Introducción

La fresca brisa otoñal soplaba a su alrededor mientras paseaba por los amplios jardines de Pemberley, como hacía cada día desde hacía casi cuatro años, cuando se había desposado con el señor Darcy, dueño de la mitad de Derbyshire y con una renta anual de 10000 libras; y al que adoraba por encima de todo. Había días en los que su esposo iba a su encuentro y juntos paseaban durante largo rato, compartiendo confidencias y robándose pequeños besos que serían catalogados de impropios por la sociedad.

Sin embargo, Lizzy deseaba que esa mañana que esa mañana él no acudiera a buscarla, desde hacía algunas semanas evitaba quedarse a solas con él cuanto podía, no estaba segura de poder disimular su desasosiego si permanecía demasiado tiempo con él.

Soltando un gran suspiro, inició el camino de vuelta a la gran casa, recordando que si se entretenía demasiado podría preocupar a todos, y eso era lo último que quería. Al llegar, se dirigió a su salón privado, como cada mañana, y se sorprendió al encontrar allí a Georgiana esperándola.

-Buenos días, Lizzy- Saludó la joven a su cuñada con una sonrisa.

-Buenos días- Le devolvió el saludo- ¿Ocurre algo? Normalmente vienes después de practicar con el piano.

-Eso quería saber yo, ¿qué te sucede, Lizzy?

-¿A mí?- Preguntó nerviosa- Nada, no me ocurre nada.

-Si no quieres contármelo a mi, no lo hagas, pero deberías hablar con alguien de lo que te preocupa- Le dijo sin perder la sonrisa- Y no intentes negar que algo te sucede, se te nota.

-¿De verdad se me nota?- Georgiana asintió y Lizzy suspiró resignada- Está bien, te contaré que sucede, quizá así consiga que desaparezca esa opresión que tengo en el pecho- Georgiana le tomó la mano intentando darle fuerzas- Temo que tu hermano se arrepienta de haberse casado conmigo.

-¿Qué tonterías dices?- Le espetó Georgiana, sobresaltando a su cuñada- ¿A que viene eso?

-A que tengo la sospecha de que no puedo tener hijos, y si al final tengo razón, es muy probable que tu hermano se lamente de haberse desposado con una Bennet y no poder tener un heredero para el apellido Darcy.

-¿Puedes decirme a santo de qué crees todas estas cosas? ¿Por qué crees que no podrás tener hijos? ¿Y como es posible que creas que mi hermano va a dejarte? ¿Es que acaso te ha hecho algún comentario fuera de lugar?

-Fitzwilliam no me ha dicho nada, si que comentó su deseo de tener hijos cuando vimos a la niña de Charles y Jane, pero nunca me ha insinuado ni exigido nada- Bajó la mirada nerviosa- Supongo que simplemente está esperando a que suceda.

-¿Entonces por qué piensas estas cosas?

-Porque en mi familia hay muchos antecedentes de mujeres que no han podido concebir- Levantó levemente la mirada para ver la reacción de su cuñada, y pudo ver que no sabía a que se refería- Mis tíos, los Gardiner, no han podido tener hijos, por mucho que lo han intentado; dos hermanas de mi abuela tampoco pudieron procrear, y según me contó mi madre, una hermana de mi bisabuela tampoco- Giró el rostro, intentando contener el llanto- Y creo que esta vez me ha tocado a mí.

-Entiendo que estés preocupada por ese asunto, pero aun es pronto para pensar eso, ¿no crees?

-¿Tú crees?- Sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas- Ni Jane, ni Mary, ni Kitty han tenido problemas para quedar en cinta al poco tiempo de casarse. Jane anunció su embarazo a los cuatro meses de casarse, Mary se casó hace un año y está apunto de dar a luz a su primogénito, y Kitty ha vuelto de su luna de miel embarazada, y yo llevo ansiándolo desde hace más de un año sin resultados- A esas alturas su llanto era incontenible.

-Lizzy, cálmate, eres joven, no debes alarmarte por tardar más que tus hermanas en tener niños, hay parejas que tardan mucho pero los tienen- La abrazó con fuerza, queriendo consolarla. Para Georgiana era un shock ver a Elizabeth de aquella forma, pues siempre la había visto sonriente y alegre- Creo que deberías hablar con mi hermano sobre como te sientes, él se preocupa mucho por ti, y este asunto es un tema que os concierne a ambos- Le aconsejó con ternura- Y estoy convencida de que él te amará suceda lo que suceda, pero sino fuera así, ten por seguro que yo siempre te querré como mi hermana y te trataré como tal.

-Gracias Georgiana- Dijo devolviéndole el abrazo con intensidad e intentando disminuir el llanto- Sé que tengo que hablar con Fitzwilliam, pero necesito tiempo para pensar como abordar el tema.

-Está bien, tómate el tiempo que necesites, y hasta entonces, si necesitas desahogarte y hablar, no dudes en decírmelo, ¿de acuerdo?

Lizzy asintió, emocionada por haber encontrado en aquella jovencita tímida y vergonzosa una auténtica hermana, con quien poder hablar de sus problemas y sus alegrías, como hacía con Jane.

Georgiana, esperó unos minutos a que su cuñada se hubiera calmado por completo y después se retiró a practicar con el piano. Elizabeth quedó meditabunda en su estudio, dándole vueltas a su preocupación, más tranquila pero aun así, sin estar calmada del todo.

Cerca de mediodía, unos golpes la sacaron de sus pensamientos.

-Elizabeth, ¿puedo pasar?-'Preguntó la voz de su esposo.

-Claro, pasa- Respondió de inmediato, y la puerta se abrió en el acto, dejando pasar a un Darcy ansioso- ¿Ocurre algo?

-Estaba preocupado por ti- Elizabeth lo miró sin entender- Hace más de media hora que te espero en la puerta trasera, prometiste acompañarme a supervisar la obra de los establos y ver como estaban los animales.

-Pero… ¿Qué hora es?

-Falta poco para la hora de comer- Le respondió su marido.

-¿Es tan tarde?- Exclamó avergonzada- ¡Lo lamento! ¡Se me ha ido el santo al cielo!- Un rubor subió a sus mejillas haciendo que Fitzwilliam sonriera.

-No te preocupes- Le besó la mejilla mientras tomaba su mano- Aun tenemos tiempo de ir, si es que te apetece.

-Claro, vamos.

Cogiendo el brazo de su esposo, ambos fueron a la parte trasera, donde se guardaban los coches de caballos, y tras pasar ese lugar se encontraban las caballerizas, completamente en obras, menos una pequeña parte, que era donde mantenían a los caballos mientras estas duraban. Al llegar, Darcy fue directo a hablar con su capataz mientras que Lizzy fue a ver a aquellos bellos animales. Sonriente, sacó un azucarillo de un bolsillo, extendió la palma hacia uno de ellos con el azucarillo, y este se lo comió de inmediato.

Elizabeth hizo lo mismo con el resto de equinos, atentamente observada por su marido, que no dejaba de mirarla mientras hablaba con su capataz. Fitzwilliam había notado que estaba algo distraída desde hacía varias semanas, y también la notaba decaída y distante en algunas ocasiones, y verla sonreír de aquella manera mientras les entregaba aquel dulce a los corceles le hizo sentir tanta ternura que no pudo evitar sonreír.

Estaba preocupado por ella, sabía que aquel cambio era porque algo la atormentaba, pero no quería agobiarla, pues bien sabía que tarde o temprano acabaría hablando con él. Así que decidió callar por el momento, aunque estaba decidido a no quitarle ojo de encima hasta saber que le ocurría.

-Gracias, señor Steel, manténgame informado de todo- Le dijo a su capataz cuando este terminó de relatarle los avances de la obra. Después caminó hacia Lizzy y la abrazó por la espalda- Se te dan muy bien los caballos.

-Son animales muy nobles y bellos- Respondió sonriente mientras proseguía con su labor.

-¿No te gustaría tener uno para ti?- Le preguntó al tiempo que besaba sus cabellos y la mecía levemente, sujeto a su cintura.

-Te mentiría si te dijera que no, pero no es necesario- Apoyó la cabeza en su hombro.

-¿Cómo sería tu caballo perfecto?- Preguntó suavemente, ignorando su último comentario.

-¿Y qué más dará si no vamos a adquirir ninguno?

-Es simple curiosidad- Le dijo girándola hacia él con una sonrisa en los labios- Compláceme, por favor.

-Está bien- Suspiró, negando con la cabeza antes de mirarlo a los ojos- Me encantan las yeguas blancas, con un carácter dulce pero firme.

-Siempre creí que te gustarían más las yeguas color caramelo.

-También me gustan, pero las blancas son mis favoritas- Sonrió ampliamente, separándose un poco de él- ¿Volvemos? Nos deben estar esperando para comer.

Darcy asintió, devolviéndole la sonrisa y tomándola de la mano. Le encantaba atesorar esos momentos que tenían a solas, en los que ambos podían ser ellos mismos sin preocuparse de escandalizar a nadie por sus muestras de afecto.

Durante el transcurso del camino hacia el comedor, ninguno de los dos perdió la sonrisa, y Fitzwilliam lo agradeció, pues hacía días que no veía a su esposa tan relajada y sonriente. Sin embargo, cuando ingresaron en la estancia, Georgiana se veía alarmada, y eso rompió el ambiente tranquilo que tenían.

-¿Sucede algo?- Preguntó el caballero caminando rápidamente hacia ella.

-Hermano, estaba apunto de mandar a alguien en tu busca- Le comunicó con pesar sosteniendo un pliego de papel- Han llegado dos cartas desde Rosings, una para ti y otra para mí, supongo que en ambas contará más o menos lo mismo- Empezó a narrar Georgiana tendiéndole la carta dirigida a él- En la mía, tía Catherine pide que vayamos a Rosings, pues parece ser que nuestra prima ha recaído considerablemente y teme que no supere esta semana.

-¿Qué?- Darcy se alarmó, abriendo con rapidez su misiva y comprobando que su tía explicaba precisamente eso, pero en su carta era más explícita, preocupando realmente al caballero por el porvenir de su prima- Debemos partir de inmediato hacia allí.

-Ciertamente debéis hacerlo- Concordó Elizabeth- Iré de inmediato a pedir que preparen vuestros equipaje y un coche- Añadió, girándose hacia la salida.

-Elizabeth- La frenó su esposo- Tú también vienes- El rostro de Lizzy fue de absoluto pánico- Sé que mi tía y tú no os lleváis bien, pero si realmente Anne está tan mal como dice la carta, necesito que estés conmigo.

-Dadas las circunstancias, ¿no sería mejor alejarme de allí y no darle a tu tía un disgusto por mi presencia?

-Sinceramente, me importa bien poco si a ella le incomoda, Anne es la única que importa en todo esto, y a ella no le desagradas- Le aseguró su esposo, tomándola de la mano- Y yo necesito que estés a mi lado, por favor.

-Hazle caso, para los dos sería de mucho consuelo y ayuda que estuvieras allí.

Lizzy miró a los dos hermanos con muchísimas dudas, no quería molestar a Lady Catherine, y menos en esos momentos, pero tampoco quería dejar a su marido y cuñada solos en caso de que ocurriera la desgracia que se auguraba. Suspiró sonoramente y bajó la mirada.

-Está bien, iré, pero si su señoría me pide que me marche, lo haré sin dudarlo, ¿queda claro?

Ambos asintieron sonrientes de haber conseguido su propósito con tanta facilidad, Fitzwilliam creía que tendría que pelear mucho para lograr convencerla. Eso lo llevó a preocuparse de nuevo, pues eso era indicio de que realmente algo le sucedía a su amada, sin embargo, ya tendrían tiempo de hablarlo más adelante, en esos momentos debían preparar el viaje y partir cuanto antes.

Partieron hacia Rosings esa misma tarde y arribaron entrada la noche, Lady Catherine no fue a recibirlos, disparando las alarmas de toda la familia Darcy. Sin embargo, prefirieron esperar hasta la mañana siguiente para saludar a su anfitriona, y así darle también un margen a Lizzy para descansar antes de encontrarse cara a cara con ella.

Al día siguiente, Fitzwilliam y Georgiana se levantaron más pronto que de costumbre y fueron a ver a su tía apenas hubo amanecido, encontrándosela muy desmejorada.

-Buenos días- La saludó Georgiana acercándose a ella y haciendo una pequeña reverencia- ¿como se encuentra tía? ¿Y Anne como está?

-Buenos días, Georgiana, yo me encuentro bien, cansada pero bien, sin embargo no puedo decir lo mismo de Anne, cada día está más débil- La mujer lo decía con total neutralidad en su rostro, aunque su voz era algo menos firme que otras veces- No me avisaron de vuestra llegada hasta esta mañana, ¿puedo saber el motivo?

-No quisimos molestarla, dadas las circunstancias- Respondió Darcy acercándose a ellas- Creímos que a esas horas era mejor dejar descansar a todo el mundo.

-¿Seguro? ¿Y no tiene nada que ver con que os haya acompañado la señorita Bennet?- Preguntó con tono molesto- ¿No podía dejaros venir solos? ¿Tenía que venir a molestarme en estos difíciles momentos?

-Tía, no sigas con tu ataque hacia ella- La cortó Darcy- Elizabeth no quería venir, precisamente para no molestarte, fuimos Georgiana y yo los que le insistimos y convencimos de que debía acompañarnos, así que si tienes que recriminarle a alguien, hazlo a nosotros- La mujer enrojeció de rabia, pero no respondió- Y te recuerdo que es señora Darcy desde hace ya algún tiempo- La mujer bufó al escucharlo- Ahora, si me disculpan, iré en su busca para ir a desayunar, con permiso.

El resto del día, la gran dama intentó no cruzarse con ellos, no estaba de humor para ver a aquella mujer, así que permaneció junto a su hija casi todo el tiempo. Pero a la hora del te el encuentro fue inevitable, así que ambas entraron en el salón con resignación, esperando que sucediera todo lo más serenamente posible.

El te fue servido en completo silencio, Georgiana y Fitzwilliam se miraban, queriendo romper un poco ese ambiente tenso que reinaba, pero no sabían como. Y cuando su señoría levantó la mirada hacia Elizabeth ambos se asustaron.

-Dígame, señora Darcy, ¿le gusta su nuevo hogar?

-Pemberley es un lugar de ensueño- Respondió con tranquilidad y franqueza- Jamás creí que pudiera vivir en un sitio tan maravilloso.

-Desde luego ha sido usted afortunada- Dijo mordazmente.

-Por supuesto que he sido afortunada- Añadió Lizzy, no dejándose pisotear- He encontrado un hombre que me ama tanto como yo a él, y una hermana a la que quiero tanto como a mis hermanas de sangre.

-Hablando de hermanas, creo que debo darle la enhorabuena- Cambió de tema repentinamente, preocupando a Darcy, que sabía como era su tía- Tengo entendido que varias de sus hermanas están en estado de buena esperanza, y que su hermana mayor es madre de una hermosa niña.

-Así es, señoría- Le respondió Lizzy, un poco desconcertada por esa felicitación- Muchas gracias.

-Es bueno saber que en su familia no son estériles- Dijo con veneno en su voz.

-¿Por… Por qué dice eso?- El corazón de Elizabeth se aceleró ante aquel comentario, y Georgiana sintió como su cuñada palidecía de golpe.

-Me preocupa el porvenir del apellido Darcy, como siempre, y más desde que usted se interpuso en el futuro de la familia- Dijo con malicia.

-¡Basta ya!- Gritó Fitzwilliam, furioso por lo despectiva que estaba siendo su tía- ¡No te permito que le hables así a Elizabeth!- Se puso en pie y caminó con firmeza hacia su tía- ¡Qué aun no hayamos tenido hijos no te da derecho a insultarla de esa forma! ¡Y deja de una vez de recriminarle que se haya involucrado en nuestra familia! ¡Fui yo quien le pidió matrimonio! ¡Fui yo quien fue a pedir su mano y quien te desafió, negándome a casarme con Anne! ¡Si tienes que insultar y reprocharle a alguien es a mí!- Darcy estaba fuera de si- Y deja de preocuparte por el apellido Darcy, soy consciente de lo que conlleva nuestro apellido, sé la importancia de tener un heredero. ¡Y lo habrá, maldita sea! ¡Pero cuando tenga que llegar no cuando a ti te venga en gana!

Al escuchar las palabras de su esposo, Lizzy sintió que le faltaba el aire, y no pudo evitar salir corriendo a los jardines, diciendo un leve "discúlpenme" al abandonar la estancia. Corrió todo lo que pudo, llorando con desesperación, sintiendo como un nudo se instalaba en su pecho y le impedía respirar con naturalidad.

-¡Espera Lizzy!- La llamó Georgiana, intentando que no abandonara el salón, pero sin ningún éxito. Al ver a su hermana política en aquellas condiciones, y sabiendo el motivo, no pudo hacer más que encarar a su tía- ¡Se sentirá orgullosa de hacerla sufrir de esa manera!

-No he dicho nada para que ella reaccionara de esa manera.

-¡Desde luego que si!- Continuó con su ataque furioso la joven Darcy- ¡Usted no sabe lo mal que lo ha estado pasando Lizzy durante estas últimas semanas! ¡No sabe como le duele no haber concebido un hijo todavía! ¡No tiene ni idea de lo que le preocupa ese tema!- Aunque sabía que estaba hablando de más, sentía que tenía que poner en conocimiento de su hermano la situación de Elizabeth, y poner a su tía en su lugar, así que continuó- Lizzy teme poder ser estéril, han habido otros casos de antepasados suyos, y viendo que sus hermanas si han tenido o van a tener hijos y ella todavía no, está empezando a creer que es así- Narró mirando más a su hermano que a su tía, este parecía más pálido que antes- ¡Lo último que necesitaba era que usted la atacara de esa manera!

-¡Sabía que esa mujer no era buena para el apellido Darcy!- Dijo enfadada mirando a su sobrino- ¡Yo tenía razón y tú no quisiste escucharme!- Suspiró antes de tomar aliento y proseguir- Estoy segura de que si acudimos a la iglesia te concederán la nulidad, así que debes darte prisa y repudiarla para poder volver a casarte.

-¿Se puede saber que estupideces estás diciendo?- Preguntó Darcy, reaccionando por fin- ¿Por qué crees que voy a renunciar a mi esposa y casarme con otra?

-¿Es que no has escuchado lo que ha dicho Georgiana?

-¡Sé muy bien lo que ha dicho!- La cortó de inmediato, más furioso que antes- Escúcheme bien tía, nada ni nadie hará que rechace a mi esposa, la amo por encima de todo- Le aseguró con firmeza- Y si finalmente es verdad que no puede tener hijos, seguiré amándola igual o más que antes.

-¡No puedes hacer eso! ¡Tienes una responsabilidad con tu apellido y tu casa!

-Mi primera responsabilidad es con mi esposa y mi hermana- Respondió más tranquilo- Y si queréis que os siga considerando familia, os ruego que desistáis de intentar dirigir mi vida o la de cualquier miembro de mi familia- Se encaminó hacia la puerta por la que había salido Elizabeth- Georgiana, ¿podrías pedir que tengan listas nuestras cosas para mañana? Nos marchamos a casa- Esta asintió y salió de la estancia- Querida tía, mañana volveremos a Pemberley, lo lamento porque en vuestra carta decíais que necesitabais que estuviéramos aquí, y todos teníamos intención de ayudar, pero después de lo que he escuchado no creo que sea bueno para Elizabeth permanecer cerca vuestro, así que prefiero partir, y si finalmente Anne deja este mundo, vendré a daros el pésame- Se giró he hizo una leve reverencia hacia su tía- Ahora, si me disculpáis, iré en busca de mi esposa, debo hablar con ella de algunas cosas.

Darcy se encaminó a los jardines, esperando encontrar raudo a Lizzy y hablar con ella. Ahora entendía el motivo de su estado de ánimo de las últimas semanas, y se preocupó inmensamente por como podría estar tras el ataque de su tía, y tras las palabras que él mismo había dicho. Él no pretendía haberla herido, tan solo quería defenderla, pero al decir aquella frase quizá la había dañado más que otra cosa. Así que se dispuso a buscarla por todo el extenso terreno que tenían los jardines de Rosings, esperando que no se hubiera alejado demasiado, preocupado por si le sucedía alguna cosa y porque empezaba a llover y podría enfermar.

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Elizabeth escuchó como su cuñada la llamaba, pero no podía permanecer allí, no podía seguir escuchando nada de lo que allí se estaba diciendo. Sabía que Fitzwilliam no había dicho aquellas palabras para herirla, sino para defenderla ante los ataques de su tía, pero aun así le habían dolido, porque temía que sus mayores temores se hicieran realidad.

Apenas fue consciente del trayecto ni del tiempo que pasó hasta que dejó de correr, y fue en ese instante cuando se percató de que llovía con mucha intensidad. Aunque no le importó estar empapada, no quiso tentar a la suerte y enfermar de gravedad, así que intento buscar un lugar donde guarecerse. Se sorprendió al encontrar a unos pocos metros una casita, sin darle muchas vueltas se encaminó hacia allí.

Llegó a la puerta y llamó un par de veces, esperando que alguien acudiera. Poco después abrió una mujer rechoncha, que al ver a la señora Darcy en su puerta casi se desmayó.

-Lamento molestarla, señora, pero la lluvia me ha cogido de improviso y necesito un lugar para guarecerme, ¿sería tan amable de permitirme esperar aquí hasta que amaine?

-Por supuesto, su señoría- Respondió nerviosa, invitándola a pasar- Está en su casa.

-Por favor, no me diga señoría- Le pidió, cansada del protocolo tan estricto al que había tenido que acostumbrarse- Mi nombre es Elizabeth, y mientras esté bajo su techo me niego a que me llame por mi apellido.

-Me temo que no puedo llamarla por su nombre de pila, señora Darcy, perdería mi trabajo si llegara a oídos de Lady Catherine de Bourgh- Se sinceró.

-Está bien, lo último que quiero es causarle problemas- Le aseguró- Pero dígame solo señora Darcy, nada de señoría o algún título similar- La mujer asintió con una medio sonrisa, sorprendida gratamente por lo afable de aquella gran señora- ¿Como se llama usted?

-Mi nombre es Megan Thorton, y soy sirvienta en la mansión de Rosings.

-No sabía que los sirvientes vivían en los mismos terrenos de la mansión, creía que a Su Señoría no le gustaba- Comentó sorprendida.

-Y es cierto, a mi se me ha permitido porque esta casa ha sido de mi familia desde hace muchas generaciones, y está lo suficientemente lejos como para que ningún invitado de la señora la descubra- Le dedicó una sonrisa a Lizzy- Las visitas no suelen caminar tanto como usted, por suerte para mí.

-Ciertamente, soy única en toda la alta aristocracia, para desgracia de Lady Catherine.

Ambas mujeres comenzaron a reír de manera muy escandalosa al poder hablar de la gran dama que poseía todos aquellos terrenos, y a Elizabeth le sirvió para relajarse un poco después de tanto estrés. Megan preparó un té y se lo ofreció a su invitada, que amenamente le estuvo contando anécdotas de Merytown.

La mujer estaba fascinada con ella. En todo el condado se había escuchado hablar del matrimonio Darcy, y de como habían enfrentado a la señora de Bourgh por defender su amor. Y precisamente por ello la admiraba tanto, porque era una mujer valiente y decidida, que no se dejaba intimidar fácilmente. Era lo que ella quería ser, lo que necesitaba ser.

Una fuerte y prolongada tos, proveniente de una de las habitaciones cercanas, llamó la atención de ambas mujeres, haciendo que Megan se pusiera en pie rápidamente, disculpándose y marchando al lugar de procedencia de aquella tos.

Lizzy, preocupada por el sonido tan feo del enfermo que estuviera en cama, caminó lentamente en esa dirección y abrió levemente la puerta, impactándose ante la imagen tan lamentable que presenciaba. En el interior de la estancia, tres niños pequeños permanecían tumbados en una cama enorme, seguramente la cama de la señora Thorton, los tres empapados en sudor y con signos de dolor.

-¿Qué les ocurre a los pequeños?- Preguntó ingresando por completo en la estancia.

-Señora, por favor, márchese, usted no debería estar aquí.

-¡No me marcharé!- Le aseguró- Quiero ayudarla.

-Señora, no sé que les sucede a mis hijos, pero están gravemente enfermos, no quisiera que usted contrajera la enfermedad.

-Eso no importa- Le aseguró- Ahora lo único que importa son los pequeños- La mujer tenía los ojos llorosos, jamás nadie había mostrado un sentimiento de empatía hacia la servidumbre como ella lo hacía- Dígame que puedo hacer por ayudarla.

-Si quiere, traiga un poco de agua fresca para empapar unas toallas y colocárselas en la frente.

Lizzy salió rauda de la habitación, cogió un cubo y corrió al exterior, poco le importó que continuara lloviendo, corrió hasta un pequeño riachuelo que pasaba por allí y llenó el recipiente de agua, después retomó el camino de vuelta, un poco más despacio, para no perder el agua, pero rápida a pesar de todo.

-¡Elizabeth!- Escuchó la voz de su esposo a pocos metros de ella cuando estaba apunto de llegar a la casa. Se giró a mirarlo, sorprendida de encontrarlo allí, y comprobó que estaban igual de empapados, y a pesar de eso caminaba para colocarse frente a ella- ¡Por fin te encuentro!- Dijo abrazándola con fuerza- Temía que te hubiera sucedido algo al verte salir de aquella forma- Se apartó un poco y la miró a los ojos- ¿A donde ibas con tanta premura?

-Yo… Yo… Tengo que llevar este agua al interior de la casa- Dijo un poco consternada- Hay unos niños muy enfermos y quiero ayudar- Suspiró desanimada- Su madre me ha dado cobijo contra la lluvia, es lo mínimo que puedo hacer.

-Vayamos entonces- Dijo, tomándole el cubo de las manos y agarrándola del brazo con firmeza- Veamos que podemos hacer.

Los dos ingresaron de nuevo en la casita, y Elizabeth lo guió hasta la habitación en la que se encontraban los tres pequeños bajo los cuidados de su madre. La mujer, al ver llegar al caballero, casí se desmayó.

-¡Señor Darcy! ¿Qué hace usted en mi humilde casa?- Preguntó apurada- Lamento que esté todo tan descuidado…- La mujer parecía al borde de un ataque de nervios- ¿Quiere tomar algo?

-Señora, estoy aquí porque mi esposa dice que usted la ha ayudado a resguardarse de la lluvia, y en agradecimiento, espero poder serle de ayuda- Le confesó muy seriamente, convenciendo a la mujer de que estaba en lo cierto- ¿Qué les ocurre a los pequeños?

-No lo sé, señor- Explicó al borde del llanto- Llevan días con una fiebre muy alta, tienen delirios, y apenas consigo que coman algo.

-¿Qué ha dicho el doctor?

-¿El doctor?- La mujer rió sin ganas- No puedo llamar al doctor, si la señora se entera de que mis hijos han enfermado de lo mismo que la señorita de Bourgh dirá que ha sido culpa mía y nos echará de aquí, a pesar de haber sido al revés.

-¿Qué quiere decir?- Preguntó Lizzy muy preocupada, temiéndose lo peor.

-Siempre que la señorita de Bourgh enferma sucede lo mismo- Les contó- Pero no debería decir nada, mi trabajo y el porvenir de mis hijos dependen de ello.

-Señora, le prometo que si usted se queda sin empleo, yo mismo les daré cobijo y trabajo en mis tierras- Se apresuró a decir Darcy, temiendo lo que aquella mujer pudiera revelarle sobre su tía- Así que, por favor, le pido que nos explique que es lo que sucede en Rosings.

-Está bien- Suspiró con resignación- Cada vez que la señorita Anne enferma, algún criado enferma también, normalmente es alguien que realiza sus tareas cerca de la señorita, y cuando eso ocurre, Lady Catherine lo culpa de haber contagiado a su hija y lo despide- La mujer bajó la mirada- Hace algunos meses hablé con uno de ellos y me dijo que el día que enfermó, la señora se mostró extrañamente amable con él antes de que sucediera, invitándolo a tomar un te con ella mientras hablaban de sus tareas, pero que después, en cuanto empezó a mostrar síntomas de enfermedad, la mujer no tuvo reparos en echarlo.

-¡Dios santo!- Exclamó Elizabeth, sospechando lo que la mujer iba a revelarles.

-El día que enfermó la señorita, Su Señoría vino a visitarme- Continuó al tiempo que se estrujaba las manos nerviosa- Eso me sorprendió, pues nunca había venido hasta aquí, ni una sola vez desde que estoy a su servicio, y de eso hace más de 15 años- Fitzwilliam se puso rígido, esperando la gran revelación- Ese día no solo me visitó, sino que además mostró interés por mis hijos, incluso les trajo golosinas… Esa misma noche empezaron a enfermar.

-¿Está diciendo que mi tía es la responsable?

-No podría asegurarlo, señor, pero es lo que sospecho- Dijo la mujer sin levantar la mirada, temerosa de que aquel hombre se enfadara- Pero me he asegurado de que la señora no se entere de la enfermedad de mis hijos, por eso continuo trabajando allí, pero no puedo permitirme llamar a un médico, de lo contrario ella lo sabría, ¿y qué haría yo entonces?

-No se preocupe, señora Thorton- Le dijo Lizzy tomándola de la mano con una sonrisa- Yo misma haré traer al mejor médico de la zona para que venga a atenderlos- Le aseguró- Y yo me encargaré de pagarlo también, pero sus hijos no seguirán sin ser atendidos, sea de quien sea la culpa.

-Estoy de acuerdo- Añadió Darcy- Una vez los haya visto, hablaremos de su porvenir, pero no se angustie, le aseguro que en breve su vida mejorará.

-¿Usted cree señor?- La mujer levantó la mirada hacia ellos, con los ojos cristalizados por las lágrimas.

-Se lo garantizo- Le aseguró dedicándole una leve sonrisa- Ahora ocúpese de los niños mientras nosotros partimos y nos hacemos cargo- Miró por la ventana- Parece que ha dejado de llover y es el mejor momento para ello.

-¡Muchas gracias! ¡No saben cuanto se lo agradezco!

-No es necesario que lo agradezcas- La abrazó Lizzy- Tan solo ocúpate de los pequeños, en un rato estaremos aquí con el doctor.

La mujer le devolvió el abrazo con fuerza llorando de alegría. Después el matrimonio Darcy salió de la casa para dirigirse hacia Rosings. Darcy estaba bastante silencioso, y Elizabeth estaba preocupada.

-¿Crees que tu tía ha podido hacer enfermar a esos niños y a otros criados?

-Lo creo posible- Le confesó- Mientras la señora Thorton narraba la historia he recordado que cuando era muy pequeño, mi tía tenía la costumbre de dar medicamentos a Anne aunque esta no los necesitara, convencida de que eso la haría fortalecer- Le narró muy serio- Como Anne siempre había sido muy enfermiza, estaba obsesionada con darle tónicos y mejunjes, y ahora que lo pienso, creo que después de administrárselos, Anne solía recaer- Lizzy se llevó la mano a la boca, amortiguando un grito de terror- Y no me extrañaría que, al igual que hace enfermar a Anne, haga lo mismo con sus criados para culparlos, después de todo, ella cree que nunca se equivoca.

-Pero eso es espantoso.

-Lo es- Concordó con ella- Y después de ayudar a los Thorton, dejaré las cosas claras con ella de una vez por todas, y nos marcharemos a casa.

-¿Y qué ocurre con tu prima? ¿No estaba realmente mal?

-Lo está, pero dadas las circunstancias, no me arriesgaré a que cometa alguna tontería- La miró a los ojos- Me preocupa que pueda hacer algo contra ti al verse descubierta- La abrazó con fuerza de la cintura mientras caminaban- Volveremos a casa y, si finalmente Anne fallece, vendré yo solo a darle el pésame.

Lizzy asintió, fascinada del proteccionismo que su marido tenía hacia ella. Lo que le llevó a recordar lo sucedido esa tarde en el salón.

-Will, tenemos que hablar de lo sucedido esta tarde.

-Tienes razón, debemos hablar, pero lo haremos esta noche, en la intimidad de nuestro dormitorio- Le aclaró, besando sus cabellos.

Y de ese modo, ambos continuaron el camino hacia la gran mansión, dispuestos a hacer frente a aquella señora tan fría y calculadora que parecía tenérsela jurada a todo el mundo.

Hola a todos,

hace mucho que no entro como escritora, pero la verdad es que no he podido apenas sentarme al pc desde hace muchos meses por causas laborales y personales.

Pero ya estoy aquí de nuevo, y espero que esta historia os guste tanto como la anterior. No me enrollo. Espero vuestras opiniones.

Nos leemos pronto