Save my soul.

Resumen: "Ser un perro guardián", morder a quien te ordenara, matar a quien tu amo quisiera, a él le pertenecía todo lo que eras. Pero fuiste abandonado a tu suerte, dejado atrás para morir y cuando estabas dando tus últimos suspiros el enemigo te salvo. ¿Podrías jugarle lealtad? KaraIchi [Au- MafiaMatsu]

Parejas: Karamatsu x Ichimatsu. Ligero Karamatsu x Totty. OsomatsuxChoromatsu. Osomatsu x Ichimatsu.

Advertencia: —Au. Mafiamatsu.

—En este mundo solo Osomatsu, Karamatsu y Choromatsu son hermanos.

—Muerte. mucha muerte.

—Mucho Ooc

—Violación(?) —Mención de violación (?)

—Emm... no sé que más poner.

—Capítulo de prueba.

Si aun así lo quieres leer no me hago responsable por traumas(?)


Save my soul.

Expiación.

La primera vez que te habías encontrado con él había sido cuando eras pequeño, quizás demasiado para recordarlo, pero ese día se había grabado con fuego en tu memoria y más tarde en tu piel con esa marca que te hacia su pertenencia.

Recordabas estar bajo la lluvia fría, empapado, con hambre y herido por un hombre al cual habías tratado de robarle un poco de pan para tu familia. En un lugar tan horrible como en el que te había tocado nacer la única cosa que podías hacer para sobrevivir era matar, vender tu cuerpo o morir de hambre...

No estabas dispuesto a aceptar esas dos últimas.

Quizá eso fue lo que vio en tu mirada, quizás el rechazo que le tenías a tu destino ayudo a que de alguna forma uno de los señores importantes te tomara interés.

"Tienes un aura interesante, niño. Deberías convertirte en mi perro~ "

Fueron las palabras que te dedico antes de extender su mano hacia ti, te ofrecía una salida a una nueva vida y tu no dudaste en tomar la oportunidad, aun cuando más que una salida era en realidad un camino directo a la muerte.

El entrenamiento para ser el perro de Osomatsu era exhaustivo, tanto físico como mental. Estaban tratando a toda costa de quitarte tu lado humano dejando solo un cascaron vacío capaz de acatar órdenes y dar la vida por su señor. Pero aun si te volviste bueno para matar tu lado humano no se fue a ninguna parte, eras un peligro andante porque aun tenías sentimientos.

Amor, miedo, ansiedad, rencor... deseos de venganza. Todas ellas eran cosas que aun podías sentir y que en palabras del propio Osomatsu eran un jodido problema. Aun así, no hizo nada para exterminarlas de tu ser, era como si desde ese entonces ya tuviera planes para ti.

Cuando cumpliste los 17 fuiste elegido para ser uno de los hombres de escolta de Osomatsu, él mismo fue a buscarte a tu habitación por la noche. A someterte a base de violencia, a enseñarte quien mandaba para después pedirte "amablemente" que lo acompañaras el día siguiente. Tu cuerpo se sentía pesado y tus caderas dolían tanto que a penas y podías caminar bien, sin embargo, no tenías la opción de negarte a asistir o eso acabaría con una bala directo a tu cabeza por desobedecer órdenes directas.

La primera vez que viste al otro de los señores importantes fue en ese evento.

Era bien sabido por todos que los "grandes señores" que manejaban prácticamente toda la ciudad estaban enemistados, cada día la lista de muertos de ambos mandos incrementaba. Sabías que algún día tu nombre estaría en esa lista.

Los hermanos Matsuno eran trillizos, aunque al parecer solo quedaban dos de ellos. No sabias exactamente que le había pasado al tercero, la versión cambiaba dependiendo de quién esparciera el rumor.

Los únicos Matsuno que quedaban eran los hermanos mayores y cada uno se encargaba de su respectiva área, aunque según tenías entendido el segundo hijo era el encargado del territorio que alguna vez le había pertenecido al tercer hijo. Eso molestaba a tu jefe; Osomatsu, ocasionando diversos enfrentamientos entre ambos Matsuno para acaparar más terreno. Cada vez que se encontraban había muchas bajas de ambas partes, pero en ese día, en ese evento los dos eran tan cínicos como para comportarse como si se tuvieran aprecio verdadero.

La fiesta de cumpleaños de Matsuyo Matsuno, la matriarca de los Matsuno. El lugar se encontraba lleno de gente importante, las mesas eran servidas con la mejor comida acompañada de la mejor bebida, era ciertamente un lugar detestable para alguien tan simple como tú.

Cuando pusiste tus ojos en él fue porque la música era extraña en un ritmo neoswing, la canción era "Diga Diga Doo" era algo lenta al principio y después era movida. Él, el segundo hijo bailaba con la matriarca Matsuno mientras tu jefe Osomatsu lo fulminaba con la mirada y sonreía cada vez que su madre lo veía. A tu parecer se comportaban como unos niños mimados (unos niños mimados que tenían matones a sus servicios, así que preferías estar lejos de su mira).

Te dedicaste a ver atento todo a tu alrededor mientras seguías haciendo guardia, recargado en la pared con las manos a tus espaldas, observaste a las mujeres que tenían su vista fija en ese extraño hombre. Quizá era su manera de bailar, la forma en la que sonreía, la galante manera en la que hablaba o todo él en conjunto que lo hacían tener un aire pintoresco en ese lugar... era como extranjero.

No sabías que era lo que ese hombre tenía, pero sin duda te molestaba tanto como para seguir observándolo. Sus miradas se encontraron unos segundos y voló un beso en tu dirección, eso paso en más de una ocasión y aunque eras el único que estaba en esa dirección, aun así, no querías creer que el maldito estaba coqueteando contigo.

Sin embargo, más tarde es anoche se acercó a ti solo para preguntarte.

—¿Quieres bailar? —Estirando su mano hacia ti, con la sonrisa más encantadora que alguien podía poner. De fondo sonaba Mambo Swing, demasiada alegre para tu gusto. No querías bailar, tu cuerpo entero te dolía por lo que Osomatsu te había hecho la noche anterior y estabas seguro de que si te movías de allí terminarías en el suelo. Solo tenías que encontrar una manera educada de rechazarlo, lamentablemente la manera educada no iba contigo...o tal vez solo eras un idiota tentando su suerte.

—Preferiría que me mataran justo ahora que bailar contigo. —Gruñiste. Él parecía sorprendido, sus ojos azules fijos en ti... una sonrisa apareció en su rostro.

—Karamatsu Matsuno. —se presentó sin borrar esa sonrisa en su rostro, parecía ser una sonrisa sincera y no una retorcida como las que solía ofrecer Osomatsu. —Nice to meet you, boy~ -dijo tomando tu mano, dejando un casto beso en tus nudillos. Lo alejaste por puro instinto dándole un manotazo, grave error...

Su mirada intensa sobre ti te hacia querer retroceder (aunque ya estabas contra la pared), su apariencia amable parecía contrastar con su presencia imponente... te pareció que era más aterrador que tu jefe. Sin embargo, no te hizo daño, su mano paso por tu cabeza, revolviendo tu cabello antes de que se alejara perdiéndose entre el montón de gente que había en la pista.

Más tarde esa noche volviste a encontrarte con ese hombre, aunque desearías no haberlo encontrado en ese momento. Habías sido enviado a buscar a la amante de Osomatsu, una rubia tetona y descerebrada con un nombre el cual no te habías esforzado en memorizar y la encontraste teniendo sexo y gimiendo como la puta que era montada sobre el segundo mafioso.

Que asco. No podías pensar en nada más mientras te lavabas la cara después de huir de la escena. Como hombre bajo el mando de Osomatsu debías informarle de la traición de su hermano y esa tipa, te sentías irritado. Osomatsu te trataba como un objeto, pero aun así tu lealtad estaba puesta en él y simplemente no te cabía en la cabeza como alguien podría morder la mano que le daba de comer.

Karamatsu te esperaba fuera del baño cuando saliste, con esa sonrisa (que antes te había resultado un poco atractiva pero que ahora te provocaba nauseas) te pidió no decirle nada a Osomatsu. Lo último que querías era hacerle un favor a ese tipo y tampoco querías ocultarle nada a tu jefe, sin embargo, tenía un buen punto. Te gustara o no esa tipa tenía el aprecio de tu jefe (se lo mereciera o no) y una traición de la mujer que quería seguramente le ocasionaría más problemas a Osomatsu. No querías eso, así que te callaste.

Sin embargo, unos meses después se te ordeno buscarla y llevarla ante el jefe. Al parecer ella había seguido comportándose como una puta y si había algo que Osomatsu no toleraba era que le vieran la cara. La atrapaste, la llevaste y observaste inexpresivo como la humillaban. ¿Se lo merecía? Su rostro hinchado y lleno de lágrimas te hacían cuestionarte si estaba bien o mal. Ella suplicaba a Osomatsu que la perdonara, que por favor le perdonara la vida ya que esperaba un hijo. Pero el jefe no iba a mostrar piedad por esto, al contrario, parecía más cabreado...

Eso te hizo interferir.

"¿No ha sido suficiente?"

Pero para tu jefe nada le parecía suficiente. Y cuando la idea del aborto casero se hizo presente te plantaste frente a la chica y tomaste responsabilidad de ella y del hijo que sabias era de su hermano, Karamatsu. Tenías la esperanza de que la dejaran libre, aun si eso significaba que te matarían en su lugar, pero ella tan idiota y descerebrada como era negó que el niño fuese tuyo y dijo la verdad. El castigo de Osomatsu no se hizo de esperar, tres de tus compañeros fueron ordenados para darte una lección en nombre de su amo.

El resultado fueron algunas costillas rotas, un ojo hinchado, los nudillos de una mano destrozados, no te mataron... te dejaron lo suficientemente bien para que pudieras ponerte de pie por tu cuenta. Osomatsu te llamo dándote unas palmaditas en la cabeza, diciéndote "Buen chico, buen chico" con esa sonrisa que te hacia saber que te esperaba algo peor. Y tu presentimiento se hizo realidad cuando te entrego un arma, un balde con agua, un trapeador y una bolsa de basura.

—Encárgate de tu puta y tu bastardo ¿sí? Se un buen perro y obedece.

Y con eso se fue.

A paso lento y temeroso entraste a la habitación para encontrarte con un suelo lleno de sangre, dos cuerpos en medio de ese charco rojo. Uno pequeño, muy pequeño... El otro de alguien que a penar respiraba... Ella te dirigió una mirada, sus ojos encontraron el arma en tu mano y volvió a mirarte. Te suplicaba por que la mataras y lo hiciste. Cerraste los ojos y tiraste del gatillo. El trabajo fácil estaba hecho... Lo difícil fue encargarse del pequeño. Tenías ordenes de tirarlo a la basura, pero no querías. Ya que no había tenido derecho a nacer al menos querías que descansara en un buen lugar. Pero no tenías opciones más que la basura o excavar tú mismo debajo de tu árbol de sakuras favorito.

Sin una pala porque "los perros hacen agujeros en la tierra solo con sus patas" te obligaste a hacer un agujero en el suelo mientras no dejabas de susurrar. "lo siento..."

¿Alguien tendría la misma consideración contigo? Te gustaría que al menos pusieran tu cuerpo en un lugar bonito como ese y no en la basura donde seguramente sí ibas a terminar.


A pesar de lo que se pudiera creer sí hubo un funeral, Osomatsu se veía afligido y dolido por la pérdida de su prometida. No sabias si era solo teatro o ese tipo tenía problemas de personalidad múltiple, se veía tan genuino llorando por la pérdida de su amada rubia que te ponía enfermo. Asististe por obligación, aunque a penas podías mantenerte en pie. Entonces Karamatsu hizo su aparición, confortando a la matriarca Matsuno que le tenía genuino aprecio a la chica, ofreciéndole sus condolencias a Osomatsu. Sin que fuera tu intensión captaste una conversación entre ellos.

—Es extraño como siempre tus amantes terminan muertos de una manera muy misteriosa. —Comentó Karamatsu quitándose los lentes oscuros para ver con sus ojos azules los orbes escarlatas que eran los ojos de Osomatsu.

—Es lamentable... —Osomatsu respondió después de un suspiro.

—Si, ¿Qué les haces? —Preguntó Karamatsu.

—Amarlos intensamente, solo eso hermanito. —Parecían tener una batalla de miradas justo en ese momento.

—Y por esa razón terminan muriendo o como Choromatsu… Suicidándose para escapar de tus garras. —Pudiste ver el cuerpo de Osomatsu tensándose, salir de tu escondite ahora no sería bueno. —Mi más sentido pésame, Osomatsu-niisan. —Le susurro el segundo hijo, poniendo una mano en el hombro del mayor n un gesto de falso consuelo.

Hubo un pequeño silencio cuando Karamatsu Matsuno salió del lugar, nadie se atrevía si quiera a respirar cuando el jefe estaba más cabreado que el mismo demonio.

—¡Alguien mate ese hijo de puta, ahora mismo! -ordeno Osomatsu y todos salieron a por Karamatsu. ¿Cuántas bajas iba a haber ese día? No lo sabias. Pero teniendo el cuerpo como lo tenías tú eras un blanco seguro.

En retrospectiva debiste haberlo visto venir. Todos tus compañeros eran idiotas que le tenían miedo a Karamatsu, decían que él podía ser peor que Osomatsu y tu no estabas muy seguro de eso ya que habías visto la crueldad de tu jefe. Aun así, no fue una sorpresa para ti darte cuenta de que fuiste el único que de verdad fue tras Karamatsu y lo tenías frente a ti, apuntándole con un arma que te había dado uno de tus inútiles compañeros. Estaba lloviendo, el ambiente frío del callejón, tus nudillos rotos y tu débil cuerpo hacia que el cañón de la pistola se moviera ligeramente tiritando frente al mafioso.

Karamatsu suspiraba resignado, levantando las manos mostrando que no tenía armas para defenderse. Con una sonrisa en su rostro se dirigió a ti.

—Ichimatsu, ¿verdad? El cachorrito de mi hermano. —¿Cómo sabía tu nombre? Realmente no importaba. —Anda, dispara si eso te hace feliz.

—No me digas que hacer, Kusomatsu. -gruñiste antes de presionar el gatillo y nada paso. Por más que lo apretaras no disparaba, la pistola no tenía balas. ¿Que carajos?

—Ah, una lección importante... no deberías confiar en tus compañeros. -trataste de fulminarlo con la mirada. ¿Por qué ese tipo te sonreía de esa manera? Bajaste el arma, no importaba que no le apuntaras porque no tenía balas.

Y de pronto un fuerte sonido llego hasta tus oídos. Un disparo, pero parecía un cañón. Karamatsu retrocedió y sin embargo tu caíste al suelo frío y empapado. Te llevo unos segundos darte cuenta de que habían disparado a través de ti para llegar a él. Y quien lo había hecho era nada más y nade menos que tu jefe: Osomatsu Matsuno.

Los hombres de Karamatsu no tardaron en rodearlo para protegerlo y se lo llevaron del lugar dejando a un enfadado Osomatsu pateando todo en el callejón.

—¡La próxima vez definitivamente voy a matarte! —gruñó Osomatsu y regreso sobre sus pasos encontrándote tirado en el camino.

Pudiste verlo ponerse en cuclillas frente a ti, observándote con una mueca burlona en los labios mientras acercaba el cañón de su arma apuntándote antes de hacer presión en tu herida.

—¡Ugh! -te retorciste de dolor, Osomatsu parecía divertido.

—Esta es la primera vez que te veo cambiar de expresión así, Ichimatsu. Tu lindo rostro siempre estaba inexpresivo, era francamente molesto. —Sus dedos bailaron suavemente en la piel de tu rostro, en una pequeña caricia. —¿Que debería hacer? Así como estás no me sirves de nada, eres como un perro al que le han quitado los colmillos. Ya no me sirves para pelear, ya no me sirves para matar... eres inútil ahora. ¿Que debería hacer? —se froto la barbilla como si lo estuviera pensando seriamente. —Ah, ya sé. Ichimatsu.

—¿...?

—Hazme un favor y muérete ¿está bien? -dijo con una sonrisa. La lluvia fría seguía golpeándote, pero esas palabras te dejaban más helado que la lluvia. —Este es un buen lugar para ti, entre la basura y el olvido, ¡Justo donde perteneces! —Se levanto antes de hacerte girar con su pie, el que movieran tu cuerpo te causo un dolor agudo. Los dedos de Osomatsu buscaron detrás de tu nuca y por un momento el ruido metálico de tu collar rojo siendo desabrochado fue todo lo que escuchaste.

—Espe… —Cuando el collar de perro fue retirado te sentiste más indefenso, como si de pronto el sonido de tu corazón retumbara hasta tus oídos. Estabas asustado y aun sobre ese ensordecedor sonido de tu corazón galopando desenfrenado, escuchaste su voz susurrando.

—Cachorrito mío, no olvides... donde está tu lealtad.

Y dicho esto se puso de pie y desapareció de tu vista mientras tarareaba una alegre canción.

Estabas jodido.

No podías moverte así que ibas a morir allí. Habías sido abandonado para morir. Fue ingenuo de tu parte haber imaginado que alguien tendría consideración por ti, después de todo eras solo un objeto para ellos. ¿Ese final era el que te merecías? Una gran parte de ti creía que si, era la expiación por todo lo que habías hecho.

Estabas recibiendo lo que merecías.

Cerraste los ojos para esperar tu fin. Pero mientras estabas dando los que pensaste eran tus últimos suspiros alguien te levanto del frío suelo.

—¡Ughh! -un ruido lastimero salió de tu garganta cuando te movieron, tus ojos se encontraron con la imagen de Karamatsu Matsuno. Estaba hablando por teléfono o eso te parecía.

—Todomatsu prepara todo, llevo un herido. Si, yo también, pero otro. -arrugo las cejas antes de guardar su teléfono. —Hey baby boy~ no te duermas. -te susurro, te parecía que había un aire coqueto en su voz. —¡Jyushimatsu, ayúdame!

¿Te estaba salvando?

Aun después de ser abandonado por los tuyos, ¿ibas a ser salvado por el enemigo?

Definitivamente no sabías que pasaba por la cabeza de esos dos mafiosos de mierda. Al menos eso fue lo último que pensaste antes de quedar inconsciente.


Es una historia rara, pero de verdad que tenía muchas ganas de escribir algo así.

Sobre Osomatsu siendo un hijo de puta, supongo que podría decirles porque se comporta así, pero si no lo han adivinado seria menos divertido.

Si les gusta la idea comenten. :D

¡Saludos!