El viento movía mi cabello mientras nuestro pequeño barco cortaba las olas. Mi compañero Arthur estaba sentado a mi lado, los dos estábamos en silencio y lo único que lo rompía era el sonido del motor. Nos dirigíamos a Awe Island, una pequeña isla en la mitad de la nada. Ahí se encontraba la ciudad de Dragcliff.
Yo me preguntaba ¿qué hacía una ciudad en medio del océano totalmente incomunicada? Mientras nos acercábamos a la tétrica isla, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y creo que en parte tenía que ver con las frías aguas que cruzábamos.
Hubo un momento en el que me arrepentí de haber tomado éste caso pero no iba a dejar que Arthur fuera solo a esa isla de mala muerte. Era mi Arthur y no quería que nada le pasara. Tomé su mano y él me miró tratando de no sonrojarse pero sin éxito. Sí, era él el que me tenía en este barco rumbo a la peor isla del mundo.
En cuanto llegamos al muelle, bajé de un salto y ayudé a mi pareja a bajar con cuidado, sabía que él no sabía nadar y por lo tanto le tenía cierto miedo al mar. Caminamos hacia lo alto de un risco donde se encontraba la dichosa ciudad. Una extraña niebla se arremolinaba a su alrededor. Los guardias de las entradas estaban pálidos y tenían la mirada perdida.
-Identifíquense-nos dijo el que parecía el guardia principal
-Agentes federales Arthur Kirkland y mi compañero Alfred F. Jones-respondió mi pareja mostrándole su placa. Busqué en las profundidades de mi gabardina hasta que encontré la mía y se la mostré. El guardia las miró con detenimiento por un momento hasta que asintió.
-Bienvenidos a Awe Island-dijo mientras las puertas se abrían. Se me hizo raro. ¿Para qué necesitaban puertas si estaban rodeados de agua helada? Entramos a la ciudad. Todos los edificios eran grises y opacos. Este lugar me daba escalofríos por lo que tomé la mano del inglés para sentirme más seguro.
El guardia nos guió a la alcaldía. El alcalde era un hombre como de mi estatura de opaco cabello rubio y ojos azules. Su presencia inspiraba silencio pero se notaba ausente, como si realmente no estuviera ahí.
-Willkommen-nos dijo con su fuerte acento alemán- Adelante, pasen y les explicaré todo.
Entramos al recinto. Todo estaba perfectamente impecable pero no parecía haber color ni nada que le diera vida a su despacho. Nos sentamos en un par de sillas negras y esperamos a que el anfitrión hablara.
-Como sabrán, por el informe que envié, la isla se fundó hace aproximadamente 10 años. Durante ese tiempo muchos de los ciudadanos dicen haber visto sombras en el bosque o en el centro de la ciudad y generalmente, esas personas desaparecen al cabo de varios días. Diariamente encontramos algún animal muerto en la ciudad-comenzó a decir el alcalde Ludwig-éstos por lo general muestran señales de asfixia así como huesos rotos.
-Entiendo-dijo Arthur- Pero acerca del por qué estamos aquí…
-Resulta que ayer un paciente del hospital psiquiátrico, sin embargo, nadie sabe cómo lo hizo-respondió el alemán- La puerta estaba cerrada y no rompió ninguna ventana.
-Ok ya veo…-respondí mientras anotaba todos los datos en una libreta-Bien, creo que iremos a dormir, ya es tarde. Si necesitamos algo, aquí lo buscaremos.
Nos despedimos del alcalde y nos dirigimos al hospicio. Caminamos por las grises calles, la niebla le daba un toque siniestro al lugar. El hospicio era un lugar sencillo, como un motel de una sola planta que no me inspiraba mucha confianza pero era el único lugar donde podríamos dormir.
-Good night-dijo Arthur saludando a la dueña que era una chica como de mi edad cuyo cabello negro se encontraba atado en dos colitas. Nos miró y puso una llave en el mostrador antes de extender la mano para recibir el dinero. Sus ojos mostraban un miedo indescriptible era como si estuviera a punto de llorar.
-Arthur, ¿qué onda con este lugar?-le susurré al mayor mientras nuestros pasos sobre el suelo de madera hacían que las tablas rechinaban horrible-Todos parecen temer a algo
-Alfred, se acaba de escapar un loco, es obvio que tienen miedo-me respondió él cansinamente mirando el número de su llave. Caminamos por un largo pasillo iluminado débilmente. Todas las puertas estaban abiertas, al parecer éramos los únicos huéspedes del lugar.
El ojiverde entró en la habitación que nos habían asignado. Yo estuve a punto de entrar cuando tuve una extraña sensación. Un suave escalofrío recorrió mi espalda, sentía que alguien me miraba. Miré sobre mi hombro. Oscuridad. La habitación que se encontraba frente a la nuestra tenía la puerta ligeramente abierta. En su interior no se veía nada pero esa sensación me incomodó mientras bajaba por mi espalda con un suave hormigueo.
Respiré profundamente y entré a la habitación. Había dos camas individuales, el lugar estaba sumamente desgastado y maltratado pero estaba completamente limpio. Mientras mi pareja se dirigía al baño, caminé hacia el closet. Tomé la manija y ésta se rompió. Este lugar se caía en pedazos.
Como pude, abrí la puerta y dejé mi maleta en el suelo cuando de pronto vi una nota toscamente escrita que decía "Cierren todo". Se me hizo raro que hubiera una nota aquí pero lo mejor era hacerle caso. De pronto escuché un chirrido como si la puerta se abriera. El sonido me caló hasta los huesos asustándome. Rápidamente me asomé y en efecto, la puerta estaba entreabierta y yo juraba haberla cerrado.
Traté de tranquilizarme y convencerme de que había sido una corriente que había entrado por la ventana. La cerré bien, con llave y todo.
Arthur salió del baño con su piyama y yo entré para hacer lo mismo. Éste lugar no me gustaba nada por lo que me apresuré a cambiarme, sobre todo porque la luz del baño titilaba de manera tenebrosa.
Salí y me metí a la cama acurrucándome entre las cobijas. El inglés me deseó buenas noches a lo que yo le respondí con un gesto. Cerré los ojos dispuesto a dormir cuando de pronto, escuché un par de pasos en el jardín del lugar. Un escalofrío me recordó que no había cerrado la ventana por lo que me levanté y la cerré muy bien.
Entonces vi a lo lejos, en medio de la negrura de la noche, una sombra, era alta, incluso más alta que yo. Inmóvil. Un dolor agudo atacó mi cabeza obligándome a cerrar los ojos. Cuando los volví a abrir. Ya no había nada.
Tenía un mal presentimiento de ese lugar, el corazón me latía dolorosamente mientras sentía como la piel se me ponía de gallina por lo que, sin dudar un instante me colé en la cama de Arthur temblando de pies a cabeza
-Alfred? What the hell?-me preguntó cuando lo abracé y cerré los ojos con fuerza
-Te-tengo miedo-confesé mientras el miedo me calaba los huesos y me impedía dejar de temblar
-Vamos Alfred, aquí no hay na…-comenzó el mayor pero un suave chirrido en el vidrio del baño lo calló- ¿Qué fue eso?
-No lo sé…-dije respirando entrecortadamente por el miedo.
Hola a todos, les traigo un fic que espero que les de miedito o aunque sea que los ponga incómodos jeje
¿Por qué hice un nuevo fic? Bueno porque quiero otro fic en el que no tenga que investigar nada para escribirlo. No más fics historicos por ahora jeje
Espero que les haya gustado y no olviden comentar.
