Sakura Card Captors es propiedad de las CLAMP, yo solo torturo a sus personajes humildemente.
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Infraganti.
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Prólogo.
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Su largo y sedoso cabello castaño bailaba al compás de la fría brisa de la noche, ella se encontraba corriendo a todo pulmón por uno de los barrios más peligrosos de Tomoeda, con nada más y nada menos que un elegante vestido negro ceñido al cuerpo y una chaqueta de cuero.
La poca, no, más bien, la completamente escasa luz era algo bastante común en aquella zona poco concurrida de la ciudad, muchas otras personas verían esa situación como un completo suicidio, la densa y opaca luz de la luna no ayudaba en nada a su amplio campo de visión.
Apresurando aún más su paso, con ambos tacones en su mano derecha dobló en uno de aquellos callejones oscuros, visualizando por fin las luces de la autopista, al parecer había perdido de vista a ese par de imbéciles que la perseguían.
«Tsk. Maldito viejo, me mando a este lugar engañada a una cita a ciegas.»
Analizó bien el callejón donde aún se encontraba, no había nadie cerca y ambos hombres ya los había dado por perdidos, sin mucha sutileza apoyó su mano en el muro recostando todo su peso de este, intentando recobrar el aliento.
Su pecho subía y bajaba repetidas veces, sus pies le dolían horrores, se juró a sí misma no volver a usar tacones ni vestido nunca más en lo que le quedaba de vida.
— Oh pero que tenemos aquí… —Un hombre prácticamente ebrio apareció en la entrada del callejón, diciéndole aquello de una manera tan melosa y sugestiva que si hubiera tenido algo en el estómago le hubieran dado náuseas.
— Vete a la mierda. —Contesto, mirándolo con desdén. No era una sugerencia turística, era una orden, y si no quería, ella misma lo iba a llevar.
— Calma gatita, tengo esto... —Saco un fajo de billetes y se los tendió—, ¿Cuánto debo darte por unas 3 horas?
«Borracho idiota.»
Alzó la vista indiferente y se restregó la cara evitando a toda costa dañar su maquillaje. ¿Por qué siempre que todo está mal tiene que empeorar? Chasqueó la lengua e ignorando la presencia de aquel hombre se coloco ambos tacones.
— Me alegra que aceptarás. —Corto un poco más su distancia sonriéndole cual típico pervertido, ofreciéndole su mano.
Ella subió la vista con aquella expresión inmutable, quitando su mano con un manotazo.
— Lo repetiré una vez más. —Entrecerró los ojos.— Vete.. a.. la.. mierda. —Dijo, haciendo una leve e intimidante pausa en cada silaba, bastante usual en ella.
El ebrio hombre abrió la boca para decir algo pero el ruido de un bote de basura cayendo justo atrás de la chica llamó la atención de ambos.
La chica se incorporó despacio, abriendo con asombro sus ojos dio un paso hacia atrás. «¿Cuándo ellos…?»
— Es de muy mala educación huir en plena cita señorita —Hablo uno de los hombres, japonés, no muy musculoso, con voz profunda y ojos capaces de verte hasta el alma.
—Tenemos ordenes de su padre de retenerle, principessa. —Le hablo el otro hombre, alto, fornido, de cabello negro y orbes verdes, más oscuros que los aceitunas de ella.
Inmediatamente ella exploto en una sonora carcajada, si los hombres no la conociesen, se hubieran quedado estupefactos, no era una risa natural, era más que todo nerviosa.
Sin darle opción a nada corto su estruendosa risa y agarro al ebrio hombre de la corbata mientras que con una patada lo empujo directo hacia ambos hombres, eso le daría tiempo de huir. No tenía nada en contra de aquel hombre, omitiendo la escenita anterior, pero, era él o ella, y no era tan buena persona.
Dicho y hecho ya iba por la 5ta avenida, estaba ya muy cerca de la principal, debatiéndose internamente que no sabía a dónde demonios estaba yendo exactamente, si doblada a la izquierda en 2 cuadras más, estaría de camino a su casa, pero no podía ir por qué… seria como tirar toda su huida a la basura.
Además que tenía que ir a algún lado, no podía quedarse varada por ahí o ocurría un déja vu con la escena de un hombre pidiéndole sus humildes servicios.
Perdida en su debate mental no se percato que otra persona iba en su misma dirección prácticamente en las mismas situaciones que ella.
Y lo inevitable ocurrió. Porqué sin esto, no habría historia.
¡Choqué de cabezas!
— ¿Qué acaso no ves por donde caminas imbécil? —Le acuso la castaña mientras que se sobaba la cabeza con un leve puchero en los labios.
— ¡Eso te digo yo a ti, ve por donde caminas!
La chica alzó una ceja, nadie en su sano juicio se atrevería a hablarle de esa manera sin temer de perder ambas pelotas.
Alzó la vista y ahí estaba, un adolescente, con ropa de instituto, cabello revuelto, presumía que de color marrón, o quizá negro… con el cejo exageradamente fruncido sobándose la parte de atrás de la cabeza, quiso reír, ni supo porqué, verlo ahí tirado así se le hacía bastante cómico.
— ¿Y tú qué ves? —Preguntó aún con aquel ceño fruncido, incorporándose.
— Pero si eres un crío. —Se mofó en su cara imitando su gesto y sacudiéndose el vestido.
— ¡Pero si de seguro tienes la misma edad que yo! —Espetó indignado.
Iba a contestar aquello pero el sonido de un claxon la hizo recordar toda su situación, la cita, su padre, el callejón, los hombres... No debería estar perdiendo el tiempo con este crío.
Con un sutil «¡Bye crío!» se dio media vuelta dispuesta a irse a vagar por la ciudad. Ni bien había caminado a paso se podría decir que rápido dos calles y sentía que alguien la estaba siguiendo, no podía estar más harta, ¿Es que acaso no podían ignorarla? Pero no, era un imán de sádicos. Dándose media vuelta dispuesta a encarar a lo que suponía ella; algún depravado sexual o quizá… en el peor de los casos, los mismos hombres que la perseguían hace un rato.
Aunque ahora que lo pensaba bien aquellos hombres estaban en su derecho de creer que ella era una de esas señoras de la noche, se encontraba en tacones, un vestido corto negro y su fiel chaqueta de cuero, sumándole que estaba despeinada y ya algo cansada. Si… hasta ella creería que ofrecería sus servicios.
Pero nada de eso se le acercaba a lo que la chica se encontraba viendo en ese preciso momento.
Si. Aquel crío de nuevo.
— ¿Por qué mierda me sigues, crío? —Preguntó, incrédula.
— ¡No me llames crío! —Le reclamó. Acto seguido bajo la cara y sus ojos fueron tapados por su flequillo.— No me parecía correcto dejar a una chica andar sola y además vestida así por las calles. —Musitó desviando la mirada para luego patear una lata que se encontraba en el suelo.
«Aw, pero qué cosita más mona. Le preguntaré a papá si me lo puedo quedar» pensó, pero prefirió guardarse eso.
— Se cuidarme sola, crío. —Contesto, haciendo una mueca dándose media vuelta dispuesta a retomar su rumbo.
— ¡No! Espera, —Gritó el muchacho, tomándola de la mano evitando que se fuera. A la chica le entraron unas inmensas ganas de asesinarle por ese atrevimiento, odiaba que la jalaran.
— Solo piérdete crío. —Dijo, soltándose de su agarre. El muchacho se acerco más y la tomó del brazo.
— Escucha. No creo que este bien que…
El sonido de unos murmullos del otro lado de la calle lo detuvo, la castaña se golpeó la frente con la palma de su mano, reconocería donde fuese aquel molesto acentico italiano. ¿Es que no se cansaban de buscarla? Joder, su padre no les daba tregua a ese par.
Fijo la mirada en dirección a aquellas voces, coincidiendo las tres. No de nuevo.
Ella como si nada pasara devolvió la vista a su acompañante… al crío… analizando de arriba abajo su anatomía.
— ¿Eres bueno corriendo? —Preguntó, divertida. El la miro confuso, ¿Qué le interesaba a ella si…?
— Pues…
Ni tiempo le dio de responder porque aquella misteriosa chica lo había jalado del brazo, conduciéndolo a un callejón.
Después de casi unos 3 callejones de los cuales el muchacho nunca pensó siquiera ver de lejos debido a que eran los más peligrosos de la ciudad se detuvieron en las escaleras de un gran templo, si mal no recordaba era el templo tsukimine.
El chico tenia mil y un preguntas revoloteando en su mente, pero ni aliento tenia para hacer que salieran de su boca. La castaña prácticamente se acostó en aquellas escaleras, sentía que el alma se le iría del cuerpo en cualquier momento, ya había hecho ejercicio como para un año entero.
— Se puede saber…—El muchacho intentaba mantener la compostura, y acompasar su respiración,— ¡¿POR QUÉ MIERDA ME JALASTE ASÍ? —aquel intento de mantener la compostura solo quedo en eso, un intento.
— Shhh. —Lo siseó poniendo un dedo en sus labios. —No seas chillón, crío.
— Deja de llamarme crío de una jodida vez. —Susurró, harto ya de aquel dichoso nombresito con que la castaña lo había bautizado.
La castaña lo miró interrogante, no veía nada de malo con llamarlo así, ¿Eso era, no? No le calculaba más de 18 años. Rodó los ojos, tampoco era que supiera su nombre o algo.
— No se tu nombre, cri…—Calló, a sabiendas por donde iba aquella palabra.— chico... jé... —Corrigió, con un intento de sonrisa.
— Me llamo Shaoran, Li Shaoran. —Se presentó, volviendo a fruncir exageradamente el ceño, ¿Por qué es que había decidido ser caballero y acompañar a la misteriosa chica? Era un imbécil.
— Sakura. —Shaoran la miró sin entender.— Mi nombre es Sakura.
— Dime, Sakura… ¿Puedo llamarte así? —Ella asintió, con toda la obviedad posible, si se lo dijo era para algo.— Sé que esto sonará jodidamente cliché pero… —Ella lo miraba atenta.— ¿Qué hacia una chica como… tú —titubeó un poco en la última palabra. — en un lugar como ese? Además huyendo.
El interior de Sakura se estaba debatiendo entre sí decirle la verdad o joderle los nervios un ratito. Opto por lo segundo.
— ¿Seguro que no se lo dirás a nadie? —Susurró, casi en tono de suplica.
Shaoran asintió repetidas veces.
— De acuerdo. —Ella respiró hondo y lo miró.— Maté a alguien.
La cara de Shaoran era un poema épico, la mueca de terror mezclada con estupefacción e incredulidad hacía que Sakura tuviera que luchar por no reírse.
— ¡¿QUÉ TU QUÉ?! —Volvió a gritar. Sakura sentía que se haría pis ahí mismo.
— ¡Shhh! ¡No grites! Si, maté a alguien, además, ¿Recuerdas los hombres que aparecieron de la nada?
Shaoran asintió temeroso, alzando la ceja.
— Eran policías en cubierto, estaban buscándome. —Sakura uso el tono con más suspenso que logró conseguir.
El abrió la boca para intervenir pero ella prosiguió:
— Además… —Agacho la mirada.— Lo lamento, Shaoran… en serio... —Dijo, con un hilo de voz.
— ¿Por qué te… —Tragó pesado. — … lamentas?
«¿No pensará matarme porque se demasiado verdad?» pensó, comenzando poco a poco a temblar, ¿Con qué clase de loca se vino a topar?
Ella, aún con la mirada gacha, sentía que no aguantaría por mucho tiempo más la sonora carcajada que amenazaba con salir.
— Ahora que te han visto conmigo… te calificarán como mi cómplice. —Shaoran soltó un gritó de horror junto con varios balbuceos seguidos. Sakura no pudo contenerse más y explotó en carcajadas.
Mínimo unos 5 minutos tardo riéndose, estaba completamente tirada en aquellas escaleras, siendo escudriñada por la asesina mirada de Shaoran, ¡Pero es que aquello era inevitable! ¿Cómo podía un muchacho de tal edad ser tan inocente?
— ¿Terminaste? —Tal seriedad en aquella voz hizo que Sakura frenara sus carcajadas para incorporarse y mirarlo atentamente.
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Para luego volver a explotar en risas.
La venita que apareció en la frente de Shaoran se iba incrementando con cada risa que oía salir de la boca de la castaña.
Si había algo que el odiara es que se burlaran de él, no tenía la culpa de ser tan malditamente inocente a veces, indirectamente esa situación le recordaba cuando su amigo Yamazaki le contaba todas esas historias, el siempre le creía, hasta que venia su novia acusándolo de mentiroso y él se sentía un gran imbécil.
En realidad. Era la misma situación.
Saliendo de sus pensamientos se percato que Sakura aún seguía riendo, bufó harto de aquello y se dio media vuelta dispuesto a irse de ahí, sin esperar ninguna queja de parte de ella.
Cuando iba ya a unos 2 metros de ahí se volteo y la encontró recostaba aún en las escaleras, mirando hacia el cielo. Subió la vista sin encontrar nada interesante como para captar su atención. ¿Qué podía estar viendo? Era una noche común, relativamente oscura, la luna casi ni se veía, ni estrellas había.
Sus piernas caminaron automáticamente hacia ella, ni supo cuando llego hasta ahí.
— ¿Te quedaras ahí toda la noche?
La mirada de color esmeralda y la ambarina se encontraron. Sakura por primera vez desde que le hablo se percato que era un crío bastante guapo, tenía un aire a Zac Efron exageradamente sexy.
Sin saber que responderle se limito a encogerse de hombros.
Shaoran se acerco sin decir nada sentándose a su lado.
— Invades mi burbuja individual, muchacho. —Sakura se movió rápida y cómicamente lejos de él.
Por primera vez en esa alocada noche, sonrió genuinamente.
— ¿A donde irás?
— Oh, ¡No se!, tal vez pueda encontrar una familia de enanos en el bosque, una torre abandonada, o un tronco hueco. —Contestó con todo el sarcasmo del mundo, citando a Giselle de Encantada.
— ¿Alguna vez hablas sin sarcasmos?
— Es eso o me la pasaría insultando a la gente. El sarcasmo es la forma de insultar a otra persona sin que se de cuenta.
A Shaoran le dio como una punzada de ternura aquel comportamiento de la castaña, en le instituto veía psicología, y le llamaba bastante la atención esa materia, había investigado sobre el tema y sabía que Sakura tenía puesta una pared con la gente aún sin conocerla demasiado.
De repente una idea le vino a la mente.
— ¿Quieres quedarte en mi casa? Vivo solo, bueno, no solo, pero estaré solo hasta que termine mi año escolar por problemas familiares.
Volteó a verlo confundida. ¿Por qué aquel muchacho estaba siendo gentil con ella? No veía razón alguna para que lo fuera. Shaoran pareció captar todo.
Rodó los ojos. — Solo camina. —Básicamente fue una orden.
Ella se levantó del escalón, indignada, odiaba que le dieran ordenes.— ¿Quién te dio permiso de darme ordenes, crío?
El soltó un gran suspiró, iba a ser jodidamente difícil convencerla.
— ¡¿Dónde?! —Exclamó molesto el imponente hombre de cabellos marrones. — ¿Dónde demonios está mi hija?
El más valiente, o estúpido, depende por donde lo vieran, dio un paso adelante, cerrando fuertemente los ojos, su jefe sí que daba miedo cuando se enojaba, y podría estar seguro, no, ¡Estaba seguro que se pondría peor cuando le contestase!
— Ella… huyó. —Contesto, retrocediendo unos 4 pasos prudenciales.
— Bozzo. —Lo llamó, con su filosa y hasta mortal voz la cual estremeció al italiano.
— ¿S-si señor? —Preguntó, rezándole a Kami, a Buda, a quién-quiera-qué-sea que este allá arriba para que su señor no lo asesinase.
— ¿Tienes hijos, Bozzo? —Bozzo parpadeó varias veces, ¿A qué venía todo eso? ¿No estaba a punto de asesinarlo? ¿Mataría a sus hijos de ser así?
El negó repetidas veces con la cabeza.
— ¿Deseas tenerlos?
Bozzo sudó frío. Sabía perfectamente a que se refería su jefe con aquella pregunta, y sumando el tono sugestivo y amenazante en que el empleo esa pregunta no le dejo dudas, tragó pesado, su futura descendencia y más que eso, su padre nuestro estaba en grave peligro.
— Iré a buscarla inmediatamente, señor. —Y sin siquiera mirar la sonrisa triunfante que tenía su jefe salió de la habitación como alma que lleva el diablo.
Y allí estaba, parada en toda la puerta de la pequeña mansión Li. Ni tenía idea de cómo el crío ese la había convencido de quedarse esa noche allí, ¿Estaba bien esto, acaso? La casa estaba sola así que no…
Sola…
— Oye, crío. —El volteo alzando ambas cejas interrogante, para seguido fruncir de nuevo el ceño gracias a la mención de cierto apodo…
— No tendremos sexo.
Shaoran pestañeo varias veces. ¿No hablaba en serio, o si? ¿Ella creía que el…? De solo pensarlo un sonrojo violento se formo en su rostro.
Respiró profundo y decidió bromear.
— No. A menos que quieras. —Se acerco lo suficiente como para que su aliento rozara su cara. Sakura ni se inmuto. — ¿Qué dices…? ¿Quieres… probar mis caricias prohibidas? —Preguntó, en tono de todo menos sensual.
— ¿Disculpa? —Shaoran retrocedió 3 pasos, ¿Y si le había incomodado? ¿Se había pasado de la raya? Oh no, ahora creería que era un depravado. Muy bien Shaoran, ahora no se quedara a dormir aquí por qué cree que eres un puto promiscuó, toda una sex macchine, excelente.
— L-lo lamento, no fue mi intención que…
— No no, eso no, —Rodó los ojos.— ¿Qué carajo dijiste?
La cara del castaño formo un perfecto "?"
— Lo que dijiste al final.
Li puso cara de pensativo.
— ¿Caricias prohibidas? —Sakura asintió, intentando no reír.
— ¿Qué demonios es eso?
Balbuceó un par de veces, esa pregunta no se la vio venir. Sakura comenzó a reír fuertemente, Shaoran no entendía que le había sido tan gracioso, el podía violarla si así lo quisiese, su casa estaba sola. No. No era capaz, para nada… pero…
Se limpió sutilmente las lagrimas de risa, tomó una boconada de aire y miró seriamente a Shaoran para articular la palabra mágica para quitarle toda la hombría y el respeto a un hombre guapo de… ¿16, 15 años?
— Virgen.
Shaoran se quedo sin palabras.
— Y-yo, ¡No se dé que estás hablando! —Exclamó, rojo hasta las orejas. —Yo no soy…
— Virgen. —Volvió a repetir Sakura, terminando su oración, con la misma seriedad de antes y mirada imperturbable.
Apretó los puños deseando que no fuese una mujer para estrangularla, ¡Se estaba burlando de él! ¡Y en su propia casa! O bueno, afuera de ella… en fin, se estaba burlando de él, ¡un prestigioso miembro del clan Li!
— Dormirás afuera. —En un movimiento rápido abrió la puerta, entró y la cerró tras de sí dejando a una perpleja Sakura en la entrada.
— ¿Li? —Lo llamó, seriamente.
— Li Shaoran…
— ¡NO SOY UN PERRO! ¡ABRÉ LA PUERTA! ¡NO SEAS CRÍO!
— ¿Y así piensas que te dejare pasar? —Su indignada voz se escuchó a través de la puerta.
Chasqueó la lengua dándose media vuelta sentándose en las escaleritas de la entrada. Si no tenía un lugar donde dormir podría hacerlo ahí, con tal, estaba metida en un barrio rico, nadie le haría nada.
Un estornudo al otro lado de la puerta llamó la atención del ambarino.
— Si tienes frío solo debes pedir perdón y te dejare pasar.
— Muérete. —Respondió, con voz nasal. Volviendo a estornudar.
— Puedo ordenar una pizza.
— Muérete. Tres veces.
Shaoran rodó los ojos, vaya que era terca.
La frase "cuando todo va mal irá peor" le quedaba como anillo en el dedo, justamente estaba comenzando a llover. ¿Y ahora qué? ¿El fin del mundo se adelantará? Pensó, sarcástica, revolviéndose adentro de su chaqueta, abrazándose a sus rodillas.
— ¿Quieres entrar? —La voz de Li ya se oía fastidiada, pero no podía dejarla pasar así como así, había herido su orgullo de hombre, era un grave pecado para una persona como él, miren que llegar de la nada y decirle virgen de esa manera tan jodidamente burlona a alguien que le ofrece su casa como buen samaritano le parecía una falta de respeto.
Su cabello comenzaba a gotearle, a este paso se resfriaría y terminaría yendo con el rabo entre las patas a su casa, ¿Y para qué? Para oír las risas de su padre al verla así.
«¡Ja, ja, ja! ¡Sabia que volverías, mi preciada princesa! ¡No vivirías sin mí!»
Rechino los dientes y se levanto quedando de frente a la puerta.
— Perdón. —Murmuró.
— ¿Dijiste algo?
Maldito crío.
— ¡Te pido perdón Li! —Exclamó, no lo repetiría una vez más, Li se estaba aprovechando de su buena voluntad.
— ¿Prometesnodecirnadaalrespecto? —Pregunto velozmente, a Sakura le costó hasta entenderlo.
— Aja.
— ¿Segura?
— ¡Sí!
— ¿Segurísima?
— ¡Que si, joder!
— ¿Te quedaras hasta que consigas a donde ir?
— Sí..
— ¿Aunque te lleve un mes?
— ¡Sí, si Lí! —Respondió, fastidiada, le jodía aquel repertorio de pregunt…— ¡¿QUÉEEEEEEE?!
La puerta se abrió dejando ver a un divertido Li.
— Pasa entonces.
Sakura ni se movió, el imbécil de Li la había engañado, ella no se quedaría un mes ahí.
— Escucha yo…
— ¿Pizza de peperoni o…? —La interrumpió, ignorándola olímpicamente.
Maldito.
— Escucha Li…
— Hay ropa seca arriba, también nueva si deseas, y si quieres puedes tomar un baño caliente.
Maldito, dos veces.
— ¡Li!
— Tenemos una sala de cine y juegos también.
— ¡Shao…
Un momento, ¿El había dicho… sala de cine y de juegos?
Si no puedes contra ellos, úneteles.
— Así que… ¿Un… mes? —Respondió finalmente en un resignado suspiro.
— Te quedaras un mes aquí, no vendrá nadie en todo ese transcurso. —Le aseguró.
Ella entrecerró los ojos, no se fiaba para nada de las palabras de Li.
Prefirió darle el beneficio de la duda, ya después averiguaría en el lió que se estaba metiendo, dio un paso a la gran mansión Li, recorriendo todo el lugar con la mirada, una gran escalera, adornos florales perfectamente cuidados, piso completamente limpió y encerado… en pocas palabras: demasiados lujos para su estilo.
Intentando auto-animarse se recordó a si misma que tendría pizza, una sala de cine y juegos gratis, pero eso no quitaría lo sospechoso que le era todo aquello.
Hizo una mueca de disgusto.
«¿Así que... un… mes?»
~Notas de la autora~
¡Hola! :3, bueno, estoy resubiendo este fic, lo había subido antes, pero más que todo lo había abandonado... por que estaba en mi último año del colegio y toda la cosa, pero bueno, ya estoy en la universidad y tengo más tiempo, ilógicamente, este es mi primer fic :3, espero les guste, Sakura y Shaoran son una de mis parejas favoritas de toda la vida, y me encanta usarlos a mi merced, muahaha y bueno.. actualizaré seguido.
¡Saludos!
