tacto y de que su pareja esté ahí, prestándole atención únicamente a él.