Estaba lloviendo, Tony Stark se encontraba sentado haciendo chispear el soplete en su enorme taller subterráneo construyendo una más de sus armaduras.
Pepper se le acercaba de vez en cuando para asegurarse de que estuviera bien, pero la verdad es que ella sabía perfectamente que no lo estaba. Desde que regresó de la última batalla con los Chitauri, se veía algo decaído, se la pasaba todo el día metido en el taller haciendo algo y evitando cualquier contacto con alguna otra persona, incluso con ella, su mejor amiga desde la infancia.
Stark sabía muy bien a que se debía su estado de humor tan bajo y sus constantes suspiros, sudaba como oso por estar todo el día funcionando en el taller, de vez en cuando subía a su habitación a tomar una ducha y comer algo, pero hasta se quedab días sin salir a la superficie. En su cabeza se mantenía constante el recuerdo vivo de ese día, ahora se mortificaba cada vez que lo recordaba, al menos unas tres veces al día el nombre de "Steve Rogers" aparecía en su cabeza y hacía que frunciera el ceño sintiéndose aún más irritado que antes, todavía no se creía la expresión seria de su rostro cuando le dijo aquellas palabras, la verdad es que Tony Stark es de los que prefieren una relación en la que se pueda involucrar algo de sexo casual y que él mismo pueda controlar, ser quien lleva el mando es lo que siempre lo ha caracterizado y por eso exactamente le estaba dando tan duro el analizar la situación.
-"Mierda…" –se había cortado un poco mientras usaba la pulidora y daba brillo al trozo de metal que tenía frente a sí. Dejó a un lado los instrumentos, se quitó los guantes y se recostó en el espaldar de la silla olvidando por un momento su dedo sangrante. Puso su mano en la frente y suspiró, tarde o temprano tendría que pensar acerca de ello y tomarse el tiempo para reflexionar las cosas, no podía seguir de esta forma, terminaría mal. Sus piernas casi no las sentía, le temblaban quien sabe porque, pero no sentía la parte baja de su cuerpo. Se estiró y se levantó de la silla, comenzó a caminar alrededor del lugar intentando recuperar sus sentidos, estaba tan agotado mentalmente y solo se desharía de ello llegando a una conclusión y durmiendo por al menos una semana entera de corrido.
Jarvis, su fiel IA, se hacía escuchar…
-Señor, ¿se encuentra bien?
-No, no estoy bien, como un demonio, no estoy nada bien… Casi no tengo sensibilidad en mis piernas, ¿Qué puedo hacer, Jarvis?
-Señor, lo mejor que puede hacer en este momento es despejar su mente y comenzar una rutina de ejercicios y comida. Últimamente no se ha alimentado bien y eso causa que su cuerpo comience a debilitarse y funcionar de manera incorrecta.
-¿osea que sugieres que… ?
-Que salga del taller, señor, y por un tiempo se concentre en poner en orden sus pensamientos.
-¿Qué pensamientos?- un leve sonrojo casi imperceptible se hizo presente en su rostro.
- Esos que lo agobian desde que el señor Rogers le dijo que-fue interrumpido abruptamente por el mayor.
-AH! YA CALLATE! Está bien, saldré por unos días… Sella esta habitación para que nadie pueda entrar y abre las compuertas de ventilación, guarda las armaduras ya terminadas en la bodega y esta que está a punto de ser terminada ponla en la repisa central para luego hacerle los ajustes que necesita.
-Sí, Señor… -con gran rapidez efectuó lo ordenado mientras el castaño guardaba archivos de memoria y cerraba ventanas en las pantallas azules que invadían la habitación. -¿algo más, señor?
-No Jarvis, así está bien, gracias… -terminó con la actualización de datos y cerro todo, ahora el taller se veía como un típico taller de multimillonario. Salió de aquel sitio aun con las piernas semi entumidas, las caderas cansadas y su tórax en la misma condición. Estiró sus brazos hacia arriba y exclamó liberando un poco de tensión, mientras caminaba sacudía sus extremidades y se daba uno que otro masaje en el cuello. Llegó a la cocina, sacó algo de jugo de naranja de la nevera y dejó sus zapatos a un lado para andar en medias. Fue a la sala que tenía un gran ventanal con vista al mar y se quedó frente a él. Lentamente ese recuerdo que tanto se había estado esforzando en detener volvía con más intensidad que antes, esta vez porque Tony había decidido hacer caso a lo que sabía debía hacer y pensarlo correctamente dando rienda suelta a un estado de encierro en sí mismo peor que el de antes. Antes de que comenzara, fue a su habitación y se sentó en una silla que había ubicada al lado de la gran ventana que también daba vista al mar.
-FLASHBACK-
Después de haber caído desde esa gran altura y haber despertado bruscamente gracias al grito que metió la mole verde, sus ojos vieron de primero los ojos azules del primer vengador que le sonrió aliviado al ver que reaccionaba. Se levantó y terminaron con ese asunto. Luego se reunieron nuevamente cuando Thor llevaba al dios del engaño Loki de nuevo a Asgard, antes de que esto pasara el Capitán pidió a Stark hablar un momento, no lo demoraría mucho, tan solo serían unos cuantos minutos y solo tenía que escuchar, él aceptó con una sonrisa pues ahora se llevaban mejor que antes…
-¿Qué pasa Capi? – se cruzó de brazos.
-Bien, diré esto directo al punto. –lo miró a los ojos y al ver que se acercaban los otros, se le arrimó y le habló en un susurro al oído- Me gustas… Como algo más que un amigo o compañero de equipo, me gustas como pareja…-en ese momento llegó Natasha y dijo que ya habían llegado los dioses, que ya era la hora. Steve miró seriamente al castaño por unos minutos, haciéndolo sentir algo incómodo y su corazón se aceleró un poco… ¿Qué fue eso?... Los dioses desaparecieron con el Tesseracto, Banner se subió a su auto y él le hacía de piloto, el capi arrancó en su motocicleta clásica, Natasha llamó un avión pequeño que vino a recogerla y Clint se fue junto con ella. Desde entonces no han tenido ningún tipo de contacto..
-FIN FLASHBACK—
-¿Qué estás haciendo, capi? –una expresión de angustia se formó en su rostro, revoloteó sus cabellos y se puso de pie aun frente al gran ventanal- ¿Qué se supone que responda a eso? –susurraba de tal manera que cualquiera en la mansión, menos Jarvis por supuesto, podría notarlo -¿En dónde estás? Ahh… -suspiró pesadamente. Sabía bien que ahora no podía responderle, justo por eso aún no podría rastrearlo y simplemente aparecer diciendo "hola, como estas?" sabiendo la situación presente… Se perdió en sus pensamientos por un largo rato, trataba de decidir si el rubio le interesaba sexual y románticamente o si solo significaba un amigo más en el que realmente pudiera confiar. Llevaba así por al menos una hora y alguien llamó a la puerta.
-Tony, soy yo… -habló su mejor amigo, el Colonel James Rhodes, desde afuera. Hacía mucho tiempo que no lo escuchaba, se giró y fue a abrir la puerta-
-Rhodey! Hola amigo, ¿Cómo estás? –sonrió como de costumbre.
-arqueó una ceja- ¿yo? Excelente, pero justo ahora me pregunto por mi mejor amigo Tony Stark que, según Pepper, se ha perdido del camino y no se sabe por qué… -lo nota algo desarreglado y apestando a sudor de una semana- por dios Tony, al menos date una ducha!
-se adentró en el cuarto seguido del moreno resoplando un poco- no he tenido tiempo…
-A mí no me vengas con eso, Tony –cerró la puerta y se sentó en la enorme cama-Te conozco mejor que cualquier otra persona, ¿Qué pasa?
-guardó silencio un rato, mirando el panorama oceánico, luego se giró a ver a su amigo serio- No es nada…
-lo miraba con cara de no creerle- ajam… Solo dilo, Tony.
-lo pensó un poco mientras caminaba de un lado a otro de la habitación. Se detuvo y volvió a mirarlo- Alguien… importante… Se me declaró.
-abrió grande sus ojos- ¿Tony Stark preocupado por una confesión? Eso no es posible, ¡ARMAGEDON! –se burló un poco- Ya en serio, ¿Quién? ¿Pepper?
-¿Pepper? –lo miraba algo incrédulo- No, fue nada menos que el aclamado Capitán Steve Rogers.
-se quedó en silencio por un momento- ¿Qué? No bromees conmigo de esa manera Tony, dime la verdad –reía nervioso-
-lo mira serio- estoy siendo sincero. El día que Thor regresó a su mundo y todos nos separamos… Ese día él me dijo que le intereso como un objetivo amoroso.
-¿en serio? ¿y que le dijiste?
-¿eres idiota? Ni tiempo tuve de responder, y aún no sé qué decirle.
-Vaya. Estás en un buen lío justo ahora… Nunca pensé que este día llegaría –rió un poco-
-Sí, si… Búrlate si quieres… -fue al armario y sacó un cambio de ropa, luego fue al baño y se metió a la ducha. Después de unos minutos salió como nuevo, oliendo a jabón y a champú, vaya que le hacía falta un baño, sentía su cabeza más ligera. – En todo caso, ¿a qué viniste? ¿Solo a eso? Ya puedes irte –se secaba con una toalla blanca el cabello.
-Oye, ¿por qué tan seco? Vamos, te invito a dar un paseo en tu Ferrari!
-¿Qué? ¿por qué te dejaría conducir mi hermoso Ferrari?
-porque tengo la llave- mostró la mencionada y volvió a guardarla rápidamente al ver a Tony intentar quitársela- no Tony, solo vístete, te llevaré a un lugar agradable y te ayudará a despejar dudas-sonrió.
-está bien… -sacó una chaqueta del armario y salieron de la pieza. Bajaron al taller que seguía intacto y Rhodes se sentó al volante mientras el millonario hizo de copiloto. El auto arrancó a toda velocidad sin dejar siquiera el polvo, atravesaron el gran desierto en dirección contraria a la ciudad de Manhattan, giraron por un camino hasta llegar a un lugar completamente diferente al desierto, estaba lleno de pasto y tenía una casa blanca en todo el centro. El auto se detuvo y ambos pasajeros se bajaron, Rhodey miró a Stark-
-Adelante, entra a la casa, yo espero aquí a que vuelvas.
-¿no vienes, Rhodey?
-no, eso es algo en lo que yo no puedo participar –sonrió y castaño se adentró a la mansión que estaba rodeada por un poco de agua. Recorrió la primera planta y una señora de cabellos blancos apareció de la nada, dándole un susto al millonario- ¿Quién es usted?
-la anciana sonrió- mi nombre no importa, pero si quieres llamarme de alguna manera, sería Samantha.
-ya veo, Samantha… ¿Qué hago en este sitio específicamente?
-Eso es algo que en el fondo tú debes saber perfectamente, ¿no Tony?
-¿Cómo sabe mi nombre?- frunció el ceño.
-Eso no importa, querido… Ahora dime, ¿por qué estás aquí? –la anciana caminaba despacio, guiando al castaño-
-no lo sé, por eso le pregunté.-respondió obvio.
-y yo ya te dije, eso lo sabes tú en el fondo de corazón… -sonrió y se alejó, hasta perderse de su vista.
-¿pero qué…? –miró alrededor, no sabía por dónde había llegado y ahora no sabía cómo regresar. Sacó su celular, pero en ese lugar cualquier aparato dejaba de funcionar. Volvió a guardarlo, miró a través de la gran ventana que tenía a su izquierda y veía el cielo azul, ahora recordaba sus ojos, eso zafiros que por alguna extraña razón ahora lo volvían loco. Un ave negra pasó volando, él la vio y cuando desapareció, se dio cuenta de algo importante. Entonces regresó su vista al frente, la señora de cabellos blancos estaba frente a él, nuevamente lo había asustado.
-Entonces, Tony, ¿por qué estás en este lugar?
-Yo… -la miró serio y seguro- Vine aquí para saber la verdad sobre lo que siento por una persona en particular.
-sonrió- Ya veo, muy bien… -continuó caminando un poco más- Entonces, ya puedes continuar… -la anciana señaló unas escalas y siguió con su camino-
-gracias… -se giró a ver el camino que debía seguir. Subió hasta la segunda planta, allí escuchó algunos gemidos de dolor, eran de una mujer. Caminó hasta el fondo de un enorme pasillo y allí encontró una habitación, en el centro había una adolescente de cabellos rojos.
