No me pertenecen los personajes de Digimon. ¡Disfruten!


Capítulo 1

Suena el pito que indica el inicio del medio tiempo.

Los fanáticos gritan, los jugadores salen de la cancha, el árbitro revisa las puntuaciones, las animadoras empiezan sus rutinas y las mascotas a pelear. Sí, dulce secundaria. Pienso mientras como una trufa.

Soy Hikari Yagami, 17 años. Todos me conocen por ser la hermana de Taichi Yagami, Tai, el capitán y mejor jugador de futbol que ha tenido la escuela. Yo soy solo la pequeña protegida del titán, del ídolo de todos, de la ilusión de todas. Nadie nunca le prestó atención a la niña que iba a ver a su hermano, hubo muchas otras, a la pequeña que aunque enferma (y esto sucedía mucho durante mi niñez) iba a apoyarlo.

-Oye Kari- sí, mi nombre es Hikari, pero mis amigos me dicen Kari- Mira ahí está Ken.- dice emocionada Yolei Inoue.

No me malinterpreten, amo a mi hermano y no me molesta para nada que me relacionen con él. Aún hoy, él es el único que sabe sacar una sonrisa cuando nadie sabe que estoy triste. Es mi fuerza y mi modelo a seguir. Lo que pasa es que no sé cuándo la gente se acerca a mí por ser yo o por ser la hermana de Tai.

-No mires ahora, pero creo que te está buscando- le respondo rápidamente.

El titán, el sobrenombre que le pusieron a Tai cuando descubrieron su talento, acaba de salir de la secundaria. Sin embargo su fantasma aun ronda por los pasillos y a él le encanta hacer apariciones esporádicas, generalmente para recogerme. Le pasó la posta a Daisuke Motomiya, quien es excepcional jugando y es un buen chico, pero no es mi hermano.

-¡Que no mires!- le recrimino.

Desde que se graduó, no he vuelto a ver tantos partidos de futbol, a pesar de la insistencia de Daisuke. Simplemente ya no me emocionan tanto. Algunos días voy para complacer al heredero de los googles de mi hermano.

Hoy no es uno de esos días.

-Lo siento, pero cuando alguien te dice "no mires", lo que hace toda persona normal por instinto es mirar.

Niego con la cabeza y le sonrió por su atolondramiento.

Estoy viendo un partido, sí, pero no es de futbol. Mi amiga Yolei está obsesionada con uno de los jugadores y me arrastra a todos los que puede. Los cuales son, ciertamente, más de los que yo quisiera.

Suena el pito que indica el final del medio tiempo.

-¡Ya va a comenzar!- dice agarrando, o más bien, desgarrando mi brazo.

-¡Titanes!- se escucha el grito del equipo antes de volver a jugar.

Sí. Lo sé, el título de Tai es muy original (nótese el sarcasmo). Lo que dicen es que no es "un" sino es "EL" titán. Chicos. ¿Quién los entiende?

-Invítame una- pide Yolei aunque no espera respuesta para tomar una trufa y embutírsela.

-¡Oye!

-¿Qué?- pregunta con la boca llena del chocolate.

-No vuelvas a hacer eso- le advierto

-¿O qué?- reta con una mano peligrosamente cerca de mi caja de trufas.

-No lo harías.

-Oh, sí que sí.- dice tomando una.

-Mala decisión- respondo antes de comenzar a hacerle cosquillas.

La conocí apenas entré a la secundaria. Ella no conocía a nadie y no sabía dónde quedaban las clases, yo solo era una chica que, para ella, "sabía lo que estaba haciendo". Así que se acercó y comenzó una conversación. No sabía que yo era la hermana de Tai, ni quien era en verdad mi hermano y cuando lo supo no hizo el alboroto al que estaba (bueno, estoy) acostumbrada. Ella dijo "es genial", se encogió de hombros, tropezó con un amable chico de cabellos oscuros quien la ayudó a levantarse y desde ese momento quedó prendada de Ken Ichijouji.

-Ok, ok, me rindo- musita entrecortadamente con las manos en alto.

-Eso te enseñará a no meterte con mi chocolate.

-¡Ken tiene el balón!- exclama volviendo su atención al juego, sacudiendo mi brazo.

Miro para que me suelte o la presión hará que me salgan moretones. Efectivamente, Ken driblea esquivando al equipo contrario, pero el número 23 se está acercando peligrosamente. El de cabellos oscuros lanza, no obstante el 23 tocó la pelota en el aire e hizo que no entrara. Los espectadores gritan "Oh" ante la desilusión. Yolei, a mi lado cae contra su respaldar. Yo, sin embargo, no pierdo las esperanzas.

-No es justo.- se queja.

Algo me dice que este no es el final.

-Mira- susurro.

Como de la nada aparece un chico rubio y se roba el balón.

-No puedo creerlo.- dice Yolei sujetando los brazos de su asiento e inclinándose hacia adelante.

-3,- canta el público

El rubio busca a alguien libre, todos están marcados.

Se prepara para lanzar.

-Está a media cancha, no lo logrará.- escucho a alguien decir.

-2,

El balón cruza como un misil.

-…1- susurro para mí.

Suena el pito de fin del partido.

Unos fanáticos gritan, otros abuchean, los jugadores se dan la mano antes de salir de la cancha, el árbitro revisa las puntuaciones, algunas animadoras saltan, otras tiran sus pompones y las mascotas a pelear.

-Qué partido tan emocionante.

-Sí.

Salgo del coliseo con Yolei al lado.

-¿Vendrás a la fiesta?

Volteo a verla con varios cuestionamientos en la mirada.

-Zoe dijo que haría una,-luego agrega haciendo comillas en el aire:- "no importa el resultado, solo el esfuerzo".

-No puedo creer que perdiéramos.- se queja una porrista.

-¡Y estuvimos tan cerca!- continua otra.

-Mañana hay clases.-intento razonar.

-Vamos, yo sé que quieres.-dice

Sonrió resignada.

-En realidad— algo me detiene a media frase.

-¿Qué?

-Querida Yolei- susurro pasándole un brazo por los hombros- ¿Por qué no felicitas a tu hombre?

-¿¡Dónde!?- pregunta echándose para atrás y chocándose con el mismo chico que buscaba.

Ella cae al piso y él le ofrece una mano. Sonrojada la acepta.

-¿Por qué siempre que te veo pasa esto?

Mi amiga suelta una risa nerviosa.

-¿Qué pasa?

Los tres volteamos a ver al recién llegado chico rubio de ojos celestes.

-Felicitaciones- digo simplemente.

Sorprendido se rasca la nuca.

-Bueno… creo que te dejo en buena compañía.- comienzo, viendo mi oportunidad de huida- Así que… felicitaciones y ¡adiós!

Corro lejos obviando los gritos de Yolei.