Holaaa a todos!

Bueno aquí estoy con una nueva historia. Este fue el primer fic que escribí pero me di cuenta de que tenía muchos errores así que lo reedité. Tengo escritos 21 capítulos.

Todos los viernes o si no me da tiempo los sábados subiré un capítulo de esta historia.

El significado del título de la historia es: La historia de las selladas: el valor de la felicidad

Disclamier: Naruto no me pertenece pero sí este fic y los OCs que aparecen en él.

Disfrutad de la historia! =)


Capítulo 1: Shinjitsu

Han pasado 28 años desde la graduación de Naruto y los demás. En ese tiempo ellos han cambiado mucho. Se han hecho adultos y cada uno ha formado su propia familia. Por fin acabaron con Akatsuki logrando así la paz en el mundo ninja. No todo en sus vidas ha sido un camino de rosas pero con esfuerzo han conseguido aquello que todo el mundo desea: la felicidad.

Era un día normal en Konoha, nada raro pasaría en la villa o al menos todavía. En cambio en Kumogakure estaba pasando algo muy importante, un secreto oculto durante años sería revelado. Y las consecuencias a largo plazo serían enormes.

En una gran mansión de un importante barrio de la aldea se encontraba una adolescente de unos 15 años. La chica estaba buscando algo entre un montón de papeles. Necesitaba encontrar la respuesta a sus preguntas, llevaba casi tres años buscando y todavía no había encontrado nada. Sin duda habían escondido la respuesta a sus preguntas muy a fondo. Pero el problema es que tampoco sabía exactamente lo que buscaba. También podría preguntarle al Raikage pero sabía que ese viejo no le diría nada si no le llevaba una prueba que lo obligase a hablar. Entonces su cara se iluminó. Lo que necesitaba, lo que llevaba buscando durante años se encontraba ahora en sus manos. No pudo evitar sonreír con orgullo. Enseguida subió las escaleras y corrió al hospital para buscar a su hermano.

Su hermano le dijo que esperase hasta que él acabe su turno. La chica aceptó a regañadientes. Se fue del hospital, esperó a su hermano en casa, mientras esperaba leyó mil veces el papel que decía toda la verdad. Estaba orgullosa de si misma, en ese sótano habían un montón de papeles, muchos habrían tardado más de cinco años en encontrarlo, a ella solo le había costado tres. Su hermano llegó una hora después, Juntos emprendieron la marcha. Ambos tenían la misma edad, los dos eran altos aunque él le sacaba casi diez centímetros. Sus ojos eran de un color muy parecido, los de ella eran más oscuros, pero sus miradas eran totalmente diferentes, la de él simpática y cálida, la de ella fría y arrogante. Su rasgos tenían cierto parecido pero los de la chica eran mucho más finos. El color de su pelo era muy diferente, el chico tenía el pelo negro como el azabache, ella lo tenía de un rosa oscuro poco corriente.

Por fin llegaron a la Torre del Raikage. Les dejaron entrar sin problemas, después de todo ambos habían sido discípulos del kage de su aldea. Además lo conocían desde siempre, ya que, él era amigo de sus padres.

Entraron en el despacho del hombre más poderoso de su aldea, él los miró atentamente. Enarcó una ceja, no se esperaba verlos allí, ni siquiera los había llamado.

-¿Qué es lo que queréis? – preguntó el Raikage confuso por la presencia de ambos jóvenes.

-He encontrado un documento en la mansión de nuestros padres y quiero que me lo explique – respondió la chica – Dime la verdad – añadió.

Su mirada se volvió más fría, esa mirada podría con cualquiera pero no con el Raikage. El hombre palideció, desde siempre había esperado no tener que contarles esa historia y mucho menos a ella. La chica con peor carácter de toda su aldea, la que había sido su discípula predilecta. La muchacha, que tenía el pelo muy largo, lo miraba fijamente, esperaba una respuesta.

-¿Qué documento? – preguntó el Raikage.

El hombre deseaba que no fuera lo que estaba buscando, habían escondido ese documento a conciencia, era imposible que lo hubieran encontrado tan pronto. La chica le tendió el papel.

El Raikage comenzó a leer el documento y para su mala suerte era lo que se había imaginado. Suspiró, esperaba que ese momento nunca llegase pero para su desgracia había llegado. Tragó saliva con fuerza y miró a ambos jóvenes.

-¿Es verdad que somos adoptados? – preguntó el chico.

Esa era la pregunta que le había estado dando vueltas en la cabeza tanto a él como a su hermana desde que eran pequeños. Siempre lo habían sospechado pero nunca preguntaron, tal vez al principio fuese por miedo a la verdad y más tarde por miedo a que les mintiesen. Ambos sabían que necesitaban una prueba para que les contasen toda la verdad. Su hermana no había parado hasta obtener las respuestas, para ella era muy importante.

-Sí – se limitó a contestar el Raikage.

-Cuéntanos la historia de cómo fuimos adoptados y porque hasta ahora no lo sabíamos – prácticamente le ordenó la chica

-Vale os lo contaré – cedió el Raikage y comenzó a narrar lo que ocurrió.

Hace quince años mi mejor amigo, Shin estaba persiguiendo a unos criminales muy poderosos, los cuales pertenecían a la organización más poderosa y peligrosa del momento. Tuvieron una dura lucha en la que los criminales murieron. Entre las pertenencias de los asesinos encontraron dos bebés, esos bebés eráis vosotros. Apenas teníais unos meses de vida, estabais asustados y no parabais de llorar pero por suerte estabais perfectamente. Shin y su escuadrón os recogieron y os trajeron a la aldea. Él y Himeko se encariñaron con vosotros además les gustasteis a Ryoko. En este papel firmaron que se harían cargo de vosotros, los nombres que veis es porque llevabais una pulsera en la que ponía el nombre de cada uno y el apellido es el que se pone a todos los niños del orfanato. Os tuvimos que llevar al orfanato porque no había otrra opción pero solo pasasteis ahí unos días.

-¿Y no había nada sobre nuestro clan? - preguntó el chico.

-No, Shin intentó averiguarlo pero no lo consiguió.

-Nosotros tenemos algo que seguramente ayude a averiguar la identidad de nuestros padres – habló el chico con seriedad

-¿De qué se trata, Tasuki? – preguntó el Raikage con curiosidad.

El nombre del chico era Tatsuki, él miró a su hermana, como pidiéndole permiso. Ella simplemente asintió. El chico cerró los ojos, concentró su chacra en ellos y los abrió. El Rikage no se lo podía creer, eso era... Sin duda el hombre se habría esperado cualquier cosa menos eso. La chica sonrió con orgullo y miró a su maestro esperando a que dijera algo. El hombre les dijo que esa técnica pertenecía sin duda a un clan de Konoha. Los jóvenes quisieron saber cual era ese clan y como se llamaba la técnica, el hombre les contestó. La chica se sorprendió, si hubiera investigado sobre Konoha lo habría averiguado, pero no se le había ocurrido.

-¿Podemos ir a Konoha? – preguntó Tasuki.

-Sí, además el Hokage es un buen amigo mío seguro que os recibe con gusto – le respondió el Raikage con una sonrisa al recordar a su amigo.

-Entonces nosotros nos vamos – sentenció la chica.

Ya estaba abriendo la puerta, iba muy decidida. Pero antes de salir escuchó a su maestro pronunciar su nombre, ella se giró y lo miró fijamente.

–Contrólate en Konoha – le advirtió el Raikage.

-Lo intentaré – dijo ya fuera de la oficina.

-Adiós – se despidió Tasuki.

El Raikage se levantó y lo cogió del brazo, una simple mirada bastó para que el chico entendiese lo que el hombre quería transmitirle con esa mirada. El joven solamente le dijo que no se preocupase, que contase con él.

Una vez solo en su despacho el hombre no pudo evitar suspirar. Todo se estaba complicando, él ya tenía planes para esa chica y si ahora se iba a Konoha todo se iría al traste. Tal vez era algo egoísta pensar de ese modo, pero no lo podía evitar. Si ella encontraba a sus verdaderos padres en esa aldea y decidía quedarse... Estaba seguro de que Kumogakure caería.

El hombre no podía imaginarse todo lo que pasaría a partir de ese momento. Todo cambiaría y sin duda llegaría el día en el que su sueño se cumpliría totalmente.

Ambos jóvenes fueron a su apartamento a por sus cosas. Se habían mudado a ese lugar tres años atrás, eso fue cuando se quedaron huérfanos. Cada uno fue a su habitación. El chico metió en su mochila algunos pergaminos, algo de ropa, un libro. Se quedó mirando las fotos que tenía en su cuarto, cogió el marco de las que eran más importantes para él. Se quedó mirando una foto de cuando tenía cinco años, en ella salía con sus hermanas y sus padres, todos sonreían. El chico se llevó esa foto sin dudarlo. La otra foto era la de su equipo, su hermana y él tenían doce años, al igual que Miyuki, su compañera de equipo, los tres sonreían, en la foto también salía el Raikage. Solo los entreno un año, después pasó su tutela a Killer Bee, el mejor espadachín del mundo. Pero aún así, después de eso, el Raikage cogió a su hermana como discípula, a Miyuki la entrenó Subaru-sensei, el maestro de los elementos, y a él lo entrenó la mejor ninja médico de la aldea. Aunque tenían diferentes senseis los tres entrenaron juntos durante ocho meses con Killer Bee antes del examen para ascender a chunin, los tres aprobaron. Después de eso estuvieron entrenando seis meses más con Killer Bee. Entonces Miyuki se fue a entrenar con Subaru fuera de la aldea. Él y su hermana siguieron entrenando con Killer Bee y con sus respectivos maestros. Hacía casi dos años que no veían a Miyuki. El chico suspiró y cogió la foto. Al guardar la foto se acordó de otra que para él era muy importante, en ella salía alguien al cual odiaba pero era incapaz de deshacerse de ella, era demasiado importante. Decidió no cogerla, ni siquiera quería sacarla de debajo de su cama.

Mientras tanto Yakumo estaba en su habitación. Ya había recogido sus armas, los pergaminos necesarios y ropa. Ella había cogido un álbum de fotos muy valioso para ella y su hermano, no pensaba dejarlo ahí porque no sabía cuanto tiempo estarían en Konoha. Inconscientemente se dirigió a un baúl de madera, lo abrió y sacó una pequeña caja. Con la respiración acelerada – algo raro en ella – abrió la caja, dentro había un precioso colgante, ese colgante era muy importante para ella, ese objeto le producía mucho dolor pero sentía la necesidad de tenerlo, no podía deshacerse de él. Dudó entre si llevárselo o guardarlo otra vez, al final tomó la segunda decisión. No estaba preparada para llevar ese colgante, era demasiado.

Por fin ambos salieron de su casa. Durante el camino hacia la aldea de Konoha solo hablaron lo necesario, ambos estaban perdidos en sus propios pensamientos. Ambos llevaban una capa negra con detalles blancos y una luna en la espalda, la de ella roja, la de él negra.

Entonces vieron los muros de la aldea Konohagakure. Tasuki sonrió, tenía ganas de ver esa aldea, nunca había ido. Su hermana sonrió de lado, por fin sabría la verdad, su ansiada verdad.


¿Qué os ha parecido?

El siguiente capítulo es más intenso.

Para aquellos que leéis mi otro fic quiero que sepáis que hoy o mañana subiré el siguiente capítulo.

Gracias por leer, espero que os haya gustado ^^

¿Reviews?

Nos leemos ^^