¿Nuevo fic? ¿Donde? :v


Los rincones de París son totalmente misteriosos, llenos de cosas inimaginables, objetos qué son difíciles de encontrar e inclusive las drogas más exclusivas y comerciales. Los hombres denominados por su ilegal profesión "Drug Dealers" son personas en un estado total de narcóticos, capaces de encontrar cualquier tipo de droga ilegal cómo: Opio, heroína, anabolizantes, cocaína y una de las más conocidas y consumidas, la famosa Cannabis o mejor llamada "Marihuana"

Hay entre otros tipos de sustancias ilegales qué estas personas consumidas y cegadas por estas pequeñas cosas peligrosas.


Las noticias de las 7 am se escuchaban en el televisor de un departamento parisino. El sonido del tostador alarmó a la dueña y se levantó para buscarlo.

Marinette Dupain Cheng, una mujer de 22 años con una carrera en diseño y actualmente en la universidad de psicología. Al ver qué sus arte no era apreciada cómo ella quería, decidió tomar otro rumbo en su vida. Después de dejar las drogas, el narcotráfico, el uso de sustancias inyectables opto por abrir un centro especializado en personas con la decisión de dejar está horrible adicción.

Hace más de un año qué abrió esté pequeño centro llamado "Lucky us" por suerte tenía pacientes con los cuales hablar e intentar convencerlos de su terrible adicción.
El centro especializado en el control de dejar las drogas contaba con más psicólogos, médicos para las pruebas de sustancias nocivas y unas pequeñas celdas cubiertas, así el paciente no ve el mundo exterior.

— Bienvenida, señorita Dupain – Saludó cordialmente una joven de estatura mediana y cabello rubio.

— ¿Tengo reunión el día de hoy, verdad? – Preguntó Marinette mientras colocaba su dedo pulgar en un scanner.

— Si, hoy se supone qué vienen 7 personas. – Contestó amablemente – Aquí está el archivo de esta semana.

— Qué eficiente, Rose – Agradeció la azabache y le otorgó una sonrisa.

— Sólo hago mi trabajo, que tengas un buen día. – Respondió la chica de cabello rubio con un ánimo completamente positivo.

Marinette se despidió de su ex compañera de escuela y ahora trabajadora de su empresa dónde era Cofundadora del lugar, mientras caminaba observaba los alrededores de los cuartos donde se estaban desarrollando terapias y pláticas al respecto de las adicciones de algunas personas con problemas muy graves. Algunas personas terminaban siendo internadas por la adicción tan prolongada y excesiva qué tenían en su interior, donde eran tratadas de distintas maneras y tratamientos que resultaban a ser dolorosos.

La azabache trataba de ignorar los gritos y sollozos de los pacientes qué quedaron internados hasta que el instinto de drogarse se fuera de su sistema permanentemente.

El elevador comenzó a subir indicando el piso número 9 del edificio, donde ella usualmente trabajaba, saludo a unos médicos internos qué siempre le preguntaban algún tipo de cosa o algún consejo en especial para tratar a los pacientes, Marinette le contestaba a sus preguntas en el trayecto del elevador y se despedía de ellos cuando llegaba su turno de bajar.

Inserto su tarjeta en un dispositivo electrónico y después un pequeño foco pasó de ser rojo a verde respectivamente seguido de un ruido agudo y la puerta de seguridad se abrió. Se colocó su bata y tomó su tabla de madera junto a su pluma color azul, estaba lista para analizar a su nuevo paciente.

Marinette abrió la puerta metálica que tenía el número 15 marcado en el vidrio a prueba de golpes. Pudo observar a un chico con capucha negra con la facilidad de cubrir su rostro.

— Veo qué eres algo tímido. – Exclamó Marinette tratando de romper el hielo y provocar alguna reacción en el chico, pero no pasó nada. - ¿Entonces no vas a hablar? Perfecto.

— ¿Cuándo van a sacarme de aquí? – Preguntó el chico con una voz ronca y seria, al parecer estaba irritado.

— Hasta qué no dependas de una droga para vivir. – Contestó Marinette sentándose en una silla metálica dándole la espalda a la puerta. – Es por eso qué llegaste aquí.

— Vine obligado, o más bien... engañado. – Aclaró el muchacho. – Mi estúpido padre me engañó para llegar a este lugar, menudo imbécil.

— Tú padre solo intenta ayudarte. – Respondió Marinette mientras abría el archivo #253 y comenzaba a leer los datos de un paciente qué ya conocía.

— ¿Ayudarme? Me encerró en un manicomio. – Protestó el chico. - ¿Qué clase de padre hace eso?

— Esto no es un manicomio, si eso piensas. – Contestó la azabache sonriendo. – Es un centro de ayuda para jóvenes con problemas adictivos, cómo tú.

— Sé controlarme perfectamente. – Respondió el encapuchado. – No inventes estupideces.

— ¿Seguro? Eso no dice tu registro médico. – Bufó Marinette. – Deja de actuar cómo un niño idiota, Adrien.