And all I've got is your hand
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Or am I lost?
Love one's daughter
Allow me that
And I can't let go of your hand
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Or am I lost?
chanting Cold, cold water surrounds me now
And all I've got is your hand
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Lord, can you hear me now?
Or am I lost?
(Cold Water, Damien Rice)
Tormenta.
La alegría se tiene, en la tristeza se está. Al igual que ocurre con las ciudades, los países o los patios particulares, hay personas en las que siempre llueve.
Risto Mejide.
Siente el frío
traspasar la bata y el fino jersey. La lluvia tiñe el blanco de un
color transparente que se mezcla con el morado y las manchas de sangre.
Mira hacia el cielo y cierra los ojos. Ni siquiera eso consigue borrar
la imagen de su cabeza.
No es la primera vez que se plantea rezar.
Pero sabe que si no sirve con los religiosos, con los que realmente
tienen fe en Dios, poco puede hacer por ella. Por nadie.
Se
sobresalta al sentir su mano en su hombro. Cameron se lleva la mano al
pecho y respira con tranquilidad. House mira desde arriba con una media
sonrisa en la boca. Es lo más parecido a una disculpa. Aunque eso no
quita que resulte insoportablemente falsa. Últimamente todo es
demasiado superficial. Ella fija la vista hacia el frente y se muerde
el labio en un vano intento por contener el llanto.
De un modo
extraño, se alegra de que él no la pueda ver derramar ni una sola
lágrima. Han pasado varios años, han dejado de importarle muchas de las
cosas que él puede pensar sobre ella y, aún ahora, le molesta que la
vea en ese estado. Odia mostrar debilidad ante él. Cameron se pasa las
manos por los ojos y trata de secar las lágrimas enjuagadas de lluvia.
House
mete la mano en el bolsillo y encoge los hombros intentando entrar en
calor. Tuerce la cabeza hacia la derecha. Es una locura pensar que va
a encontrar gente observándoles bajo una tormenta. Se fija en el
espacio vacío que hay al lado de ella y se sienta.
Sólo ella podría estar sentada bajo un diluvio como ése, sin importarle nada.
Él
suspira incomodo. Ella le mira de reojo. Están tan acostumbrados al
silencio que el mínimo ruido por parte del otro parece una palabra
dicha a destiempo. Cameron mira los puños de la bata y los estira con
ambas manos para taparlas.
- ¿Te vas a mortificar por cada paciente que muere? – pregunta él de pronto.
- Me voy a mortificar por este paciente.
- ¿Acaso los otros pacientes no merecen que sufras lo mismo por ellos? Eso es muy clasista.
- Esto viene del tipo que no se preocupa más que de sí mismo.
Ella
aprieta los puños y nota cómo el frío recorre todo el cuerpo. El agua
se ha filtrado y moja su piel. House golpea el suelo con el bastón. Se
ha formado un charco frente a ellos y salpica sus zapatos.
House
traga saliva. Ella frota su muslo con la mano derecha. Siente el cuerpo
entumecido. Él mira al charco como si se viese reflejado en él. Cameron
parece demasiado perdida en sus pensamientos. House coge su mano y la
aprieta con cuidado. Ella siente un nudo en el estómago que sube hasta
la garganta. Sólo él logra que un gesto así la haga temblar aunque el
frio lo disimule.
Él sostiene su mano durante varios segundos.
Observa las ondas que crea la lluvia en el charco cada vez más grande.
La suelta. Ella no es capaz de moverla.
- Por Dios, Cameron. Después de esto, vamos a tener que guardar cama.
