Hola! He regresado!
Bueno este es mi nuevo fic... se podría considerar un poco de universo alterno. Es el primer fic que hago con accion! Estoy muy emocionada! Llevo algunas meses planeando y haciendo bocetos... Solo espero que sea un buen fic!
Disclaimer: Bleach no me pertenece, es de Tite Kubo-sama...
Disfrutenlo!
Capitulo 0: El inicio
Japón.
País de grandes recursos, tradiciones y cultura. Abastecedor textil y comercializador de productos propios de la región para los países vecinos. Tierra prospera y pacífica. Pero con una peculiaridad especial, el 30% de los habitantes de este país desarrollan un alto poder espiritual, permitiéndoles tener habilidades extraordinarias.
Está dividido en dos grandes reinos.
El reino de Karakura. Un territorio que en su mayoría son grandes extensiones de montañas boscosas y arroyos. Con pobladores pacíficos, amables y trabajadores. Gobernado por la familia Kurosaki, por más de cien generaciones. Su actual rey, Kurosaki Isshin.
El segundo reino, Hueco Mundo. Conformado por una extensión enorme de zonas desérticas blancas, sin vegetación. En este reino, las noches son más duraderas que los días. Debido a esto los pobladores son de un color de piel muy pálido, parecido al marfil. Gobernado por la familia Aizen, durante cien generaciones. Su actual rey, Aizen Sousuke.
Ambos reinos se han mantenido en paz por miles de años, gracias al tratado Escarlata, redactado y firmado por el primer Aizen y el primer Kurosaki.
Pero este ambiente pacífico pronto llegaría a su fin…
Japón, 20 años antes…
– Aizen-sama, lo hemos encontrado– dijo uno de los súbditos, acercándose al trono.
Aizen Sousuke, con tan solo 15 años, es el gobernante de Hueco Mundo. Es un chico de cabello castaño, piel clara y ojos chocolate.
Se encontraba sentado en su trono de marfil. Su rostro mostraba serenidad y paciencia, pero sus ojos no rebelaban nada.
– Excelente. Tráelo ante mi– dijo Aizen, su voz sonaba fría y distante.
El sirviente se acercó a su rey, extendiéndole un libro de cuero negro, muy grande. Aizen sonrió, acaricio el tomo como si se tratara de algo valioso.
– Qué empiece la diversión–
Japón, una semana después…
– Kurosaki-sama– dijo Urahara Kisuke, el consejero del rey, haciendo una perfecta reverencia enfrente de su gobernante.
– ¿Cuál es el informe? – pregunto Isshin, se encontraba sentado en trono, su mirada chocolate era seria.
– Al parecer, Aizen Sousuke, está planeando derrocarlo, Kurosaki-sama– dijo el hombre rubio, observando fijamente las reacciones del rey. Isshin dirigió su mirada a su más antiguo amigo.
– ¿Qué clase de plan? –
– Está creando Arrancars– dijo la voz de una mujer, haciendo eco por el salón real.
Ambos hombres observaron a la dueña de la voz mientras ella entraba por el balcón de una de las ventanas.
– Yoruichi– susurro Kisuke, en su tono había asombro. La mujer morena estaba herida, tenía un vendaje en la cabeza y otro en el brazo izquierdo.
– ¿Has dicho Arrancars? – pregunto el rey mientras se incorporaba sobresaltado.
– Sí, yo misma los vi. Está creando un ejército muy poderoso y planea acabar con el reino– contestó la mujer agachando la mirada.
– Así que está utilizando artes prohibidas. Maldito Aizen. ¿Cómo pudo hacerle esto a sus súbditos? – dijo Isshin apretando sus puños con fuerza. – ¿Qué tan fuertes son? –
– Uno de ellos me hizo esto– contesto la mujer morena, mostrando su herida.
– ¿Uno de ellos te hizo esto? Estas fuera de forma Yoruichi– se burlo Kisuke.
– ¡Eso no es verdad! Aizen los creó apenas unos días y ya se han vuelto fuertes y rápidos. Incluso más que yo– dijo Yoruichi, se podía reflejar la impotencia en sus palabras. – Debemos prepararnos para la guerra, Kurosaki-sama– dijo la mujer observando a su rey y amigo.
Las puertas principales se abrieron de golpe, sorprendiendo a los presentes. Una doncella la atravesó a toda prisa, hasta arrodillarse enfrente de su rey.
– Lamento la intromisión, Kurosaki-sama, pero su esposa la reina, está dando a luz– anuncio la joven. Kisuke y Yoruichi voltearon a ver su rey, quien tenía la mirada agachada haciendo imposible ver su reacción. Ambos se apartaron y esperaron.
– ¿Kurosaki-sama? ¿Está…?–
– ¡Masaki! ¡No dejes que salga el bebé hasta que yo llegue! – gritó el rey mientras salía corriendo hacia la habitación de su esposa. Sus amigos lo observaron con pena.
– ¡Kurosaki-sama! ¡Aguarde! ¡No puede correr solo por el castillo! – exclamaban las doncellas intentando hacer que el hombre se detuviera.
– Vaya rey que tenemos. Es imposible– dijo Yoruichi comenzando a caminar siguiendo el mismo camino que tomó Isshin.
– Aizen…– susurro Kisuke mientras observaba la luna desde las ventanas. – ¿Qué demonios estás planeando? –
Isshin llegó apresurado a los aposentos de su amada esposa. Cuando estuvo enfrente de la puerta, pudo ver a su hijo de dos años, Kurosaki Ichigo, parado junto a su doncella, esperándolo. Los ojos castaños del pequeño estaban nublados por las lágrimas, mientras que su mano derecha tapaba su boca.
Su padre se acercó a él y le colocó su mano sobre su cabeza.
– No te preocupes Ichigo, mamá estará bien. Llévenlo a su habitación– le dijo el rey antes de revolverle el cabello con cariño y entrar a la habitación.
La reina era asistida por una partera y tres doncellas, que se encargaban de mantenerla lo más cómoda posible.
– ¡Aaaaaa! – exclamaba Masaki con cada contracción. Se encontraba recostada en su cama, sosteniéndose las piernas por las rodillas.
– ¡Masaki! ¿Cómo estás mi amor? – pregunto el rey acercándose a un costado de la reina. Las doncellas sudaron frío al escuchar la pregunta de su rey.
– Isshin… ¡¿Cómo crees que estoy idiota? – exclamo furiosa la reina, sus ojos castaños relampagueaban de furia. Isshin sonrió y asintió.
– Ya veo, estas de mal humor. ¿Aún falta mucho? – le pregunto a la partera. La anciana se acerco a inspeccionar la cavidad de la mujer.
– Ya viene– dijo la mujer, con un tono de voz tranquilo. Isshin parpadeo sin comprender, solo se limitaba a observar como la anciana preparaba unas toallas en agua caliente.
– ¿Qué has dicho? – pregunto el rey, sin salir de su asombro.
– El bebé ya viene– repitió la mujer, colocándose enfrente de Masaki para comenzar con el parto. Isshin se coloco a lado de su esposa.
– ¡Aaaaaaa! – gritó Masaki al sentir otra contracción.
– Muy bien, Kurosaki-sama, necesito que puje– dijo la partera. Masaki comenzó a pujar con fuerza. Una de las doncellas coloco su mano en la espalda de la reina y la otra en su rodilla, ayudándola a tener más soporte.
– ¡Ahí viene la cabeza! ¡Puje más! – exclamo la partera. Masaki tomo la mano de su esposo e hizo un esfuerzo más. La reina pudo sentir como alga salía de su interior y como el dolor desaparecía poco a poco.
– Es una niña– anunció la anciana. De repente la habitación de lleno del llanto del infante.
– Masaki… es una niña– dijo Isshin con lágrimas en los ojos. La anciana limpio con cuidado a la princesa, la envolvió en una manta blanca y se la entrego a la reina.
– Es perfecta– susurro la reina viendo a la bebé con cabellos negros, igual a su esposo. – ¡Aaaaaaaa! – exclamo Masaki, sintiendo otra contracción.
– ¿Qué ocurre Masaki? – pregunto preocupado Isshin, al ver la cara de sufrimiento que parecía en el rostro de su esposa.
– No puede ser…– susurro la partera al revisar de nuevo a Masaki. – Ahí viene otro– dijo con sorpresa. – ¡Preparen más toallas limpias! ¡Viene otro bebé en camino! – ordeno a las doncellas disponibles.
– ¿QUEEEE? – exclamaron ambos reyes. Una doncella le quito a Masaki de las manos a la primera bebé.
– ¿Cómo es eso posible? – pregunto Masaki, sobresaltada.
– Vaya… Soy todo un hombre. Dos es un solo intento– dijo Isshin orgulloso.
– ¡Cállate Isshin! – exclamo su mujer, enojada. – ¡Aaaaaaa! – gritó Masaki, aferrándose a las sabanas de su cama.
– Es hora Kurosaki-sama. ¡Puje! – ordeno la partera. Masaki obedeció y comenzó a pujar de nuevo. De un solo esfuerzo, el bebé salió, dejando escuchar su llanto por todo el lugar.
– Es otra niña– dijo la partera con la bebé en brazos. Isshin beso a su esposa en la frente y luego en los labios.
– Lo hiciste muy bien, Masaki– le dijo mientras unían frentes. Masaki rompió en llanto. Estaba realmente feliz.
– Aquí tiene. Ambas bebés– le dijo una de las doncellas, entregándole a las princesas. Masaki las acuno en sus brazos.
– Son hermosas. Mis mellizas– susurro la reina, su estaba entrecortada por el llanto. Isshin acaricio la cabeza castaña de la segunda bebé y luego la cabeza azabache de la primera bebé.
– ¿Cómo las llamaremos? – se pregunto Isshin, tomándose la barbilla. – A mí me gusta el nombre de Yuzu– dijo después de pensarlo.
– Es lindo. A mí me gusta el nombre de Karin– dijo la reina con una sonrisa. Bajo la mirada hacia sus hijas. – Pero, ¿cuál es cuál? – pregunto indecisa. Isshin sonrió.
– Yo creo que ella es Karin– dijo con ternura, tocando a la primera bebé. – Y ella es Yuzu– dijo pasando su mano a la segunda bebé.
– Sí, tienes razón– dijo Masaki antes de recibir los labios de su esposo. – Toma, llévalas a que conozcan a su hermano mayor– dijo Masaki colocando a sus hijas en los brazos de su padre. Isshin asintió y salió al pasillo a ver a su hijo mayor.
Cuando la puerta se cerró, un viento fuerte abrió las ventanas del balcón con tanta fuerza, que parecía que se iban a romper.
Masaki se incorporo asustada. Alguien estaba entre las sombras.
– ¿Quién está ahí? – pregunto la partera, parándose enfrente de su reina.
– Felicidades Kurosaki-sama– dijo una voz, que dejo helados a las presentes.
Isshin se encontraba sentado en el sillón del cuarto de Ichigo. Había acomodado a sus hijas en las piernas del pequeño, los tres se habían quedado dormidos. De pronto, el rey sintió como el reiatsu de Masaki se incrementó.
Se incorporo de golpe, saliendo al pasillo y dirigirse a la habitación de su esposa.
– ¡Yoruichi! – gritó el rey mientras corría hacia su esposa. La mujer morena apareció detrás de él. – Ve a la habitación de Ichigo y cuida a mis hijos– ordeno Isshin. La mujer asintió y con un shunpo llegó a los aposentos del príncipe. Pero el joven no estaba ahí.
– ¿Ichigo-kun? –
Cuando Isshin llegó a la recamara de su esposa, descubrió que la puerta estaba destruida y apenas lograba sentir la presencia de su esposa. Entró deprisa a la habitación. Todo estaba destrozado. Las doncellas estaban heridas o tal vez muertas. Observo la cama, su esposa no estaba.
– Sangre…– las sabanas tenían un color carmín, aún fresco. Había un camino de sangre, que desaparecía en el balcón. Isshin corrió hacia el exterior, temía lo peor. – ¡Masaki! – gritó el rey, esperando que su esposa respondiera. Pero no fue así.
Sus ojos vieron con horror como una persona vestida de blanco sostenía el cuerpo de su esposa.
– ¡Masaki! – Isshin desenvaino su zampakutoh, apresurándose hacia el intruso. – ¡Suéltala! – exclamo el rey con furia. Sin que pudiera evitarlo, el intruso desapareció de su vista y lo ataco por la espalda, haciendo que Isshin se estrellara contra una columna cercana.
– Bastardo… ¡He dicho que la sueltes! – grito Isshin antes de abalanzarse de nuevo en contra del sujeto. El hombre esquivo el ataque tan solo con agacharse y golpeo en el estomago al rey, haciéndolo volar hacia arriba. El cuerpo del rey se elevo varios metros antes de caer estrepitosamente al suelo. Isshin pudo sentir como varios de sus huesos se rompían. No podía moverse.
– Patético– dijo el desconocido, sorprendiendo a Isshin. El hombre arrojo el cuerpo de la reina, acercándose al rey. Cuando estuvo enfrente de Isshin, lo pateo para poder darle vuelta, quedando frente a frente. – Eres tan débil. Incluso tu mujer logro hacerme daño. Debo felicitarla por eso– dijo el sujeto, tocándose la herida que cruzaba su rostro, del lado izquierdo desde su frente hasta por debajo de su ojo.
– Estoy orgulloso de ella… Al menos logro defenderse– dijo Isshin sonriéndole al cuerpo de su esposa. El sujeto se aparto de Isshin para acercarse a Masaki.
Alzó su zampakutoh y se la clavó en el corazón a la reina, ante los ojos de Isshin.
– ¡Aaaaahhhhh! – gritó Isshin con furia, su reiatsu se incremento de golpe. Se incorporo dispuesto a matarlo. El hombre se sorprendió un poco por el gran poder el rey, pero logró defenderse bloqueando el ataque con su zampakutoh.
– Con que tenías ese poder oculto–
– ¡Maldito! ¡Te mataré! – gritó Isshin, presionando más su zampakutoh contra la espada rival.
– ¿Matarme? No seas ridículo– esas palabras sorprendieron al rey, quien abrió mucho los ojos. – ¿Te sorprendí? Qué bien– el sujeto libero su reiatsu, haciendo a Isshin retroceder un poco. El hombre aprovecho esto para cortarlo desde su hombro izquierdo hasta su cadera del lado derecho. Antes de que el rey cayera, el hombre giro sobre su propio eje pateando a Isshin justo en el rostro, mandándolo a volar. Isshin cayó inconsciente.
– Tan miserable– susurro el hombre para poder irse. Antes de saltar y perderse en la oscuridad de la noche, el sujeto sintió una pequeña presencia, proveniente de la recamara real. Se giro y pudo ver a un niño de cabello anaranjado en punta, sus ojos castaños miraban con horror la escena.
– Siento que hayas visto esto pequeño pero, así tenía que suceder– dijo el hombre antes de aparecer justo enfrente del joven, para golpearlo en el estomago dejándolo inconsciente. El hombre desapareció, dejando un rastro de sangre y venganza detrás de él.
Japón, un mes después de la declaración de guerra…
Era una noche de luna llena.
La duquesa del reino de Karakura, Inoue Sakura, dio el último esfuerzo para que su bebé naciera.
– ¡Aaaaaaaa! – dejo salir un grito gutural, lleno de dolor mientras se sostenía las piernas. Dejo caer la cabeza en la almohada de su habitación. Su respiración era agitada, pero algo estaba mal. Había demasiado silencio. Su bebé ya había salido pero no hubo ni un solo llanto.
Se incorporo asustada, observando a la partera y a su asistente. Ambas tenían una expresión de dolor en sus rostros.
– ¿Qué ocurre? ¿Por qué mi bebé no llora? – pregunto la duquesa viéndolas. Las mujeres solo pudieron bajar la mirada. – ¡¿Contéstenme? – exigió la dama con desesperación. La asistente tomó al bulto entre sus brazos, acercándoselo a la madre.
– Nació muerta– le susurro la joven, intentando que sus ojos celestes no derramaran lágrimas.
– ¿Mu-Muerta? – pregunto la duquesa tomando el cuerpo de su difunta hija. – Así que eras niña– dijo la mujer antes de dejar las lágrimas fluir, le acarició el cabello anaranjado. La partera tomo a su asistente por la muñeca, comenzando a sacarla de ahí.
– Lo sentimos mucho Inoue-sama. La dejaremos a solas por un momento– dijo la anciana antes de cerrar la puerta. El silencio sepulcral se vio roto por los sollozos de la joven madre. La duquesa apretó contra su pecho a la pequeña criatura.
– Mi pequeña… Mi ángel… ¿Por qué no abres tus ojos? ¿Por qué no tienes vida? Tenía tantos planes para ti…– le decía la duquesa al ser sin vida. – Quiero que tu corazón lata. Quiero poder enseñarte a tocar el piano, ha bailar ballet, a pintar hermosos cuadros, quiero que vivas… ¡Quiero que vivas! – exclamo Sakura ocultando el rostro en el pequeño torso de su hija.
– Madre, dime qué hacer. Te lo ruego madre, guíame. Dame una señal– pedía en sus pensamientos la mujer. Cerró sus ojos con fuerza, intentando que el dolor se fuera de su cuerpo. Una ligera pero fresca brisa, se coló por las ventanas haciendo que las cortinas se movieran, dejando ver una luna llena en el cielo nocturno.
Observo el resplandor del astro plateado, recordando los momentos que pasaba con su difunta madre. Por las noches, cuando ella tenía una pesadilla, su madre la sentaba en su regazo, acariciaba su cabellera anaranjada y le contaba una historia. Era su favorita.
La historia se trataba sobre una ninfa del bosque, que se enamora de un noble caballero. Ambos planeaban casarse, pero una bruja malvada, cegada por el amor no correspondido, convirtió al caballero en un cedro. La ninfa, destrozada, pidió ayuda a la luna llena. La luna enternecida por la ninfa, la convirtió en la lluvia que nutria al cedro. Así los amantes podían estar juntos pero solo por la estación de lluvia.
Su madre siempre le recitaba: "A la Luna Llena, un deseo has de pedir, ella cumplirá tu más profundo sentir. Pero ten cuidado con lo que has de soñar porque un precio tendrás que pagar".
Al recordar esas palabras, la duquesa salió disparada de su cama, con la bebé en brazos. Se dirigió al balcón, saliendo a la oscuridad de la noche fría y tenebrosa. La mujer se arrodillo, besó a su bebé en la frente y la alzó hacia el cielo estrellado, ofreciéndosela a la luna.
– Luna plateada, que con tu resplandor iluminas la oscuridad de la noche… Tu que eres misericordiosa… Por favor… te lo ruego… te suplico… Dale vida a esta criatura– dijo Sakura viendo hacia el cielo. – Deseo que ella viva. Ella tiene un propósito en este plano que debe cumplir. Haz que su corazón lata, a cambio te daré mi vida– suplico la duquesa con lágrimas saliendo de sus ojos castaños. – ¡Te lo suplico! –
De repente, sintió como sus brazos se volvían débiles, así que coloco a la pequeña en el suelo con mucha delicadeza. Su respiración se volvió agitada, el aire no lograba entrar. Su cabeza daba vueltas, su visión se volvió borrosa y su pecho dolía. Observo con cuidado a su hija y abrió los ojos con sorpresa.
Hace unos momentos, el color de piel de la pequeña era de un azul muy pálido, ahora se estaba tornando de un color rosado. También podía observar como la pequeña comenzaba a moverse y como su tórax se llenaba por primera vez de oxígeno.
Pudo sentir como su corazón comenzaba a latir más y más despacio. Acaricio las mejillas de su hija, sintiendo el calor que ella emanaba.
– Orihime…– susurro con su último aliento antes de caer al suelo sin vida. La bebé se sobresalto por el fuerte golpe, provocado por el cuerpo de su madre, comenzando a llorar a todo pulmón.
La joven asistente regresó a la habitación de la duquesa, para ver como estaba. Se sorprendió mucho cuando entro en la recamara y no encontró a Sakura ahí. Un suave viento le revolvió sus cabellos rubios, percatándose de que la ventana estaba abierta.
Salió apresurada para buscar a la dama, pero se detuvo en seco al escuchar el llanto del bebé. Se acerco a ambas, cargó a la niña, aún no lo podía creer. Ella estaba viva.
– Inoue-sama, despierte. La niña está viva– le dijo la joven con emoción pero no obtuvo respuesta. – ¿Inoue-sama? ¿Inoue-sama? Inoue-sama…– susurro al percatarse que la mujer no respiraba y que el color había abandonado su cuerpo. – ¡Inoue-sama! – gritó con horror la joven. – ¡Rinko-san! ¡Rinko-san! – gritaba la joven mientras salía a buscar a la partera con la criatura aún en brazos.
– ¿Por qué gritas de esa manera Rangiku-chan? – pregunto la anciana volteándola a ver y fue cuando se dio cuenta que traía a la pequeña entre sus brazos. – ¿Qué haces con esa pequeña? – le pregunto la anciana con seriedad.
Rangiku destapo a la bebé, dejando ver que estaba totalmente despierta. – Está viva Rinko-san– dijo con una sonrisa que fue remplazada por una expresión de tristeza. – La que está muerta es la duquesa–
Al escuchar esas palabras, Rinko se apresuro hasta los aposentos de Sakura, solo para encontrarse con la desgarradora escena. Entre Rinko y otras doncellas, levantaron el cuerpo de su duquesa y la colocaron en su cama.
– ¿Qué fue lo que le ocurrió Rinko-san? ¿Y cómo es que la bebé está viva? – le pregunto Rangiku a su maestra.
– Inoue-sama se sacrifico– dijo la mujer tomando entre sus brazos a la criatura, para poder verle los ojos. Eran plateados, el color de la luna. – La pequeña ha sido salvada por la luna. Sus ojos plateados son la prueba– dijo Rinko envolviendo bien a la niña. – Debemos avisarle al duque lo antes posible–
Rangiku asintió.
CONTINUARÁ…
Ke tal?
Estoy muy nerviosa! No se si kedo bien! Por favor dejen reviews con sus comentarios! acepto los ke sean
kiero ke den consejos! XD
besos y cuidanse
