Los héroes de Paris observaban el arcoíris que había salido en el horizonte de la ciudad. Luego de que derrotaran al Akuma y el bichito lo purificara.
— ¡Es hermoso! —Mencionó Ladybug embelesada sin apartar su mirada en tan raramente bello acontecimiento.
— No tanto como tú —Dijo galante Chat Noir mirándola de reojo, quien de a poco iba acercando su mano a la suya para unirla.
Ella sin percatarse de las intenciones del minino, no se dio cuenta hasta que sintió la mano de él, en esa parte de su cuerpo. No en su mano ni siquiera en su cintura. Fue en su trasero.
Rápidamente y con solo una milésima de segundo que sintió ese toque. Choco su mano con la de él. Apartándolo mientras sus ojos azules fulminaban los ojos verdes e increíblemente dilatados de él.
— ¿Dónde crees que estas tocando? —Preguntó estupefacta como indicaba su boca ligeramente abierta sintiéndose ultrajada.
— Eso... —Diciendo esas palabras lentamente— No es lo que parece.
— Tocaste mi trasero —Rebatió incrédula. Él comenzó a rascarse la nuca nervioso.
— ¡Oh! bueno si es lo que parece, pero fue un accidente —Ella no cambiaba su expresión— ¡Lo juro iba a tomar tu mano! —Exclamó despavorido el héroe.
Este comenzó a dar pasos hacia atrás al notar la mirada asesina de su bichito.
— ¡No creas que soy un pervertido! —Levantando sus manos en señal de inocencia— ¡Fue un error!
Ladybug que ya estaba planeando su funeral, no le creyó.
— Corre o muere —Se limitó a decir, roja de la vergüenza como de la ira.
Y él corrió.
