Notas de Ichi: ¡Hola! Bueno, como ya algunso sabrán, u otros no, mi nombre es Ichi Beilschmidt. Los personajes de la maravillosa J.K Rowling no son míos. Este fic es Universo Alterno, está fuera de la historia original de los libros. Leo fics de Harry Potter desde los doce años, pero nunca me he atrevido a escribir y publicar uno. Y ahora, aquí está. Aceptaré críticas de todo tipo, pero os pido que tengáis en cuenta que es el primero, y que quizás no he conseguido plasmar los personajes al 100%. Sin embargo espero haberlo conseguido en este capi o al menos asemejarlos un poco. Ya me diréis en vuestros comentarios. ¡Muchas gracias por leer!
Londres. El ambiente de la capital hoy era espectacular, memorable, lleno de vida y movimiento. Quizás era debido a la emoción que se encontraba centrada toda en un mismo punto, concretamente el muelle. Aparte de las naves de carga destinadas a los intercambios de cuestiones económicas entre países, gente de diversas edades transitaban aquella zona para tomar su destino hacia América. La mayoría, de clase alta y prestigiosa, serían las que más frecuentaría el barco que estaría a punto de zarpar. El transporte en cuestión guardaba una cierta categoría: su construcción se había planteado desde sus inicios con la intención de que sólo las familias de la alta cuna tuvieran ese privilegiado acceso de subir y viajar en él. Poseía todos los lujos que cualquier ser humano podría desear: camarotes amplios y cómodos, camas confortables y cálidas, baños impolutos en los mismos, una gran cubierta dispuesta para dar un tranquilizante paseo si así la persona lo deseaba, salas cuyas decoraciones degustarían las vistas de los presentes, escaleras de madera con estatuas de ángeles de mármol y lámparas de araña de cristal transparente y brillantes. Sin embargo, a pesar de todo aquel tipo de maravillas, una única persona estaba hastiada de la misma rutina de siempre. Si aquel viaje no supusiera una entrada gratis a su propio infierno, Draco Malfoy hubiera deseado con todas sus ganas emprender aquella aventura. Pero ahí estaba la cruda realidad. Bajó con su característica elegancia del carruaje, ofreciéndole seguidamente la mano a su madre. Narcissa Malfoy, era una mujer reservada y de gran belleza, la cual había heredado su hijo. Piel pálida hermosa y bien cuidada, cabellos rubios y facciones perfectas. La única diferencia en ambos, eran los ojos. Oscuros eran los de Narcissa, mientras que Draco había heredado la mirada gris y fría de su padre, quien no había viajado con ellos en el carro, habían decidido que se reunirían en el barco. Estaría ahora mismo hablando con señores de negocios. Draco odiaba eso, en parte. Dejó sus pensamientos a un lado en cuanto escuchó una voz:
-Querido, es hora de ir a entregar nuestros pasajes.
Hubiera contestado mal o suspirado, pero sólo mostró una sonrisa fingida y encantadora, de las que él sabía dar y que no solía sentir. Era una técnica que su madre le había enseñado desde pequeño. Por supuesto, Astoria pensaba que aquella sonrisa podría ser la más verdadera, pero se equivocaba, como todos. Draco nunca estaría dispuesto a dar su verdadera sonrisa a nadie. Le ofreció por educación su brazo. Ella, gustosamente, lo aceptó, ambos dirigiéndose a su próximo destino.
En el mismo muelle donde se desencadenaba el bullicio, suponía un murmullo constante y ajeno para el sentido auditivo de un joven de aspecto desgarbado que ponía toda su atención y concentración en el juego llevado a cabo sobre una vieja mesa cuadrada de un bar en el que sus visitas eran muy habituales. Los gritos de los clientes, hombres trabajadores del muelle, pescadores y obreros, eran mayores en comparación con el ruido exterior. El joven sostenía unas cartas en las manos, sin pararse a peinar sus cabellos negros y desordenados.
-Harry ¿de verdad que pretendes ganar?
Como era de esperar, su amigo pelirrojo, llamado Ronald, demostraba su miedo de siempre en su rostro poblado de pecas. Harry rió, aparentando estar muy seguro de sí mismo.
-No temas Ron- trató de tranquilizar. Su tono de voz, algo burlón y demasiado confiado, molestaba a los otros jugadores a los que se estaba enfrentando.-Buenos señores, espero a que mostréis vuestras mejores cartas.
Uno de ellos, soltando una carcajada de victoria, sacó la que supuestamente era su mejor jugada. El resto mostró cartas menos fuertes quela primera, aunque la situación daba la impresión de ponerse difícil.
-Yo gano, tú pierdes- anunció con acento rumano un hombre cuyo nombre era Viktor.-¿Qué harás ahora Potter?
-No te confíes, Krum. Observa.
Lanzó sus cartas contra la mesa, despreocupado. La sonrisa de Viktor desapareció al instante, levantándose bruscamente y golpeando la mesa en el momento, haciendo que el dinero de la apuesta se moviera un poco.
-¡Has hecho trampa!
-No tienes argumentos válidos para verificarlo. Escalera real de picas. Yo gano, tú pierdes.
Creyó que recibiría un puñetazo certero que lo dejaría en el suelo. Hasta Ron, que se levantó enseguida en un intento nervioso de defender a su mejor amigo, también lo creyó. Sin embargo Krum volvió a reír, desconcertando a todos, menos a Harry. Este le dio un golpe amistoso en el brazo.
-Esta vez has ganado, pero la próxima exijo una revancha. Sabes que odio perder.
Harry sonrió, asintiendo. Aún así, no aceptó el dinero de la apuesta.
-Quedáoslo. Juego por diversión, las apuestas no me interesan.
-Siempre tan honesto, colega- dijo Ron, orgulloso mientras le despeinaba el cabello con los nudillos. Harry rió, haciendo lo mismo con él.
-Venga, tenemos que volver al trabajo.
Justo cuando estaban a punto de marcharse, la voz fuerte de Krum les detuvo.
-¡Espera!
Los jóvenes esperaron sin entender, expectantes. Krum se aproximó hacia ellos y depositó en las manos de cada uno una especie de billete de papel. No, no era un billete, pensó Harry para sí mismo, observándolo mejor. Era un pasaje. Un pasaje de barco, a nombre de Viktor y otro más, pero no entendió muy bien las letras.
-¡Harry!- la cara de Ron tornó a pálida y después volvió a recuperar su tono natural. Posó las manos sobre los hombros de su compañero, zarandeándole.-¡Son pasajes de barco!
-Lo sé, pero…- dirigió su mirada a Viktor, confuso.-¿Por qué nos los das?
-No tengo a nadie que me espere en América- respondió, encogiéndose de hombros.-Sin embargo ustedes soléis cometer locuras, vais en busca de aventuras, y podréis encontrar un futuro en América. No os preocupéis, los pasajes son seguros, me los gané también en una apuesta. Pero yo os lo regalo.
Harry no cabía en su estupefacción. No fue capaz de agradecérselo porque todavía lo estaba asimilando, pero Ron se le adelantó, dándole un fuerte abrazo a Krum, a pesar de que ellos realmente no se llevaban tan bien como aparentaban, pero parecía que esta vez el pelirrojo lo dejó pasar, quizás se había dejado llevar por la emoción. Volvió a mirar el pasaje.
-¿Y a qué hora sale el barco?- preguntó Ron.
-En cinco minutos.
Harry alzó la mirada hacia Ron, y en cuestión de segundos, ambos se entendieron a la perfección. Tenían que correr.
-¡Vamos!
Una sonrisa nerviosa se adueñó de sus labios, arrastrando a Ron del brazo mientras salían del bar a toda prisa. Escucharon los gritos de sus compañeros que les deseaban buen viaje, riendo a carcajada limpia por la suerte que poseían aquellos jóvenes sin ellos buscarlo. La respiración de Harry cada vez era más entrecortada, pero sus piernas habían adoptado una velocidad increíble, chocándose con algunas personas a las que pedía disculpas entre risas con su amigo, sin perder el tiempo. Cuando por fin llegaron superando obstáculos, estaban a punto de cerrar la puerta.
-¡Espere, espere!- gritó Ron, interponiéndose entre la puerta y el guardia.-¡Tenemos los pasajes! ¿Es este barco el que va con destino a América? Por favor, dígame que sí.
El guardia, no muy seguro por las pintas que llevaban los dos, cogió los pasajes. Los evaluó con mirada crítica, y asintió a regañadientes.
-Sí, en efecto. Tercera clase, por lo que veo. Pasad.
Nada más entrar, suspiraron y se detuvieron a descansar contra la pared más cercana, dejando que el aire volviese a recargar sus pulmones.
-¡Esto es alucinante!- dijo su amigo en cuanto recuperaron la respiración.-¡No me he equivocado de barco!
-Lo has hecho genial Ron- confesó Harry, sonriendo.- Aunque hemos venido con muy poco.
Bajaron los ojos al mismo tiempo hacia sus maletas raídas y sucias. Siempre las llevaban consigo, nunca tenían casa fija en la que quedarse, vivían del alquiler o de habitaciones que eran prestadas por viejos amigos, y cambiaban de ámbito constantemente, por lo que la maleta estaba en el hombro de sus malgastados cuerpos todos los días. Tenían varias mudas, pero no las suficientes, solo las justas y necesarias que tendrían que limpiar constantemente. Volvieron a mirarse para sonreír y buscar la habitación que les tocaba, lo más probable es que tuvieran que compartirla con otros dos hombres. Aún así, era más de lo que ambos pudiesen desear.
Draco apenas escuchaba la conversación que se mantenía entre los padres de su prometida, Astoria Greengrass y Narcissa. Aquel compromiso propuesto en contra de su voluntad se daría en América, de ahí la razón de que escogiesen ese barco, aparte de sus lujos y demás. En realidad, Narcissa daba a entender que su único y preciado hijo aceptaba y quería que la boda se llevase a cabo, pero no era ni por asomo los deseos de él. Primero, Astoria no era la figura de mujer por la que él tuviese devoción. Era más, cabía decir que por ahora, ninguna mujer le había impresionado. Todas eran iguales, querían su apellido, porque pertenecía a una familia prestigiosa. Sin embargo, lo que nadie sabía era que en realidad, la familia Malfoy estaba pasando por su peor momento. Lucius acrecentaba cada vez más las deudas tras su espalda. Su madre no trabajaba, nunca lo había necesitado, pero ahora tenía la soga al cuello y tuvo que frenar sus gastos. Y, cuán astuta era su madre que había optado por la opción más fácil: buscar una familia igual de poderosa que la suya, y que contrajera matrimonio si fuera a ser posible, con su hija. Y cuál fue la suerte de Narcissa, que Draco podía optar tanto por Astoria como por Daphne, aunque a él le hubiera dado igual con quien quedarse.
-Tendremos que organizar los invitados para la boda- hablaba Narcissa entre sonrisas y gestos educados.- ¿Has pensado ya en el vestido, Astoria?
-Desde hace meses- respondió esta, emocionada.-El estilo es elegante, también tengo pensado un tocado que realza bastante mi rostro.
-Seguro que te verás hermosa ¿verdad Draco?
-Eso no se duda, madre- se apresuró a decir, sonriendo y dirigiendo su mirada a Astoria.-Estamos hablando de la mujer y prometida de un Malfoy. Ella nunca dejará de estar en hermosa, y mucho menos en el día de nuestro compromiso.
La señora Greengrass y Narcissa rieron con suavidad, comentando más detalles sobre la boda. Por otro lado, las mejillas de Astoria se tornaron de un leve color carmesí, desviando la mirada a la vez que guiaba su mano hacia la de su futuro marido. Draco entrelazó los dedos, una vez más, sin quejarse. No amaba a esa mujer, pero era capaz de fingir hasta el más mínimo sentimiento. Soltó su mano con delicadeza.
-Querida, voy a tomar el aire- murmuró, levantándose para retirarse con una leve inclinación de cabeza.-Nos vemos luego.
Astoria quiso ir con él, pero su madre le advirtió con una sencilla mirada que se mantuviera en su lugar. Cuando un hombre se retiraba, las mujeres debían quedarse con las demás. Desilusionada, le despidió con una mano protegida en un guante hermoso de tela blanca. Draco suspiró en cuanto estuvo lejos de allí, ajustándose su chaqueta de tela negra ajustada. Por fin podía relajarse un poco, por lo que se dirigió a la cubierta, admirando el mar que tenía ante sí. El barco hacía minutos que había zarpado, y la espuma se podía entrever por el camino que había avanzado. El aire no conseguía despeinar su perfecto cabello, el cual en aquellos instantes lo tenían bien peinado, hacia atrás, como solían hacer todos los caballeros de su condición. Entonces, se percató de que unos jóvenes hablaban en voz alta, casi gritando. Los miró. Vestían con harapos muy extraños y que daban poco que desear, sucios e imitando movimientos extraños de los que se reían como si se tratase de animales de feria. ¿También la tercera clase viajaba en aquel barco? Esperaba no tener que aguantar a nadie de aquella categoría. Entornó los ojos, compadeciéndoles por no el hecho de que no hubiesen tenido más suerte en su vida, y para cuando quiso regresar para no levantar sospechas en su madre, chocó con alguien. Frunció el ceño, pero antes se fijó en la persona. No era nada más y nada menos que un andrajoso como los que acababa de ver no muy lejos de donde Draco se situaba. La diferencia era que este mostraba una apariencia un poco más presentable que los otros, pero no podía escapar de su condición, lo delataba. Pero lo que no se esperó, fue encontrar unos ojos verdes que se clavaron en él a modo de disculpa.
-Disculpe, yo…
-¡Mire por dónde va, rata miope de cloaca!- soltó Draco en cuanto vio que no era nada más que un pobre hambriento.-A los de tercera clase no se os debería permitir ni respirar el aire de la cubierta. Lo contamináis.
No se arrepintió de sus palabras, es más, le produjo gran satisfacción cuando el joven aludido le dirigió una furiosa mirada con aquellos ojos verdes tras las gafas que llevaba. Al menos así, no se aburriría y tendría un poco de acción. Una excusa perfecta para no volver a entablar de nuevo su encuentro con su madre, su futura y supuesta suegra, y Astoria.
-Eh, le he pedido disculpas, maldito arrogante- dijo Harry en su defensa. Hizo un gesto dramático a posta.- Y oh, perdóneme por no ser una persona triste, sin vida y superficial como usted.
-¿Qué ha dicho?- eso ya colmaba el vaso. ¿Cómo se atrevía a dirigirse así a alguien como él?-Lava esa lengua sucia que tiene, cuatro ojos.
-Y yo que usted me cortaba la suya en vez de lavarla, solo suelta veneno y tonterías por ella- Harry sonrió, comprobando que el desconocido se cabreaba por momentos, aunque estaba tratando de mantener su compostura, porque respiraba lentamente.- No se enfade, entiendo que las verdades dichas a la cara puedan doler. ¿Me permite un consejo? Relájese, tómese un té, y ponga en mejor práctica su inteligencia y educación.
Draco quiso responder un argumento lógico y humillante, pero no se le ocurría ninguno. Pero otra idea mejor se le pasó por la mente al ver que un cubo lleno de agua, bastante sucio de todo lo que se había limpiado en la cubierta para tenerla presente para todas las personas que quisieran disfrutarla. Una mujer que parecía ser del personal, utilizaba la fregona en el trazo que le quedaba por limpiar. Draco no lo pensó más. Se acercó al cubo, agarrándolo bien en las manos. En ese instante de alejamiento, Harry supuso que había ganado la pelea verbal, y se sentía orgulloso por haber dejado en su sitio a uno de esos malditos ricachones que se creían mejor que los demás. Pero no fue así. Sintió cómo un líquido de aroma poco agradable mezclado con otro tipo de productos, caía sobre él. Draco soltó una carcajada no muy típica de él, solía hacerlo cuando era más joven y cometía travesuras, pero aquello era una venganza en toda regla. Cuál fue su sorpresa, que recibió un golpe en el rostro. Harry le había propinado un buen puñetazo, que lo desequilibró, aunque no cayó al suelo. Pasando ya ambos de sus propios límites, se sujetaron de las ropas del otro.
-¿¡Cómo te atreves, basura!?- Draco tenía fuerza, pero ya estaba comprobando que el otro joven también tenía bastante.-¡Deberían de darte un buen castigo por lo que has hecho!
-¿¡Crees que puedes ir caminando sobre los demás!?- Harry no se intimidaba con facilidad.-¡Yo soy una persona, como tú, no tienes más derechos sobre mí o sobre cualquiera que sea como yo!
-¡JÁ! ¡Permíteme que lo dude!- el rubio lo empujó, para soltarse. Una vez conseguido, se subió la manga de su chaqueta para propinarle el mismo golpe o incluso peor que el que le había dado.-¡Puedo hacer lo que me venga en gana! ¡Para eso soy quien soy! ¡Un Malfoy tiene el derecho de todo y más!
Una mujer gritó por ayuda de repente al ver que dos hombres estaban a punto de pelearse. También, los otros hombre que había visto Draco de la misma clase que aquel desconocido, intervinieron, sujetando a Harry. Uno era pelirrojo, lo había visto antes riéndose con otro chico de cabellos castaños.
-¡Harry!- así que ese es el nombre del malnacido, pensó. Ron se interpuso, delante de él.-¡Colega, no sigas, no vale la pena alguien como él! Te estaba esperando con Neville y ya estoy bien que te estás peleando con un maldito ricachón.
-Pero Ron…
-Mejor pasa de…
-¡Cuidado con las palabras, comadreja!
Ron se giró de inmediato al escuchar tales palabras. Ahora el molesto era él.
-Vuelve a repetir eso, imbé…
Pero no acabó su frase al ver a un hombre que llevaba las mismas ropas que el capitán del barco. Pertenecía a uno de los de seguridad, controlaba los problemas que se pudiesen dar para informarle después al capitán. Los hombres se mantuvieron en su sitio y permanecieron en silencio. Iba acompañado de Narcissa, Astoria, y otra joven a la que no conocía. Tenía el pelo castaño claro ondulado. Vestía menos elegante que su madre y su prometida con diferencia. Tercera clase.
-H-hermione…-musitó Ron.
-¡Ronald Weasley!- la chica puso los brazos en jarras, acercándose a ellos.-¿Qué se supone que estabas a punto de hacer?
-Pero Hermione, este estúpido ha insultado a Harry…
-¡Sólo dije una verdad!
-Tú deseas que te de otro puñetazo- dijo Harry sin importarle que Narcissa y Astoria se tapasen la boca por tal frase.
-Lo estoy esperando.
-Señores, por favor…-intervino el hombre que vino en nombre del capitán.- Está claro que todo esto ha sido un malentendido.
-Por dios, no ha sido un malentendido, ha sido una agresión en toda regla- dijo Astoria, acercándose a su prometido. Le acarició la mejilla dañada, a lo que Draco entrecerró un ojo por causa del dolor, pero alzó la cabeza con orgullo para que aquel indeseable no disfrutara de su acción.-¿Estás bien?
-Mejor que nunca Astoria- respondió con firmeza.- Pero este impresentable no debería estar aquí. Señor, exijo que se le castigue.
-No se puede castigar a nadie, señor Malfoy, además de que hay que señalar que ha puesto perdida a la indumentaria del señor…
-Potter.
-…Potter. Lo mínimo que debe hacer como disculpa, es ofrecerle una ropa limpia- aquella idea escandalizó a Draco. ¿Darle su ropa a alguien como él?- Es más, la señorita Granger ha sido testigo de toda la discusión, y me ha asegurado que todo comenzó porque usted le insultó primero, señor Malfoy. El señor Potter se disculpó como debía al chocar con usted.
-¿Eso es verdad, hijo?- preguntó Narcissa, alzando una ceja.
-Sí, madre- contestó, serio pero ardiendo por dentro. Sabía que su madre estaba igual, que estaba de parte de su hijo y no del tal Potter.
-Nuestra criada puede lavarle la ropa- ofreció Narcissa, no muy entusiasta con ese hecho.-No supondrá ninguna molestia.
Sin embargo, Harry no era estúpido. No sonrió, puesto que él no tenía esa capacidad para sonreír sin sentirlo, era demasiado sincero. Por lo que, negó con la cabeza, siendo educado.
-No se tome la molestia, lo haré por mí mismo.
Draco iba a objetar, pero Narcissa le sostuvo fuertemente del brazo.
-Entonces ya no hay nada más que hablar.
La familia Malfoy junto con Astoria, abandonaron la cubierta dejando a todos con la palabra en la boca. Pero si alguien sabía analizar bien la situación, quién realmente había dejado con las palabras en la boca, había sido Potter hacia su madre. Nadie nunca había rechazado los servicios de un Malfoy. Y él, lo había hecho. No sólo le había desafiado antes, sino que ahora rehusaba a la ayuda de la más prestigiosa familia, dejándolos en ridículo.
Juró para sus adentros que no lo iba a dejar así. Tenía cuentas que saldar.
