Capítulo 1: ¿QUÉ TENGO QUE HACER?

¿Qué pasa cuando el amor de tu vida te traiciona con tu mejor amiga?

Huyes sin mirar atrás…


Hermione Granger caminaba bajo la lluvia en la gran ciudad de Londres, enfundada en una gabardina negra, botas cafés, falda de mezclilla azul y una sudadera de cuello. Como era costumbre en ésa ciudad, llevaba lloviendo todo el día; y como era costumbre en Hermione, había vuelto a olvidar su paraguas en casa; por lo cual no le quedaba más que caminar deprisa bajo todo techo que encontraba.

Habían pasado seis largos años desde que su egreso del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería y en todo ése tiempo había perdido cualquier comunicación con sus dos mejores amigos; Harry Potter y Ronald Weasley; al igual que con casi todo ser querido que tuviera algo relacionado con ellos o le hicieran recordarlos, a excepción de su mejor amiga: Luna Lovegood.

¿La razón de porque aquel alejamiento?; Bueno, está de más decir que muchas veces el corazón nos traiciona y nos hace enamorarnos de la persona incorrecta. Y así le había pasado a ella con el que una vez consideró su mejor amigo: Harry Potter.

Por supuesto muchos pensaran, "¿Pero que tiene eso de malo?" … Lo malo, es que él no le correspondía… Y lo que es aún peor, es que si lo hacía con otra de sus supuestas mejores amigas: Ginny Weasley.

En fin, fue cobardía, o sólo el resultado de su profunda decepción y dolor; pero ella había rehusado a ser una masoquista para quedarse y ser testigo de su sufrimiento. Así que aquel día, después de la graduación, fue a la torre de Gryffindor, hizo su baúl y se fue sin más. Las despedidas sobraron, sobre todo teniendo en cuenta que ya eran dos meses alejada de sus amigos; el atender a razones tampoco le importó. Simplemente se fue.

Si bien tuvo muchas oportunidades para volver, para hablarle, para verlo. Jamás lo hizo. Pensó que la mejor solución sería poner distancia; después de todo, eso y el tiempo lo curaban todo, ¿no?…

Que ilusa fue.

Aceleró el paso cuando la lluvia se intensificó y un auto pasó por la acera, empapándole las botas al arrojar una gran cantidad de agua mugrienta.

Mas tenía un pilar del cual sostenerse y el cual nunca la había dejado caer durante ésos tormentosos años, pensó. Luna. Su mejor amiga. Su compañera de aventuras, de alegrías, pero, sobre todo, de penas. Su hombro: en donde lloró cuando recordaba su desamor. Sus brazos: en donde se refugió cuando quería correr junto a él.

Si, gracias a ella había salido adelante.

Aunque, como toda buena amiga, debía aconsejarla, animarla a hacer lo correcto. Por lo que todos los días, durante los primeros dos años, Luna le insistió en que debería volver y aclarar porque se fue, pero ella y su terquedad eran más fuertes que la rubia y su insistencia; a tal grado que un día, completamente desquiciada, tuvieron una pelea tan grande que…

Flash Back

— ¡Es que no entiendo porque no lo haces! — exclamó con arrebato Luna a Hermione.

Se encontraban en el departamento de la rubia, ése día habían decidido quedarse a ver películas pues el clima era muy malo para salir; Hermione había accedido pensando que no tenía nada de malo, después de todo, le agradaba mucho ver películas; mas Luna, sin proponérselo, sacó un tema a colación que nada tenía que ver con lo que hacían, y lo cual estaba ocasionando que la castaña intentará por todos los medios zanjar el tema.

— Ya te lo he dicho, ya no me molestes — le respondió ésta; tratando de calmar su exasperación, fijando su atención en el televisor.

— ¡Pero si tú volvieras y le dijeras…! — insistió.

— ¿Decirle que, Lu?… — inquirió, apretando los dientes. La ira creciendo lentamente en su pecho mientras dejaba de fingir su tono sereno — ¿Qué por su culpa me tuve que ir?, — se levantó frustrado, dándole la espalda para impedir que notara como la afectaban sus palabras — ¡¿Qué él es el causante de mi sufrimiento diario?!… — se mordió el labio un segundo — ¡Qué arruino mi vida! — terminó exclamando.

— ¡Hermione, pero es que ni siquiera hablaste con él!; ¡Tal vez las dos nos equivocamos y fue sólo…! — replicó exasperada, levantándose.

— ¡Por Dios, Luna!… — exclamó frustrada, girándose a verla — ¡Todo el mundo lo sabía!, ¡profesores!, ¡alumnos!, ¡incluso Filch!

— No estás siendo racional. Sabes que no es cierto — la miró cruzándose de brazos.

— Ya no quiero seguir hablando al respecto… — zanjó Hermione. Dándole la espalda de nuevo — Lo mejor es que nos veamos mañana, no tengo ánimos para discutir contigo.

— ¡¿POR QUÉ ERES TAN COBARDE?! — gritó Luna, perdiendo los estribos y sujetándola del brazo, impidiendo que abandonara la habitación.

— ¡¿Por qué insistes en hablar de algo que sabes que me hace daño?!… — contestó a su vez la castaña, liberándose bruscamente de su agarre. Sus ojos brillaban de la ira acumulada — ¡CUANDO TE CONTÉ LO QUE ME HICIERON FUE PARA QUE ENTENDIERAS PORQUE ME FUI!, ¡PARA QUE NO HICIERAS MÁS PREGUNTAS!, ¡Y ME APOYASTE!… — le echó en cara — ¡TE PEDÍ QUE RESPETARAS MI DECISIÓN Y TÚ ACEPTASTE!… — le espetó con agresividad — ¡PERO AHORA SÓLO BUSCAS HACERME MÁS DAÑO!… — le recriminó — ¡¿CREES QUE ES SENCILLO PARA MI VIVIR CON ÉSTE MALDITO SENTIMIENTO EN MI CADA VEZ QUE ESCUCHO DE ÉL EN LA RADIO O EL PERIÓDICO?!… — inquirió, las lágrimas haciéndose visibles en sus ojos mieles — ¡Me alejé de casi todos a los que quería para estar lejos de él, pero tú sólo buscas acercarme más a algo que me está matando por dentro, Luna!… — una lágrima rebelde rodó por su mejilla y un nudo se le formó en la garganta, mas no le dio importancia; había estado callando por tanto tiempo que ahora no se detendría en sacar al menor una cuarta parte de lo que sentía — ¡Yo lo quiero y eso jamás va a cambiar por más que lo intente!… — terminó confesando, respirando agitadamente — ¡Podré vivir en otra ciudad, país, continente, incluso planeta, pero eso sólo hace crecer las ganas que tengo por salir corriendo a sus brazos!… — se le quebró la voz.

Luna se quedó estática en donde estaba, el pecho se le oprimió de remordimiento.

— ¡Ya no quiero sufrir!… — la voz de Hermione se formó en un lastimero susurro en forma de súplica — ¡Por favor no me hagas recordarlo!… No lo hagas… por favor, Luna… — se dejó caer de rodillas en el suelo, escondiendo el rostro entre sus manos, las lágrimas fluyendo libremente — Ya no puedo más, ya no puedo… — terminó llorando en el suelo conforme su voz se apagaba, y sucumbió a los sollozos.

Luna se hincó a su lado y la abrazó a su cuerpo sintiéndola estremecerse por el llanto. Hermione se aferró a ella cual si fuera un salvavidas.

— ¡Aun lo amo! — musitó dolorosamente la castaña.

Luna le acarició el cabello de manera reconfortante.

— Lo siento… prometo que jamás volveré a hablar de él — le aseguró.

Fin Flash Back

Y lo había hecho. Desde ése día jamás se volvió a hablar del asunto, nunca una mención de su nombre; si salía alguna noticia de él en el periódico, Luna simplemente fingía que no había nada, al igual que Hermione; en el día de su cumpleaños, Luna siempre sonsacaba a la castaña a hacer infinidad de cosas para que no se diera cuenta del día que era. Aun cuando ella jamás lo olvidaba, pues noche tras noche, lloraba mientras por su mente la misma imagen se repetía una y otra vez: Harry sonriéndole… y después besándose con Ginny.

Seis años sin ver a Harry y no podía dejar de quererlo. Hermione se preguntaba si quizás lo que había hecho no era suficiente, si el alejarse de él había sido lo correcto o no. Su corazón le decía una cosa y su cabeza otra.

¿Es que acaso jamás podría olvidarlo?, se preguntó.

Salió de su ensimismamiento al escuchar el sonido de su celular. Lo sacó del bolsillo de su gabardina e inmediatamente reconoció el número.

— ¡Hola Lu! — la saludó con una sonrisa en los labios.

¡Que tal Herm!, quería saber si vendrías a cenar hoy, tengo algo que decirte — se escuchó la voz de emocionada de Luna Lovegood al otro lado de la línea.

— Sí, claro; — aceptó Hermione — sólo iba a mi casa por algo y luego me voy hacia allá. Y, ¿por qué tanto misterio? — le preguntó curiosa mientras seguía caminando. Esto era lo único bueno de los celulares, pensaba, podía estar hablando con su amiga, aunque estuviera en cualquier parte, sin la necesidad de una chimenea. Además, era portátil, ironizó.

No es nada de misterio, — respondió Luna — pero mejor te lo digo al rato… Bueno, tengo que colgar, ya voy llegando a mi casa, nos vemos — finalizó la llamada antes de darle tiempo a Hermione de cuestionarla.

La castaña siguió caminando y 20 minutos después llegó a su casa. Tomando rápidamente un baño, se cambió de ropa, y dejando sus cosas del trabajo en la mesa de su cuarto, se dirigió a la casa de su amiga.

Afortunadamente Hermione y Luna vivían a dos calles de distancia, lo cual les facilitaba mucho las cosas. Entre ellas, el irse juntas a su trabajo. Ambas trabajaban en el Ministerio de Magia, algo que muy pocos sabían.

Luna había estudiado Cuidado de Criaturas Mágicas, cosa que no sorprendió a Hermione; y, como era muy buena en la materia, terminó la carrera año y medio antes e inmediatamente le dieron trabajo en el Ministerio, en el departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.

Hermione mientras tanto había estudiado Leyes Mágicas y gracias a esto, y después de haber ejercido su profesión, pudo hacer que validaran el movimiento de la P.E.D.D.O y hacerla una Ley oficial desde hacía casi dos años en Inglaterra. Justo ahora se encontraba tratando su prolongación hacia Francia, y si tenía suerte, en muy poco tiempo cerraría el trato. Tenía un trabajo en la Sección de Entrada en vigor de Leyes Mágicas, y aunque no era de tiempo completo, ganaba muy bien, al igual que Luna.

Un buen merito, tomando en cuenta todo lo que habían hecho para ser lo que eran hoy en día.


— Pase — invitó Luna al otro lado de la puerta luego de que Hermione tocara un par de veces.

— ¿No sabes que debes asegurar la puerta?, ¿qué tal que fuera un ladrón? — le preguntó en tono divertido la castaña, cerrando la puerta tras de sí.

— No creo que los ladrones tocaran a la puerta en primer lugar… — rio Luna saliendo de la cocina con un tazón de helado — ¿Cómo te fue en el trabajo?

— Lo mismo de siempre, ¿y a ti? — se encogió de hombros.

— No me quejo, — una sonrisa bailaba en sus labios — el señor Jensen me asignó una oficina nueva junto con un asistente personal y… — comentó con fingida indiferencia.

— ¡¿Te promovieron?!… — exclamó Hermione boquiabierta. Luna asintió, rebosante de alegría. La castaña soltó un chillido de emoción, abalanzándose sobre ella — ¡Es genial Luna!, llevabas meses esperando eso. ¡Me alegro mucho por ti! — ovacionó.

— ¡Gracias!… — sonrió radiante, terminando con el abrazo — Hubieras visto la cara que puse cuando me lo dijo… — empezó a narrar mientras se sentaban en un sofá de la sala — Imagínate… — se aclaró la garganta con gesto dramático — "Señorita Lovegood, después de haber trabajado con nosotros por año y medio, y sabiendo lo eficaz que es a pesar del poco tiempo que tiene aquí y su joven edad; tengo el gusto de comunicarle de que a partir del próximo lunes ocupará el puesto de Supervisora del Departamento de Regulación y el Control de las Criaturas Mágicas" — imitó la profunda voz de su Jefe: Malcom Jensen.

Hermione contuvo una carcajada al escucharla.

— Puedo hacerme una idea — sonrió.

— Aunque sin duda lo mejor fue la cara que pusieron Lavender y Parvati cuando lo escucharon… — comentó riendo — Parecía como entre que me querían besar los zapatos, o arrojarme por el conducto del ascensor.

— Que mala, ya sabes que ellas ansiaban ése puesto desde hace mucho — le reprendió Hermione con una sonrisa.

— Sí, es cierto, pero no le quita lo gracioso… — y volvió a reír la rubia — Además, eso les pasa por haberle hecho más caso en la escuela a Grubbly Plank que a Hagrid — comentó, como quien dice algo realmente verídico.

A pesar de sí misma, Hermione no pudo evitar reír junto a su amiga.

— ¡Acabo de caer en cuenta de algo! — exclamó tiempo después Luna, mientras tomaban una cerveza de mantequilla en celebración a su ascenso.

— ¿Qué? — le cuestionó Hermione algo desconcertada.

— No le he dicho a Terry — exclamó incorporándose y tomando el teléfono.

— ¿Dónde tienes la cabeza Loony Lovegood? — le acusó bromista.

Luna le hizo mala cara por el "Loony".

— Te lo perdono porque tú lo dices con cariño y no con mala intención — le sacó la lengua.

— Y hablando de Terry… — empezó Hermione, como quien no quiere la cosa.

— ¿Si? — murmuró ausente.

— ¿Qué pasa con ustedes?, ¿ya son novios o…? — dejó la pregunta abierta, esperando una respuesta de la rubia.

— Amigos, somos muy buenos amigos y hasta ahí — desvió un poco la mirada. Disimuladamente borró el número y lo marcó nuevamente, pues por escuchar a su amiga se había equivocado.

— Luna… — la miró insinuante.

— Un momento… — le hizo una seña con la mano para que aguardará mientras escuchaba como la voz de Terry contestaba al otro lado de la línea.

— Terry, ¡hola, soy Luna!… Bien ¿y tú?… ¡¿Adivina a quien promovieron?!… Si, ¡estoy tan feliz!… Con Herm en mi departamento… No, está bien… Espera…

Tapó la bocina del teléfono con una mano y se volvió hacia Hermione.

— Nos invita a cenar, ¿qué dices? — le preguntó con una sonrisa anhelante.

— Que hago mal tercio… — se rio la castaña. Luna la miró con los ojos entrecerrados — Ve con él, hablamos mañana y me dices cómo te fue — le guiñó un ojo. Las mejillas de Luna se sonrojaron tenuemente.

Colocó de nuevo el teléfono en su oído y habló.

— Hermione dice que no puede y yo estoy encantada… Si, te espero… Hasta luego — y colgó.

La castaña se le quedó viendo con una sonrisa cómplice y pícara a la rubia.

— Conque amigos, ¿eh? — se burló.

— No empieces — zanjó una Luna sonrojada.

— Yo sólo decía — sonrió la castaña al ver su nerviosismo.


Quince minutos después Hermione emprendía camino a su casa nuevamente, feliz por el ascenso de Luna, por su "no cita" con Terry… Aunque ligeramente nostálgica por culpa del clima inglés, pues sin querer su mente viajaba a sus años de estudiante y las muchas noches que pasó a su lado, sentados en la sala común.

Apenas acababa de dejar las llaves en el pequeño plato junto a la puerta, y la chaqueta en el perchero, cuando Crookshanks salía corriendo de la cocina, con la cola en alto y maullando alegre por ver a Hermione en casa. Al menos aún le quedaba su fiel minino para hacerle compañía. Sonriendo, lo tomó en brazos brindándole una distraída caricia tras las orejas y se dirigió con él nuevamente a la cocina para preparar algo de comer.

Y nuevamente la nostalgia la asaltó mientras comía una ensalada de atún con mayonesa y algo de verdura; observando a su minino engullir con regocijo su comida para gatos. Pero ya era algo común en ella; frente a sus padres, su jefe, sus compañeros de trabajo, pero sobre todo frente a Luna, siempre se mostraba alegre y sonriente; mas apenas estaba sola con Crookshanks, la tristeza asaltaba su corazón de nuevo. Y es que, ¿cómo olvidar que hasta ése pequeño ser de cuatro patas y cola esponjada había tenido un fuerte lazo de amistad con él?, ¿cómo olvidar las veces que los atrapó in fraganti en su sillón favorito, Crookshanks en su regazo, y él rascándolo tras las orejas?, ¿cómo olvidar las veces en que su gato la dejaba por saludarlo con una lamida amistosa cada vez que lo veía atravesar el retrato de la Dama Gorda?

Un suspiro salió de sus labios, y sonrió sin humor.

Por más que luchara contra lo inevitable, no podía dejar de pensar en él. No bastaba alejarse. Esconderse. Huir. No podía sacárselo de la cabeza… pero, ¿y del corazón?

El sonido de un suave campaneo se escuchó a la lejanía, anunciando que ya eran las 9 de la noche. Hermione permanecía acostada en el sillón de la sala mientras Crookshanks descansaba sobre su estómago, ambos contemplando una película romántica en el televisor, en donde la protagonista está enamorada de un chico que ha sido su amigo por mucho tiempo, y justo cuando está a punto de abrir sus sentimientos lo encuentra…

Flash Back

Hermione caminaba decidida por los pasillos de Hogwarts en busca de su mejor amigo Harry Potter; según su otro mejor amigo, Ron Weasley, Harry estaba en un castigo con Snape en las mazmorras. Nada fuera de lo común en él. Todo el mundo conocía la enemistad entre ambos.

Esperando que su sanción ya hubiera concluido, Hermione bajó las escaleras de dos en dos, con el corazón latiéndole frenético en el pecho por la emoción de verlo; y se adentró en el frío clima de las mazmorras. Justo cuando daba vuelta en el último pasillo, con una sonrisa de nervios en los labios; paró en seco, la sonrisa se apagó de golpe y el alma se les vino a los pies.

Harry y Ginny estaban besándose frente al despacho de Snape.

Incredulidad. Fue el primer sentimiento que experimentó. Dolor. Fue lo que la motivó a huir rápidamente de ahí antes de que la vieran. Desilusión. Lo que hizo correr de ésa escena.

Desamor. No podía creerlo. Era inconcebible.

¿Cómo pudieron?, ¡¿cómo fue capaz?!… se preguntaba conforme el aire frío le cortaba la respiración mientras se alejaba de las mazmorras.

Aunque no podía reprocharle, después de todo, fue su culpa el no haberle dicho nada antes. Y ahora ya era demasiado tarde, pero aun así dolía. Dios, ¡cuánto dolía!

Y es que no podía creer que Harry, su mejor amigo, y el chico del cual estaba enamorada, la hubiera traicionado de ésa forma tan hiriente y cruel, con la que ella creyó era su mejor amiga y casi hermana.

Apenas hacia unos minutos había decidido por fin decirle a Harry que lo amaba, y poner fin a ése juego de indirectas, miradas y besos inconclusos que habían creado; y ahora estaba alejándose del inmenso pesar que aplastaba su pobre corazón.

El llanto se hizo presente y pronto se vio envuelta en una torrencial lluvia. Ni siquiera se dio cuenta en que momento había salido del castillo y corría por los terrenos de Hogwarts.

Y todo por su maldita cobardía. ¿Qué no estaba en Gryffindor?, ¿entonces porque diablos no le dijo nunca que estaba enamorada de él?

¿Para qué hacer ésa estúpida pregunta?, ella ya sabía la respuesta. Por tonta. Por tonta y por cobarde.

¿Cobarde a qué?, ¿a qué le tenía miedo?, ¿al rechazo?, ¿a perderlo por no ser capaz de corresponderle y alejarse de ella por sentirse incómodo estando a su lado?… Tal vez eso fue. Temía tanto perderlo que simplemente se conformó con ser siempre su mejor amiga.

O quizás fue su indecisión, posiblemente Harry se cansó de luchar por ella y no recibir nada a cambio. Merlín, si tan sólo le hubiera hablado claro desde el principio. Si le hubiera confesado aquel día en sexto curso, cuando había descubierto que lo quería de una manera distinta…

Y ahora ya era tarde. Le pertenecía a otra. Se dejó caer en la lodosa tierra, sintiendo su corazón partirse en dos.

Fin Flash Back

Apagó el televisor con rencor y se levantó de un brinco, tirando a Crookshanks en el proceso; el pobre minino chilló asustado antes de alejarse con la cola en alto, mostrando su indignación.

Una ráfaga de impotencia e ira acudió al corazón de Hermione. Impotencia por saber que el "hubiera" no existía y jamás lo haría. E ira por no poder enterrar el pasado.

Caminó a su habitación y se encerró dando un portazo. Sus manos temblaban, cual si fuera incapaz de ejercer control sobre ellas; su pecho subía y bajada rápidamente, como si hubiera corrido un maratón; los ojos le picaban producto de las lágrimas acumuladas. Y todo por su culpa. Por lo que le hacía sentir aun hoy en día. A seis años de todo.

Se paseaba como león enjaulado por la habitación y antes de poder evitarlo, lágrimas silenciosas se deslizaron sin tregua alguna por sus mejillas.

Lágrimas de impotencia. De tristeza. De frustración. De rabia. De sentimientos contenidos. Tantos, que aplastaban su pecho impidiéndole respirar.

Cayó al suelo de rodillas al sentir que toda fuerza huía de su cuerpo. Tantos años reprimiéndose. Tantos meses añorando su presencia. Tantos días pidiendo verlo, aunque fuera una vez. Tantas horas. Tantos minutos. Tantos segundos y sin poder… sin poder…

Al final se dejó caer completamente al suelo y se abrazó a sí misma, hecha un ovillo. Llorando por no poder olvidarlo, por tener que recordarlo cada maldito segundo, por querer una y mil veces regresar el tiempo y decirle lo que siempre quiso… por decirle… por confesarle…

Que, aunque pasaran cinco, seis, o los años que fueran, jamás, ¡JAMÁS podría…!

¿Por qué?, ¿por qué, maldita sea, después de tanto tiempo aun no podía decirlo?…

Si fueron minutos o quizás horas los que Hermione estuvo llorando abrazándose a sí misma, no lo supo con exactitud. Pero ahora permanecía viendo las calles casi vacías de Londres. Las luces del centro brillando titilantes a la lejanía. El viento húmedo mojando su rostro.

Y nuevamente deseo que él estuviera con ella. ¡Maldición!

— ¡TE ODIO HARRY POTTER! — gritó hacia el cielo con profundo dolor. Un trueno retumbó junto a su voz en la noche nublada. Mas su corazón no creyó la manifestación de tal sentimiento.


Nota de la autora: aqui les traigo un nuevo fic, el cual ya esta terminado, por lo cual subire actualizacion semanal, SI ustedes me dejan un minimo de 10 comentarios por capitulo, no es mucho pedir, ¿o si?

Escriban lo que sea, que les agrada de la historia, que les disgusta, cualquier comentario es bien recibido.

Nos leemos pronto.