Días

Disclaimer:

Este manga/anime ni sus personajes, me pertenecen. Todos los derechos están reservados a sus respectivos autores de guión y dibujo.

Notas de la autora:

Serie de drabbles/viñetas/cómo se llamen, adivinen de qué… Pues exactamente eso: AtsuLucy. Mucho, mucho AtsuLucy para el pueblo. Me he planteado como propósito de vida llenar al fandom hispano de BSD con FF de historias de esta pareja, considerando que no encuentro ninguna aparte de las mías y de lo mucho que me gustan porque son mi OTP (?)

El día en que llovió

Llueve.

Las gotas de agua caen con fuerza sobre el asfalto y rebotan contra los peatones apresurados que circulan por la acera. De pie bajo el umbral de una tienda de antigüedades que ha cerrado temprano, Atsushi observa el movimiento de todo aquel que transite frente a él, y Lucy… Ella mira de reojo al albino, inquieta a causa de la cercanía que adquirieron al refugiarse en ese reducido espacio.

¿Tienes frío? Tu cabello está empapado… — Cuestiona de pronto el muchacho, rompiendo el oscuro e incómodo silencio con una cálida y amable sonrisa, semejante a una radiante tarde de verano.

¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Eres tú quien parece un gato mojado! — Por su parte, Lucy refunfuña como siempre; mas es imposible ocultar la coloración rojiza que sus mejillas han adquirido ante la inocente pregunta ajena. Él se preocupa por ella de manera sincera, se preocupa de verdad… Y eso genera un revoloteo en el interior de su estómago cuando, ante esa irritación y comentario receloso tan típicos, el hombre tigre sólo puede reír avergonzado, como si hubiera olvidado esa obvia realidad con el único propósito de enfocarse en la pelirroja, a quien cree merecedora de toda su atención en ese momento de necesidad.

El sosiego regresa de repente, acompañado de un gesto de docilidad por parte de Lucy, quien desvía la mirada hacia un costado e intenta ignorar cualquier pequeño indicio de las expresiones ingenuas y de la conducta benevolente que caracterizan a Atsushi. Pues sabe perfectamente que podría permanecer ensimismada en ellas una eternidad si no mantiene la guardia en alto.

Aún llueve. Pero la diferencia es notable. El agua ya no descendiente con agresividad y las cristalinas gotas parecen acariciar cariñosamente todo aquello con lo que tienen contacto. Entonces, el albino abre el paraguas azul que lleva consigo, uno cuyos débiles soportes metálicos no habrían resistido la ventisca anterior ni el violento choque de la lluvia sobre él.

Bien… ¡Hora de irnos! Debemos buscar toallas limpias para secarnos o nos resfriaremos.

Murmura con su tono de voz condescendiente y un inusual brillo en los ojos. Da un par de pasos hacia adelante, comprobando que la zona sea segura, que su pequeño paraguas sea capaz de resistir durante lo que les queda de camino. Lucy, por su parte, intenta seguirle el paso, alejándose de la seguridad que ese rincón de la ciudad les ha brindado durante casi quince largos minutos. Él debe regresar a la Agencia, ella a la cafetería donde se encuentran casi todos los días.

Con aquel pensamiento en mente, considerando un regreso "sano y salvo" para ambos, Atsushi voltea con la diestra extendida hacia la joven, pretendiendo transmitirle la confianza necesaria para que la sujete al emplear un nuevo estilo de sonrisa que, de seguro, derritió el corazón de la pelirroja en menos de un parpadeo.

Así, Lucy se atreve a sujetar la mano ofrecida, no sin antes titubear unos segundos. Tímida y nerviosa, quiere convencerse de que él lo ha notado, de que se fijó en cómo sus pies trastabillaron al emprender la marcha porque la suela de los zapatos de charol resbaló en el húmedo material con el cual se construyó la acera. Ilusionada, se aferra a la gentil ayuda de quien está ahí para brindársela sin pedir nada a cambio.

Y para su buena suerte, no se equivoca. Atsushi, aun dentro de su torpeza diaria, es capaz de notar algunos minúsculos detalles relacionados a ella. Por eso, sujeta firmemente los dedos ajenos entre los suyos, convirtiéndose en su guía e impidiendo, en el transcurso de los pocos minutos restantes antes de arribar a su destino, que Lucy resbale una vez más en ese día de lluvia que azotó la ciudad.